El Pelado (2.219)

ASCENSIÓN DESDE NAVALGUIJO

CUERDA DEL CAMPILLO Y VUELTA POR GARGANTA DE LOS CABALLEROS

El Pelado es un pico secundario del Macizo Occidental de Gredos, que se alza rematando el brazo oriental del circo del Corral del Diablo. Si bien desde Navalguijo aparece como una impresionante pirámide, en realidad no es sino un modesto bulto redondeado visto desde las lomas que convergen en él. En este sector, no se encuentra el carácter alpino de los circos de Gredos o Cinco Lagunas, pero se trata de una zona silvestre y apartada, de largas gargantas abiertas entre laderas empinadas de pasto y matorral. Es cierto que las crestas son suaves y anchas pero el entorno es grandioso y solitario y, abriéndose paso por las trochas perdidas, se tiene la permanente impresión de estar muy muy lejos.

La Cuerda del Campillo, por donde transcurre la subida, asciende directamente desde el fondo del valle al sur de Navalguijo a la cima del Pelado Bernardo, secundario que se yergue al sur de la cumbre principal. Para regresar, bajé al suroeste hasta el fondo de la Garganta de los Caballeros, que seguí hasta el pueblo.

Vistos desde el este, los dos Pelados sobre la Cuerda del Campillo, dominando la Garganta de los Caballeros

SITUACIÓN:

  • Zona: Sector Principal de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Macizo Occidental
  • Base de partida: Navalguijo (Ávila)

ACCESO: El Parking Navalonguilla está 95 km al SO de Ávila, yendo por el Barco y Navalonguilla. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.221 / 2.219
  • Mi tiempo efectivo: 7h06
  • Mi tiempo total: 8h41
  • Dificultades: Muy fácil. Largos tramos sin senda, con zonas de matorral cerrado.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del aparcamiento, al sur de Navalguijo, del que parte la senda de la Laguna de los Caballeros (PR-AV 40). Abandonarla en la primera bifurcación, tomando el ramal derecho (SE), que remonta en lazadas las laderas de la Cuerda del Campillo y desaparece al alcanzar la cresta. Ya sin senda, progresar lomo arriba a través de matorral, prado y breves pedreras, hasta el entronque de cuerdas del Pelado Bernardo. Seguir por la de la derecha (NO) hasta la cumbre del Pelado.

Regresar por la cresta hacia el Pelado Bernardo, rodeando el pico por la derecha para llegar al collado del Barrerón de las Hoyuelas Bajas. Dejarse caer por la ladera de la izquierda, siguiendo unas terrazas que descienden diagonal al SO. Se ven algunos hitos pero no tienen continuidad y las sendas han desaparecido comidas por el matorral. Tras cruzar un espolón y dar vista al circo oriental de la Covacha, al pasar por el primer barranco que corta la ladera, aprovecharlo para descender a la Garganta de los Caballeros. Tomar allí a la izquierda (SE) la senda PR-AV 40 hasta Navalguijo.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: En comparación con el resto de Gredos, esta zona es un paraíso de soledad, y más saliéndose de la Covacha y el par de lagunas famosas. La explicación es múltiple y sencilla: aquí, toda excursión es larga, tanto en distancia como en desnivel; no se puede llegar con el coche a más de 1.500 m de altitud; tampoco hay refugios guardados, y los abiertos no abundan; la mayoría de las sendas ganaderas del pasado han sido devoradas por la maleza y tampoco abundan los hitos señalando las rutas; y, desde luego, esto está más lejos de Madrid que el Almanzor. Vamos, que esto no será lo más alpino de Gredos, pero sí lo más apartado.

Esta ascensión en concreto es bonita, variada y solitaria. El matorral no es de los peores pero conviene ir armado de paciencia y ropa dura. Aunque hay mucho tramo sin senda, sólo la bajada por las Hoyuelas Bajas puede presentar dudas en cuanto a orientación, y sin llegar a ser difícil: la Garganta de los Caballeros está siempre a la vista. En suma, una ruta para montañeros en buena forma y acostumbrados al terreno agreste y variado.

RELATO GRÁFICO:


Al final de la pista de cemento que sale al sur de Navalguijo, tomé el PR-AV 40 o senda de la Garganta de los Caballeros pero lo dejé enseguida, para ir...

... a la derecha (SE) en la primera bifurcación. El nuevo camino me llevó en suave ascenso a través del bosque y fui dejando de lado hasta tres desvíos, manteniéndome siempre en subida.

Salí del arbolado en la vertiente septentrional de la loma que limita por el sur la Garganta de la Lanchuela. Los primeros rayos del sol se iban extendiendo por ese valle, al fondo del cual brillaba gris la cumbre del Pelado. Llegando cerca de unos pinos de repoblación, me encontré frente a otra bifurcación; manteniendo el criterio de continuar subiendo, seguí por la izquierda (SE).

Al ganar altura, empecé a ver a mi izquierda las casas de Navalguijo y la boca de la Garganta de los Caballeros.

El camino me llevó a cambiar de vertiente al ritmo de sus lazadas, pasando a la Garganta de las Presillas. Desde ese otro lado, destaca el bonito aspecto del Picario, hombro descollante de la Cuerda del Campillo.

Tras un último paso por el lado de las Lanchuelas, llegué a...

... la Cuerda del Campillo. Allí acabó la pista pero, en su extremo, nace una senda un tanto borrosa que remonta el cordal un poco a la izquierda de la divisoria. Es bueno seguirla, pues la cerca que cierra la masa de pinitos que se rodea al principio, corta luego el paso por la loma; la senda conduce a una cancela, al otro lado de la cual...

... se difumina y desaparece rápidamente en el pasto, pero la ruta era clara: loma arriba. Primeramente, por prado y luego, a partir de los 1.700 m, a través de un matorral que todavía no era ni muy cerrado ni muy alto.

Por ahí, encontré un hito de buen tamaño, triste y solo, que no recordaba de pasos anteriores. Lo que sí recuerdo era una senda que recorría el cordal y que había desaparecido sin dejar rastro.

Tras el matorral, una breve pedrera, cómoda por estable y poco empinada, me dejó en el Picario. Al llegar a este punto prominente, me volví a disfrutar del panorama de la parte baja de la Garganta de los Caballeros.

A la izquierda, podía ver uno de los montes más aislados de Gredos, el Cancho, que mostraba esa especie de enorme mordisco en la ladera herbosa que le caracteriza.

Al otro lado, la monótona Sierra de Candelario asomaba sobre la vecina Cuerda de Pradocampos.

Ahora sí que empezaba el matorral de verdad. A lo largo de kilómetro y medio de loma, y 200 m de desnivel, el piornal estaba extremadamente cerrado y me llegaba a veces al pecho, haciendo el paso lento y trabajoso. Levanté un par de machos de cabra montesa y unas cuantas ciervas, que salían disparados del matorral cuando estaba ya a pocos metros de ellos.

A saber cuántos bichos de estos estaban refugiados a la sombra del ramaje en ese mar arbustivo.

Hacia los 1.950 m de altitud, llegué a un cambio de pendiente, donde varió absolutamente el panorama; del monte bajo y las pendientes medianas, pasé a un lomo rocoso más definido y tendido, al final del cual se alzaba el Pelado Bernardo, segundón meridional de mi objetivo. Si a la izquierda empezaron a asomar la Covacha, el Juraco y otras puntas rocosas del nudo central del macizo, al otro lado...

... bajo la cumbre del Pelado, el terreno se hundía en la cabecera del Arroyo de la Lanchuela.

Este tramo es muy cómodo, pues la pedrera está muy afirmada y los obstáculos se rodean estupendamente por el sur.

Entre el alivio y la cercanía de la cumbre, me fui acelerando y enseguida culminé el Pelado Bernardo. Hay un gran hito sobre la extensa cima pero creo que el sitio donde está no es el punto más alto, aunque eso es un poco secundario.

Al otro lado, apareció el Alto del Corral del Diablo, que mostraba su vertiente más agreste.

A la derecha (NO), se elevaba cercana la cima principal. Y allá que fui, caminando cómodamente por una amplísima loma cubierta de matorral rastrero.

Desde el Pelado, no sólo seguía viendo el Corral del Diablo, sino también la Laguna de la Nava a sus pies. Sólo por este espectacular panorama, merece la pena la visita. Pero no sólo hacia allí la vista es hermosa.

Llevando los ojos a la derecha, la Sierra de Candelario aparece monótona y requemada en el horizonte; engañosamente suave.

Continuando el giro, se proyecta a noreste la Cuerda de Pradocampos, que domina...

... la Garganta de la Lanchuela, en cuya boca está Navalguijo.

Al este, más allá de la Cuerda del Campillo, se alza el cordal principal de Gredos que, en este sector es tan ancho y monótono que recibe el nombre de Sierra Llana. Este carácter hace que contraste más la fuerza de los picos del Circo de Gredos, que aparecían en segundo término, y el cercano Cancho.

Tras un rato en cumbre, no mucho, porque no quería que se me echara el calor encima demasiado pronto, retorné por donde había llegado, pero sin llegar al Pelado Bernardo, que rodeé por la derecha, a través de...

... un matorral poco cerrado y alto, cómodo pese a lo que parece.

Alcancé el Barrerón de las Hoyuelas Bajas, loma que va del Pelado al Alto del Corral del Diablo, en la cota 2.179, marcada con un curioso hito de mampostería. Comencé a recorrerlo a la derecha (SO) y, antes de llegar a su punto más bajo,...

... me dejé caer en diagonal por el costado izquierdo de la loma, manteniendo dirección suroeste, en busca de...

... una terraza herbosa entre canchales que veía un poco más abajo. Aunque no hay senda, el matorral tampoco es aquí demasiado cerrado, ni la pendiente extremada, y bajé bastante con rapidez y limpieza.

Desde ese rellano hacia los 2.080 m, podía ver ya la Garganta de los Caballeros a la que me dirigía, bajo una gran terraza de hierba encharcada: Las Vegas. Por ahí hubiera sido un buen sitio para descender, pero,...

... al ver un espolón cercano, quise antes asomarme para contemplar la Covacha y ver si llegaba a distinguir la Laguna de los Caballeros. En pocos minutos, crucé lo que me quedaba de prado y una breve pedrera final.

Al otro lado, la cumbre del macizo aparecía efectivamente magnífica y bien escoltada. La laguna, no la veía entera pero sí el trocito inmediato a su desagüe. Y, para rematar, me encontré unos hitos que parecían dirigir el paso hacia la misma. Pensé entonces que sería interesante rematar la excursión con una visita a ese paraje y comencé a seguirlos. Entre las marcas, se apreciaba un trazo en la vegetación que no llegaría a calificar de senda, pero que facilitaba la travesía, dibujando una línea casi horizontal por la ladera. Pero, tan súbitamente como apareció, se perdió. Primero se cerró el matorral y no tardé mucho en dejar de ver hitos. Tras pelear un poco, decidí dejar la visita a la laguna para otra vez: ya la conozco y, pasadas las doce, no estaba el día para andar en esas luchas. 

En cuanto llegué a un oportuno barranquillo desprovista de piornos, giré a la izquierda (SE) y descendí hacia una cercana terraza herbosa, que atravesé hacia el este, siguiendo siempre rastros borrosos.

Luego, giré a la derecha (S) para bajar por una torrentera a la Garganta de los Caballeros, que alcancé hacia los 1.950 m.

Allí tomé a la izquierda (SE) el sendero que la recorre, que es aquí un leve trazo en la densa hierba, no sin antes...

... echar una mirada a la Covacha y el Juraco, que dejaba atrás y que pronto perdería de vista.

El camino tiene zonas más y menos marcadas y empinadas, pero es cómodo siempre y me llevó a la orilla del riachuelo, que corre en continuas pozas y pequeños saltos por un lecho rocoso.

La garganta es muy ancha en la mayor parte del recorrido y la hierba prosperaba fuera del cauce.

Tras dejar atrás la fuente de Majabajera, situada a 1.650 m en la ribera derecha, y...

... las ruinas de una vieja mina de blenda, pasé ante la Garganta del Horco de Arriba, que desemboca en ésta despeñándose en una bonita cascada.

Más adelante, se veía una zona rocosa al fondo de una curva de la garganta.

Es el único paso relativamente estrecho de todo su recorrido y...

... las pozas son abundantes y atractivas.

Al salir del congosto, el valle se abrió ante el enorme cuenco rocoso de la Garganta del Cancho.

El siguiente hito del descenso, que ya iba siendo largo y caluroso, era un enorme roquedo claro y liso que a la izquierda. El camino pasa por su base, cruzando el Arroyo del Horco, que...

... se despeña previamente por la llamada Chorrera del lanchón.

A partir de ese paraje, cercano ya a Navalguijo y con bastante nombre a nivel local, el camino mejoró mucho.

Pronto me encontré andando entre muretes y árboles, aunque estos no daban mucha sombra.

Tras dejar de lado algún desvío, que obviamente no eran senda principal, al doblar un lomo, apareció el pueblo al otro lado de una zona boscosa.

Por fin, entré en una arboleda y pude disfrutar de la sombra, aunque fuera ya muy brevemente pues, en pocos minutos, me encontré en el aparcamiento próximo a Navalguijo de donde había partido.

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