Petit Lurien (2.358)

ASCENSIÓN DESDE FABRÈGES

CRÊTE DE LA SAGETTE

El Petit Lurien es un pico más que modesto, apenas el hombro occidental del herboso cordal que proyecta al noroeste el Lurien. Siendo su prominencia tan escasa, está sin embargo estratégicamente situado como mirador de los alrededores. Y, si sus vertientes no son muy altivas, se presentan verdes y plácidas. En suma, que no hay que buscar en este pico grandes emociones montañeras sino disfrute tranquilo de la naturaleza. Aunque el Petit Lurien es la máxima altitud que alcancé ese día, no es la máxima prominencia, que corresponde a la punta mayor de la Crête de la Sagette, que casi la cuadruplica. Quizá hubiera sido más coherente haber titulado la ascensión por ésta. Pero he preferido considerar que la cumbre ha de ser el punto más alto del día.

Típico Cresteo que, tras ganar la cuerda por el collado más accesible, la recorre hasta la cumbre, bajando luego por lo más corto a un valle paralelo por donde retornar al punto de partida.

La cresta de la Sagette durante la subida desde Fabrèges: Sagette de Buzy, cima de la Sagette y Petit Lurien

SITUACIÓN:

  • Zona: Bearn (Pirineos)
  • Unidad: Macizo del Lurien
  • Base de partida: Fabrèges (Pyrénées-Atlantiques)

ACCESO: El embalse de Fabrèges está situado en el valle de Ossau a la altura del Macizo de Lurien, dentro de la comuna de Laruns. En torno al mismo hay cierta infraestructura de servicios, motivada sobre todo por la vecina estación de esquí de Artouste, pero que funciona parcialmente todo el año. En esta ocasión, partiremos de la parte alta del núcleo inferior de la estación y  puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.283 / 2.358
  • Mi tiempo efectivo: 5h42
  • Mi tiempo total: 7h21
  • Dificultades: F. Pequeñas trepadas (I), ninguna muy expuesta, en la cresta.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Géoportail. © IGN 2015

LA RUTA: Tomar en Fabrèges la pista de servicio de la estación de esquí hasta el Col de la Sagette. Girar allí a la derecha (SE) y seguir la Crête de la Sagette, afrontando algunas pequeñas trepadas (I), hasta el Pic du Petit Lurien (F).

Bajar por la loma oeste hasta la collada de la cota 2.183 y dejarse caer a la derecha (N) por la vaguada, descendiendo el vallecito de Pan d'Aulière hasta dar con el sendero que atraviesa la ladera sur de la cresta. El mismo llega a las Cabanes de la Sagette de Buzy, donde desemboca en la pista del principio, por la que se retorna a Fabrèges.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta ascensión puede suavizarse considerablemente empleando el teleférico de la Sagette, que sube de Fabrèges a las instalaciones superiores de la estación de Artouste: el ahorro en desnivel es de unos 700 m, casi la mitad del total. Pero la subida por la pista, sin aportar gran cosa a la excursión, no es fea y se trata de un paseo relajado por bosque y prado, que no viene mal como calentamiento. En suma, que yo no usé el telecabina y, teniendo tiempo y fuerzas, recomiendo hacerlo así.

En vez de caminando por la pista, puede alcanzarse el Col de la Sagette por una senda más directa, bien acondicionada como recorrido para ciclocrós, o como se llame eso de descender en bici a toda pastilla y dando saltos. Yo no la usé, pues coincidí con una competición el día que subí; pero en otra ocasión, puede ser una alternativa más directa, sobre todo para acortar la bajada.

Tal como está, la ruta es una excursión agradable y suave; bastante más de lo que puede hacer pensar el desnivel, pues el terreno sólo se empina en tramos cortos y, en general, es cómodo para caminar. Por otro lado, aunque hay pequeñas trepadas, tienen poca exposición. Finalmente, si bien buena parte del recorrido no está balizado y transcurre fuera de senda, la orientación es obvia. En conclusión, creo que es un bonito y tranquilo recorrido, al alcance de la mayoría de excursionistas con una experiencia mínima.

RELATO GRÁFICO:

Desde la explanada que se extiende sobre Fabrèges, tomé la pista de servicio de la estación de esquí, que sale al norte, hacia el Pic de la Sagette, que recibía en esos momentos los primeros rayos del sol.

No tardé en entrar en un hermoso bosque de abetos; sólo al cruzar algún barranco, se abrían los árboles lo suficiente para dejarme ver cómo la luz iba resbalando por laderas vecinas.

Pero fue a través del corte de la pista cómo, al volverme en una ocasión, vi por primera vez la mole achaparrada del Petit Lurien, oscura bajo un cielo claro, totalmente despejado.

Llevaba un buen rato subiendo cuando pasé del bosque a los prados y descubrí el Lago de Fabrèges, ya bastante abajo. Más lejos, limitando el valle a la izquierda, se elevaba con alguna nieve el grupo de Soques, mientras que enfrente la pirámide tremenda del Midi d’Ossau se alzaba al cielo bajo la luna.

Al ir ganando altura, fui distinguiendo la cresta a recorrer completa de la Sagette de Bouzy al Petit Lurien. Por detrás de éste, asomaba el Lurien, el grande... ése, para pasado mañana.

Pronto tuve delante la estación superior del teleférico, situada bajo el collado al que me dirigía. Llegando al edificio, giré a la derecha (E) en una bifurcación y llegué a una corta pista de esquí recorrida por un par de arrastres, que sube hasta...

... el mismo Col de la Sagette, desde el que se me descubrió la accidentada cresta dominada por el Pic d’Amoulat. Girando a la derecha (SE),...

... dejé la pista que se dirige horizontal al Col de l’Ours y me encaramé a la loma herbosa que constituye la cresta del macizo. Ni encontré senda, ni la eché falta: se trataba de subir por un ancho lomo verde de pendiente moderada, cuyos únicos obstáculos, dos afloramientos rocosos, los rodeé por la derecha sin dificultad.

No tardé en alcanzar el pico de la Sagette de Buzy, afeado por multitud de artefactos para el funcionamiento de la estación. Así que mejor levantar la vista hacia el horizonte. Como al noroeste, donde destacaban los picos de la Merère, Montagnon d’Iseye y Cézy...

... y todo el macizo de Sesques ¡Qué de montañas por subir!

Pero es que, al otro lado, la presencia del Midi d’Ossau sobre el valle era imponente, y así sería durante todo el cresteo.

Proseguí caminando por lo alto de la loma herbosa, contorneando unos artilugios de hierro y madera plantados en la misma y cuya utilidad desconozco, aparte de molestar discretamente el paso.

Bajé al collado que me separaba de la Cresta de la Sagette propiamente dicha (según el mapa), la cual aparecía como un airoso pico previo al más masivo Petit Lurien. La horcada está dividida por un puntón que rodeé por la derecha, siguiendo un claro trazo en la hierba, que desapareció en la subida subsiguiente.

Realmente no era necesario un camino en esa mullida y verde cuerda, tan suave y regular.

A partir de la punta más occidental (2.225) de las tres de que consta la cresta, la loma se estrecha y se vuelve algo más abrupta. 

A mi derecha, podía ver ya el Pan d’Aulière, por donde transcurriría el retorno.

En el descenso de ese primer pico, me encontré con un crestón esquistoso, que destrepé fácilmente por el filo (I), aunque también podía haberlo evitado por la derecha.

El terreno era cada vez más agreste, mezclando hierba empinada y placas en los flancos y con la roca marcando la arista, seguía sin oponer obstáculos serios, como se aprecia en esta vista de la punta oeste desde la central.

A partir de ésta, encontré roca en la divisoria, que fui dejando a la izquierda al principio, hasta que me incomodó el flanqueo y...

... terminé encaramándome al crestón y destrepando varios escalones, nunca altos ni difíciles (I).

Otro paso por roca en plena horcada me dejó...

... al pie de un muro de 20 m, que rodeé por la derecha siguiendo la base de la roca. Al volver a la arista, trepé por una placa inclinada, que...

... presentaba multitud de viras y fisuras horizontales que convertían el paso en una verdadera escalera (I).

A continuación, el terreno se tendió y llegué caminando cómodamente a la cima de la Crête de la Sagette.

Ya tenía delante el objetivo final de la jornada, en lo alto de un lomo de aspecto cómodo.

Pero antes debía bajar al collado intermedio. El terreno volvía estrecharse y empinarse, presentando varios canchos de mala roca. Pareciéndome que esto podía ser, si no difícil, incómodo y expuesto, me dejé caer a la derecha por...

... un empinado tubo herboso hasta una terraza visible más abajo. Allí, giré a la izquierda (E) para dirigirme...

... al collado, que tenía a mi nivel. Al retomar la cresta, ascendí por una rampa herbosa de pendiente mediana.

Al ganar algunos metros y volverme, me di cuenta de que la bajada no era tan mala; probablemente, hubiera sido mejor destrepar directamente por el filo. Para otra vez.

Según ascendía, el terreno se fue haciendo más cómodo, ensanchándose y tendiéndose la loma, aunque impresionaba la pared que caía a mi izquierda. Precisamente sobre ella, vi entonces el Pallas, oculto hasta ese momento; también, el Pic des Quintètes, objetivo del día siguiente, y el Lurien, que ascendería dos días después.

En la antecima norte del Petit Lurien, me volví a mirar la Cresta de la Sagette desde el que sea posiblemente su mejor ángulo.

Más allá tenía ya muy cerca la modesta pirámide cimera del Pic du Petit Lurien, que alcancé tras caminar brevemente por un lomo herboso y suave.

Al volverme, comprobé que no es tan buena desde ahí la vista sobre la cresta. Pero, más a la derecha,...

... el horizonte se llenaba de crestas con bastante nieve, más altas y alpinas, donde asomaba el Ger y...

... se desplegaban al completo las crestas de Tourettes y la Lie.

Siguiendo la vuelta, la cresta proseguía por las Quintètes y más lejos se veía también el Lurien. Al día siguiente retomaría por ahí el cresteo.

Al sur, corría el verde Valle de Ossau, dominado por el pico de Soques, mientras quebraban el horizonte las crestas de la Partacúa, Collarada, Ip y compañía.

Naturalmente, el pico del Midi seguía dominando el paisaje enfrente.

Al oeste, en fin, se alzaba el macizo de Sesques. Por debajo, en la hierba de la ladera del Pico de la Sagette, se dibujaba la pista por donde había ganado la cresta. Hacia ella debía volver.

Comencé por bajar por la amplia y herbosa arista oeste, que no presenta ninguna dificultad, aunque es bastante empinada. Pronto estuve en la collada previa a la cota 2.183, primer rellano que presenta.

Merece la pena encaramarse a esa pequeña prominencia para tener una bonita perspectiva no sólo del lomo que acababa de descender, sino también del...

... Lurien y los picos de Soques.

De vuelta en la horcada, giré a la izquierda (NO; derecha en bajada) para descender por una empinada vaguada herbosa hasta un nevero cercano.

Podía evitarse por las pedreras, pero era más cómodo dejarse resbalar por él.

Luego, continué por prados de pendiente moderada hacia un segundo nevero, que ocupaba un rellano donde encontré...

... los restos de un cobijo bajo unos canchos impresionantes, más aún en este entorno tan verde.

Estaba en el Pan d'Aulière, de donde salí caminando por una terraza en dirección norte para luego girar a la izquierda (O) y...

... perder altura más rápidamente cuando la pendiente del prado se hizo asequible. Tenía como referencia unos trazos paralelos en la hierba que atravesaban la ladera meridional de la Cresta de la Sagette. Tomando el más marcado de ellos,...

... fui alejándome del fondo del barranco, caminando horizontalmente por la ladera.

La senda se fue haciendo más clara a medida que avanzaba.

Pronto llegué a un bosque, donde encontré el único obstáculo de esta parte de la ruta: una banda de terreno arrasada por un alud. En el amontonamiento de troncos, la senda se perdía y opté por, ganando algo de altura, buscar una zona más o menos intacta, donde recuperé la progresión horizontal unos metros antes de volver a bajar a recuperar el camino. De todas formas, el bosque no es tan cerrado como para que no se pueda caminar bien sin senda y la orientación, marcada por la empinada pendiente lateral, era fácil.

Al ratito, la vereda dejó atrás los árboles y entró en el cóncavo por donde va el teleférico. Tras atravesarlo horizontalmente, llegué a las Cabanes de la Sagette de Buzy y, poco después, desemboqué en la pista de servicio de la estación.

Tomándola a la izquierda (SO) deshice el camino de esa mañana, con la única variación de aprovechar algunos atajos entre lazadas.

Tras despedirme del Petit Lurien, entré en el bosque, por cuya sombra caminaría ya hasta estar de vuelta en Fabrèges.

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