Porra del Mortillano (1.409)

ASCENSIÓN DESDE ASTRANA

POR EL CRUCERO Y LOMO SE

La Porra del Mortillano es la culminación de la Sierra del Hornijo, pequeño macizo kárstico que se desprende al norte de los Montes de Valnera. Situado totalmente en la vertiente cantábrica, es rodeado 180º  por el Río Asón y otro tanto por su afluente el Gándara; situándose los nacimientos de ambos junto al mismo collado y confluyendo luego cerca de Ramales, dejan el macizo prácticamente rodeado de agua. Aparte de esa curiosidad, es un monte típico de los cordales que se proyectan al norte de la Cantábrica oriental: peñas calizas sobre extensos campos de lapiaces y dolinas, rodeados de prados frescos y profundos hayedos. El hombre ha ocupado desde antiguo este espacio, pero sin agresividad, de modo que majadas y cabañas parecen complementar el paisaje más que estropearlo.

La ruta comienza situándose ante la vertiente oriental de la montaña, donde se da el karst con más fuerza y complejidad, y la atraviesa, buscando la forma más accesible de llegar a la cima.

La Porra del Mortillano destaca, pálida sobre el verde lomo de Las Llusas

SITUACIÓN:

  • Zona: Cordales Cántabros (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra del Hornijo
  • Base de partida: Astrana (Cantabria)

ACCESO: Astrana está 20 km al SE de Santander, por Arredondo y el valle del Asón. Al entrar en el pueblo, tomar la primera bocacalle a la izquierda, junto a la iglesia, en la que un cartel indica la ruta a Hoyo Masallo. Seguir durante tres kilómetros y medio, primero por cemento y luego por grava y tierra, hasta un cruce al pie del Mazo Grande. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 926 / 1.409
  • Mi tiempo efectivo: 3h14
  • Mi tiempo total: 4h19
  • Dificultades: F. Terreno kárstico incómodo, sin señalizar, en ocasiones expuesto y donde hay que apoyar las manos de vez en cuando. El paso bueno no siempre está claro y, aunque no haya que trepar, considero la progresión equivalente a un I grado.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el cruce de pistas bajo los prados de Juan Briza, tomar la que se dirige al N y seguirla por La Espina hasta El Crucero. Dejarla allí por un camino borroso que sale a la izquierda (O) y sube por el lomo de Las Llusas. Proseguir ganando altura por un espolón kárstico que cae del lomo de la sierra que, tomado a la derecha (NO), conduce a la Porra del Mortillano. Regresar por el mismo itinerario.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión corta a una gran cima. La travesía del karst, sin tener gran dificultad, incluye pasos expuestos entre grietas profundas y, en su mayor parte, ni está señalizado ni es obvio. Con la roca mojada o helada es desaconsejable pues, recalco, hay tramos en que se pasa sobre cortes profundos, pisando en rocas donde no cabe toda la suela; un resbalón puede acabar en caída grave. Así pues, conviene tener experiencia y cierta destreza en este tipo de terrenos tan accidentados y rotos.

Hay muchas posibilidades para prolongar la ruta aumentando su interés. Yo tenía prevista una actividad más larga; de hecho, por eso dejé el coche donde lo dejé y no más arriba, llegando ya a Las Llusas. Pero, al encontrarme la nube agarrada a la montaña y sin trazas de despejar, decidí subir y bajar por lo más corto. La niebla tampoco es muy recomendable en este terreno confuso.

RELATO GRÁFICO:

Nubes grises cubrían el cielo cuando aparqué en el cruce de pistas bajo los prados de Juan Briza. El lugar está dominado por las dos peñas llamadas Mazo Grande y Chico y, más a la derecha, se distinguía el lomo meridional del Mortillano. Comencé a caminar por el carril que sube a la izquierda (N).

A mi izquierda, llevaba el valle del Asón, al otro lado del cual se alzaban los Montes de Valnera, con las cretas cubiertas de nubes.

Enseguida, en otra bifurcación dominada por el Mazo Chico, seguí por la derecha (NO), para entrar en el hueco entre esa peña...

... y el Mazo Grande. La vaguada es corta y de pendiente suave y, en pocos minutos, alcancé...

... el collado de La Espina.

A continuación, el camino me llevó a atravesar la vertiente occidental del Hornijo, rodeando...

.... el enorme hoyo del Llano la Cueva, al otro lado del cual veía el cordal Mazo Chico - Pico Tejos.

La travesía concluyó en otra horcada, llamada El Crucero; allí dejé el carril por unas rodadas que salen a la izquierda (O) y van por lo alto del lomo verde que cierra la dolina por el norte. Precisamente hasta este lugar podría haber llegado con el coche. Caminando, me costó media hora.

Al poco de dejar la pista, se abrió a mi derecha otro embudo, mucho más pequeño que el Llano la Cueva, pero también notable por su regularidad cónica. Me acerqué a su borde opuesto y, desde él, pude ver...

... la siguiente gran dolina, el Hoyo Salzoso y adivinar la famosa de Hoyo Masallo. Al fondo, en el gris impreciso, llegué a distinguir...

... la sombra de Peña Ganzo, el promontorio de Santoña.

Mirando atrás, los mazos Grande y Chico sobre el Llano de la Cueva.

La nueva senda bajó un poco antes de retomar el suave ascenso que estaba siendo la tónica de la ascensión, para rodear el Pico los Tejos.

Delante, las nubes medio tapaban la Porra del Mortillano. Aunque a veces se aclaraban, era sólo un momento y nunca del todo.

A mi derecha, se alzaba la pared caliza de las Peñas Rocías, mientras...

... iba quedando atrás el pico Hornijo, que, sin ser el más alto, da nombre a la sierra.

La vereda se fue difuminando según remontaba Las Llusas hacia la cumbre, hasta...

... desaparecer del todo en la masa de helechos, ante de la linde de un hayedo.

Entré bajo los primeros árboles y giré a la derecha (NO) para mantenerme cerca del límite del bosque, serpenteando por donde más cómodo me pareció entre peñascos calizos.

Salí de nuevo al descubierto frente a un espolón que se desprende al este del lomo sur del Mortillano. Caminé directamente hacia él, a través de...

... un matorral blando cortado por numerosas trazas de ganado, y me encaramé al mismo por un corto pasillo empinado entre árboles.

Al llegar a lo alto, me encontré con un pequeño lapiaz, primera muestra de lo que sería terreno dominante hasta la cumbre. Girando a la izquierda (SO), recorrí...

... la loma, ancha y suave, pero incómoda por su intensa karstificación. Mirando atrás, podía ver ahora el Hornijo totalmente descubierto. Poco duraría.

A mi derecha, se alzaba la masa redondeada de la Porra, al otro lado de un gran hoyo de accidentadas paredes verticales.

Mantuve la dirección rodeándolo, alternado la roca con tramos de matorral rastrero.

La visión de los abismos a mi derecha era espectacular.

A mi izquierda, las nubes que subían densas del Asón cubrían ya los Mazos y pronto devorarían el Hornijo.

Al otro lado, continuaba el terreno hundido, hasta que finalmente, di con...

... la manera de cruzar el gran foso. El paso, que calificaría de clave, es una empinada pasarela caliza, a cuya base hube accedí perdiendo cinco o seis metros por una rampa de hierba a mi derecha (NO), para luego ganar otros doce. La parte superior es una placa lisa pero la superé sin apoyar siquiera las manos.

Una vez arriba, continué subiendo, derivando ligeramente a la izquierda (O).

Al cabo de unos pocos metros entre árboles, aparecí en lo alto de un anchísimo lomo calizo de escasa pendiente, que tomé a la derecha (NO).

El terreno estaba tan quebrado que, a cada cuatro pasos, tenía que franquear alguna grieta. Todas profundas, unas eran espectaculares y, otras,...

... simplemente inquietantes: zanjas cuajadas de puntas y filos de roca sobre el que cruzaba pisando apoyos más pequeños que la suela de mis botas.

La niebla se cerró entonces y, coincidiendo, apareció un hito. Luego menudearon, lo que me vino bien para encontrar el paso cómodo en el roquedo. Posiblemente acababa de incorporarme a la ruta que sube del Collado del Asón, aunque, durante el descenso, fui incapaz de encontrar la continuidad hacia abajo de esta primera señal.

Cuando los vapores se abrieron un momento pude ver la cota 1.382 que, si bien no tiene nada especial como tal, domina uno de los fenómenos kársticos más espectaculares que recuerdo. Siguiendo hitos y superando grietas, lo rodeé por la derecha, por...

... una ancha plataforma de caliza agrietada, al fondo de la cual se adivinaba la sombra de la cumbre.

Una mirada a la izquierda según pasaba el gran embudo y...

... otra al dejarlo atrás.

Los últimos minutos de ascensión transcurrieron entre la más densa niebla, sin ver más allá que el hito siguiente. Sin ellos, tampoco hubiera sido complicado llegar a la cima: subir por una rampa rocosa, interrumpida a veces por...

... trincheras de herbosas en que se dibujaba la senda. Es evidente que esto es una ruta transitada. En el tercero de esos pasillos, intuí que estaba a punto de hace cumbre. La duda era si ir a la derecha o la izquierda. Pareciéndome que tenía mejor pinta, comencé a trepar por el borde derecho (S).

No llevaba ganados tres metros cuando vi el hito en la peña de enfrente; es decir, que debía haber girado a la izquierda (N) para encaramarme, a través de una repisa sin dificultad, a lo alto de la Porra del Mortillano.

La visibilidad desde la cima era prácticamente nula. Los vapores se despejaron sólo por un momento y sólo en un angosto sector,...

... dejándome ver la antecima noroeste y...

... la vertiente verde y gris que se despeña hacia los Hoyos de la Yesca.

No tardé, pues, en emprender el regreso, deshaciendo el camino de ida. Al llegar al borde suroriental del lomo cimero, por la zona donde había encontrado el primer hito al subir, salí de la nube.

El recorrido no fue exactamente igual en este terreno confuso pero, sin afrontar pasajes especialmente malos,...

... aunque alguno fue aéreo,...

... conseguí localizar aquella pasarela de roca que permite cruzar el hoyo que se abre entre La Llusas y la montaña.

A partir de ahí, ya sí que hay poco que contar. Que no llovió pero llegué mojado de agua de niebla. Y que los Mazos estaban ocultos cuando pasaba entre ellos de vuelta.

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