Peña de los Corros (1.957)

ASCENSIÓN DESDE CASARES DE ARBÁS

RECORRIDO DE LA CRESTA Y RETORNO POR EL NORTE

Sobre la cabecera del Río Casares, afluente del Bernesga, se yergue una cresta caliza altiva y afilada. Sus tres picos de más orientales, las peñas de los Corros, el Medio y el Palero, reciben el nombre de Tres Marías e incluyen la máxima altitud, así como algunos de los roquedos más espectaculares del conjunto. El trío se dispone armónicamente, a intervalos regulares, sobre una cresta de altura creciente. Aquí, entre las Ubiñas y la Sierra de Casomera, las cimas pierden los 2.000 metros, lo que no atrae a las multitudes, pese a que la montaña manifiesta una fiereza fuera de lo común, con la caliza alzándose repentina y vertical, en medio de un extenso y plano paisaje de prados sin árboles.

La ruta consiste en lo ya expresado: encaramarse a la cresta y recorrerla de este a oeste tocando todos los picos, para luego descender al norte y regresar a Casares rodeando la montaña. La visita a la peña del palero, primera en tocarse, la hice en ida y vuelta, pues el descenso por su flanco occidental es demasiado difícil para mí.

Las Peñas de Arbás, con las Tres Marías en el extremo derecho, sobre el Embalse de Casares

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Occidental (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Montes de Luna
  • Base de partida: Casares de Arbás (León)

ACCESO: Casares de Arbás está 56 km al NO de  León, por Villamanín y Rodiezmo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.323 / 1.957
  • Mi tiempo efectivo: 3h45
  • Mi tiempo total: 5h10
  • Dificultades: F. Tramo de 50 m de I grado sostenido, más varios pasos cortos de igual dificultad.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Dejar Casares de Arbás por la pista que prolonga al N la Calle del Cadaval y remonta el Arroyo de Casares. Al superar los 1.400 m de altitud, dejar el camino por la izquierda (O), cruzar el riachuelo y encaramarse al lomo de Los Calderones. Girar a la derecha (N) para remontarlo hasta la Peña del Palero (F), superando pequeñas dificultades (I).

Regresar a la cota 1.700 y girar a la derecha (SO) para rodear la peña por su base. Al salir al collado siguiente, remontar el  lomo herboso al O y trepar brevemente por las rocas cimeras (I) para alcanzar la Peña del Medio (F). Continuar por la cresta al O, con algún paso aéreo pero sin dificultad. En la horcada posterior, pasar a la vertiente septentrional (N) para remontarla en un zigzag de repisas herbosas (I) y llegar a la cumbre de la Peña de los Corros (F), la más alta de las Tres Marías.

Continuar por la cresta hasta la modesta Peña Esquina, antes de girar a la derecha (NE) y descender en diagonal por una ladera herbosa hacia un lomo que cae al N. Bajar por él al collado norte (1.784) y seguir a la derecha (E), por la vaguada de ese lado. Al llegar a la cabaña del Cadaval, tomar una pista que nace allí y cruza y sigue el Arroyo de Casares para regresar a Casares de Arbás.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta ruta es fácil, no incluye pasajes demasiado expuestos y requiere un esfuerzo sólo moderado. En general, calificaría el recorrido de cómodo y agradable, al alcance de montañeros con una mínima preparación. Además, el entorno es muy bonito y tranquilo y, las vistas desde la cresta, bastante extensas. Aunque fui en verano, recomendaría mejor la primavera, cuando el pasto presenta un verde más intenso.

Aunque el valle está muy humanizado, es por la actividad ganadera y no por invasiones turísticas o urbanísticas. Los establecimientos públicos son escasos y, en Casares concretamente, no encontré ninguno abierto en 2015. Y la carretera desde Villamanín no está mal pero, desde el otro lado, desde el Embalse de Luna, tenía tramos de asfalto infame; peor que algunas pistas. A lo que voy, es a que éste es un rincón bastante apartado dentro de una zona, la vertiente sur de la Montaña Leonesa, donde la práctica montañera no es masiva.

Además, esta salida fue la primera en este valle y me llevé una agradable sorpresa, no sólo por la belleza y tranquilidad de la zona, sino sobre todo por la concentración de peñas de aspecto tremendo que me encontré.

RELATO GRÁFICO:

Todavía remontando la Calle del Cadaval para dejar Casares de Arbás, podía ver a mi izquierda los tres riscos que me proponía visitar, e incluso la propina de la Peña Esquina.

Más allá, la línea de pináculos calizos se prolongaba al oeste por las peñas Barragana y Bermeja.

Al salir del pueblo, la calle se continuó por la pista que remonta el Arroyo de Casares.

Ahora, fuera de las casas, tenía una perspectiva más completa de las peñas de Arbás, con...

... las Tres Marías.

Después de cruzar una cancela, la pista transcurre horizontal durante un tramo, con lo que el arroyo queda más accesible, justo antes de rodear el lomo sureste de la Peña del Palero. Allí, dejé el carril por una traza de ganado que, a la izquierda (O),...

... desciende hacia el cauce por una suave pendiente herbosa.

Tras vadearlo, sin dificultad pues apenas llevaba agua, remonté la ribera opuesta, siguiendo las huellas del ganado para caminar más cómodamente, y gané enseguida el lomo de Los Calderones. Giré allí a la derecha (N) para...

... remontarlo. El herboso lomo comienza ancho y suave, pero se va empinando y tornando pedregoso al subir, mientras gira hacia el oeste para... 

... fundirse con la primera de las Tres Marías.

Si bien con la altitud perdí perspectiva hacia el resto del cordal a mi izquierda,...

... a mi espalda se descubrieron el Embalse de Casares y, más allá, varios cordales, donde destacaba la doble cumbre de La Maja. También vi que el lomo llegaba al pueblo y pensé que podía haberlo seguido desde allí, haciendo de la ascensión un recorrido totalmente circular.

Al ser el terreno más incómodo, aparecieron hitos y una borrosa traza, que seguían la cuerda por la vertiente meridional.

Alcancé el lomo en el hueco entre dos peñas, que dejaban ver las llamativas construcciones que ocupan la cima del Cueto Negro, junto al Puerto de Pajares.

Más arriba, en otro rellano, pude contemplar parte del lomo recorrido, con el fondo de la Montaña Central a contrasol.

Poco después, alcancé la base del risco cimero de la Peña del Palero, llegando a una collada...

... flanqueada por imponentes espolones.

De ella, salí remontando una rampa herbosa en el flanco norte de la peña. Al topar con la roca,...

... cambié de vertiente, pasando a progresar por una zona de estratos empinados, donde, a lo largo de casi 50 metros, hube de apoyar las manos (I). Pero apenas hay exposición y seguí a trechos los huecos entre tiras de roca, pasando al superior cuando me parecía cómodo.

Volví al lomo en un tramo ancho, regular, y de pendiente moderada.

La comodidad me permitió recrearme las vista en las paredes que llevaba a mi derecha, las cuales...

... caían en un profundo abismo hacia Cadaval.

Al otro lado, el panorama era muy distinto, pero también hermoso, con el pueblo y el embalse a mis pies y...

... el cordal que limita el valle por el sur, culminado en el Pedroso, como horizonte.

La última defensa de la cima es un resalte de hierba y roca unos doce metros (I), desde lo alto del cual...

... se domina muy bien el lomo por donde transcurrió la subida.

A partir de ahí, el terreno se tiende y se descubren las otras dos peñas de la cresta, que la perspectiva no dejaba diferenciar.

Fue en lo alto de la Peña del Palero desde donde vi por primera vez en el día el gran macizo del entorno: las Ubiñas, aunque muy borroso. Girando a la derecha,...

... al noreste destacaban Cellón y Brañacaballo.

Las vistas al sur no eran muy diferentes de las contempladas hasta entonces, aunque la mayor altitud hacía que apareciera algún pico nuevo en la lejanía.

La continuación de la cresta al oeste estaba aquí interrumpida por un corte vertical de más de 100 metros altura, así que...

... volví sobre mis pasos, hasta...

... alcanzar la base de la peña, hacia los 1.700 m de altitud. Allí, giré a la derecha (SO) para recorrer la base del risco por el sur. El terreno alternó tramos herbosos con otros rocosos, que podían ser empinados pero no oponían dificultad.

Levantar la vista a la derecha era impresionante.

El final del rodeo se anunció por la aparición de la Peña del Medio y, poco después, del collado que la separa de...

... la del Palero, que se ve impresionante de este lado.

La subida a la segunda María comienza por una empinada rampa herbosa, que remonté directo al pico aparente.

Con la ganancia de altitud, la vista sobre el Palero aún gana más... ¡vaya agujón!

Al llegar a la roca, giré a la izquierda (SO) para seguir subiendo por el verde y, a punto de ganar el lomo de ese lado, nuevo giro a la derecha (NO), con la rampa, entrando...

... en un corto callejón del que salí trepando breve y fácilmente (I) a una pequeña horcada. Al asomarme a la misma, vi...

... la Peña de los Corros, máxima altura de la cresta. Giré a la derecha (N) y,...

... trepando por un amplio lomo formado por cantos interrumpidos por repisas y canalizos de hierba (I), gané los últimos veinte metros que me restaban para culminar la Peña del Medio.

Desde aquí, la del Palero aparecía tan tremenda como antes, pero ahora, por mor de la perspectiva, enmarcada por unas montañas verdes y más bien suaves, que realzaban su fiereza.

En esta ocasión, la arista permite continuar la travesía a toda cresta, bajando por una especie de pasarela mixta de hierba y roca, carente de dificultad. La misma acaba en...

... una caída de unos diez metros, casi vertical pero...

... con muy buen destrepe (I), lleno de estupendos apoyos.

Traspuse el collado y, en la base de la siguiente peña, pasé a su lado derecho para ganar una terraza herbosa. Los primeros metros obligan a trepar (I), pero enseguida disminuye la pendiente.

Toda la subida a la cima más alta de las Tres Marías transcurrió por la cara norte, a través de...

... sucesivas repisas herbosas, que se encadenan en diagonal.

Algunos hitos, los justos para resultar útiles, me aclararon las dudas y me permitieron avanzar sin dificultad, aunque...

... algún paso resultaba ciertamente aéreo.

Al llegar a la cumbre de la Peña de los Corros, me encontré con algo que me faltaba, aunque en absoluto echaba de menos... el típico enjambre de bichos de las cimas estivales. Así que, pese a estar en el punto más alto de la travesía, apenas me paré. Ni siquiera los diez o quince minutos que había gastado en los dos picos anteriores: sólo un rapidísimo vistazo a la Ubiñas,...

... la Sierra Casomera,...

... la afilada cresta recorrida, con el fondo del mar de peñas de la Montaña Central, y...

... el apacible valle de Casares.

Al oeste, la cresta se prolonga por otras peñas, también hermosas. Hacia allí dirigí mis pasos, pues para una bajada cómoda me convenía alcanzar el siguiente pico; la Peña Esquina. Al principio, la loma era amplia y cómoda. Luego, la bajada del pico, me...

... encontré con un aéreo crestón, que pasé parte por arriba y parte por el flanco izquierdo, según me pareció. Tras él, rodeé por la derecha una prominencia anónima, desde la que merece la pena volverse a...

... contemplar la Peña de los Corros, antes de...

... completar el suave camino hasta la Peña Esquina.

Desde esta última punta del cresteo, la vista sobre las Tres Marías no es muy buena, interrumpida por la punta vecina.

Respecto al oeste, el panorama queda también tapado por el cercano Pico de la Brazosa, sin duda el menos airoso del cordal. Así que tampoco me entretuve mucho, que el calor apretaba, y, girando a la derecha (NE),...

... bajé en diagonal por una moderada pendiente herbosa, hacia el lomo que cae al norte de la cota anónima. Una vez en él, bajé a la izquierda (N) sobre el mismo, disfrutando a mi derecha de...

... la vista de la vaguada del Cadaval, dominada por...

... las peñas que acababa de recorrer y, al otro lado,...

... de la del Arroyo Carrió, enmarcado por el Cirbanal y las Ubiñas.

Al llegar al anónimo collado norte (1.777), giré a la derecha (SE) para tomar un caminillo que sale a contramano y baja suavemente por ese lado. Al poco, cuando la senda traspone un lomo poco marcado, la dejé por la izquierda (NE) y...

... descendí por lo alto de esa nervadura que divide en dos la amplia vaguada.

Realmente, sería casi igual ir por otro sitio, pero éste parece un poco más cómodo.

A mi derecha, la Peña del Medio, la más pacífica hasta entonces de las tres, mostraba una cara norte impresionante.

Tras pasar una zona de grandes bloques,...

... una bajada breve pero más intensa, me dejó en el fondo de la parte izquierda del barranco, donde se marcaban una serie de trazas de ganado. Tomando una de ellas, la seguí a la derecha (E), caminando...

... ahora bajo los desplomes de la Peña del Palero.

Una última bajada intensa me llevó hasta la cabaña del Cadaval, situada...

... en un entorno realmente impresionante. Allí nace una pista, que...

... tomé y que me llevó a cruzar y luego seguir el Arroyo de Casares.

Es la misma por donde había comenzado a caminar y, sin más que seguirla, llegué a Casares de Arbás.

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