Cerro de Bustatán (1.917)

ASCENSIÓN DESDE VALDEPRADO

POR EL ARROYO DE VALDELOSA Y BAJADA POR EL VACHE

El Cerro de Bustatán, también llamado Bóveda, se alza cerca del extremo oriental de los Ancares, donde los Montes Galaico-Leoneses se encuentran con la Cordillera Cantábrica. Es una montaña aislada de relieve suave, por cuyas laderas el brezo se extiende hasta las culminaciones. De hecho, el monte es tan cerrado que aventurarse fuera de las sendas puede ser infernal, salvo cuando un buen espesor de nieve lo cubre todo. Unas vistas amplias y un hermoso paisaje verde y complejo son sus principales atractivos, además del hecho de estar en una de las áreas montañosas más apartadas y solitarias de España.

La ruta consiste en alcanzar la cumbre desde el Río Valdeprado remontando en toda su longitud uno de sus afluentes, el Arroyo de Valdelosa, que corta la cara suroeste del Bustatán, naciendo al pie mismo de la cima. Luego, recorreremos la cuerda al sur, hasta el Collado de Valdeprado, desde donde volveremos al valle principal descendiendo otro arroyo tributario, ahora el del Vache.

Desde la aldea de Valdeprado, se adivina el corte de Valdelosa bajo la cima del Bustatán, iluminada por el sol

SITUACIÓN:

  • Zona: Los Ancares (Montes Galaico - Leoneses)
  • Unidad: Ancares Orientales
  • Base de partida: Valdeprado (León)

ACCESO: Valdeprado (León) está 130 km al NO de la capital, por Astorga, Bembibre, Toreno y Páramo de Sil. Un buen sitio para aparcar es delante del edificio del antiguo Bar “Valdeprado”, cerrado hace años, que se alza aislado al borde de la carretera junto al ramal de acceso al caserío. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.108 / 1.917
  • Mi tiempo efectivo: 4h06
  • Mi tiempo total: 5h43
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos o terreno cómodo.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Dirigirse de Valdeprado a la Braña Susañe por el camino que remonta el valle por la vertiente oriental. Una vez allí, tomar a la derecha (SE) la senda que asciende en diagonal por la ladera y entra en el Arroyo de Valdelosas para alcanzar la Cabaña de la Pandiecha. Continuar al NO hasta la cuerda, tomarla a la derecha (NE) y ganar por ella la cumbre del Cerro de Bustatán .

Bajar por el lomo sur; recorrerlo hasta el Collado de Valdeprado, y tomar allí a la derecha (NO) el camino que baja a Valdeprado.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Me fijé ya en este cerro en mi primera visita a la zona, allá por 1993, al ver su silueta no muy altiva pero aislada y definida, desde el Bigardón. No es un monte muy visitado, pese a sus múltiples atractivos y a que tiene varias posibilidades fáciles de ascensión. Ésta de la vertiente de Valdeprado es una ruta cómoda, que salva, casi siempre por buen camino, un mediano desnivel por pendientes suaves. Un recorrido senderista agradable visitando una cumbre de amplias perspectivas.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar en la explanada frente al edificio donde estuvo el bar de Valdeprado, bajé caminando por el ramal de acceso al pueblo, crucé el río y atravesé el caserío por su calle principal. Enseguida, salí de la aldea, pasando a remontar el valle por un  buen camino que bordea las laderas del cordal que me disponía a recorrer. Mientras caminaba a su sombra, veía enfrente, cómo el sol comenzaba a iluminar las crestas que bajan de la Gubia del Portillón.

También, al desplazarme al norte, fui descubriendo la cuenca del Arroyo Busmori, bajo las alturas del Miro, la cumbre más alta de los Ancares Orientales, y el Alcornón.

Tras un rato de sosegado caminar, llegué a las primeras casas de la Braña de Susañe y, en sendas bifurcaciones separadas pocos metros, giré a la derecha para, sin llegar a entrar en la aldea, salir al sureste por...

... un camino que sube en diagonal por la vertiente sur del valle y desde el cual se domina el mismo hasta la aldea de Valdeprado.

Al poco, entré en el Arroyo de Valdelosa, por el cual remonté la ladera. A partir de aquí, me encontraría tramos de camino más empinados aunque, en general, la tónica de la subida era más bien suave.

Con la ganancia de altitud, también mejoró la perspectiva sobre la vertiente opuesta, al menos mientras el terreno continuó despejado, con la vereda abriendo un nítido surco en el matorral.

Luego, coincidiendo con la proximidad al cauce del riachuelo, entré en un denso bosque de ribera. Sólo de vez en cuando, al paso por algún claro, pude ver retazos de las crestas circundantes y, una vez,... 

... el Miro, al otro lado del valle.

Salí a terreno despejado hacia los 1.550 m de altitud. Ante mí, un breve rellano herboso daba paso a un resalte de mediana inclinación, cubierto de matorral, en el que se dibujaba el zigzag del camino. Al superarlo, llegué a...

... un nuevo cambio de pendiente. A mi izquierda (NO) se alzaba, en medio de una diminuta vaguada herbosa, un pequeño refugio: la Cabaña de la Pandiecha, por encima ya de los 1.700 m de altitud. Encontré el pequeño edificio en buen estado, dotado de cierto mobiliario y chimenea y con una fuente ante su puerta. Al fondo se veía una cresta: el lomo oeste del Bustatán, donde pensaba ganar la cuerda. Hacia él me dirigí.

Al poco de dejar la cabaña, pasé junto a una pequeña balsa, sobre de la cual veía el valle de Valdeprado bajo el Miro y lejanas crestas al fondo: los Montes Aquilianos y la Sierra de la Cabrera.

Este último resalte presentaba una mediana pendiente y, aunque el brezo crecía bastante cerrado, el trazo de la senda era suficiente para pasar con comodidad.

Al ganar la cuerda, hacia los 1.800 m, lo primero que se presentó ante mis ojos fue la Sierra de Degaña, sobre la que asomaba la elegante silueta cónica del Caniellas. El lomo de la montaña es amplio y estaba cubierto en parte de hierba y en parte de un matorral que no llegaba a resultar incómodo. Girando a la derecha (NE),...

... ascendí hacia la redondeada cima.

Culminando el Cerro de Bustatán, me volví a contemplar el grupo del Miro, sobre el que asomaban al fondo las crestas de los Ancares occidentales. Mirando a la derecha, veía...

... el Valle del Ibias a mis pies, separando dichos montes de las sierras de Degaña y Rañadoiro.

La cumbre de la primera, el Caniellas, seguía casi tapado.

Antes de seguir con la vuelta, me acerqué al extremo noreste de la amplia culminación, que es también su punto más alto. Desde allí, se me descubrió la continuación del cordal, que cae por la Peña Mayor hasta el invisible Puerto de Cerredo. Más allá, tras una explotación minera afeaba el paisaje, se alzaba el Cueto de Arbas, ya en la Cordillera Cantábrica. Y, por detrás de éste, los montes de Somiedo y la Babia.

Al este, se abría el gran hoyo cabecero del Río Pedroso, por encima del cual destacaban las siluetas de las Ubiñas, al final de las crestas sucesivas de Laciana. A la derecha, más suave, la Sierra de Villabandín y, siguiendo con los ojos el curso del Pedroso,...

... más allá de sus vertientes, la vista se extendía hasta la Sierra de Gistreo.

Fui luego hacia el sureste, al otro extremo del domo cimero. Hay allí un par de pequeños hitos de piedras, aunque es notorio que la culminación no es ésta. Allí, reapareció el Valle de Valdeprado. Al fondo, el tono diferente permitía distinguir las crestas del Teleno - Aquilianos y la Cabrera.

Tras un buen rato en cumbre, comencé la bajada por la cuerda que cae al sureste, amplia y de pendiente moderada. Aunque no había senda, era cómoda de caminar.

Llevaba a mi derecha el Miro y sus satélites y, a...

... mi izquierda, el profundo valle del Río Pedroso.

La progresión se hizo algo más incómoda al rato, al aparecer algunas pedreras y retoños de roble. Pero fue por poco rato. Cuando la pendiente disminuyó, volví a caminar...

... entre el brezo y encontré una traza de paso, estrecha pero suficiente.

Ésta me dejó en una buena senda, junto a cuyo arranque había pasado antes, en la Pandiecha, y que llega desde allí atravesando el flanco del cordal. La tomé a la izquierda (S) y, a partir de ahí, el recorrido de la cuerda fue más que cómodo, confortable, además de...

... bonito.

La pendiente era tan suave todo el tiempo que no la noté ni al pasar un par de prominencias, la más considerable de las cuales es la Moroquina.

Desde allí, hay una notable vista de la cabecera del Pedroso.

Al bajar de este modesto cabezo, me encontré en un ameno paraje: un prado con fuente y rodeado de árboles... pero es que estaba en cresta. Sorprendente lugar.

Poco después, vi el final del cresteo: una amplia horcada al pie del Miro de Susañe. En medio, sobre un altozano, brillaba una cabaña en medio de un prado. Se trata de la de Catxao, también en buen estado, amueblada y con fuente. Frente a la de la Pandiecha, suma a los encantos comunes, unas magníficas vistas sobre los montes de Gistreo.

Llegando al altozano que se yergue en medio del Collado de Valdeprado, hay una buena perspectiva hacia el Cerro de Bustatán y la cresta recorrida.

Y, ya desde la cabaña, hacia el alto curso del Río del Pedroso y...

... el Miro, bajo el que se ve, en el fondo del valle, el edificio junto al que había aparcado.

Paré ahí muy poco, pues iba haciendo calor y se me hacía la hora de comer. Proseguí por el cordal hasta la depresión sur, donde giré a la derecha (NO) y me dirigí hacia...

... la linde del bosque. Allí encontré el arranque de un camino que baja por la vaguada.

La senda es buena y cómoda y alterna tramos bajo los árboles con claros.

Finalmente, con el final del bosque, llegué al arranque de una pista, desde que se ve el collado sobre este Arroyo Vache. Tomándola, continué descendiendo hasta...

... doblar un espolón y salir del barranco a la vista del edificio del Bar Valdeprado. Pero, como sería incómodo ir directamente a través de los campos, proseguí por el carril, que sigue bajando en diagonal hasta las primeras casas del pueblo.

Allí tomé a la izquierda (O) un carril de cemento, que me condujo hasta la calle principal. Girando de nuevo a la izquierda (S), regresé por ella al coche. Por cierto, que en ese segundo cruce hay una amplia explanada que no conocía, muy buena para aparcar. Para esta ruta, sería un lugar más lógico que el viejo bar, aunque el ahorro no llegaría a diez minutos.

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