Mont Roig (2.864)

ASCENSIÓN DESDE TAVASCÁN

CRESTA DESDE EL PIC DE LA ROIA DE MOLLÀS A LOS DE LA GALLINA

El Mont Roig es el pico más alto del tramo de cadena axial que se extiende entre Arán y el Macizo de Estats. Situado en lo alto del Pallars Sobirá, entre las cabeceras de la Noguera Pallaresa y de su tributaria de Cardós, debe su nombre a sus colores rojizos. Sin embargo, esta característica no es exclusivamente suya, ya que se extiende a gran parte del Pirineo Oriental, del cual se puede considerar límite oeste: aquí las formas son ya más suaves que en Arán o Boí; la hierba trepa hasta las mismas crestas, y abundan los ibones, dando lugar a un entorno amable, luminoso y colorido, que evoca el Mediterráneo. Pero en los valles que corren bajo ese paisaje, húmedos y abrigados, los bosques todavía conservan unas densidades propias de tierras más occidentales. En suma, un lugar de encuentro: puerta del Pirineo oriental con ciertos aires del central.

Habiendo pasado la noche en el Refugio del Mont Roig, se trata de subir al Pic de la Roia de Mollàs por lo más directo y, a partir del mismo, recorrer la cresta pasando por los picos del Mont Roig y la Gallina, antes de regresar descendiendo la cuenca lacustre del mismo nombre.

El Mont Roig alza sus dos cimas en medio de la cresta que une los collados del Mail y Calberante

SITUACIÓN:

  • Zona: Pallars Sobirà (Pirineos)
  • Unidad: Macizo del Mont Roig
  • Base de partida: Tavascán (Lérida)

ACCESO: Las Bordes de Quanca están 165 km al NE de Lérida, por Balaguer, la Pobla de Segur, Sort, Llavorsí y Tavascán. Pasadas las casas, dejar el asfalto y tomar a la derecha la pista de tierra que continua remontando el Río de Tavascán. Al cabo de 3 km más, en una cerrada curva a la derecha junto a la Plana del Faio, aparcar y comenzar a caminar por la senda que sale de su vértice. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.659 / 2.863
  • Mi tiempo efectivo: 10h14 (2h14 + 8h00)
  • Mi tiempo total: 13h26 (2h39 + 10h47)
  • Dificultades: F. Varias trepadas fáciles (I), una de ellas larga (30 m).
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Subiendo por el Camino del Port de Tavascán desde Quanca, a la altura de la Plana del Faio, tomar a la izquierda (NO) la senda de la HRP y seguirla hasta el Clot de l'Escala. Dejarla por la derecha (N) y remontar la empinada ladera herbosa, cortada por un escalón fácil de roca, del Pic de la Roia de Mollàs (F). Seguir la cresta al O, pasando más pequeñas dificultades (I) sin gran exposición, hasta la cima del Mont Roig (F).

Continuar caminando hasta el Pic de la Tartera y descender a la izquierda (SE) por la pedrera, volviendo a ganar la cresta en la Collada de Mont Roig. Seguir por ella al S, superando varias trepadas cortas (I) al paso por los Picos de la Gallina. En el Coll de Calberante (F), tomar a la izquierda (E) la HRP para volver a la Plana del Faio.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ruta que sólo presenta las dificultades mínimas para resultar entretenida y que, siendo larga, no incluye tramos excesivamente duros, resultando en general las pendientes llevaderas y el terreno cómodo. También es muy bonita, comprendiendo amplios panoramas en el cresteo y hermosos parajes por bosque, prado y lagos durante la subida y bajada. En suma, una manera hermosa y agradable de visitar una cumbre importante.

Mi idea original era haber llegado hasta el Ventolau pero un inoportuno problema muscular me aconsejó retirarme antes, para no arriesgarme a una lesión seria. Esa travesía requiere partir la ruta en dos etapas como hice. Si no, el segmento de cresta que recorrí creo que sería el límite de lo razonable para realizar toda la ruta en un solo día.

Sobre el lugar donde dormir, al subir descubrí una cabaña en excelente estado en la Pleta de Fangassal. En lo único que le aventaja el refugio es en las mantas y colchones. A favor de Fangassal, que se cuenta con estufa y abundante provisión de madera y que, al día siguiente, no habría que comenzar perdiendo altura.

RELATO GRÁFICO:

Salí del camino del Port de Tavascán en la Plana del Faio, siguiendo el camino de la Alta Ruta, en cuyo arranque, un cartel indica el Refugi del Mont Roig y los Estanys de la Gallina, entre otros destinos. Desde un primer momento, los picos del Mont Roig y la Roia de Mollàs eran visibles a mi izquierda, sobre el barranco que me disponía a remontar. Antes, la vereda me llevó a atravesar, sin ganar altura, la vertiente oriental del Río de Tavascán, en busca del cauce, que...

... crucé por un puentecillo en la Pleta Palomera. Pasé a remontar el torrente que baja de la cuenca de la Gallina, subiendo suavemente por la ladera oriental, a considerable altura. El camino se iba aclarando y empezaron a menudear marcas de pintura e hitos, mientras pasaba alternativamente por tramos de bosque y...

... de prado. En una de ellos, un avellano solitario ponía el toque de color de sus frutos rojos, contrastando entre el oscuro follaje. Volviéndome, el fondo magnífico de la Serra dels Canals terminaba de embellecer el paraje.

En la Pleta de Lo Fangassal, encontré una cabaña abierta que no está representada en los mapas. Parecía de construcción reciente; se encontraba en buen estado, y contaba con bastidor para dormir, mesa, bancos, una estufa y abundante provisión de leña. Estaba cerca de los 1.900 m de altitud y pensé en pasar allí la noche, para ahorrarme la bajada del refugio al Clot de l’Espada al día siguiente. Sólo me hizo cambiar de opinión la presencia de un numeroso rebaño de vacas: no sería la primera vez que pasaba una mala noche por culpa del ruido de los cencerros. Pero sin ellas, creo que esta opción es más práctica que la del refugio si se piensa subir hacia la vertiente izquierda de la Roia de Mollàs. En fin que, siguiendo la senda continué la subida, mientras el sol se iba ocultando tras las crestas que me dominaban.

Al llegar al extremo del rellano de lo Fangassal, cometí un pequeño error. Allí, la senda vadea el torrente de la Ribereta y, por un momento se pierde. La salida correcta, como pude ver a la bajada, está pasando entre dos árboles que forman como un pórtico al otro lado del cauce. En vez de eso, yo derivé a la izquierda, hacia una corta canal que supera un resalte al fondo. He de decir que por ahí es donde está pintado el camino en el mapa de la Alpina y, además, había un hito.

Pronto me di cuenta de que me había desviado, pues la traza casi desaparecía en el pasto que cubría el suelo del pinar. Pero el terreno no era malo y, además, quedaba una sutil huella de paso: no era el primero en ir por aquí. Tras la canal, vino una corta subida por un lomo boscoso, del que salí a...

... la Pleta del Arenal, donde traspuse dos veces la Roia de Mollás para reencontrarme con la senda, mientras...

... cruzaba este nuevo rellano.

A continuación, el camino, apuntando al Mont Roig, me llevó junto a la orilla izquierda del torrente, el cual se despeñaba en un continuo de pequeños y pintorescos saltos.

Llegué al Clot de l’Escala, pequeño circo de fondo herboso al pie ya del cresterío, que defienden altas paredes grises. Aquí iniciaría la ascensión hacia el Pico de la Roia de Mollás, que se encontraba a mi derecha. Pero eso sería al día siguiente; de momento, mi objetivo era el refugio donde pasaría la noche; para llegar a él, seguí el curso de agua hasta el fondo del rellano y, sin cruzarlo nunca, giré con él a la izquierda (S) para...

... remontar una empinada ladera de roca y matorral. Guiado por la senda en un zigzagueante recorrido, la subida fue llevadera hasta...

... el siguiente rellano, ocupado por el Estany de la Llavera, el más bajo de los jalonan este torrente en su curso superior. Dejándolo a la izquierda,...

... ascendí por un lomo de hierba y roca, con el agua a mi izquierda, y...

... no tardé en llegar al práctico Refugi del Mont Roig. Su pequeña estructura metálica está a la sombra la cumbre del macizo y sobre...

... el Estany Inferior de la Gallina.

Mirando desde su puerta, podía ver el Certascán todavía iluminado por el sol, mientras la luna se elevaba por encima de la Serra del Canals. A la mañana siguiente, llevaría esos mismos montes ante los ojos cuando, bien temprano, deshice el camino de subida hasta...

... Clot de l'Escala, desde donde remontaría la ladera meridional del Pico de la Roia de Mollàs. Si bien su recia pendiente herbosa aparecía cortada por lanchas de roca, se veían pasillos verdes por donde poder evitarlas.

Acabado el descenso, me dirigí al fondo de la hoya, hacia la torrentera que cae del Col du Mail. Por ella accedí a una terraza que sube en diagonal a la derecha entre la zona baja más empinada y los primeros canchos.

La misma es suave y estaba recorrida por una traza de paso que aparecía y desaparecía. Realmente, ni facilitaba la progresión ni era necesaria para encontrar el camino, pues el paso buena era siempre obvio. Pero me vino bien para confirmar que llevaba el buen camino.

Al pasar de esa terraza a otra que ascendía a la izquierda, el sol, que ya golpeaba las cimas, me alcanzó.

Si hubiera querido dirigirme al Estanyet de Mont Roig, hubiera seguido la repisa hasta volver al fondo de la vaguada pero, en lugar de eso, yo quería ir directamente al Pico de la Roia de Mollàs y era más práctico salirme de la traza en la vertical la cima. Cuando, hacia los 2.300 m de altitud, vi un hito, no lo dudé: giré a la derecha (N) y trepé por una placa de roca, inclinada y llena de apoyos (I). Ganados 12 metros,...

... el terreno se tendió y continué ascendiendo, por hierba y canchos, sin tener ya que apoyar las manos, y...

... derivando poco a poco a la derecha, en busca de un buen lugar para encaramarme al lomo sureste del pico.

Lo alcancé cerca de los 2.450 m. Desde esa altitud, podía apreciar al suroeste el hueco de la cuenca de la Gallina bajo el Pico Ventolau.

Al este, destacaban en primer término las escarpadas siluetas del Pico de Mariola y la Roca Espana. Más lejos, por encima del Certascán y su cresta meridional, empezaban a asomar las crestas de Estats, Monteixo y Salòria.

Tras una corta parada, comencé un largo cresteo, que se prolongaría durante más de cinco horas. Tras un tramo de ancha y suave loma herbosa, me encontré con otro de roca, que se empina, pero no tanto como para no poder superarla caminando.

Al cabo de la misma, vino otro trecho más tendido y de nuevo sobre hierba.

Las vistas eran esplendorosas, allá donde pusiera los ojos. A mi izquierda estaba el Mont Roig y, bajo el mismo, asomaba tímidamente el estanque que lleva su nombre.

A mi derecha, podía ver ya la cresta que va al Mariola: tiene buen aspecto.

A través del Col du Mail, que separa el Mont Roig del Pico de la Roia de Mollás, fue asomando el Maubèrme y otras crestas aranesas.

Según ganaba altura, se fueron descubriendo las superficies de los lagos de la Gallina, bajo la cresta que pensaba recorrer, del Mont Roig al Ventolau. Aún no sabían que no llegaría a éste.

El terreno se fue haciendo aún más cómodo, y la progresión más relajada, llegando al...

... Pic de la Roia de Mollàs, en cuya cima me recibieron unos cuantos amigos ilustres: al culminar, se descubrieron, junto al Maubèrme, Moredo, Barlonguera y....

... el Mont Valier.

Girándome a la derecha, veía correr al norte el valle de Salat, en cuya parte baja, persistía la niebla.

Al este, las crestas pallaresas se extendían en líneas sucesivas, sobre el valle de Tavascán.

La cima está un poquito desplazada al sur de la divisoria, así que lo primero fue situarme en ésta y girar a la izquierda (O) y seguirla, pasando a...

... descender por una arista estrecha, de mediana pendiente y con algunas prominencias, pero comodísima, hacia el Col du Mail. Había una traza en la hierba que definía una bajada más directa de la cumbre, a través de la vertiente meridional, pero preferí mantenerme en la cresta, por disfrutar del paisaje.

Al desplazarme, aparecieron en la lejanía occidental los macizos de la Maladeta y Posets, por el hueco entre la masa del Mont Roig y el albo Moredo.

Tras la horcada, el terreno mantuvo la misma tónica, al tiempo aérea y cómoda, aunque ahora subiendo.

Al ganar altura, al volverme, el Pico de la Roia de Mollàs ofrecía un bonito aspecto.

El terreno se tornó algo más agudo y pedregoso al paso por el Pico del Estanyet, apenas un hombro donde la arista del Mont Roig se allana por unos metros. A continuación, en el entronque de un contrafuerte proyectado al norte, forma un amplio rellano pedregoso antes de volver a erguirse en la subida definitiva hacia la punta norte. En esa plataforma, aparecieron una clara traza y abundantes hitos, que me acompañarían ya hasta la cumbre.

Para entonces, la vista hacia el valle de Salat, d donde habían desaparecido las nubes bajas, había mejorado e incluso distinguía las casitas de Salau.

A la salida del rellano, la cresta se transforma, durante unos 15 metros, en una arista de bloques empinada pero llena de agarres (I), en la que hube de usar de las manos.

Tras el resalte, el terreno se tendió y pasé a caminar por una especie de pasarela rocosa, de pendiente moderada y regular, que me llevó a...

... la Punta Norte del Mont Roig o Mont Rouch de France (no sé por qué, pues todas las puntas son fronterizas). Volviéndome, sobre la cresta recorrida y los picos de Montarenho y Mariola, veía ahora las cumbres de Trois Seigneurs y la Montagne de Tabe, allá en la Cerdaña.

Continuando hacia la cumbre, hube de trasponer un profundo tajo de unos 30 m, al que descendí...

... por una empinada rampa de grava, hierba y lajas sueltas. Al otro lado, superé un corto resalte escalonado, apenas cuatro metros, para trepar a continuación siguiendo una definida arista que sube a la izquierda,...

... llevándola a la derecha, por roca inclinada y muy cincelada (I). En lo alto de este tramo, me encontré...

... en un cambio de pendiente, a partir del cual la cresta se tiende hasta el Mont Roig. Aunque aún se presenta estrecha y... 

... con algunas irregularidades, puede pasarse caminando.

El panorama al este es fantástico, tanto hacia la cresta divisoria como...

... hacia las montañas del Pallars Sobirà.

A mis pies, los lagos de la Gallina se escalonaban bajo el Ventolau.

Al suroeste, las montañas de Aigües Tortes, los Besiberris y la Maladeta llenaban el horizonte por encima del cercano Pico de la Tartera. Como seguro que desde allí se ven mejor, me dirigí hacia el mismo siguiendo...

... la loma mixta de hierba y roca sin otra dificultad que...

... el paso de la horcada intermedia, que presenta un resalte fácil (I+) de apenas tres metros y escasa exposición.

Luego, sólo me quedó caminar brevemente por una anchísima y suave loma hasta el Pic de la Tartera, o Mont Roig Sur, donde está emplazado el vértice geodésico.

Desde allí, queda a la vista la cara oeste, la más abrupta, del Mont Roig.

Pero, para tener las mejores panorámicas, hay que ir un poco más lejos, siguiendo la cresta al sur hasta un hombro donde se yergue un gran hito de piedras.

Destaca la visión del Pic de Moredo, hacia el que apunta el vallecito de Comamala. A sus flancos, marcaban el horizonte la barrera norte aranesa y los grandes macizos del Pirineo Central:...

... los Besiberris,...

... las Maladetas,...

... Posets y Perdiguero.

Girándome al sur, tenía a mis pies los laguitos de la Tartera, dominados por el Cap de la Pala de l’Abell, y, más lejos las montañas de Aigües Tortes, del Montsent de Pallars al Colomers, pasando por...

... Peguera y Subenuix.

Al sureste, la cresta continuaba hacia el Ventolau por los picos de la Gallina, presentando enseguida una caída importante. Para evitarla, bajé hacia la izquierda (E), por...

... una mediana pendiente descompuesta, hacia la gran rampa de pedrera que conforma la cara sureste del pico. Una vez en su centro, me dejé deslizar a la derecha (S) hacia...

... un rellano al pie de la collada que se abre entre el Mont Roig y el Pic de la Gallina.

Al perder altura, se elevó a mi derecha el resalte meridional del Pic de la Tartera: una vertiginosa pared de roca, que ponía un marco espectacular a las montañas del fondo. Y entonces, sentí un fuerte dolor en el abductor derecho. Parecía un tirón, por extraño que pueda parecer en un músculo que ya estaba más que caliente. Me detuve, me apliqué un analgésico y esperé unos minutos. Cuando remitió el dolor, continué la bajada.

Viendo que la pierna funcionaba bien, decidí seguir el cresteo y, antes de acabar el descenso, cuando el terreno me pareció propicio, derivé a la derecha para encaramarme a la Collada del Mont Roig y continuar hacia el Pic de la Gallina por el lomo, que presentó primero pendientes suaves y, luego, más intensas pero sin pasar de moderadas.

Al ganar altura, el Pic de la Tartera iba descubriendo su cara más tremenda.

Llegando al final, la cresta se transformó en una tendida arista rocosa carente de obstáculos. Las perspectivas más notables desde el Pic de la Gallina eran:...

... mirando atrás, el Mont Roig;...

... al este, Mariola, Certascán y la Pica de Estats entre otros, y...

... al sureste, el Ventolau sobre el Estany Major de la Gallina.

Al continuar por la cresta al sur, hacia el Pic Inferior, me encontré ante...

... un profundo corte. Los primeros diez metros, los descendí con cuidado por una rampa de piedra suelta y hierba a la izquierda de la arista, alcanzando al cabo una plataforma de donde caían sendos tubos a ambos lados de una prominencia rocosa. Por la pinta, me decidí por la de la derecha (O), que presentaba...

... una zona herbosa, empinada pero cómoda, en su lado izquierdo. Tras descender por ella un centenar de metros, cuando desapareció el crestón de roca, giré a ese lado (S) para trasponer un morro sobre...

... los Estanyets de la Tartera y frente a las montañas aranesas, apareciendo a continuación...

... sobre la vaguada que cae al este del Collet de la Gallina. Terminé de descender al fondo pedregoso de la misma por terreno herboso empinado, con un corto y fácil destrepe final (I), para remontar luego el tubo hasta la horcada. Allí, retomé a la derecha (SO) la cresta, que...

... era al principio un amplio y suave lomo herboso trufado de peñas.

Al volverme tras ganar cierta altura, tuve una buena visión de la arista meridional del Pic de la Gallina y no podría decir si hice bien con el rodeo por el oeste, fácil pero incómodo y un poco expuesto, o si debía haber destrepado directamente, pues el terreno parece empinado pero seguro.

En fin; tras la zona suave, la cresta se tornó rocosa al ir llegando cerca de la cumbre.

Primero, me encontré un resalte empinado de 10 m, lleno de apoyos (I). Luego, tras un prolongado tramo pedregoso más tendido, en que se pueden evitar además los obstáculos por una repisa a la derecha, vino...

... un paso final horizontal, con una horcada de roca lisa afilada pero que, realmente, era mucho más impresionante que difícil y se puede pasar caminando con un poco de decisión.

Así llegué a la cumbre del Pic Inferior de la Gallina. La pierna derecha me había respondido bien, en general tras el tirón pero, sobre todo en la última subida, la noté resentida y me dio un par de “toques de aviso”. Aquí, temiendo que esta anécdota acabara en una lesión más seria, decidí dejar la cresta en el siguiente collado. Me faltaba el Ventolau, pero el cresteo realizado tampoco estaba mal.

La vista al oeste era amplísima, con los glaciares en torno al Aneto destacando entre el mar de montañas descarnadas. Entre el Moredo y el Maubèrme, llegaba ahora a distinguir unas formas confusas: el Macizo de Néouvielle.

Bajando la vista a ese lado, podía contemplar los lagos escalonados del Ríu de la Gola, ocultos hasta poco antes por la Serra Mitjana.

También miré al este el Certascán y la Pica pues, poco después, me los ocultarían las cretas cercanas.

Para descender, tomé la cresta que salía al sureste, hacia el Ventolau. Ya desde el principio, se presentaba afilada y escabrosa, aunque sin grandes obstáculos: más incómoda que difícil o expuesta.

Al llegar a un profundo corte, destrepé (I) a la derecha hasta una cercana repisa herbosa, empinada y paralela a ala arista, por la que continué bajando hasta una terraza...

... más amplia y llana que se veía por debajo. Ésta se prolongaba hasta el Coll de Calberante, desde el que...

... el Pic Inferior de la Gallina presenta un aspecto de lo más altivo y airoso, realmente atractivo.

Por allí pasa la senda de la Alta Ruta Pirenaica y me incorporé a ella, tomándola a la izquierda (E), para bajar, a través de pendientes herbosas, hacia el Estany Major de la Gallina. Ante mis ojos, por encima de la lámina azul oscuro del ibón, se elevaba...

... un magnífico Turó de Mariola.

Mientras bordeaba el lago por el oeste, bajo el Pic Inferior de la Gallina, la senda fue haciéndose cada vez más clara.

Luego, tras dejarlo atrás y pasar dos estanques más pequeños, alcancé la barrera que cierra este escalón lacustre y...

... descubrí el resto de lagos que se alinean bajo el Pic de la Gallina y el Mont Roig. El trazo, no siempre claro, pero señalado con hitos y pintura, me llevó a una bajada intensa por...

... terraza herbosas entre resaltes de roca por los que se despeñaba el torrente. Éste corría a mi derecha, al principio, pero luego lo crucé.

Justo a continuación, estuve manteniendo cota un corto trecho para evitar una zona abrupta, girando a continuación a la izquierda para volver a bajar por un tubo herboso que me dejó al borde del Estany de Dalt de la Gallina. Allí, nuevo giro para tomar...

... el eje del valle, que ya prácticamente no dejaría. Siguiendo siempre la ruta marcada, bordeé por la derecha el Estany Mitjà, tras el cual traspuse un lomo y...

... me encontré con otra zona compleja con resaltes y rellanos, en los cuales...

... el agua se remansaba en caprichosos meandros entre cascada y cascada.

Al final de la misma, apareció la mancha plateada del refugio junto al Estany Inferior. Para llegar al mismo, bordeé el lago por la derecha y, al llegar al...

... desagüe, lo crucé aprovechando unas piedras sobresalientes, colocadas obviamente a propósito.

Desde el Refugi del Mont Roig, me dominaba la cumbre que visité esa mañana. Tras recoger algunas cosas que había dejado allí, continué...

... bajando, hacia el Estany de la Llavera para...

... retornar por terreno conocido, pues el recorrido era la aproximación del día anterior, hasta la Plana del Faio. El único cambio fue que, esta vez, no perdí la senda entre las pletas del Arenal y el Fangassal, pero eso ya está explicado antes. Por cierto: lo de la pierna no fue nada.

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