Cabeza de Hierro Mayor (2.380)

ASCENSIÓN DESDE EL PUERTO DE COTOS

LOMA DEL EMPALOTADO Y BAJADA POR LAS CERRADILLAS

Las Cabezas de Hierro son la segunda cumbre del Guadarrama y culminan la llamada Cuerda Larga; es decir la parte de la alineación meridional del conjunto que se extiende entre los puertos de Navacerrada y la Morcuera. Íntegramente situada pues en la provincia de Madrid, separa el Valle del Lozoya de la llanura. Se trata de una montaña típicamente guadarrameña, con lomo ancho y redondeado cubierto de prado interrumpido por grandes pedreras y algún crestón de escaso porte. Más abajo, en sus laderas poco empinadas y de gran desnivel, prosperan piornos y retamas sobre los extensos pinares de las faldas. En suma, una montaña bella y apacible, sin verticalidades, situada en medio de un entorno encantador.

Desde el Puerto de Cotos, comenzamos por cruzar el valle del Lozoya y descender un trecho por el mismo, en busca de la Loma del Empalotado, que cae al norte de la Cabeza de Hierro Mayor remontaremos hasta la cumbre. Luego, la bajada se efectuará por la clásica ruta de Las Cerradillas, que escogí por ser la más directa y cómoda manera de regresar al punto de partida.

La Loma del Empalotado se aprecia bajo la cumbre de la Cabeza de Hierro Mayor

SITUACIÓN:

  • Zona: Cuerda Larga - Sierra de la Morcuera (Sistema Central)
  • Unidad: Cuerda Larga
  • Base de partida: Puerto de Cotos (Madrid)

ACCESO: El Puerto de Cotos está 66 km al NO de Madrid, por Collado Villalba y Navacerrada, o 33 al SE de Segovia, por la Granja y el Puerto de Navacerrada. También se puede acceder en tren desde Cercedilla. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.629 / 2.380
  • Mi tiempo efectivo: 4h26
  • Mi tiempo total: 5h45
  • Dificultades: Muy fácil. Hay que remontar una gran pedrera, en general estable, pero con zonas muy empinadas e incluso alguna corta trepada sin exposición. Otro tramo sin camino transcurre a través de matorral relativamente cómodo.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Puerto de Cotos por la senda que va por la Loma del Noruego. Cuando se bifurca, seguir por la izquierda (SE), cruzar la carretera de Valdesquí y tomar el camino del Refugio del Pingarrón. De allí, continuar por la senda balizada (PR 27) que sale al sur y se dirige al Circo de Las Cerradillas. Tras doblar el lomo del Pinar, en una bifurcación, ir a la izquierda (S), a bajar al Arroyo de las Cerradillas, cruzarlo y descender junto al mismo hasta el extremo de una pista. Seguirla hasta un cruce y girar a la derecha (E) para atravesar las Navas de Cabeza de Hierro hasta el morro de El Empalotado. Dejar el camino por la derecha (SO) y remontar la loma, primero a través de pinar; luego, por matorral, y, finalmente, por una pedrera estable pero, tan empinada en algún punto, que hay que ayudarse de las manos. Derivando a la derecha, además de dulcificar la subida, se sale directamente a la cima de Cabezas de Hierro.

Para regresar, dirigirse por la cuerda al SO hasta el collado de Entrecabezas. Allí, dejarse caer por la vaguada de la derecha (NO), derivando hacia el lomo de la izquierda, que separa este tubo de la cuenca de Las Cerradillas. Trasponerlo y bajar al NO, por una torrentera empinada y descompuesta, hasta el fondo del circo. A medida que se desciende, se va dibujando una traza que, cada vez más clara, acabará convertida en magnífico camino. Sin más que seguirla, primero descendiendo junto al Arroyo de las Cerradillas, luego en una larga travesía por el pinar, se reencuentra el itinerario de ida en la bifurcación de sendas. Y, deshaciéndolo a partir de ahí, se regresa, por El Pingarrón, al Puerto de Cotos.


Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ésta, más o menos, es la ruta por la que había subido por primera vez a Cabezas de Hierro en 1988. En aquella época, pese a contar ya con cierto bagaje en Pirineos y Gredos, no conocía las montañas que tengo más cerca de casa, el Guadarrama. Así que me dispuse a recorrerlas, pero prescindí de guías y, armado con los mapas militares 1.50000 de entonces, fui subiendo a los principales picos por donde mejor me pareció.

Lo cierto es que este itinerario del Empalotado, siguiendo el lomo norte tiene coherencia visto sobre el mapa, pero no es una ruta práctica, por lo incómodo del terreno y el rodeo en la aproximación. De hecho, apenas está transitada. Pero tiene sus atractivos, sobre todo el panorama que se disfruta desde que se sale del pinar, al progresar por un contrafuerte de perspectivas abiertas a ambos lados. Destacan en esto, por originales y amplias, las vistas desde el hombro de la loma hacia los 1.900 m, donde he colocado una estrella en el mapa, que es un auténtico palco sobre el Valle del Lozoya.

La subida sin nieve es muy fácil, relativamente cómoda y clara. El primer tramo sin camino, a través del pinar en la zona baja del Empalotado, es empinado pero transcurre por terreno despejado y la cuerda a seguir está clara. Más arriba, fuera del arbolado, el matorral no tiene entidad para resultar incómodo y, si bien la arista se difumina en la ladera, estando la cumbre a la vista la orientación es obvia. Por último, la pedrera no es tan mala como cabría esperar por su aspecto: de todos los cantos en que me apoyé, apenas se movieron cuatro o cinco. En la anterior subida, tengo anotado que trepé fácilmente (I) varios crestones camino de la cima; debí de ir más a la izquierda, donde sí hay unos canchos, ya que alcancé la cuerda en el extremo oriental del lomo cimero y no directamente en el hito, como esta vez.

RELATO GRÁFICO:

Desde el aparcamiento del Puerto de Cotos, el contraluz del sol matinal apenas dejaba distinguir los detalles de la cara norte de Cabezas de Hierro. Comencé dirigiéndome al oeste, hacia la salida de la carretera de Valdesquí.

En el propio cruce, tomé una senda que sube al sur por lo alto de la Loma del Noruego, que de allí arranca. Junto a la misma, unas estacas y marcas de pintura señalaban los senderos RV-1, RV-9 y PR-27. Ni más ni menos. El camino asciende suavemente bajo los pinos y, al poco, dejó a la derecha la ruta hacia las Guarramillas para bajar a...

... la carretera de Valdesquí, la cual alcanza justo frente a la barrera que cierra el paso a la explanada de El Pingarrón. El sendero me llevó de nuevo bajo los pinos, para rodear por la derecha el modesto cabezo al otro lado del cual se alza el refugio.

Sin llegar al mismo, cuando vi entre los árboles a mi derecha un camino pocos metros por debajo del mío, giré a ese lado  y atajé para tomarlo de bajada (SO). En los huecos que dejaban los árboles, podía ver el triste espectáculo del Circo de las Guarramillas devastado por las instalaciones de Valdesquí.

Enseguida, me encontré ante el arroyo que baja del mismo, el cual crucé por una pasarela.

A continuación, pasé a atravesar la ladera que recibe el gráfico nombre de El Pinar, con cortas y suaves subidas y bajadas que venían a mantener más o menos la cota. Aunque el bosque era denso y, los árboles, de gran desarrollo, por algún hueco alcancé a ver la cumbre de Peñalara.

Poco después de doblar el morro de una loma, desde donde se domina el Valle del Lozoya y se llegan a ver las crestas de Ayllón,...

Me encontré ante una bifurcación. Tomé la senda de la izquierda (S), la cual pierde altura con rapidez y...

... no tarda en alcanzar el Arroyo de las Cerradillas, que cruza por una pasarela.

A continuación, girando a la izquierda, desciende junto a la orilla cruzando otro par de veces el torrente en busca del mejor paso antes de desembocar en el extremo de una pista forestal.

Por la misma proseguí el suave descenso hasta un cruce, donde giré a la derecha (E), pasando a recorrer, primero en suave ascenso y luego en horizontal, la ladera de las Navas de Cabezas de Hierro, boscosa vertiente que se extiende bajo la cara norte de la montaña.

A través del hermoso bosque, las únicas vistas lejanas eran de nuevo, al paso por algún breve claro, la rocosa cresta de Peñalara.

Al rato, la pista hizo una cerrada curva a la derecha y los árboles clarearon. Estaba en el morro de la Loma del Empalotado, mi vía de subida. Así pues, dejé el carril por la derecha (SO) y emprendí la remontada...

... por la arista. La misma, siendo roma, está lo suficientemente marcada como para poder seguirla con facilidad. Si bien al principio vi un trazo en la pinaza, éste desapareció pronto, pero no lo eché de menos, pues el terreno bajo los pinos, despejado y poblado de hierba y helechos dispersos, era bastante cómodo. Sólo la fuerte pendiente penalizaba un tanto la subida. Pero era sólo cuestión de tomarlo con calma.

Hacia los 1.900 m de altitud, dejé atrás el arbolado, saliendo a una eminencia pedregosa, extraordinario mirador sobre el Valle de Lozoya. Había un pequeño hito de piedras sobre la roca cimera del mismo: no soy el primero en pasar por aquí y fijarse. En el mapa, no llega a reflejarse en las curvas de nivel pero he marcado con una estrella el lugar. Como muestra de las vistas, al oeste aparecían Valdemartín mostrando los huecos de Las Cortadillas y, en un horizonte más lejano, la cresta de la Mujer Muerta.

Volviéndome al norte, veía la omnipresente Peñalara, con sus circos y las praderas de Cotos destacando sobre el pinar.

Al este, más allá de Cabeza Mediana, corría el Valle del Lozoya bajo la monótona divisoria del Guadarrama, donde destacaban el Nevero y el Reajo Alto. Al fondo, las crestas oscuras de Ayllón sobresalían de tiras de nubes bajas.

En fin, al sur tenía ante mí la cumbre sobre la cabecera de Peñas Malas, que seguía velada por el contraluz. Pese a ello, llegaba a distinguir cómo el matorral se extendía sobre una loma cada vez más ancha, por debajo de una fuerte rampa final de pedrera. Si vuelvo otro día, tengo que salir más temprano: no es agradable llevar todo el rato el sol en la cara.

De momento continué caminando por el lomo, que ahora era más suave y cómodo pero aún estaba bien marcado. Aparecieron retamas y enebros, entre otro matorral, pero tan abiertos que el paso quedaba franco entre las plantas.

Por aquí, me encontré una barra de hierro puesta en pie y sostenida por unas piedras cuidadosamente dispuestas al efecto. No hay otras señales que den continuidad a ésta. Misterios de la montaña.

Según ganaba altura, la pendiente se intensificaba, el matorral se adensaba y la loma se ensanchaba hasta que se fundió en la ladera. Así, cada vez costaba más avanzar, pero no llegaría a calificar de penosa la progresión. El principal obstáculo, el matorral, apenas me pasaba del tobillo y, aunque las plantas se tocaban, quedaba espacio para pasar.

A partir de la cota 2.100, la vegetación desapareció del todo y una rampa de pedrera se extendió ante mí. Estaba formada por bloques de tamaño mediano, bastante estables; no los conté pero no creo que lleguen a la decena los que se movieron al pisarlos. La pendiente es generalmente moderada, aunque presenta algunos escalones en los que hube de gatear para superarlos; por otro lado, son tan cortos que no cabe hablar de trepada. En parte para dulcificar la subida y en parte para buscar la cumbre, fui derivando a la derecha (S), guiado por dos canchos que sobresalían sobre la ladera en esa dirección.

A ambos lados, la vista se extendía en amplias panorámicas, hacia el Valle del Lozoya a la izquierda y...

... su cabecera y la Mujer Muerta a la derecha.

Cuando los dos cuetos de referencia estuvieron cerca, decidí pasar entre ellos, aprovechando además, que ahí interrumpía la pedrera un islote de hierba.

Pasé pegado al roquedo de la derecha, por unas placas tan tendidas que pude superarlas caminando. Al otro lado,...

... me encontré a 50 metros del hito cimero, alzado al otro lado de una pradera de escasa pendiente, a la que llegan unos hitos desde la derecha: la salida de las vías del Tubo Norte. Antes de dirigirme a la cima,...

... me encaramé a la peña que acababa de rodear para disfrutar de una soberbia perspectiva hacia el norte: el Valle del Lozoya en toda su extensión.

En el extremo izquierdo, destacaban las Guarramillas, Siete Picos y la Mujer Muerta. Las primeras presentaban...

... una curiosa alineación con una montaña lejana: el Pico Zapatero, en la Sierra de la Paramera, a más de 80 km. También se identificaba la Peña Cabrera a la izquierda.

Naturalmente, Peñalara.

El Nevero, la Somosierra y Ayllón sobre el Valle del Lozoya.

Al ganar la cima de Cabezas de Hierro, apareció la vertiente sur, donde un palio de nubes bajas cubría la mayor parte de la llanura, aunque llegaban a verse el cerro de San Pedro o la Sierra de Hoyo de Manzanares en una perspectiva limitada por el Asómate de Hoyos y la Maliciosa.

Estuve un buen rato en la cumbre antes de emprender el retorno, cresteando al suroeste, hacia la Cabeza de Hierro Menor. La Cuerda Larga se presentaba amplia y cómoda; un suave lomo cubierto de hierba rala, con algo de matorral y cantos dispersos.

Al llegar al collado de Entrecabezas, dejé la cuerda, girando a la derecha (NO) para bajar por la vaguada de ese lado, pero...

... no siguiendo su eje, sino derivando en diagonal a la izquierda, en busca de un hombro que hace el lomo que limita el tubo por ese lado. Además, pronto unos hitos me guiaron.

Desde allí, tenía una buena visión del perfil de la subida por el Empalotado, desde la salida del bosque hasta la cumbre.

Bajé hacia el otro lado, donde se abría el Circo de las Cerradillas, por una torrentera...

... pedregosa y empinada. Unos hitos marcaban una senda estrecha pero muy pisada que iba haciendo cortos zigzags en busca de los lugares más cómodos.

Llegando al fondo del circo, al tiempo que la pendiente se atenúa, el camino me llevó a girar a la derecha, siguiendo ahora uno de los cursos de agua que dan origen al Arroyo de las Cerradillas.

El trazo se fue haciendo más claro al perder altura, apareciendo hitos y marcas de pintura; estaba el PR-27, que me conduciría hasta Cotos.

Al entrar en el pinar, lo que ya era buen camino, me llevó a vadear varios brazos de agua para entrar en la ladera de El Pinar. Requiere atención el segundo, donde un derrumbe ha borrado la senda durante varios metros; manteniendo una subida mediana en diagonal una vez cruzado el torrente y fijándome un poco, no me costó retomar el camino.

Tras un ratito atravesando casi en horizontal esta amplia ladera boscosa, llegué a la bifurcación de sendas desde donde esa mañana bajé a cruzar el Arroyo de las Cerradillas. Ya sólo me quedó deshacer el itinerario de ida, lo que hice con la única variación de...

... pasar por el Refugio del Pingarrón, para llevarme una buena perspectiva de Cabezas de Hierro, con la ruta de subida bien distinguible. No sólo se veía bien la Loma del Empalotado; también, el corte en el pinar de la pista que me había llevado a la misma.

Y asimismo se ve bien Peñalara desde este lugar.

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