El Estepar (1.403)

ASCENSIÓN DESDE COLLADO VILLALBA

POR LA CUERDA Y VUELTA POR LA LADERA SUR

El Estepar es la máxima altura de la Sierra del Hoyo de Manzanares, la más importante de las montañas que se alinean en el Pie de Monte, al sur del Guadarrama. Así, es un buen mirador sobre la llanura madrileña y la vertiente meridional de la Cuerda Larga. Como es habitual en la media montaña de la zona, el terreno es suave pero está salpicado de canchos graníticos. Las laderas están cubiertas de monte bajo, en especial jaras, con abundantes manchas de encinar, además de alguna vegetación de ribera en el fondo de los barrancos. Como también es habitual por estas tierras, las urbanizaciones asedian el monte y cada año trepan unos metros por sus laderas, además de que la vertiente norte está ocupada por un campo de tiro militar. Pero la cresta y sus inmediaciones han quedado como una última isla de naturaleza, si no salvaje, al menos vistosa.

La ruta consiste en encaramarse a la cuerda de la sierra al oeste de la cumbre y recorrerla hasta la misma. Para el regreso, dejarse caer al sur para volver enlazando los caminos que atraviesan la vertiente.

La Sierra del Hoyo de Manzanares, plantada en mitad del llano

SITUACIÓN:

  • Zona: Pie de Monte Madrileño (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Hoyo de Manzanares
  • Base de partida: Collado Villalba (Madrid)

ACCESO: La Calle de la Perdiz, en Collado Villalba está 37 km al NO de Madrid, por la A-6 y la Carretera de Moralzarzal. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.053 / 1.403
  • Mi tiempo efectivo: 4h37
  • Mi tiempo total: 5h27
  • Dificultades: Muy fácil. Matorral denso en el Barranco de Peñaliendre y trecho sin camino, por bloques y matorral, para subir a la Silla del Diablo. Trepando además al bloque cimero de dicho risco, la dificultad sube a PD, con un paso corto de II+, pero no es imprescindible.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Desde lo más alto de la Urbanización Altavista, en Collado Villalba, tomar el carril de cemento que sube al depósito de agua y seguir remontando la ladera por camino de tierra. Mantenerse en ascenso y al nordeste en los desvíos para alcanzar el Canto Hastial. Tomar a la derecha (SE) la cresta, recorrida por una senda junto al murete de piedras. Al pasar a la altura del lomo NE de la Silla del Diablo, desviarse a la derecha (SO) para subir por terreno abrupto pero sin dificultad hasta el cancho cimero. Si se quiere subir al canto culminante, hay que superar un paso corto de II+ en su cara norte. De vuelta en la senda de la cresta, continuar por ella hasta la cumbre del Estepar.

Empezar el descenso deshaciendo camino hasta dejar atrás dos canchos (cotas 1.384 y 1.389). Dejar entonces la senda de la cresta por la izquierda (O), atravesar el muro de piedras por un hueco y bajar por una pradera de mediana pendiente hacia el Barranco de Peñaliendre. Al llegar al fondo de su cabecera, invadido de jaras y zarzas, tomar uno de los varios pasillos que los animales han abierto en el monte bajo y seguirlo en su descenso hasta dar con el Camino de la Casa del Monte. Seguirlo a la derecha (O), pasando por la Casa de Peñaliendre y cruzando el Arroyo de Peña Herrera, hasta la zona de Hilo Blanco. Tomar allí un desvío a la derecha (NO), por el cual se traspone el lomo que baja de Peña Herrera y se desciende al Barranco del Endrinal. Tomar allí a la derecha (NE) la senda que lo remonta y seguirla hasta el Portillejo, desde donde no queda sino descender por su vertiente occidental para regresar a Collado Villalba.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Bonita caminata, con su cresteo y sus tramos agrestes, para ocupar una mañana. Es sorprendente encontrar esta isla natural en medio de una zona tan ocupada: entre urbanizaciones, cotos, un campo de maniobras, etc. la cresta de la Sierra de Hoyo de Manzanares está literalmente sitiada. Y, desde luego, es el mejor mirador sobre la Cuerda Larga: hay que venir en un día claro.

Respecto a si trepar o no a la Silla del Diablo, depende: la dificultad no es alta (II+) y el paso es corto pero no resulta agradable por la mala roca, que se descascarilla bajo las suelas de las botas. Y, la verdad, desde arriba, no es que gane un gran panorama, aunque se tiene una sensación aérea local bastante agradable.

RELATO GRÁFICO:

En lo alto de la Urbanización Altavista, en el cruce de la Calle Perdiz y la Avenida del Águila, tomamos un carril de cemento que sube al este, hacia un cercano depósito de agua. Junto a la cerca del mismo, proseguimos por...

... una estrecha senda de tierra que continúa ladera arriba, abriendo un surco en el jaral.

La misma pronto desembocó en una pista, que tomamos a la derecha (SE). Ésta acaba enseguida, ante una bifurcación, donde seguimos por la vereda izquierda (E).

Con la ganancia de altitud, pronto empezamos a ver, a nuestra izquierda, las crestas de Siete Picos y la Cuerda Larga, iluminadas por el sol sobre el llano sombrío.

Cerca ya de la cresta, nueva bifurcación. Aquí tiramos por la derecha (E), ya que era el ramal que subía.

Alcanzamos el lomo cerca del característico Pico del Águila, que ya se venía destacando en la cresta. A sus pies, la traza se dividía y giramos a la izquierda (N), para...

... dirigirnos hacia la cumbre del Canto Hastial, configurada por un cancho sobre el que se levanta una antena.

Desde allí, destacan las vistas de los montes de El Escorial, al oeste,...

... las cumbres que rodean el Valle de la Fuenfría y Siete Picos, al noroeste, y...

... la Cuerda Larga al norte. 

También al este la perspectiva es amplia pero, por lo temprano de la hora, apenas distinguíamos nada en el contraluz brumoso. Más a la derecha sí que veíamos los siguientes picos del día, Silla del Diablo y Estepar, con sus líneas silueteadas de neblina. Más cerca, una clara senda se dibujaba en el pasto que cubría la loma, junto al típico murete de piedras, límite de los términos de Galapagar y Colmenar. Por ella continuamos la ruta cresteando al sureste. Durante el trayecto se fueron alternando tramos por hierba entre canchos con...

... otros en que la senda se abría paso entre las jaras. Pero la andadura fue siempre cómoda.

Tras separarse el caminillo de la tapia, cuando vuelve junto a la misma ésta presenta un hueco y la senda se bifurca. Tomamos la rama izquierda (E), que pasa al otro lado y prosigue el cresteo por el lado norte de la divisoria. Poco después, nos encontramos caminando entre unas jaras que nos superaban en altura. Menos mal que hay camino. Cuando esa muralla verde se interrumpió,...

... pudimos ver brillar los canchos de la Pedriza, pues el sol llegaba ya al pie de monte.

Aunque algo más turbia, también era notable la vista de la cara sur de la Maliciosa.

Si se pretende visitar la Silla del Diablo, como era nuestro caso, conviene ir atento pues hay pocas subidas fáciles y no están bien marcadas. Nosotros escogimos la opción más habitual: al llegar a un pequeño rellano herboso rodeado de canchos en el contrafuerte noreste del pico,...

... giramos a la derecha (SO) para subir por una empinada rampa de hierba y piedras, dejando a la izquierda un gran roquedo.

La subida es brusca y escabrosa pero sin presentar obstáculos reseñables, así que, pronto, habíamos dejado bien abajo la pradera donde habíamos abandonado la senda y...

... vimos la cima y, a la derecha, el Diablo, característico apilamiento de piedras que da nombre al lugar.

Al alcanzar el llano herboso que hay entre ambos canchos y pasar junto a él, se ve mejor el porqué del nombre.

Pero no es ése la cima de este cerro, sino un cancho que teníamos a la izquierda (E). Para subir al mismo, avanzamos hacia el fondo del prado y giramos a ese lado para encaramarnos a un lomo formado por grandes bloques. Subimos por el mismo, con algún pasito de decisión pero sin tener que trepar, hasta el pie del canto cimero, huevo de granito de cuatro o cinco metros de alto, cuyo...

... flanco norte presenta un punto débil: el apilamiento de otros bloques permite alcanzar su cúspide mediante una trepada poco difícil (II+) pero incómoda por lo poco fiable de la roca, que se descascarillaba bajo la presión de las botas.

Lo cierto es que tampoco es imprescindible encaramarse al peñasco: la única diferencia en cuanto a las vistas es la perspectiva, un tanto vertiginosa, del entorno inmediato de prado y rocas. Más allá, se veía al oeste el Canto Hastial con el fondo de la Cuerda de Cuelgamuros.

Al norte, por encima del Diablo, la Cuerda Larga aparecía cada vez más sombría.

Al este, la masa más bien poco airosa del Estepar, que sería nuestro siguiente objetivo. Para dirigirnos a él, comenzamos por regresar, por el mismo camino, a la senda del cordal y retomarla para continuar recorriéndola al sureste.

Tras una suavísima bajada, cruzamos un murete de piedras perpendicular al cordal y emprendimos la subida, también muy gradual, hacia la cumbre la sierra.

A nuestra espalda, la Silla del Diablo presentaba una bonita estampa.

En este tramo, íbamos entretenidos admirando numerosos cantos de formas curiosas o fantásticas. Unos lejanos, como los de la cresta al este del Estepar, y...

... otros más cercanos y modestos.

Así, casi sin sentir, nos encontramos al pie del cancho cimero del Estepar, al cual subimos por una especie de repisa, acondicionada con peldaños artificiales, de la que salimos...

... pocos metros al este del vértice.

Desde allí, pudimos ver por primera vez la vertiente meridional de la sierra, donde la bruma apenas dejaba distinguir el brillo de los tejados de Hoyo de Manzanares bajo la silueta oscura del Picazo.

Al este, más allá de una cercana torre en ruinas, la cresta proseguía, más agreste que del lado de donde veníamos.

Al norte, el sol volvía a reflejarse en el granito anaranjado de la Pedriza y los Porrones.

Al oeste, la perspectiva quedaba interrumpida por canchos cercanos, aunque llegaba a sobresalir el Canto Hastial. Hacia allí continuaríamos la ruta, bajando en primer lugar de nuevo a la senda y comenzando a recorrerla en sentido contrario hasta dejar atrás dos grandes roquedos (cotas 1.384 y 1.389).

Entonces, a la vista de un ancho hueco en el muro que llevábamos a la izquierda, dejamos la senda por ese lado (NO) y nos dirigimos a él directamente a través del prado. Una vez al otro lado,...

... nos dirigimos a lo que parecía el arranque de una vaguada, a cuyo través se veía la Silla del Diablo. Un hito marcaba el lugar, pero no vimos continuidad. Iniciado el descenso, derivamos a la derecha (N) buscando terreno favorable, avanzando siempre por prado despejado de pendiente mediana.

Luego volvimos a girar a la izquierda (NO) para descender francamente al fondo de la cabecera del Arroyo de Peñaliendre. Antes de llegar, nos encontramos con un cerrado matorral de jara y zarzas, a través del cual se distinguían varios trazos de paso de animales, estrechos pero suficientes para pasar sin excesiva incomodidad.

Una vez en su eje, giramos a la izquierda (SO) para descenderlo. La traza que seguíamos nos llevó casi todo el rato por la vertiente derecha, pero vimos otras en la ribera opuesta.

Cerca del final, el cauce seco se encajona y el terreno se vuelve más escabroso. Cruzamos a la otra orilla, siempre guiados por el rastro y, aun así, tuvimos que pasar algunos tramos muy incómodos, de fuerte pendiente lateral y cantos inestables. Pero el paso malo duró poco.

Enseguida, nos encontramos con un camino que cruza el barranco y que tomamos a la derecha (O) para remontar la ladera occidental, la de Peñaliendre.

El camino es estrecho pero muy claro y cómodo. Pronto, tuvimos a la vista el barranco por el que habíamos bajado, dominado por la cresta del Estepar y, a continuación,...

... llegamos al alto en que se alzan las ruinas de la Casa de Peñaliendre bajo la vertiente sur de la Silla del Diablo.

Desde allí hay unas vistas notables al sur, ondulado mar de jaras interrumpido por los roquedos de los cerros Covacho, Lechuza y Miracho.

Al oeste, destacaba Peña Herrera, bajo la cual veíamos continuar el camino. Así que, de vuelta al mismo, continuamos progresando al oeste, descendiendo ahora...

... al Barranco de Peña Herrera, en cuyo fondo dejamos a la derecha un desvío.

La subida por la vertiente opuesta nos llevó a un alto, junto al que destacan dos grandes peñas y que...

... es un buen mirador hacia Peñaliendre, el Estepar y el Picazo.

Bajamos luego al otro lado, suavemente, hacia el Cerro Lechuza.

A nuestra izquierda, nos llamó la atención un risco (cota 1.149), digno de la mismísima Pedriza.

Más adelante, el camino cruzó un arroyuelo y, poco después de salir del mismo, a la vista de un sorprendente montón de torres eléctricas y cuando se empezaba a descubrir la cima del Cerro Mirete, tomamos desvío a la derecha (NO).

Éste es más estrecho que el camino que llevábamos pero igualmente cómodo y nos llevó en moderada subida a lo alto de la loma que baja de Peña Herrera. Alcanzando la cuerda, dejamos de lado un desvío a la derecha y nos volvimos a contemplar esta vertiente de la sierra, bajo la Silla del Diablo, el Estepar y el Picazo.

Al otro lado, bajamos a un nuevo arroyo, el del Endrinal. En su fondo, nuestra senda desembocó en otra, que tomamos a la derecha (NE)... 

... para remontarlo. Durante esta subida, dejamos de lado una senda a la derecha, que se encaramaba por la ladera oriental.

Tras cruzar el cauce, la senda nos sacó del barranco por la vertiente oeste, para alcanzar la cresta en el Portillejo.

Desde allí, volvimos a echar una última mirada atrás, a Peña Herrera, el Estepar y el Picazo.

Estábamos en el lomo suroeste del Canto Hastial, muy cerca por tanto de cerrar el circuito. En el collado, nos encontramos con una bifurcación y seguimos por la izquierda (NO).

Enseguida, el camino nos metió por un pasillo entre peñas, desde el que se veían ya las casas de Collado Villalba. Una pronunciada bajada nos llevó hacia las mismas, desembocando en...

... aquella pista que, al principio, recorrimos durante pocos metros para acabar en una bifurcación. En ese cruce estábamos. Con la vista puesta en la Cabeza Mediana, retomamos el carril y, a los pocos metros, lo dejamos por la izquierda (SO) para regresar al punto de partida por la senda y el carril de cemento del depósito de agua.

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