Cotorro de las Tiendas (1.590)

ASCENSIÓN DESDE EL GASCO

POR EL LOMBO DE LAS VIÑAS, INTENTANDO VOLVER POR EL MALVELLIDO

El Cotorro de las Tiendas es el pico más alto de lo que podríamos llamar montes de las Hurdes: el tramo de Sistema Central que se extiende entre las sierras de Gata y Francia, separando las provincias de Cáceres y Salamanca. Como todas las de esta zona, es una montaña de formas redondeadas pero muy altiva, con laderas empinadas que se alzan muchos metros sobre unos valles agrestes en que los torrentes se encajonan entre abruptos roquedos. La vegetación es una mezcla, algo caprichosa, de pinos, encinas y matorral, allí donde el hombre no ha establecido sus cultivos. Pues resulta llamativa la extensión de las zonas de bancales y la aparición de castañares casi en cresta. Y es que, pese a lo aparentemente hostil del terreno, la zona está más densamente poblada de lo esperable y algo tenían que hacer estas gentes para vivir.

La ruta alcanza la cresta de la sierra por el Lombo de las Viñas, para dirigirse luego por ella hasta la cumbre y seguir hasta pasar el collado posterior al Pico Carajal. Bajar entonces por un cortafuegos a la pista que recorre horizontalmente la vertiente del Malvellido y volver por ella al Lombo de las Viñas.

El Cotorro de las Tiendas visto desde el otro lado del valle del Malvellido

SITUACIÓN:

  • Zona: Las Batuecas y las Hurdes (Sistema Central)
  • Unidad: Las Hurdes
  • Base de partida: El Gasco (Cáceres)

ACCESO: El Gasco está 150 km al norte de Cáceres, yendo por Coria, Vegas de Coria y Nuñomoral. Atravesar el pueblo hasta el Párking habilitado en la plaza. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 751 / 1.590
  • Mi tiempo efectivo: 4h51
  • Mi tiempo total: 6h27
  • Dificultades: Muy fácil. Tramos escabrosos de matorral sin senda (había algo de nieve pero no influía nada en la progresión).
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de El Gasco por la senda del Lombo de las Viñas. Al poco de pasar un mirador, el camino se bifurca; tomar el ramal de la derecha (NO), que lleva a una pista horizontal. Seguirla a la derecha (NE), hasta que se cruza con un cortafuegos que, tomado a la izquierda (SO) permite alcanzar la Collada de la Piornera. Tomar la cuerda a la derecha (NO) para llegar al Cotorro de las Tiendas.

Continuar por la cresta hasta el Collado del Aceituno, dejándola allí por el camino horizontal que recorre la vertiente suroriental (derecha) del cordal.  Pasado el Pico Carajal, tomar el cortafuegos que baja a la derecha (SE) por el lomo de un contrafuerte. Seguirlo hasta el final y continuar luego con un breve y empinado descenso campo a través hasta la confluencia de los torrentes que forman el Río Malvellido. Cruzar el cauce principal y el primer afluente por la derecha y, cuando el río se encajona, subir a la derecha (SO), por un lomo empinado de matorral no muy denso hasta lo alto del contrafuerte de la Piornera. Allí encontraremos un cortafuegos, subir por él a la derecha (SO), llegando a la pista horizontal de la subida. Tomarla a la izquierda (SE) para retornar a El Gasco por el camino de ida.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta ruta carece de obstáculos de consideración durante su recorrido; ni siquiera los tramos sin camino son demasiado incómodos. Pero es exigente en lo físico, por la fuerte pendiente de la subida de la confluencia de torrentes a lo alto del contrafuerte que baja de La Piornera. Claro que ese tramo es fruto de una mala decisión.

La idea inicial era, para el regreso de cumbre, haber seguido el curso del Río Malvellido por el fondo del valle. Había leído en alguna parte que existía esa posibilidad y supuse que habría alguna senda. Bueno, pues, si la hay, fui incapaz de dar con ella y, a la vista de lo escabroso y cerrado del barranco, decidí ganar el cortafuegos que baja de la Piornera y regresar desde ahí por el camino de ida. Creo que lo más conveniente hubiera sido darse la vuelta en cumbre y volver por donde había subido, o, si se quiere prolongar un poco la excursión, seguir hasta el cortafuegos que baja al este del Pico Carajal y volver por la pista horizontal y el Lombo de las Viñas.

Respecto a los atractivos de la ruta, transcurre en medio de un paisaje abrupto y grandioso de media montaña, con vistas amplias y algunas curiosidades tanto naturales como humanas. Es sorprendente el aterrazamiento de algunas laderas y, aunque el itinerario no pasa por el volcán, que no lo es, y la cascada de El Gasco, están lo suficientemente cerca como para acercarse aprovechando el viaje. En resumen, muy bonito, variado a su manera y tranquilo.

RELATO GRÁFICO:

Desde la plaza de El Gasco, se ven, sobre el Río Malvellido, las laderas que bajan del Cotorro del Pimpollar, por las cuales transcurrirá el inicio de la ascensión. A mis pies, un puentecillo cruza las aguas, pero no es ése el camino, sino otro situado un poco aguas arriba. Para llegar al mismo, tomé la calle que sale de la plaza al este y la recorrí hasta su final, saliendo de las casas frente al segundo puente.

Lo crucé y, siguiendo las indicaciones al Lombo de las Viñas, dejé el pueblo por un camino empedrado que remonta la ladera en cómodas diagonales.

Pronto, disfruté de una vista aérea de El Gasco, dominado por el Lombo de la Pina, con su vertiente tallada de bancales.

A mi derecha, al fondo del valle, las nubes envolvían la cresta de la Sierra de la Corredera. No hacía mal día pero las cimas estaban cubiertas, pese al mediano viento que soplaba.

La subida no podía ser más cómoda; confortable incluso.

A cierta altura, la senda me llevó al otro lado de la loma que seguía y descubrí el valle aguas abajo con unas indefinidas siluetas montuosas al fondo. El cuadro mostraba el carácter abrupto y complejo de la zona.

Al pasar de nuevo a la vertiente norte, pude ver la cabecera del valle en una perspectiva más aérea y cómo las nubes se movilizaban, dejando ver incluso algún pedazo de cresta... ¿acabaría despejando?

La senda hacía rato que no presentaba tramos empedrados cuando alcancé un mirador orientado al este, con banco y todo, en el que merece la pena detenerse a contemplar el valle y las montañas que iban apareciendo al fondo. Más allá del vecino Arrobuey, con la cresta escarchada, y los sucesivos picos del Convento, la Lenteja y el Orégano, poco se veía. A la izquierda de este último, se distinguían bajo las nubes estribaciones meridionales de la Sierra de Francia. Respecto a la Sierra de Béjar, apenas una sombra más oscura podía distinguirse a lo lejos siguiendo el eje del valle.

Poco después, la senda se bifurcó y yo seguí por la derecha (NO), abandonando definitivamente el camino al Lombo de las Viñas.

Tras un trecho bastante empinado por piedra suelta, siguió otro horizontal. Éste me llevó al barranco que tenía a mi izquierda, cuyo fondo alcancé en un pequeño castañar.

Desde su linde, hay una perspectiva impresionante del masivo Arrobuey.

Atravesada la pequeña arboleda, salí a una pista que recorre horizontal la ladera. La tomé a la derecha (N). Caminaba en el límite de las nubes, por lo que...

... la vista estaba limitada a lo que tenía por debajo.

Al poco rato, vi a mi derecha un lomo recorrido por un cortafuegos;...

... cuando se cruza con la pista, lo tomé a la izquierda (SO) para...

... alcanzar la cresta. Para ser un cortafuegos, no es de los más empinados; peor me pareció el piso, suelto y pedregoso.

A medida que subía la nieve, siendo muy poco espesa, se fue haciendo continua. Por un momento, las nubes se abrieron, dejándome ver el lomo que estaba siguiendo en buena parte de su desarrollo. Aún no sabía que terminaría subiendo por él al volver de la cumbre.

Al llegar a la Collada de la Piornera, la niebla había vuelto a cerrarse y me alcanzó, con toda su intensidad, el vendaval que soplaba del oeste. Hasta entonces no había sido consciente de su verdadera fuerza.

Zarandeado por el mismo, giré a la derecha (NO) y comencé a recorrer el cordal por un amplio cortafuegos. La cresta, de todas formas, es amplia y suave y está escasamente poblada de matorral y pinos raquíticos, así que, aún sin él, la andadura sería cómoda.

Totalmente envuelto en vapor, sólo rompían la monotonía algunas caprichosas peñas escarchadas o...

... los todavía más escasos arbolitos que me iba topando.

De vez en cuando, un rayo de sol bajaba a iluminar la loma; pero era sólo un momento. El cortafuegos acabó en una collada, de donde cae a la derecha. A partir de ahí,...

... ya sin camino, vino una subida algo más intensa. El único obstáculo que encontré en este lomo fue un crestón que rodeé por la derecha, al cabo del cual...

... la cuerda se volvió a ensanchar y suavizar.

Con la poca visibilidad, me topé con la cumbre casi por sorpresa: sus dos hitos, el oficial y el de pastor, se dibujaron en la niebla cuando los tenía apenas a 20 metros.

Con ese tiempo de perros, apenas me detuve un minuto. Ya pararía a comer más adelante. Para el retorno, proseguí por la loma al noroeste, en la que volví a encontrar un cortafuegos.

Enseguida, llegué a un entronque de crestas; el cortafuegos seguía por la izquierda, pero yo continué por la derecha (N), siguiendo ahora una senda estrecha y discontinua entre el matorral.

No tardé en alcanzar el Collado del Aceituno. Como ni el viento tenía pinta de parar, ni las nubes de irse, decidí abandonar el lomo del cordal para ir más protegido: un amplio camino horizontal recorre su vertiente oriental (derecha) y por él me fui, para...

... rodear el Pico Solombrero. Me encontré con que el viento era menos, pero también soplaba, y creo que hasta hacía más frío. Al menos, el carril era cómodo;...

... incluso cuando, más adelante, aparecieron arbustos en el mismo, seguía habiendo buen paso.

Pasados los picos Solombrero y Carajal, a la altura de la anónima cota 1.462, el carril giró a la derecha para,... 

... transformado en cortafuegos, lanzarse a un descenso directo hacia el fondo del valle, por lo alto de un ancho lomo.

Coincidiendo con el límite inferior de las nubes, salí a una pista horizontal; la misma por la que ya había caminado durante la subida. Unos metros a la derecha (SO), continuaba...

... el cortafuegos, que seguí hasta su final en un hombro rematado por una pequeña pradera.

Alejado de la cresta, no sólo estaba fuera de las nubes sino bañado por el sol. Desde esta modesta eminencia del terreno, podía contemplar, a la derecha, el Cotorro de las Tiendas, que por poco no mostraba su cima escarchada, sobre el cauce del Río Malvellido.

Al otro lado, el de San Diego bajaba de la cresta de la Sierra de la Corredera.

Para alcanzar su confluencia, proseguí por lo alto del lomo, ya sin senda. Al principio, hasta un segundo rellano, encontré pendientes suaves de matorral disperso; a partir de allí,...

... el terreno se volvió más incómodo: empinado, pedregoso y con el monte bajo más denso en algunos puntos. Tras la rampa, un tercer rellano, desde el cual...

... vi a mi derecha (O), junto al cauce del Malvellido, las ruinas de una casa de buen tamaño. Me acerqué a ellas, a través de un terreno abrupto de escalones rocosos y estrechas terrazas que la vegetación hacía incómodas. Pensé que un camino subiría allí desde el pueblo y, por abandonado que estuviera, me serviría para mejorar el retorno. Pero, si alguna vez lo hubo, fui incapaz de encontrar el menor rastro; ni siquiera un aterrazamiento en la recia pendiente de las vertientes del río, que corre allí muy encajonado.

Así que me volví a lo alto del lomo y terminé de bajar hasta la confluencia, siendo el último tramo empinado y suelto pero sin apenas matorral que estorbara el paso.

Una vez abajo, me fui a la derecha (SO) para cruzar el Malvellido y comenzar el descenso del mismo por unas repisas de roca de su ribera derecha. El tramo siguiente del río corre entre paredes y esta me pareció la mejor opción.

La terraza se interrumpió al poco, para recibir un afluente.

Desde ese lugar, se ve muy bien el final de la bajada por el lomo y el río forma unas pozas que, en verano, pueden ser un buen lugar para tomarse algo más que un descanso.

Vadeé sin dificultad la corriente tributaria y proseguí el descenso, ahora por una estrecha banda ribereña, sin obstáculos pero incómoda por la vegetación.

La misma quedó interrumpida por un espolón rocoso que cae al agua; el vadeo no era simple y, al otro lado, más roca. Decidí subirlo, aprovechando al principio que un estrato formaba una cómoda repisa diagonal.

La misma me condujo a lo alto del lomo y pude ver, al otro lado, cómo el río corría entre vertientes muy abruptas y pobladas de vegetación densa. Sin rastro de senda, el regreso por ahí al pueblo iba a ser largo y penoso. Aunque también bonito.

Pero, a mi derecha (SO), el lomo, estando también poblado por matorral, éste aparecía cortado por abundantes trazas de paso de animales. Y en lo alto de la loma principal, unos 150 m más arriba, sabía que había un cortafuegos. Decidí salir del valle por donde había entrado y, aunque no me gusta tener que subir de regreso de una cumbre, comencé a remontar la ladera siguiendo más o menos ese contrafuerte secundario aunque dejándome llevar por los huecos en el monte bajo.

De lo que no tengo queja es del entorno: tanto a mi derecha, donde dominaba un barranco que baja del Cotorro de las Tiendas, como...

... a mi izquierda, con el ageste cauce del Malvellido bajo el Lombo de la Pina.

Más arriba, se me descubrió el tramo de cresta entre el Pico Solombrero y el collado que lo separa de la Sierra de la Corredera. En Medio, el lomo por el que había bajado.

Tras unos cuantos resoplidos, pues el final de la subida era extremadamente empinado, alcancé el cortafuegos que recorre el lomo al que estaba encaramándome. Se trata, por cierto, del mismo que ya antes me había servido para alcanzar la cresta en la Collada de la Piornera, la cual vi a mi derecha (SO) en lo alto del trazo. Hacia allí me dirigí, pues aún... 

... tenía que ganar otros 230 m desnivel antes de volver a bajar. Aunque ahora la progresión era más agradable; como ya observé antes, este cortafuegos no es de los empinados. Seguía dudando si no hubiera sido mejor seguir por la Sierra de la Corredera y el Lombo de la Pina, sobre todo porque dejé la cresta para librarme del viento y las nubes y, por lo menos estas últimas, habían desaparecido.

En fin, que alcancé la pista horizontal por la que esa mañana había abordado el cortafuegos y, girando a la izquierda (S), emprendí el regreso por el camino de ida.

Ahora era mejor la visibilidad y, desde la pista, se distinguía, aunque borrosa, la Sierra de Béjar. Respecto a los montes vecinos, aparecían iluminados por el sol.

A la altura del pequeño castañar ya conocido, dejé la pista por...

... la senda, que me llevó a su vez al...

... empedrado camino del Lombo de las Viñas, por el que retorné a El Gasco.

Comentarios