Castell de Sant Alís (1.676)

ASCENSIÓN DESDE BENIURE

POR LA VERTIENTE NORTE Y CRESTA HASTA LA COLLADA DE COLOBOR

Reciben el nombre genérico de Montsec un rosario de grandes montes lineales que, como un reborde, limitan por el sur el Pirineo entre la comarca del Pallars Jussà y el Segrià, ya en pleno valle del Ebro. Dentro de este conjunto, el Castell de Sant Alís culmina el Montsec d’Ares, situado más o menos en el centro de la alineación y segundo en altitud. Al igual que sus vecinos, se trata de una enorme loma, altiva y rocosa al sur; más suave y verde, aunque caótica, al norte. Y, como es típico a lo largo de todo el Prepirineo, el relieve es complejo, con barrancos y vallecitos cruzándose en direcciones poco previsibles según la lógica, si es que de tal puede hablarse en orografía. Siendo modesta la altitud, los desniveles son grandes y abruptos: la vertiente sur es un paredón de proporciones que serían poco habituales incluso en el Pirineo Central. Finalmente, estando donde está, la vegetación es netamente mediterránea y la fauna silvestre, sobre todo jabalíes y cérvidos, junto a una activa colonia de buitres, parece relativamente abundante.

Subida y bajada van a transcurrir a través de la vertiente norte de la montaña, recorriendo el tramo de cresta que va de la cima del Castell de Sant Alís al collado más cercano por el este, llamado de Colobor.

Visto desde el oeste, se aprecia la fuerte disimetría del Montsec d’Ares

SITUACIÓN:

  • Zona: Prepirineo Central Catalán
  • Unidad: Montsec
  • Base de partida: Beniure (Lérida)

ACCESO: Beniure está 92 km al norte de Lérida, por Áger, Cellers y Guàrdia de Noguera. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 670 / 1.676
  • Mi tiempo efectivo: 6h19
  • Mi tiempo total: 8h19
  • Dificultades: Ninguna. Ruta por caminos. Incluso al dejar la senda para tener mejores vistas, se trata de caminar por terreno despejado y libre de obstáculos.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Beniure en dirección SO, por una pista que baja a cruzar el Barranc del Bosc y remonta a continuación la vertiente septentrional del Montsec d’Ares por Lo Clotó, alcanzando la cumbre misma del Castell de Sant Alís.

Recorrer la cuerda al E hasta la Collada de Colobor. Seguir desde allí el camino, el cual gira al norte y se lanza a un largo descenso, pasando por la Font de la Veça, hasta el Barranc del Bosc. Cruzarlo y tomar a la izquierda un sendero balizado, estrecho pero claro, que se encarama a los Brugals d'Alzina. Cerca del lugar marcado como Ermita de Sant Martí, se llega al nacimiento de una pista; seguirla y, al desembocar en otro carril, tomarlo a la derecha (O) para volver por el Molí de Beniure a la aldea.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: El Sant Alís, pese a su aparente modestia, es un montañón: más de 700 metros de prominencia, y de la de verdad. La vertiente sur es la más espectacular y hay vías asequibles que permiten, merced a un buen equipamiento, tocar el vacío con seguridad y sin tener que poseer grandes habilidades trepadoras. Pero, como todo el mundo sube por ahí, me dio por ir a ver qué hay al norte. Y, al norte, lo que hay son unos itinerarios largos, tanto en desnivel como en distancia, que parten de pueblecillos medio dejados de la mano de dios (y del hombre: la carreterita por donde llegué tenía baches como bañeras). Las rutas son más solitarias pero menos espectaculares, ya que transcurren por sendas a través del bosque. En suma, que no es un lugar para ir a buscar emociones fuertes, sino tranquilidad, sólo rota eventualmente en días de cacería.

Este itinerario que traigo es una circular bastante larga, pero no en exceso y combina subida y bajada por parajes agrestes de bosque mediterráneo con un buen rato de cresteo panorámico. Para echar una buena jornada de montañeo apacible.

RELATO GRÁFICO:


Desde la carretera, atravesé el breve caserío de Beniure por su única calle y salí por la pista que desciende suavemente al suroeste, hacia el Barranc del Bosc.

Este modesto corte del terreno, paralelo al cordal, separa el Montsec de la Serra d’Alzina, cadena de lomas en cuyas faldas se asientan caseríos y cultivos. Una frontera entre el campo y el monte.

Cerca del fondo, coincidí un corto trecho con unas señales de GR. Sin hacerles caso, seguí el carril, que me llevó a cruzar el cauce y, tras pasar una barrera, remontar...

... suavemente la ladera del Montsec a través de un arbolado poco denso. Ahora se trataba de ir por la pista principal sin hacer caso de ningún desvío.

Al alcanzar lo alto de una loma, la vegetación quedó reducida a matorral, pudiendo observar a mi izquierda...

... la complejidad del relieve de esta vertiente: los barrancos no son perpendiculares a la divisoria principal, sino que se curvan para adoptar direcciones poco esperables. De hecho, la loma por la que caminaba era, en ese tramo, paralela al cordal del que se desprende.

No tardé en volver a caminar entre árboles, ascendiendo siempre gradualmente. La pista siguió varios contrafuertes y, ni siquiera al cambiar de uno a otro, presentaba mayores pendientes.

De vez en cuando, un hueco en el ramaje me dejaba ver cómo iba quedando abajo el valle, al tiempo que asomaban crestas nevadas más allá de la Serra d’Alzina, a pesar de que las nubes cubrían la zona axial del Pirineo, ensombreciendo y enturbiando las vistas lejanas.

Al pasar por El Clotó, la pista se debía haber transformado en senda según el mapa; sin embargo, no fue así y el camino seguía siendo amplio y excelente al paso por las laderas superiores, una vez quedaron atrás los árboles.

Las vistas hacia el Pirineo oscense eran limitadas, aunque destacaba la vistosidad del Turbón que, destacado al sur de la cadena, quedaba fuera del palio de nubes.

Mucho más turbia era la visión hacia las montañas catalanas, donde sólo el Macizo de Boumort se identificaba bien.

Al cabo de un buen rato de andadura apacible, llegué a Lo Coll, rellano al pie del lomo cimero donde acabó el carril. Girando a la izquierda, tomé...

... su continuación, en forma de unas rodadas más difusas pero lo suficientemente claras para seguirlas sin dificultad y ganar altura con comodidad por la curva ladera final.

Intuí la cercanía de la cumbre cuando vi a mi altura la cresta que, por el Cap del Ras, va hacia el Coll d’Ares y el observatorio astronómico.

Y, efectivamente, enseguida me encontré con la pista que recorre el cordal, la cual crucé para llegar en minutos a la cima del Castell de Sant Alís, con su hito rodeado de casetas y antenas.

Al llegar a la cresta, apareció ante mí el gran corte rocoso que constituye la vertiente meridional del Montsec. Al este, se me descubrió también el Montsec de Rúbies, la más alta de las unidades que conforman esta cadena.

La calima era bastante espesa y la visión hacia la Noguera y las modestas sierras al otro lado no era clara.

Girándome al oeste, se aclaraba algo y se veían con más nitidez los cantiles,...

... la cresta. Incluso se llegaba a distinguir la sombra de Guara sobre el extremo de aquélla.

Siguiendo con el giro a la derecha, las Sierras Interiores eran visibles sobre la mancha grisácea que tapaba las grandes cumbres del Pirineo central.

Al noreste, la cosa seguía aún más sombría.

Después de un largo rato en soledad en la cumbre (no me crucé con nadie en todo el día), continué camino dirigiéndome al este por el carril que va junto a la cresta, hacia otra prominencia anónima en la que se levantan grandes antenas.

A mi derecha, el mundo se desplomaba entre grandes espolones rocosos.

Después de una breve bajada, cuando el camino vuelve a subir y entra en la vertiente norte, lo dejé por la derecha (E) para continuar caminando por terreno despejado y suave pero junto al borde.

Una especie de soplidos me hicieron volverme hacia la cumbre y vi un numeroso grupo de parapentistas.

Tras la primera culminación, viene otra pequeña depresión, el Pas de l’Os y una segunda prominencia. La vista de la pared meridional era todo el tiempo espectacular y no dejaba espacio a la monotonía, pues además de la simple caída vertical,...

... incluía cornisas y extraplomos de formas curiosas.

Por entonces, las nubes de la zona axial empezaron a levantar un poco. Aunque seguían ensombreciendo el último horizonte, los macizos más meridionales se iban precisando. Menos mal, pues el principal atractivo de esta montaña es el panorama.

Tras esas dos pequeñas elevaciones vino un tramo de cuerda más lisa.

Según me alejaba de la cumbre, la perspectiva sobre la vertiente sur mejoraba.

Al extremo de ese sector llano, cota 1.661 en el mapa, me despedí de la verde Noguera y...

... me lancé a un descenso acusado, siempre sin senda pero por terreno comodísimo siguiendo el borde, hacia la Collada de Colobor, que separa el Sant Alís del Serrat Alt.

Al paso por esa depresión, la arista se estrecha un tanto pero sigue careciendo de obstáculos o pasos expuestos.

Por cierto, que a mi izquierda, pude ver las crestas del alto Pirineo bellamente (en mi opinión) enmarcadas por las laderas de un barranco que cae al norte.

Al cabo de la suave subida subsiguiente, volví a tomar, a la derecha (NE) el camino de la cuerda, el cual...

... me condujo hacia la vertiente norte de la sierra.

Delante, destacaba la vista del sector ribagorzano de las Sierras Interiores, destacando ahora...

... un imponente Turbón iluminado por el sol.

Junto al camino, apareció un palo de madera marcado con pintura amarilla. Estaba en un itinerario balizado y me mantendría en él durante toda la bajada. Pero las señales son escasas, aunque tampoco hacen mucha falta. De hecho, cuando el camino acaba bruscamente, no había marca pero...

... me bastó mirar alrededor para ver a mi izquierda (NO) la clara traza de una senda pedregosa que proseguía el descenso.

Para entonces, se descubrió al norte, donde más espesas eran las nubes, un pico de aspecto atractivo al extremo de una cresta más baja: la Roca de Sant Aventí.

Si al principio el descenso fue intenso, luego se suavizó en tendidas diagonales y fueron apareciendo los robles desojados al borde de la senda.

Así, hasta llegar a la Font de la Veça, que marca también el límite del bosque. La salida de ese paraje no está muy clara. Hay que situarse junto al caño que alimenta la fila de abrevaderos y girar a la izquierda (NE) para...

... pasar por un hueco entre la densa vegetación de ese lado. Al cabo de ese pasillo, se vuelve a dibujar la senda y no tarda en aclararse el arbolado.

Por entonces, vi abajo y a mi izquierda Beniure rodeado de campos verdes. Aún quedaba trecho.

Al otro lado, las sierras de Sant Joan de l’Erm y el Boumort se veían mejor aunque no del todo claras.

La senda me llevó a lo alto de un lomo que seguiría el resto de la bajada al valle. Un claro hacia los 1.150 m de altitud, me permitió echar un vistazo a la cresta del Montsec sobre mi cabeza.

El descenso continuó cómodo y, como ya dije, por lo alto de un suave contrafuerte. Al pasar por zonas de matorral podía ver...

... el vecino Montsec de Rúbies a mi derecha y...

... el Barranc del Bosc a mi izquierda.

Un poste de madera con chapita, me informó de que la ruta que seguía era la número 2 de los Camins del Montsec d’Ares, que sube a la Font de la Bessa y Pic de Sant Alís. Para entonces estaba casi abajo y se alzaba ante mí el armonioso domo de la Roca de Santa Llúcia.

Enseguida, entré en un pinar y llegué a una bifurcación sobre el Barranc del Bosc. Giré a la derecha (NE) y enseguida me encontré ante el cauce que vadeé. A los pocos metros,...

... un poste marcado de rosa señalaba el inicio de la ruta 1: Molí Fariner de Beniure, del que, por cierto, tampoco queda rastro. Hacia allí quería ir, así que dejé la pista por la izquierda (NO) para tomar un senderillo estrecho pero muy claro que remontaba la ladera de...

... los Brugals d’Alzina. Así llama el mapa al escalón que se forma a media vertiente de la Serra d’Alzina y sobre el que se asienta el rosario de caseríos y campos. La subida transcurrió sobre el borde del corte rocoso que cae al cauce, trazando...

... una diagonal llevadera y cómoda. Al ganar altura, la vista se amplió...

... sobre el sector oriental del Montsec d’Ares, distinguiéndose a la derecha el lomo por donde había bajado y, a mis pies, el vado.

También, al este, seguía asomando el Montsec de Rúbies.

Al poco de entrar en el pinar que había ido llevando a mi derecha, el camino acabaría bruscamente. Poco metros antes del final, un poste marca una senda borrosa que sale a la derecha (NO), llanea un poco y...

... gira a la izquierda al tiempo que se ensancha y aclara para continuar el suave ascenso, ahora a través del bosque.

Durante el paso por el pinar, dejé de lado un par de desvíos sin posibilidad de confusión y pasé por el lugar donde el mapa señala la Ermita de Sant Martí, de la cual no encontré el menor rastro. Al salir del arbolado, desemboqué en una pista que bordeaba unos campos. Había marcas de GR... el mismo que había visto al inicio, luego la continuación estaba clara: a la izquierda (O) y seguir hasta cerrar la ruta.

Mientras caminaba por este rellano bajo las lomas de la Serra d’Alzina, crucé el torrente homónimo. Poco después, donde la pista hace una curva a la derecha para subir hacia la carretera, un poste me marcó que debía dejarla por la izquierda (NO) para ir hacia Beniure, caminando...

... por una linde entre campos desde la cual, al volverme, volvía a ver la cresta.

Aún cruzaría otro torrente, donde habría estado el molino, antes de llegar al camino por donde había salido de Beniure, el cual tomé a la derecha (N) para regresar a la aldea.

Antes de entrar en Beniure, me volví a contemplar a placer el Montsec d’Ares.

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