Serrezuela de Bedmar (1.375)

ASCENSIÓN DESDE JÓDAR

RECORRIDO DE CRESTA CON EL PICO DE LAS CUEVAS DEL AIRE (1.315)

La Serrezuela de Bedmar es un apéndice destacado al nordeste de la Sierra de Mágina. Se trata de un macizo aislado en forma de herradura, en cada uno de cuyos dos brazos destacan sendos picos altivos de similar altitud: el Alto de la Serrezuela y el de las Cuevas del Aire, pocos metros más bajo. Se trata de la típica media montaña árida meridional, donde prospera sólo el pasto duro y matorral raquítico; aparte del olivar donde la pendiente y la altitud lo permiten, el arbolado se reduce a unos pocos pinos y encinas en las umbrías más húmedas. La caliza, en forma de grandes bandas y crestones multicolores, pone con sus formas espectaculares un toque bravío.

La ruta consiste en recorrer, no todo el arco que describe la Serrezuela de Bedmar, pero sí el tramo que incluye sus cimas principales. Para ello, se parte de Jódar, situada en la boca del mismo.

Los picos de Cuevas del Aire y la Serrezuela, con Bedmar a sus pies, vistos desde el oeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Alta Coloma y Mágina (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de Mágina
  • Base de partida: Jódar (Jaén)

ACCESO: Jódar está 54 km al este de Jaén, por Mancha Real y Bedmar. Tras entrar en el pueblo por el primer desvío llegando de Bedmar (Calle Ermita Vieja), en un cruce con semáforo, girar a la izquierda (NO) por la Calle Granada y seguirla hasta salir de la población. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 703 / 1.372
  • Mi tiempo efectivo: 4h00
  • Mi tiempo total: 5h18
  • Dificultades: F. Varias trepadas (I) cortas y poco expuestas.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Jódar por la pista que, al SO, sube hacia El Portillo y dejarla enseguida por el desvío que sale a la derecha (O), para entrar en el Barranco de la Escaleruela. En la boca del mismo, el carril pasa a ser una senda, que lo remonta íntegramente hasta el Collado del Serrato. Girar a la izquierda (SO) seguir la cresta, incluso cuando el caminillo se desvía de la misma. Tras superar un par de prominencias, entre ellas la que da nombre a la horcada, se alcanza la cima de Cuevas del Aire.

Desviarse a la izquierda (S) de la cuerda para bajar por una ladera de matojos y cantos al Collado del Portillo. Atravesarlo y subir por el otro lado, primero por un carril y, cuando éste se transforma en senda, hacia la derecha (S), ascendiendo por la ladera hacia la base de un tubo de hierba y pedrera que corta la pared. Cuando éste nos deja al pie de un resalte, tomar a la izquierda (E) una amplia repisa herbosa que alcanza la cresta. Girar a la derecha (SO) para llegar al Alto de la Serrezuela (F).

Deshacer camino y continuar por la cuerda hasta el Puerto de los Pecados. Girar a la izquierda (NO) para destrepar un breve resalte y, de nuevo sobre la hierba, tomar una senda que baja al Collado del Portillo (F). Coger la pista que pasa por el mismo a la derecha (NE) para regresar a Jódar.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Bonito recorrido, variado y panorámico por una montaña modesta pero de fuerte carácter. El ambiente rocoso y árido, los amplios panoramas y la soledad adornan esta ruta. Si bien la subida a la Serrezuela por donde la hice incluye varias trepadas, todas son fáciles y ninguna expuesta; sin embargo, exige una sólida experiencia montañera, pues ni está señalizada ni es siempre obvio el paso, aunque el terreno te obliga un poco: si te desvías, encontrarás enseguida dificultades de más de I grado. Por otra parte, esta opción no es obligada, ay que siempre queda la alternativa de subir a la cumbre de la Serrezuela por donde bajé, por el Puerto de los Pecados, que es lo que podríamos llamar vía normal de esta vertiente. La ruta quedaría sin apenas dificultad, pero perdería sabor y elegancia.

Esta subida más directa se me ocurrió allí, a la vista de la vertiente rocosa, viendo que el tubo y la repisa diagonal de arriba parecían permitir una subida espectacular pero asequible. Probé y así fue. De hecho, dudo que sea el primero que lo haya pasado por ahí pero, los que fueron antes, ni la señalizaron ni la colgaron en Internet (o no he sabido encontrarlo). Además, los tramos de pedrera estaban demasiado sueltos como para que pase mucha gente por ellos.

Lo que no llevé a cabo, aunque lo pensé, era bajar íntegramente de la Serrezuela por el lomo noreste, ancho, herboso y de pendiente moderada, hasta que éste muere, girando entonces a la izquierda para alcanzar la pista del Portillo a través de un olivar que se ve en las fotos aéreas. Pero, entonces, me dejaba sin recorrer el vallecito del Portillo y ver las paredes desde abajo. Estuve en la duda, pero me sacaron de ella el viento que empezó a soplar y las nubes que llegaban del núcleo central de Mágina. Preferí un descenso más protegido, aunque luego el tiempo no llegó a estropearse.

RELATO GRÁFICO:

De la parte alta de Jódar, sale una pista que se dirige al suroeste, penetrando en el barranco del Portillo, que baja del collado que separa los dos picos mayores de la Serrezuela: el alto homónimo y el de las Cuevas del Aire. Por ella eché a andar, pero no por mucho tiempo: apenas caminados 300 m, al poco de pasar un grupo de edificios y pinos, tomé...

... un carril más deteriorado a la derecha (NO), que asciende suavemente hacia el brazo septentrional de la sierra.

Enseguida, el camino murió en la boca del Barranco de la Escaleruela pero una senda estrecha y clara lo continúa, remontando el vallecito, cuya...

... primera parte está dominada por una curiosa aguja, adelanto de los canchos más o menos peculiares que van a ir ilustrando el recorrido.
En un par de ocasiones, la traza atraviesa roquedos sin ninguna dificultad.

A mi espalda, iba surgiendo el monte de La Golondrina, bellamente enmarcado por laderas de matorral y caliza.

Hacia media subida, el barranco se curvó a la izquierda y sus laderas se abrieron, aunque seguían coronadas por...

... grandes riscos, algunos de los cuales mostraban formas fantásticas y variado colorido.

En el horizonte oriental, fue dibujándose una larga y monótona línea de cresta: la Sierra de Cazorla.

Salí del barranco al remate del espolón que llevaba a la izquierda, descubriendo el Alto de la serrezuela con el fondo de la Sierra de Mágina.

Proseguí por la senda al noroeste, para rodear la cabecera de otro barranco y alcanzar, en el Collado del Serrato, ya en el cordal principal, que seguí a la izquierda (SO).

Al norte de la sierra, en medio de la llanura, destaca la aislada Atalaya.

Al poco de ganar la cuerda, la senda que iba siguiendo comenzó a descender por la vertiente occidental, hacia el Barranco del Perejil. Entonces, lo dejé por el otro lado (SO), caminando por el pasto que cubre el amplio lomo.

A mi izquierda, se veía bravía la Golondrina, íntegramente visible ya.

La cresta no tardó en empinarse y fui acercándome a la base del roquedo que culmina la cota 1.173 del mapa.

A mi derecha, iba mejorando la perspectiva sobre el Barranco del Perejil y el espectacular cuchillar rojizo que ciñe su parte inferior.

Detrás, iba quedando el extremo oriental de la Serrezuela y el Cerro Hernando más allá.

El roquedo impone pero se cruza sin la menor dificultad por un pasillo, donde se dibuja un rastro en la hierba. Está claro que aquí se juntan todos los pasos.

Llegando a la culminación, el terreno se volvió rocoso pero, de nuevo, amplio y libre de obstáculos.

A otro lado de un gran cóncavo, el Cerro Mágina se veía enmarcado por el Alto de la Serrezuela y el Cuevas del Aire, mis dos objetivos de la jornada. Para ir al segundo, fui recorriendo la...

... amplia cresta alrededor de la citada depresión. Al norte era también visible el Aznaitín, con su cresta velada por la (casi) única nube que había en el cielo.

Del lado derecho de la cuerda, la visión de los crestones de roca morena del Barranco del Perejil era vertiginosa.

Durante el este tramo de cresta hube de destrepar varios escalones de caliza sólida, todos ellos fáciles (I), cortos y mínimamente expuestos. Prevalente se puedan evitar pero no me molesté en mirar la forma.

Pasada una amplia depresión, la cresta vuelve a subir suavemente hacia la cota 1.174.

Desde la misma, su compañera casi gemela aparece airosa y muestra los pequeños resaltes que hube destrepar... efectivamente, más a la izquierda hubiera bajado caminando por la hierba pero seguro que el recorrido hubiera perdido espectacularidad.

En esta segunda prominencia anónima, la loma forma un saliente que permite admirar los cantiles de la vertiente norte.

Pero, al suroeste, esperaba el primer pico del día, el cónico Cuevas del Aire, que se alcancé caminando por los amplios prados de moderada pendiente del lomo del cordal.

No los fotografié todos, pero seguía pasando junto a bonitos roquedos.

Esta subida final al Cuevas del Aire es algo más prolongada que el resto pero se pasa bien, pues la pendiente es moderada y, el terreno, regular y despejado.

Al cabo de la rampa, sin embargo, no está la cima; ésta se haya al extremo de un tramo casi horizontal de arista, en que la cresta se estrecha y torna rocosa pero no tanto que no se pueda pasar caminando tranquilamente.

Las vistas desde el Cuevas del Aire son extensas, destacando al oeste la ingente masa del Aznaitín. Más allá, el Almadén aparecía, ensombrecido por las nubes, en el extremo occidental del...

... núcleo más alto de Mágina. Para continuar hacia la cumbre de la Serrezuela, comencé por destrepar un pequeño resalte fácil (I) de unos tres metros al suroeste del hito. A continuación, lo lógico parecía seguir por la cresta, pero, antes de llegar al siguiente cancho, vi un hito a mi izquierda (S) y...

... me dejé caer por la ladera de ese lado, bajando en diagonal a través de la hierba, con la vista puesta en el Alto de la Serrezuela.

Fue por aquí cuando me fijé en una posibilidad de ascenso más directa (trazo en rojo) que el Puerto de los Pecados, bien visible a la izquierda, por donde bajé (trazo en verde): un pasillo herboso atravesaba el resalte bajo la cresta, allí donde era más potente, para alcanzar luego el lomo por una repisa diagonal a la izquierda, a la altura de un árbol solitario.

Sólo encontré un hito más y no había traza pero, con el terreno cómodo y la referencia clara, no eché nada de eso de menos y pronto alcancé...

... el Collado del Portillo, amplia horcada entre las dos cimas mayores de la Serrezuela. Ataqué el ascenso a la más alta tomando unas rodadas que, al sureste, remontan el lomo de ese lado.

Al final del carril, éste se continúa por una senda que asciende suavemente en diagonal bajo los canchos. Pero yo giré a la izquierda (S) para acercarme a la base del corredor herboso que había visto antes. Un borroso rastro en la hierba parecía indicarme el camino, pero luego se desviaría a la derecha siguiendo el borde inferior de la roca...

... al llegar a la pedrera. En vez de eso, yo continué recto hacia arriba, atravesando el canchal hacia la boca de un corredor mixto de hierba y piedras.

El terreno es muy empinado pero no tanto que impida caminar. Pero lo más incómodo fue la inestabilidad de las zonas de las piedras, muy poco pisadas. Tras pasar una especie de pórtico calizo, a través del cual se veía así de majo el Cuevas del Agua,...

... me encontré ante el primer resalte de los tres o cuatro que hube de superar, todos ellos fáciles (I) y de no más de dos o tres metros.

A mi izquierda, veía a lo lejos Jódar y el Cerro Hernando. La subida estaba resultando fácil y bonita.

Nunca hay que afrontar pasos expuestos ni difíciles. Aunque el itinerario es zigzagueante, el propio terreno me llevó, medio trepando, medio caminando, a través de pequeños resaltes de roca y pasillos de hierba.

Hacia la mitad de la subida, crucé una alambrada caída. Peculiar sitio para que pase una cerca.

Finalmente, alcancé una ancha repisa cubierta de hierba a partir de la cual me cerraba el paso un muro calizo liso y extraplomado. Giré entonces a la izquierda (E) para recorrerla,...

... ganando altura más suavemente al pie del cancho. Desde allí, se veía el Portillo bastante abajo.

Al ganar la cresta, la seguí a la derecha (SO), para superar el ancho lomo herboso que me separaba de la cumbre del Alto de la Serrezuela. Durante este último tramo, habían ido llegando las nubes y el cielo estaba gris sobre mi cabeza, aunque...

... el sol aún iluminaba La Golondrina.

De las crestas mayores de Mágina, sí que ya no se distinguía nada.

Al norte, más allá del Cuevas del Aire, también estaba despejado.

Y no digamos hacia Jódar. Había dudado si bajar a toda cresta o por el barranco del Portillo; aunque el tiempo aún era agradable, no quise fiarme de lo que veía llegar del oeste y me decidí por la ruta más protegida.

Así, comencé por deshacer camino por la loma al noreste, sobrepasando...

... el lugar en que había alcanzado la cresta y llegando al Puerto de los Pecados. En esa brecha rocosa, giré a la izquierda (NO) para...

... bajar por una especie de canalizo rocoso.

Cuando se abrió la pared a la derecha y éste acaba frente a un escalón vertical, me volví a la izquierda (O) y...

... acabé el descenso por un resalte inclinado con sobrados apoyos (I). Estaba en una terraza de hierba, que recorrí a la izquierda hasta un segundo destrepe fácil (I), bajo el cual...

... arrancaba una senda que descendía en suave diagonal bajo el roquedo...

... en dirección al Portillo.

Las formas y colores de la roca continuaban fascinantes.

Finalmente, me encontré con el carril que ya conocía y por él terminé de alcanzar el collado.

Al oeste, hacia el Aznaitín, el panorama era cada vez más sombrío.

Por fortuna, yo iba al otro lado, a la derecha (NE). El resto de la jornada consistió en seguir la buena pista que desciende hasta Jódar, y que es la misma por la que había iniciado la ruta, llevan a un lado...

... las paredes que defienden el Alto de la Serrezuela y, al otro,...

... las altas laderas de hierba y cantos del Cuevas del Aire.

Así, relajadamente, dejando de lado algún desvío y por un entorno que se tornó poco a poco más humano al llegar al límite de los huertos,...

... llegué de vuelta a Jódar. Antes de entrar entre las casas, como siempre, me volvía despedirme debidamente la montaña que acababa de subir.

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