Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Hermoso pico
y fantástico mirador, su (relativa) poca altitud lo ha eclipsado un tanto.
Entre las dos rutas más o menos normales, ésta y la de Trigoniero, me decanté
por el lado francés pues una visita a Rioumajou siempre está justificada. Tras
la experiencia, he de decir que es una ascensión de categoría, directa y
exigente en lo físico, visualmente muy bonita y con la dificultad mínima para
que resulte por momentos divertida.
La principal
exigencia, más que en las trepadas, está en la falta de senda y marcas durante
buena parte de la subida. Pero, si se hace ida y vuelta por donde bajé (que es
lo usual), se dispone de senda casi todo el tiempo y no hay que trepar, bajando
mucho la dificultad. Pero la ruta perdería encanto.
RELATO GRÁFICO:
Ante el
Hospice de Rioumajou, un cartel informaba de las rutas que parten de aquí,
marcadas con pinturas de colores. La mayor parte del recorrido de ascensión al
Pic d’Arriouère se correspondería con la anaranjada, señalada al Pic de Lia.
Aunque es más cómodo, al principio, seguir al sur las más abundantes marcas
rojas y blancas del GR.105, que sube al Puerto de Ordiceto.
El camino
comenzó por cruzar el Rouisseau de l’Estat por un puentecillo. Con esos pocos
metros de avance, se me descubrió ya, al fondo del curso de agua, la cumbre del
día.
La senda
me llevó a entrar en el bosque, sobre el que brillaba la rechoncha figura del
Pico de Ordiceto.
Al poco,
en un cruce, giré a la derecha (SO), dejando de lado la ruta que va al Puerto
de Cauarère y los Culfredas.
Salí a
una pradera, primer tramo empinado de la ruta, desde la que pude ver cómo
Rioumajou quedaba abajo. A continuación,...
... volví
a caminar bajo los árboles y el camino comenzó a trazar lazadas.
Del
vértice del segundo giro a la derecha, a 1.720 m de altitud, sale recto (NO) un
trazo más borroso. Sendas marcas de pintura indican que por ahí no va el GR,
pero sí la ruta naranja... así que lo tomé para pasar a remontar, en una
prolongada y tendida diagonal...
... las
extensas laderas de la Montagne de l’Estat. Ésta es un gran cuenco herboso con
manchas de bosque que se extiende bajo el Pic d’Arriouère. Pronto volvió a ser
visible dicha cumbre, flanqueada por los picos de Castet y l’Estat. La senda
nunca estaba muy clara pero, con las marcas de pintura, se seguía más o menos
bien, hasta que llegué a un rellano, hacia los 1.950 m,...
... al
fondo del cual hay una vistosa cascada. Allí perdí del todo el trazo. Por la
lógica del terreno, giré a la izquierda (S),...
... en
busca de unas pendientes de esquisto, por donde corrían otros dos chorros de
agua, que me parecieron el mejor acceso a niveles superiores. Luego, bajando,
descubriría que debía de haber ido más lejos a ese lado, pues la senda remonta el
contrafuerte que, un poco a la izquierda de lo que se ve, baja del Pic de
l’Espade. Precisamente, tras superar la citada rampa, me encontré con...
... un
hito de los que marcan la senda que pretendía seguir. Me reincorporé pues a la
misma, tomándola a la derecha (NO) para continuar ganando altitud en diagonal a
través del pasto, hacia la collada que forma un lomo que veía justo a la
izquierda de los Picos de l’Estat.
En este
tramo relajado, pude constatar cómo la vista se había ido ampliando a mi
derecha, desvelándose los picos de Lustou y Culfreda sobre la pradera de
Rioumajou.
Al otro
lado, una terraza herbosa permitía un cómodo acceso a una segunda collada,
visible bajo el Pic d’Arriouère.
A
continuación, encontré los primeros neveros, que la senda cruzaba para
descender a un amplio cóncavo bajo el Port y Pic d’Arriouère; es decir, que
desde allí ya pude ver con cierto detalle la arista que recorrería de subida.
Como mi intención era ganar la cresta, no descendí, sino que dejé la senda por
la izquierda (O) para atravesar la ladera horizontalmente por un nevero
acumulado entre la hierba y la roca, hacia la base de un lomo más allá del cual
se adivinaba la entrada a un tubo que subiría a la izquierda.
Tras ese flanqueo,
cómodo por la escasa pendiente lateral,...
... lo
que encontré fue una ancha vaguada de pendiente moderada que subía al oeste
hacia la divisoria. El terreno, mixto de hierba, esquisto y nieve, no planteaba
obstáculos. Tras superarlo, llegué ante...
... un
amplio rellano nevado al pie del Pico de Castet, impresionante cuenco con
restos de pequeños aludes al pie de las paredes oscuras. Giré allí a la derecha
(N) y...
...
caminé paralelo a la cresta y hacia la cumbre, hasta llegar casi al pie del
pico, allí donde, más allá de otro montón de seracs, se adivinaba un corredor
que, a la izquierda, permitiría un ascenso fácil.
Efectivamente,
se trataba de una pendiente de roca muy degradada pero de ligera pendiente, que
remonté medio caminando...
... medio
trepando (I) con cierto cuidado.
Al cabo
de un centenar de metros de desnivel, vi sobre mí una cornisa ocupando el
collado, por lo que derivé a la izquierda, hacia un espolón con algo de hierba
que flanquea la horcada. Por él alcancé la cresta a pocos metros del Port
d’Arriouère.
Desde
amplia horcada herbosa, divisé al otro lado la cresta que domina por el sur el
valle de Pineta, con las Tres Sorores en su extremo.
Volviéndome,
pude ver, sobre Rioumajou, las crestas de los macizos de Bachimala y Posets
prácticamente al completo.
Al sur,
el Pic de l’Espade y su satélite el de Castet presentaban un aspecto magnífico.
Pero era
al otro lado hacia donde debía ir; al norte (derecha de subida), un amplio lomo
de hierba ascendía hacia la cumbre. Comencé a caminar por él y...
...
pronto el terreno se volvió pedregoso y algo más afilado pero sin presentar
obstáculos. Bajo el vecino Espade, comencé a ver el Ibón de Trigoniero.
Superados
unos dos tercios de la subida del collado a la cima, surge un pequeño crestón
que...
... hube
de ayudarme de las manos para superar (I). A continuación del mismo,...
... la
cresta se tiende y vuelve a ensanchar hasta la cumbre del Pic d’Arriouère.
Volviéndome
al este, la vista era aún más impresionante sobre los grandes macizos vecinos y
la pradera de donde había partido.
Al sur,
más allá del Pic de l’Espade, eran visibles la pareja de Suelza y Fulsa y, más
lejos aún, el Cotiella y la Peña Montañesa.
Siguiendo
con la vuelta a la izquierda,el cordal que forman las Sucas y...
... las
Tres Sorores junto a la Munia.
Ya en
dirección norte, se eleva el Macizo de Néouvielle y...
... corre
el Valle de Moudang, al fondo del cual se levantaba un gran pico aislado: el
Midi de Bigorre. Sobre ese profundo tajo,
la cresta bajaba...
... hacia
el Pic de Lia los de l’Estat. Más allá de éstos, asomaba otra montaña, de
altiva silueta. Se trata del Pic d’Aret, visto desde una perspectiva poco
habitual; a pesar de haberlo subido el año anterior, tuve que consultar el mapa
para confirmar que era ése. Inicié el descenso caminando por la arista, que
resulto...
... menos
empinada y accidentada aún que la de subida.
Al llegar
al pie del Pic de Lia, cuando la cresta se torna abrupta, me reencontré en una
horcada con las marcas anaranjadas, que ascendían desde la derecha (NE).
Volviéndome
a ese lado, me encontré con un nevero relativamente empinado, algo más de 30º,
por el que subían unas huellas gastadas pero claras. Por él bajé hasta una
repisa terrosa, que tomé a la izquierda (N), para...
...
proseguir el descenso, ahora en diagonal hacia un cuenco nevado que se extendía
al pie de los Pics de l’Estat, que mostraban ahora un aspecto más altivo. Antes
de llegar bajo la horcada entre los mismos y el Pic de Lia, giré a la derecha
(E) y descendí por un gran nevero...
... de
mediana pendiente. Comenzaba así un tramo de descenso relajado con las crestas
de los altos macizos ante los ojos, que resultó de lo más agradable y bonito
del día. Al estar a la altura de una collada que veía a mi derecha bajo los
Picos de Eriste, giré hacia la misma (SE). Al otro lado,...
... se
abrió ante mí un tubo de unos 30º de pendiente, por el cual alcancé otro
rellano, tras el cual...
...
continué descendiendo en diagonal a través de la pendiente nevada, siempre
guiado por la huella. No es que fuera imprescindible, pues, aunque sobresalían
pocas rocas, en casi todas se veían marcas de pintura y, además, el terreno
permitía progresar por casi cualquier sitio manteniendo la dirección con
comodidad.
A partir
del siguiente lomo, la hierba fue sustituyendo a la nieve y, siguiendo el trazo
y las marcas, ahora bien visible, fui perdiendo altura en una prolongada
diagonal al sur, cruzando una sucesión de espolones por las correspondientes
colladas. Al trasponer el marcado en el mapa con la cota 2.393,...
... me
encontré ante el cuenco donde, durante la subida, había abandonado la senda.
Lo crucé
pasando entre el Port d’Arriouère y...
... la
verde pradera de Rioumajou bajo los Culfredas y...
... cerré
la ruta continuando la bajada.
Ahora,
lógicamente, no dejé la senda en el rellano de la cascada y descubría que la
senda, al dar el rodeo para salir del mismo, pasa por un promontorio desde el
que hay una estupenda vista de los picos de Arriouère y Estat sobre la terraza
en cuestión. Al bajar de la misma,...
... una
empinada rampa herbosa se extendía a mi izquierda hasta el Hospice de
Rioumajou, tentándome a una bajada directa pero, relajado como iba, con
temperatura agradable y tiempo por delante, decidí terminar el descenso por el
camino, sin complicarme la vida.
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