Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: A la Tossa
Plana se puede subir por muchos sitios, así que no es fácil ser original.
Escogí este itinerario, pues vi que estaba poco referenciado y tenía buena
pinta, con esa cabalgada de arista entre la cuenca lacustre de la Muga y la
gran rampa meridional de la montaña. Además, su considerable desnivel hace que
la ruta pase por una gran variedad de entornos. La única precaución a tener en
cuenta es no perder el itinerario al Prat de l’Agna (el nº 28) al pasar por la
zona recreativa donde se deja el fondo del valle de La Llosa.
RELATO GRÁFICO:
Desde Cal
Jan de la Llosa, se veía una soleada Sierra del Cadí a través de la boca del
valle aún en sombra. Tras aparcar, crucé el caserío por un carril que baja al
río, lo crucé y...
... tomé
a la izquierda (N), un camino entre muretes que luce marcas del GR-107.
Poco
después, desemboqué en la pista forestal que remonta el curso del Río de la
Llosa. Giré a la izquierda (NE) y fui remontando muy gradualmente el valle
mientras el sol iba iluminando el Tossal de la Muga.
Poco
después de pasar junto a la Barraca de la Farga, que queda un poco a la derecha
del camino, llegué a una explanada de la que sale una senda a la izquierda (O),
señalizada con un cartel que indica varios itinerarios balizados. La tomé para
seguir, concretamente el nº 26, que lleva los Estanys de la Muga y coincide con
el nº 28 durante la primera parte de su recorrido.
El
sendero me llevó a cruzar el río por unos puentes, saliendo a una zona con
tiendas montadas, donde se pierde el trazo.
No debí
de prestar la atención adecuada pero, aunque sin señales, vi un camino que
salía a la izquierda (SO), subiendo entre los pinos. Viendo que la dirección
era coherente con la subida marcada en el mapa de la Alpina, lo tomé.
Pero, al
poco, se esfumó y decidí mantener la dirección para encontrar la senda que,
según el mapa, remonta la ladera siguiendo un barranco anónimo que tenía al
sur. Di con el barranco, pero no encontré rastro de camino. Como el terreno no
era empinado pero no malo, giré a la derecha (E) y comencé a ganar altura
siguiendo la orilla izquierda. Todavía pensaba que, enseguida debía de dar con
la senda.
Al cabo
de 20 minutos en ese plan, me di cuenta de que el camino no estaba donde decía
el mapa pero, ya metido en harina, decidí seguir. Me ayudar bastante unos
rastros intermitentes que remontaban el barranco alejándose del cauce.
Al cabo
de unos 200 penosos metros de desnivel, un hueco en el ramaje me permitió ver
la ladera que llevaba superada.
Y, poco
después, salí a una amplia senda que remontaba la ladera en una suave diagonal.
Mirando a la derecha, veía a través del pasillo abierto en el arbolado el Pic
de la Portella dels Collels, que preside el fondo del valle. Estaba claro que la
senda, tras cruzar el río debe salir al otro lado, hacia el norte, para dar un
rodeo y suavizar la superación de la ladera.
En fin;
me reincorporé a esa ruta 28 girando a la izquierda (S). Tras lo que dejaba
atrás, esta subida me pareció un descanso.
Al poco,
crucé un torrente y, enseguida, llegué a un claro no muy grande en el bosque,
donde se separan los itinerario 28 y 26; yo continué por el segundo, girando a
la derecha (NO) para, siguiendo un par de hitos, entrar en el amplio pasillo...
... que
la senda abre a su paso por el pinar. Por cierto, que la tónica seguía siendo
de subida muy suave y cómoda.
Los
árboles fueron clareando hasta que salí del bosque a un amplio lomo herboso
desde el que se veían las crestas del fondo del valle de La Llosa. Aquí se
esfumó la traza y tampoco vi marcas de pintura u otras señales, pero ahora sí
que tenía clara la ruta: giré a la izquierda (NO) para...
...
remontar la loma hacia un horizonte cercano enmarcado por el Roc Blanc, que
sería mi camino a la Tossa Plana, el Tossal de la Muga.
A mi
izquierda, se iba descubriendo un segmento cada vez mayor de la Sierra del
Cadí.
Atravesando
ese Pla de la Riba, se fue elevando ante mí un lomo boscoso al pie del Roc
Blanc.
Cerca de
los primeros árboles observé unos hitos pero parecen marcar un itinerario que
atravesaría la loma para comunicar la vertiente del Prat Castilló con la de los
Estanys de la Muga. No eran esos mis objetivos y continué recto (NO), lomo
arriba, entrando entre los pinos.
Poco
después, me encontré, sin embargo siguiendo una borrosa senda marcada con
hitos, que sí que iba en mi dirección.
Al dejar
atrás los pinos, me encontré ante un terreno mixto de hierba y cantos, carente
de obstáculos y muy cómodo de caminar, que continuaba el suave ascenso hacia el
Roc Blanc.
A mi
derecha llevaba el pico y la cuenca de la Muga.
La
vegetación fue desapareciendo y la loma empinándose según me acercaba al Roc
Blanc, pero seguía sin presentarse la menor dificultad.
Desde ese
hombro, que no es otra cosa, pude ver la calma superficie de los Estanys de la
Muga, recostados al pie de la Tosseta de Vallcivera, por donde pasaría al
regresar de la Tossa Plana, y el Tossal de la Muga.
Ante mí
tenía una rampa herbosa que conducía a lo que me pareció la cumbre, pero que...
...
resultó ser otro hombro de la loma. Al culminarlo apareció, entonces sí, la
cumbre, al otro lado de una breve y suave arista pedregosa.
Y tampoco
exactamente; al cambiar la pendiente me encontré ante una amplia y tendida rampa, al extremo de la cual un hito marcaba el punto más alto de la Tossa Plana de
Lles.
Al llegar
a él, se abrió a mis pies el desolado circo de Setut, más allá, sucesivamente,
el valle del Riu Madriu; el amplio rellano lacustre del Estany Forcat bajo la
cresta del Gargantillar, y un telón de fondo formado por las montañas que
cierran Andorra por el oeste. A la izquierda, la cresta se prolongaba por el
Pic de Setut y el Tossal Bovinar.
Volviéndome
al sur, la Sierra del Cadí aparecía en toda su extensión al otro lado de la
Cerdanya.
Al oeste,
más allá de los lagos y pico de la Muga, se elevaba el Puigpedrós y, muy lejos,
un pico altivo con manchitas de nieve: el Carlit.
En fin,
al norte, se proyectaba un lomo herboso y suave, que caía en el amplio collado
que separa la Tossa Plana de la Tosseta de Vallcivera. Ese era mi camino de
regreso y hacia allá encaminé mis pasos.
Tras
perder y ganar un buen desnivel pero por terreno muy cómodo, llegué a la
segunda cima del día,...
... desde
la cual mejoraba bastante la perspectiva hacia el valle del Madriu,...
... así
como hacia el Gargantillar y su cuenca lacustre.
El Tossal
de la Muga presentaba también un atractivo aspecto.
Continué
cresteando al noroeste para, al encontrar terreno favorable, dejarme caer a la
derecha (NE), hacia un anchísimo lomo herboso que veía más abajo,...
... a
través de una rampa pedregosa, empinada e inestable que es, descontando mi
despiste en el pinar del valle de la Llosa, el tramo más incómodo de toda la
ruta.
Siguiendo
el cordal al norte, enseguida se abrió a mi derecha la cabecera de Vallcivera y
tentado estuve de bajar directamente pero me contuve, pues una navegada por día
ya está bien.
Así pues,
continué mi cresteo por esta amplísima loma, herbosa y pedregosa, y que, con
sus suavísimos altibajos, me deparó un relajado paseo contemplativo.
Mirando
atrás, con la distancia, llegué ver desplegados el Tossal de la Muga, la
Tosseta de Vallcivera, el Pic de Setut, el de Coma Extremera e incluso el de la
Colilla. No así la Tossa Plana que quedaba oculta por la perspectiva.
Y así,
casi sin sentir, me encontré en el Port de Vallcivera o, mejor dicho, en la
horcada secundaria, un poco más al norte, por donde pasa el GR-11.
Tomé
dicha ruta a la derecha (SE) y emprendí el plácido descenso de la Vallcivera,
caminando por buen camino, en general nítidamente marcado.
Tras un
primer tramo moderadamente empinado para descender el circo cabecero,...
... el
terreno se tendió, continuando con la tónica de tranquila caminata, general en
esta ruta, lo que no quiere decir que fuera aburrida, pues el entorno es
bellísimo, primero por prados y,...
...
luego, a través del bosque.
Al rato,
llegué al amplio llano de los Esparvers, donde confluyen los ríos de Vallcivera
y Engaïl para dar lugar al de la Llosa. Un cartel indicaba la ruta a Cal Jan de
la Llosa, por el GR-107 o la ruta nº 25, a la derecha (S).
La flecha
señalaba al Río de la Vallcivera, que vadeé para tomar a la izquierda (E) el
camino que veía al otro lado. Todo ello para...
...
encontrarme, a los pocos metros, una pasarela que me hubiera ahorrado los
equilibrios sobre las piedras para cruzar el cauce... estaba claro que ese día
no andaba muy lúcido. No sé si serían los cargols a la llauna de la cena o el
rioja con que los acompañé.
Bueno,
menos mal que ya era sólo seguir el camino, al poco pista, en su descenso por
el valle de la Llosa a través del bosque. Éste se abrió en el Prat Xuixirá,
donde hay una casita ruinosa y merece la pena volverse un momento a contemplar
el bonito y modesto Pic de la Portella dels Collels, así como...
...
levantar la vista hacia la combinación de árboles y roca de la vertiente del
Tossal de la Muga.
Poco
después, crucé el río y volví a caminar entre pinos, aunque...
... de
vez en cuando el arbolado dejaba huecos por los que contemplar el valle.
Al paso
por la Farga, pude ver la ladera boscosa que esa mañana había remontado por las
bravas. Incluso una línea de verde más claro venía a marcar el barranquillo que
me había servido de guía.
Poco
después, vi al otro lado del río el Castell de la Llosa, que anunciaba...
... la
cercanía de Cal Jan y del final de la excursión.
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