Horca de Lores (2.022)

ASCENSIÓN DESDE LORES

CRESTEO CON LA PEÑA CARAZO (2.012)

Como sucede con todos estos modestos picos de la Pernía, La Horca de Lores es, sobre todo, un buen mirador hacia las mayores cumbres de la Cordillera Cantábrica, tanto las del Alto Carrión como los Picos de Europa. Se trata de un monte típico de esta comarca verde y ondulada, donde la vegetación cubre los amplios cordales, sólo ocasionalmente rematados por algún roquedo. Por otra parte, no es un área muy transitada y, pese a las pistas que la cruzan y la abundancia de cabañas y corrales, la naturaleza está bastante bien de salud y no es difícil toparse con rebecos, corzos, jabalíes y diversa fauna menor.

La ruta consiste básicamente en recorrer, de sur a norte, el segmento de cresta coronado por la Horca de Lores, visitando de paso un par de picos secundarios. Como suelo, la ida y vuelta al cordal las realicé por lo más asequible, aprovechando los caminos disponibles hasta los respectivos collados.

Carazo y Horca de Lores, a poco de salir del pueblo

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Carrión (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Montes de La Pernía
  • Base de partida: Lores (Palencia)

ACCESO: Lores está 130 km al norte de Palencia, por Herrera y Cervera de Pisuerga y San Salvador de Cantamuda. Atravesar el pueblo hasta cruzar el Río Lores y llegar a una plaza con bastante sitio para aparcar. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.190 / 2.022
  • Mi tiempo efectivo: 4h11
  • Mi tiempo total: 5h16
  • Dificultades: Muy fácil. Algún tramo incómodo por matorral o pedreras y un par de apoyos de manos, sin exposición y evitables.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Dejar Lores por una pista que sale de la parte alta del pueblo y se mete en el valle del Arroyo Gerino para remontarlo. Tomar el primer desvío que sale a la izquierda (SO), baja a cruzar el río y llega a un viejo molino. Desde el edificio, dirigirse al NO, cruzar un campo y buscar en la linde del bosque al otro lado el rastro de una senda medio perdida. Seguirla a través del hayedo, remontando la ladera hasta desembocar en la pista que recorre la loma oriental del Carazo. Tomarla a la derecha (O) y, al poco de pasar el Collado de la Matorra, cuando se separa de la cerca que recorre el cordal, seguir recto (SO) junto a la misma, no dejando el cordal hasta la Peña Carazo. Desde ahí, sólo queda crestear a la derecha (N) para alcanzar la cima de la Horca de Lores.

Continuar por el cordal, alternando pedreras, prado y matorral, hasta el collado de la Cruz de Tañuga y tomar a la derecha la pista que desciende el Arroyo Gerino para regresar a Lores.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Excursión bella y variada, con un desnivel y una distancia medias. En general, creo además que el esfuerzo se lleva bien, pues las pendientes nunca son excesivamente intensas ni sostenidas. El par de veces que trepé, eran pasos evitables pero los ataqué de frente por comodidad, así que no las cuento para establecer la dificultad. Otra cosa es la orientación; encontrar la vieja senda que remonta el hayedo desde el molino no es fácil; mantenerla tampoco. Y no se arregla con brújula ni GPS; es cuestión de cuidado, intuición, paciencia y, en caso de duda, repasar. El terreno, de todas formas no es enmarañado y se podría ascender la ladera a la buena de dios; pero sería más incómodo.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar en la plazoleta junto al Río Lores, comencé a caminar por la calle que sube frente al puente. Fui cruzando el pueblo un poco al azar pero siempre en ascenso hasta las casas más altas, que dejé atrás por una pista de tierra que se encarama al principio por lo alto de una loma para, enseguida, derivar a la izquierda y entrar en el valle del Arroyo Gerino, momento en que empecé a ver la Peña Carazo, primer objetivo del día.

Poco después, se añadieron la Horca de Lores y el Castro, siendo visible todo el tramo de cresta iba a recorrer. Cuando encontré un desvío, el primero, a la izquierda (SO), lo tomé; el mismo baja a cruzar el río para alcanzar una casa en la base de la ladera boscosa del otro lado.

Se trata de un antiguo molino, sin maquinaria pero bien conservado como edificio, que ha sido habilitado como refugio, con tarimas, mesa y hogar. La pista se esfumó ante él, aunque parecía continuar por unas rodadas que salían a la derecha (NO). Continué por ellas y...

... llegué, tras una breve subida, a un campo de hierba recién segado, al fondo del cual me cerraba el paso la espesa linde del bosque. Me acerqué a ella y fui examinándola, yendo hacia la derecha, es decir, bajando hacia el río, hasta...

... ver un estrecho corte en el muro de vegetación. La existencia de hierba pisada ante el mismo y el corte reciente de algunas ramas como para mantener el paso abierto, me confirmaron que podía ser lo que buscaba. Entré por el boquete y...

... efectivamente, un poco a la derecha, salía un trazo muy deteriorado e invadido por el matorral en algunos puntos, pero muy claro, que avanzaba al NO; es decir, paralelo al arroyo aunque manteniéndose apartado de la orilla y ganando altura al ritmo del valle. La mayor parte del tiempo, caminaba por un túnel verde, aunque...

... alguna vez un hueco en el ramaje del lado del cauce me permitió ver las audaces peñas que se alzan en la vertiente opuesta.

Después de cruzar un torrente, llegué a un prado abierto donde la traza se perdió totalmente. Fui recorriendo su borde superior y, erróneamente, tomé por senda lo que no debía ser sino una zona casualmente más despejada. Cuando me di cuenta, empecé a trazar diagonales entre las hayas, dando pronto con la senda, que había dejado a mi izquierda (es decir, al oeste). De eso, deduzco que la salida buena de la traza me la debí de dejar atrás en el claro y que debe de estar por la esquina superior izquierda (extremo SE) del mismo. En fin, la cosa es que los daños no eran graves, apenas pocos minutos de retraso, y que encontré la vereda más ancha y mejor que antes.

De hecho, inopinadamente, me encontré avanzando por un todo un camino real... ancho y de piso regular, que se abría paso a través del denso hayedo, ascendiendo por la ladera manteniendo una pendiente cómoda.

Salí del arbolado al cabo de bastante rato, encontrándome ante una cancela, la cual me dio paso a...

... una pista aún mejor acondicionada. Se trata de un carril que recorre la loma que baja al este del Carazo y la tomé a la derecha (O) para continuar mi camino hacia esa cima.

Tras un tramo más o menos llano, pasado el Collado de la Matorra, el carril comenzó a ganar altura y, al poco, giró a la izquierda separándose de la cerca que recorre la divisoria. Yo entonces abandoné por la derecha (O), siguiendo un camino junto a la valle que, al poco, la cruzó...

... por un portillo. Yo no lo hice así, sino que proseguí llevando la alambrada a la derecha, caminando ahora por una senda más estrecha pero razonablemente cómoda.

Al pasar del bosque al matorral, afortunadamente cortado por una nítida traza, la pendiente aumentó y pasé a ver de nuevo, ahora ya todo el rato, la cumbre del Carazo ante mí.

Desde lo alto de esta loma, iba viendo a la derecha las siluetas de las sierras de Peña Sagra y Peña Labra, más allá de la loma culminada por la Peña Maldrigo.

Según ascendía,...

... fui descubriendo el Coto Redondo y, a la derecha, asomando por un collado, la espectacular Peña Campunuera.

Luego, aparecieron más arriba la Horca de Lores y el Castro.

La pendiente remitió coincidiendo con un giro de la loma a la derecha, tomando dirección suroeste.

Al otro lado, a mi izquierda, se fue descubriendo la Sierra de la Peña, reconocible pese a la intensa calima por la característica mole de la Redonda.

El terreno se vuelve a empinar al pie de los riscos cimeros, a falta de unos 200 m de desnivel para culminar el Carazo. Sin rastro de senda e interrumpida la cerca, ascendí en diagonal a través del matorral, manteniendo la misma dirección suroeste que llevaba, rodeando por debajo la pedrera más cercana. Sobrepasada la misma,...

... iba pasando por debajo de otro cancho con la idea de girar luego a la derecha para subir por el matorral, cuando...

... vi sobre mí un pasillo más cercano. Un poco harto del matorral, que, sin ser de los peores, resultaba incómodo, decidí subir directamente hacia él. Giré pues a la izquierda (NO) y me pegué al roquedo de mi izquierda...

... a fin de facilitar la progresión aprovechando la discontinuidad entre el matorral y la roca. Tras unos 20 metros de empinada subida,...

... me encontré ante un escalón vertical de tres metros. Podía haberlo rodeado por la derecha pero preferí la roca a la maleza y lo superé mediante una trepada de escasa dificultad (II-). Insisto en que cuatro pasos a la derecha se puede evitar por una rampa de monte bajo; cada cual que decida qué prefiere.

Salí del resalte a una terraza que asciende suavemente a la izquierda (SO). Por ella, fui ganando altura hacia una especie de horcada, de nuevo a través del matorral, pero que ahora, siendo bajo y menos denso, no suponía molestia.

Al llegar a la collada, sabiendo que la cumbre debía de estar a la izquierda (S), giré a ese lado y encaré la rampa de roca que constituye la cara norte del flanco; aunque empinada, la remonté caminando sin más. Pero, al culminarla,...

... vi que la cumbre quedaba algo más allá, en la siguiente prominencia. Podía haber rodeado el primer cancho, pero no lo sabía. Total, que, caminando la hierba del lomo, me dirigí al pequeño hito que marca la cumbre de la peña Carazo, el cual alcancé en pocos minutos.

Al este, destacaba una nebulosa cresta de la Sierra de Peñalabra sobre el verdor ondulado de la Pernía.

Al sur, ya era visible en su totalidad el cordal culminado por la Peña Redonda.

Pero era el oeste lo que atraía la vista: invisible hasta hacía cinco minutos, se abría el Valle de Pineda, encajado entre el Curavacas, la Peña Prieta y el Pico Lezna.

Sin retrasarme mucho, giré a la derecha (N) para crestear hacia la Horca de Lores, de la que me separaba una horcada amplia y suave,...

... cubierta de hierba y matorral rastrero, bajo las pedreras que defienden las cimas.

Tras alcanzar el punto la Horca de Lores, continué unos metros al norte para llegar al hito geodésico que, aunque un metro más bajo, tiene mejores vistas.

El panorama al oeste aún había mejorado, viéndose ahora el Arroyo de Arauz, que corre entre el Lezna y el Bistruey. Precisamente entre estos dos picos, se distinguía más lejos...

... parte de los Picos de Europa. Por la posición, supongo que serán los macizos de los Urrieles y Andara porque, con la atmósfera turbia, las siluetas quedaban desdibujadas.

Claro que pero estaba la cosa al este, donde calima y contraluz se unían para entorpecer la vista. Aunque se llegaba a distinguir el Arroyo Gerino, por donde empezó y terminaría mi ruta; concretamente, la zona de las Tenadas, reconocible por las peñas que la dominan. Y, en el horizonte oriental, omnipresente, el largo cordal de Peña Labra.

Continué el cresteo al norte, hacia el cercano Castro, picacho secundario tras el que asomaban, más allá del cordal que se desprende al este del Bistruey, el trío de altivas peñas que dominan Caloca: Córcina, Campunuera y Cigal. Tres maravillas calizas contra el fondo oscuro de la Sierra de Peña Sagra.

Tras cruzar el collado que, como el anterior, es amplio, suave y predominantemente herboso, aunque con alguna pedrera llevadera, traspuse la cima y...

... vi ya, al otro lado, el collado de la Cruz de Tañuga y la pista que lo atraviesa, que eran mi siguiente objetivo. Comencé por descender una pedrera, algo más empinada que las anteriores, sin llegar a ser mala. Vino luego una banda de matorral en la que, sin encontrar senda definida, di con abundantes trazas de paso, suficientes para una travesía cómoda. Salí así a un gran rellano herboso, desde el que...

... hay una buena perspectiva de la pendiente que acababa de descender.

Siguió otra bajada por matorral, con tónica similar a la anterior, que desembocó en un nuevo prado. Al llegar al mismo, me desvié a la derecha (NE), a fin de...

... asomarme a una especie de saliente desde donde hay buenas vistas hacia el Castro y...

... el Arroyo Gerino. Estuve tentado dejarme caer por la vaguada que desciende directa desde el prado donde estaba, pero preferí atenerme al guion y volviéndome a la izquierda (N), acabé de recorrer el lomo hasta el collado que se abre bajo la Cruz de Tañuga.

Allí tomé a la derecha (E) la pista que pasa por él y desciende el Arroyo Gerino. Tras pasar una zona estrecha y empinada,...

... llegué al extenso prado de las Tenadas, desde el cual...

... descubrí una nueva perspectiva de la cresta recorrida.

En fin, que siguiendo la pista, no tardé en llegar al lugar en que la había abandonado para dirigirme al viejo molino. Poco después, tuve Lores a la vista.

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