Larrasa (1.449)

ASCENSIÓN DESDE LAGUARDIA

EN TRAVESÍA DE LA CRUZ DEL CASTILLO (1.431) AL PICO RECILLA (1.376)

El pico de Larrasa culmina la cresta caliza de la Sierra de Toloño o Cantabria, que se yergue sobre la Rioja Alavesa, separando el valle del Ebro de las cabeceras de sus afluentes Inglares y Ega. Esta sierra forma parte de la más meridional de las alineaciones paralelas en que se abre la Cordillera Cantábrica en su tramo vasco y presenta una de las morfologías calizas más espectaculares del área, con atrevidas cuchillas y pináculos de roca gris surgiendo de unos densos prados y bosques que crecen hasta el pie mismo de los cantiles. Tan altivas son las culminaciones, que pocas cimas se pueden alcanzar caminando. Por otro lado, dada su situación, la vista desde la cresta se extiende por buena parte de la montaña vasca, así como por el núcleo septentrional de la Cordillera Ibérica, que se asoma al Ebro en la ribera opuesta. En resumen, un hermoso entorno y extensas panorámicas para una montaña de carácter.

Partiendo del pie de monte meridional, la ruta accede por el camino más cómodo al Puerto de Lagrán o Toro, para luego seguir la cuerda hacia el oeste, tocando sus cimas más características. Dada la dificultad de la arista, opté por hacerlo recorriendo las repisas, a veces intrincadas pero siempre fáciles, que se encuentran en ambas a conveniencia. Una vez en el Puerto de Recilla, volvía a utilizar las sendas habituales para el retorno al llano.

Tramo de cresta del Larrasa, al Palomares, vista desde la Cruz del Castillo

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Ebro (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra de Toloño o de Cantabria
  • Base de partida: Laguardia (Álava)

ACCESO: El Poblado de La Hoya está 43 km al sur de Vitoria, por Peñacerrada y Laguardia. Desde el mismo, seguir 2,5 km por la misma pista, hasta el final del asfalto. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 721 / 1.449
  • Mi tiempo efectivo: 4h56
  • Mi tiempo total: 7h16
  • Dificultades: F+. Varias trepadas cortas, hasta II grado.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Del final del asfaltado Camino de la Hoya en El Nacedero, salir por la pista que sale a la derecha (N), balizada como GR-38, y seguirla hasta el Puerto de Lagrán. Tomar allí a la izquierda (O) la senda que recorre el cordal, desviándose, para ascender a las mismas, al paso por las sucesivas peñas cimeras de: Cruz del Castillo, Larrasa (F+) y Palomares (F).

A la bajada de esta última, la senda se lanza a un descenso directo hasta dar con un camino que se toma a la izquierda (NO) para continuar bajando hasta la zona de Hoyos Juntos. Allí desembocamos en un cruce de pistas, de donde hay que salir hacia la izquierda (O), siguiendo la indicación del GR-1 a Pipaón. Pronto se llega a una nueva bifurcación; tomar a la izquierda (SE) una senda que sube al Puerto de Recilla, dejándola allí por la izquierda (E) para ascender al Pico Recilla, propina del día.

Regresar al Puerto de Recilla y retomar la senda que lo traspone, pasando a la vertiente meridional para emprender un prolongado descenso diagonal al SE. Cuando se llega a una pista, seguir a la derecha (SE) para cerrar la ruta en el GR-38, girando de nuevo a la derecha (SO) para regresar a El Nacedero.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ruta variada y muy bonita, que incluye desde trepadas con cierta emoción a relajados tramos por buenos caminos a través del hayedo, combinando parajes apacibles y bravíos. Si se prescindiera de las subidas a Larrasa y Palomares, la dificultad baja muchísimo y el itinerario quedaría como una caminata senderista, conservando la mayor parte de sus atractivos estéticos. Pero, claro, entonces no es una ascensión. De hecho, me encontré dos parejas que subieron a la Cruz del castillo y prescindieron de Larrasa, pese a haber estado apenas a 15 ó 20 minutos de la cima. Está claro que hay a quien el pasito de II le echa para atrás. Por otro lado, las fuertes pendientes de algunos tramos aumentan la exigencia física que ya de por sí plantean los 1.300 m de desnivel del recorrido.

RELATO GRÁFICO:

Del final del asfalto en El Nacedero, parten dos pistas de tierra. Yo comencé a caminar por la de la derecha (N), que ostenta las marcas del GR-38. Ante mis ojos, se elevaba el cresterío gris de la sierra, con el pico de Larrasa justo sobre mí. Pero poco me duraría esta visión, pues pronto me vi rodeado por un denso encinar.

Sólo esporádicamente se abría la vegetación para dejarme ver, en el valle del Ebro, el altozano de Laguardia y los montes de Cameros al fondo o, más a la derecha,...

... la Sierra de la Demanda, con el San Lorenzo y el núcleo separado del San Millán bien reconocibles.

Según ascendía, fui dejando de lado varios desvíos, ninguno de ellos dudoso, bajo un Larrasa cada vez más dominante.

También se descubrió al oeste el bravío sector de la cara sur de la sierra bajo la Peña del Cuervo y el Pico Cervera.

Al desplazarme al sureste con la pista, fui descubriendo otras perspectivas del Larrasa.

A oriente, llamaba la atención el Castillo de Lapoblación, por encima de cuya unión con la sierra se llegaba a ver la cumbre de la Sierra de Codés.

Al rato, acabó la pista pero continuó por un camino más estrecho, entrando en un denso bosque de hayas, del cual salí...

... muy cerca ya del cordal, defendido por paredes verticales. Cambié entonces de dirección al oeste para...

... alcanzar en breve el Puerto de Lagrán. Llegando a la brecha abierta en la cresta, entré de nuevo en una zona de vegetación densa, de la cual salí justo delante de un cartel indicador de múltiples itinerarios.

Ahora sí que estaba en la cuerda de la sierra y descubrí al norte los Montes de Vitoria y, más lejos, algunas de las cumbres mayores de la montaña vasca: Gorbea, Anboto, la cresta de Aizkorri y el solitario Aratz.

Girando a la izquierda (O), dejé la encrucijada por una senda que se abría paso a través del bosque. El cartel la señalaba como camino a la Cruz del Castillo y la marcaba como PR-A-50; sin embargo, no vuelve a ostentar marcas, aunque...

... está lo bastante clara como para poder seguirla sin ellas. El camino, alternando tramos más y menos empinados, me fue haciendo ganar altura en lazadas bajo las hayas, hasta...

... que fui a salir a una ladera de hierba y matorral. Estaba enfrente y muy cerca del cancho cimero del Larrasa. Pero antes de ir hacia él, al pasar por la horcada abierta a la derecha del mismo, giré a la ese lado (N) para...

... encaramarme por un senderillo a la Cruz del Castillo. Durante esta subida hube ya de ayudarme de las manos un par de veces, pero sólo para superar sendos escalones para los que no me daban las piernas.

El objeto de subir a esta punta secundaria, con nombre y monumento pero secundaria, son sus vistas, especialmente al este, en que supera al propio Larrasa. A mis pies, tenía el Puerto de Lagrán, con la senda de acceso y la canal boscosa por donde había subido. Levantando la vista, podía apreciar, sucesivamente, el sector de cresta coronado por la Peña del León, el Castillo de Lapoblación, el Yoar y Montejurra. A la izquierda, un brusco escalón en el horizonte me permitió identificar al Beriain; a la izquierda de éste,...

... las montañas vascas seguían ocupando un horizonte, más amplio ahora que desde el collado, al fondo de los llanos de Treviño.

Otra visión que proporciona la visita a la Cruz del Castillo es la de la cresta que va del Larrasa al Palomares, la cual me disponía a recorrer. No por el filo, sino evitando la roca por la verde y empinada ladera bajo la misma; el recorrido lo haría mayormente por la vertiente norte, visible en la imagen, pasando a la meridional, según me lo marcó la senda, sólo para rodear la cota 1.412, que es la que se ve aislada a medio camino del Larrasa al Palomares. Pero mejor voy poco a poco. En primer lugar, regresé a la horcada y, girando a la derecha (SO) tomé la intermedia de las tres sendas que salen al oeste (la más baja de las dos que se ven en la foto).

La misma llanea e incluso pierde algunos metros al principio, mientras rodea el espolón que baja de una primera punta secundaria.

Dejada atrás la roca, gira a la izquierda para encarar una empinadísima rampa de hierba. En dos sitios, la pendiente se acerca a la vertical y aparece la roca, teniendo que trepar (I) para superar unos diez metros de desnivel en ambos casos.

La traza me llevó finalmente a la angosta chimenea, paso clave de la ascensión. NO parece que pase del I grado y carece de exposición pero su ancho es bastante menor que el de mis hombros y, por tanto, preferí...

... subir por otra más abierta, situada un par de metros a la izquierda. Si bien en ella te puedes caer, sólo son cinco los metros verticales y están llenos de apoyos (II); vamos, que se gana mucho en comodidad a cambio de un mínimo incremento de dificultad y exposición. A la salida del paso, hay un par de argollas para rapelar o asegurar a quien lo necesite.

En la cima de Larrasa, se descubre la arista hasta el Palomares, toda una maravilla, y, más lejos, los picos Recilla y Cervera y la Peña del Cuervo. Luego, el Toloño en un segundo término y, en el horizonte, los Montes Obarenes, con la Cantoña y el Umión reconocibles.

Al norte, la perspectiva sigue similar; desde este ángulo fue quizá donde mejor se distinguían las siluetas enfrentadas del Gorbea y el Anboto.

Al otro lado, se descubría ahora el valle del Ebro en toda su extensión, limitado en la parte izquierda por los suaves Montes de Cameros y, a la derecha,...

... por los más altos de la Demanda.

Al este, una cercana antecima y la Peña del Castillo limitaban bastante la visión. Para continuar el recorrido, comencé por regresar hacia el collado oriental de Larrasa. Poco antes de alcanzarlo,...

... un trazo me llevó a atajar ladera abajo hacia la senda más baja de las que salen de la horcada, la cual pierde unos 70 m en diagonal bajo la cresta.

Más o menos en su punto más bajo, dejé a la derecha un desvío que continúa perdiendo altura y, tras un breve llaneo, comencé a subir hacia una característica brecha abierta entre las cotas 1.408 y 1.426 del mapa. En la misma, merece la pena...

... volverse a contemplar la Cruza del castillo, el Larrasa y, por debajo, la ladera herbosa de acababa de atravesar. Por cierto, que en la foto se distingue,  aunque algo borrosa, la bifurcación en el punto más bajo de la travesía.

Al otro lado de la horcada, el mundo se estrecha entre formidables roquedos.

Bajando la vista, se ve el camino a seguir: un estrecho trazo se abre paso en el denso matorral que puebla la empinadísima canal que cae al suroeste. Sin presentar el descenso dificultades significativas, en varios lugares tuve que utilizar las manos para salvar algún corte vertical, así como realizar alguna que otra peripecia entre el ramaje de los arbustos... no pasa mucha gente por aquí.

Poco a poco, se fue abriendo la canal, dejando ver enfrente una terraza que subía, bastante empinada, a otra brecha. Para alcanzarla, al llegar a la altura de la base de la pared de la cota 1.412, que estaba rodeando, giré a la derecha (NO) para...

... acercarme a la pared. Hay que tener cuidado aquí pues la continuación de la senda no está clara (como puede verse; está a la derecha de las ramas secas), medio tapada por el matorral, mientras que hacia abajo continuaba una tira de pedrera que puede llevar a confusión. En fin; a los pocos metros, la traza se aclaró y, una vez pegada a la pared (se ve un trocito a la izquierda y arriba de las mismas ramas secas), me llevó a...

... rodear en horizontal la cabecera de un barranco, a través de cuya boca podía verse el valle del Ebro.

Al ganar altura por la terraza subsiguiente, pude examinar, a mi espalda, la canal y la travesía que acababa de dejar atrás. El terreno no puede ser más escabroso.

Al cruzar la horcada, volví a la vertiente norte, más suave. De allí partían dos sendas cortando la hierba. Para ir al Palomares, cuya cumbre tenía enfrente, tomé la más baja; es decir, la de la derecha (NO). Siguiéndola, rodeé por abajo un espolón...

... rocoso que cae de la cota 1.394, pasado el cual giré a la izquierda (NO) para encarar una pendiente de hierba y matorral, de la que salí a una cresta aparente. 

Se trata en realidad de una pequeña terraza al norte de la cota 1.426. Enfrente y muy cerca, descubrí la cima del Palomares. Para llegar a ella, continué en la misma dirección noroeste, cruzando la depresión que forma el arranque de una canal. En el punto más bajo, encontré una traza que descendía a la derecha; yo continué recto, yendo a salir a un rellano entre varias modestas prominencias. La cima quedaba a mi derecha (N) y hacia allí giré,...

... superando un fácil resalte de unos seis metros, inclinado y con buenos apoyos (I).

Desde la culminación del Palomares, descubrí su arista oeste ante el Recilla, siguiente cima prevista. Más allá, los ya vistos Cervera, Toloño y Obarenes.

Al sur, valle del Ebro y Cordillera Ibérica.

Donde sí se gana una perspectiva que justifica la visita es al este, donde aparece el Larrasa al otro lado de una hermosa cresta.

La continuación de la ruta me llevaría a la vertiente norte y, para ello, comencé con deshacer la subida hasta...

... aquel cruce en el arranque de la canal bajo la cumbre. Allí giré a la izquierda (NE), por la senda que la desciende. En algunos sitios, el terreno es tan empinado que hube de ayudarme de las manos (I).

Pero pronto, apenas perdidos 50 m, alcancé un camino mejor que atravesaba la ladera en diagonal. Lo tomé a la izquierda (NO), continuando la baja, ahora mucho más suave. Cuando la vegetación me lo permitía,...

... podía ver el tremendo roquedo que me dominaba a la izquierda y...

... los ondulados bosques y campos del otro lado.

Pronto, la vegetación de robles y grandes arbustos dio paso al hayedo, el cual...

... se había tornado solemne cuando desemboqué en un cruce de pistas en la zona de Hoyos Juntos. Un cartel me indicó el camino a seguir, por si no estuviera claro: la de más a la izquierda (O), por donde el GR-1 va a Pipaón.

He visto unos cuantos bosques de hayas y he de decir que éste es de los más bonitos que he recorrido. Este tramo relajado y prácticamente horizontal me sirvió para preparar la última subida.

En apenas cinco minutos me encontré ante una nueva bifurcación, también indicada con cartel. Allí giré a la izquierda (SE), dejando el GR-1 por un camino más estrecho que remonta en lazadas la boscosa ladera.

Al salir del arbolado, me encontré muy cerca de volver a la cresta de la sierra, que es aquí un lomo cubierto de matorral, donde destaca un cono calizo: el pico Recilla. La senda me llevó al collado homónimo, donde giré a la izquierda (E) para alcanzar esa última cima del día por un trazo que corta el monte bajo.

En esta ocasión, se llega a la cumbre caminando, para descubrir al otro lado lo que iba buscando: una hermosa vista del Palomares al otro lado de una hermosa arista.

Al sur, el Valle del Ebro se extendía bajo una terraza herbosa, donde se dibujaba una senda: mi camino de regreso.

Para llegar a ella, comencé por regresar al collado por donde había subido y, allí, retomar la senda a la izquierda (SE).

La misma fue girando con el monte, entrando en la citada terraza, la cual atraviesa hasta el espolón que la limita por el este. Sobre el mismo asomaba el Palomares, que...

... acabó de desvelarse al otro lado, dominando la verde ladera que la vereda me llevó a descender en una tendida diagonal.

No tardé en volver a caminar entre árboles, ahora una mezcla de robles y encinas. Allí el camino traza diagonales, la más amplia de las cuales cuenta con atajo.

La senda desembocó en una pista, que tomé a la a la izquierda (SE).

El carril prosigue aún más gradualmente el descenso, cortando la densa vegetación al pie de las paredes que defienden la cresta.

Ya muy cerca del pie de monte, con la Demanda enfrente, llegué a una bifurcación, donde giré a la izquierda (S).

Poco después, me alejé de la cresta al rodear un lomo, momento que aproveché para volverme a contemplar a placer todo el frente de sierra que va de la Peña del Cuervo al Larrasa. Continuando camino, el carril que seguía desembocó en una pista: era la misma por la que esa mañana había comenzado a caminar (el GR-38) y, tomándola a la derecha (SO), me encontré en pocos minutos en el punto de partida de la ruta en El Nacedero.

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