Punta Suelza (2.971)

ASCENSIÓN DESDE EL VALLE DE GISTAÍN

ARISTA ORIENTAL

La Punta Suelza no requiere mucha presentación, siendo uno de los picos de menos de tresmil metros más renombrados de la cordillera, con fama de fácil y panorámica. Esta cumbre corona un pequeño macizo desgajado al sur del tramo de divisoria pirenaica entre los puertos de Bielsa y de La Pez, que tiene al Culfreda como máxima altitud. En la Suelza, se encuentran los cordales que estructuran el conjunto y es prácticamente su único pico de importancia. Este aislamiento y la separación del eje longitudinal de la cadena son la causa de la extensión de las vistas desde la cima. Morfológicamente, presenta una cresta rocosa ancha y poco accidentada, por encima de un extenso conjunto de lomas y laderas herbosas, excepto al noreste, donde la verticalidad ha dado lugar a un impresionante paredón de roca desnuda. Respecto al arbolado, queda confinado en los profundos valles de Bielsa y Gistaín, sobre los cuales se eleva esta mole, que supera, en carácter y altivez a muchos tresmiles.

La arista este de la Punta Suelza nace, como loma, en el fondo del Valle de Gistaín. Ascendiendo por ella, se trata de alcanzar la cumbre. La bajada se iniciará por la ruta normal hasta el Paso de los Caballos, para tomar el sendero GR-11 de vuelta al valle.

La Punta Suelza en lo alto de la arista este

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Sobrarbe (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Culfreda
  • Base de partida: San Juan de Plan (Huesca)

ACCESO: San Juan de Plan está 135 km de al NE de Huesca por Sabiñánigo, Aínsa y Salinas. Atravesar el pueblo, saliendo en dirección a Gistaín, y, al cabo de dos kilómetros, en una cerrada curva a la izquierda, tomar a la derecha (N) la pista que remonta el Río Cinqueta. Seis kilómetros después, está el desvío a la izquierda (NO) que entra en el valle subsidiario de Viciele y que marcaría el inicio de la ruta; sin embargo, no habiendo buen sitio para aparcar sin estorbar, seguir un poco más, hasta la entrada del prado de la Sargueta, donde se puede dejar mejor el coche. Tienes señalado el punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps, aunque la aplicación sólo te llevará a la curva de donde arranca la pista.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.479 / 2.971
  • Mi tiempo efectivo: 7h12
  • Mi tiempo total: 10h33
  • Dificultades: F. Varias trepadas de I grado en la arista, todas ellas cortas, poco expuestas y en roca segura. Algo de pedrera. La mayor parte de la subida transcurre fuera de camino y está sin marcar pero, en general, la orientación es sencilla.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Desde La Sargueta, retroceder por la pista hasta el desvío a la derecha (NO) que entra en los prados de Viciele. Cuando el carril pasa por la ancha loma de hierba que es aquí la arista E, dejarlo para remontarla (O) por el filo. El único obstáculo significativo está en la brecha de cota 2.457 (Paso de los Caballos según el IGN), que presenta un muro importante de salida. Contornearlo por la vertiente de Sallena (derecha), andando al pie de la cresta hasta que la pared permite volver fácilmente al filo. Continuar subiendo por la arista, afrontando unas pocas trepadas de dificultad mínima (I) hasta la Punta Suelza (F).

Descender por la cresta al NO, siguiendo una traza en el cascajo, que al poco se desvía a la izquierda (O) para evitar un resalte. De vuelta en el lomo, al pie de la Punta del Cau, girar a la derecha (NE) y dejarse caer por un pedregoso canalón, habiendo de destrepar unas gradas fáciles (I) en los primeros metros. Hitos y traza conducen al Lago de Ordiceto, donde hay que tomar a la derecha (NE) la pista que va al Collado de Ordiceto. En la horcada, coger a la derecha el sendero balizado GR-11, bien marcado y acondicionado, que conduce sin dudas hasta el Valle de Gistaín, donde desemboca en la pista de Viadós. Girando a la derecha (SO) se llega a en minutos La Sargueta.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: No es porque se me ocurriera a mí solo, pero esta ruta es una joya. Me había propuesto alcanzar la Punta Suelza por su arista oriental tiempo antes, a la vista del mapa, donde aparece como la más definida, directa y prolongada de las que caen de la cumbre: 1.500 m de desnivel desde el fondo del Valle de Gistaín, sin apenas interrupciones en su ascenso ni cambios de dirección, con una primera mitad de lomo empinado y una segunda parte más tendida y afilada.

Busqué información en viejas guías y también en Internet, encontrando un vacío total. Las rutas referidas, aparte de la normal de Ordiceto y alguna variante, subían por el lomo sur, el del Pico la Parda, que resulta menos definido e irregular. También están las alternativas por la vertiente del Cau, con una aproximación más cómoda. Me resultaba chocante que, en apariencia, a nadie se le hubiera ocurrido esta ascensión, de trazado tan puro y evidente. Su único inconveniente sería el gran desnivel a salvar, que, por otra parte, tampoco es extremo tratándose del Pirineo central.

Así pues, en principio, me hallaba ante una ruta original. Y no las tenía todas conmigo, pues la única referencia sobre las dificultades que podía encontrar eran unas pocas fotos, tomadas de lejos y que no estaban propiamente enfocadas a la arista; se veían brechas, pero no tan bien como para estimar su dificultad. Incluso en el gran corte llamado (erróneamente) Paso de los Caballos en la cartografía, se veía un gran resalte de salida, pero no su verticalidad y mucho menos la textura y formas de la roca. A pesar de ello, decidí intentarlo: para darse la vuelta, siempre hay ocasión.

Lo que me encontré es una ruta larga, plácida y deliciosa; muy panorámica y sorprendentemente fácil; en mi opinión, la dificultad no supera a la normal de Ordiceto; incluso es más agradable la progresión y tampoco hay pasos vertiginosos ni expuestos. Sólo el rodeo para contornear el gran resalte sobre la brecha 2.457 m de altitud platea cierta complejidad, pero no en exceso para quien esté habituado a buscar el paso bueno entre caos de bloques. Respecto al desnivel, casi triplica el de la normal: desde que tomé la arista en Viciele, fueron 1.400 m de subida, con sólo 50 de bajada acumulada, y una pendiente media del 22%.

Por otro lado, parece que efectivamente poca gente viene por aquí. Durante el ascenso de la arista, no encontré senda, ni trazas de ella, ni otros hitos que dos: uno señalando la cota 2.371, donde entroncan varios contrafuertes y nace la verdadera arista, y otro en la penúltima punta previa a la cumbre, cuya utilidad me resulta un misterio. En medio, nada de nada; ni el menor rastro de paso o presencia humana.

Por lo dicho, considero que esta ascensión está alcance de senderistas y montañeros, con la única condición de una buena forma física y costumbre de caminar por alta montaña. Las trepadas son fáciles, cortas y seguras. Eso sí; quien emprenda esta ascensión ha de ser un amante de los grandes horizontes en soledad, sin miedo a salirse de las rutas trilladas. En fin que, yendo en busca de una bonita ascensión, me topé con un auténtico tesoro.

RELATO GRÁFICO:

En la umbría matinal del Valle de Gistaín, comencé a caminar deshaciendo el camino que previamente había recorrido en coche, desde San Juan de Plan a la Sargueta. En pocos minutos, alcancé la bifurcación y tomé a la derecha (NO) el ramal que se introduce en el vallecito de Viciele. Sobre los pinos, podía ver ya el arranque, ancho y herboso, de la arista oriental de la Punta Suelza a la derecha de la cresta que baja, más afilada y accidentada, del Pico de la Parda.

Ascendía suavemente, dejando de lado, algún desvío de la pista principal, entre los pinos que, al abrirse de vez en cuando, me dejaban ver cómo las crestas del macizo del Cotiella se doraban más allá del valle.

No tardé en cruzar el torrente de Sallena, muy encajonado, junto a las ruinas del Hospital de  Gistaín.

Salí del bosque al doblar el espolón que da entrada a un amplio valle de suaves laderas herbosas: Viciele. Al fondo, bajo un la redondeada Peña Susán, una cascada ponía una pincelada blanca en el paisaje. En ese momento, podía haber dejado la pista y tomar ya la arista, pues lo que se elevaba a mi derecha era un amplio lomo herboso de mediana pendiente, sin obstáculos de ningún tipo.

Pensando en una subida más cómoda y sabiendo que el carril volvía al lomo más arriba, continué por él, ganando altura muy suavemente mientras daba un amplio rodeo por los prados. No creo que se gane nada y, si volviera, tomaría el lomo la primera vez que lo cruza el camino. Bueno, al menos, me llevé esta perspectiva del Montó sobre el Valle de Gistaín.

Así, en la siguiente curva a la derecha, cuando la pista vuelve a tocar la loma que separa los barrancos de Viciele y Sallena, la dejé por ese lado (NO) y comencé a caminar prado arriba, pasando junto a una borda cercana. Iniciaba así la ascensión de la arista oriental de la Punta Suelza. El terreno, siendo empinado, no presentaba obstáculos e...

... incluso encontré ocasionalmente algún trazo de ganado que me facilitó el avance, mientras dejaba atrás sucesivas casitas, de las que este gran cuenca herbosa está sembrada.

Cuando me volví a encontrar con la pista, la crucé sin más y continué ganando altura directamente, por el lomo, cada vez más definido y empinado. Sobre mí, la ladera culminaba en una punta: el hombro marcado con la cota 2.371.

Las vistas a los lados eran paulatinamente más amplias. Del lado derecho, el terreno caía en el Barranco de Sallena, sobre el que se iban descubriendo los suaves prados que sostienen la Tuca Blanca o de Cauarère.

Al otro lado, a mi izquierda, se extendían los de Viciele, bajo...

... la tendida Sierra de Fubillons.

Tras cruzar una senda que traspone la loma, comunicando ambos vallecitos, me encontré cerca de los primeros afloramientos rocosos. Éstos no representaron el menor obstáculo, más allá de lo empinado, y pasé caminando sobre o entre ellos.

Mientras subía, se fue descubriendo el Pico de la Parda, con su arista oriental, única nota rocosa en el plácido Viciele.

Al otro lado, asomó la cumbre de la Punta Suelza, sobre el Collado de Ordiceto, cuando estaba a punto de alcanzar la mentada cota 2.371.

Allí me detuve a tomar resuello y, de paso, volverme. Más allá de la loma que acababa de superar, sobre el Valle de Gistáin, eran ya visibles las crestas de Posets, desde la propia Tuca de Llardana a los Eristes, pasando por las Espadas. A la izquierda...

..., también asomaba el Bachimala. Entre ambos y más lejos, la parte más occidental del Macizo del Perdiguero.

Al noreste, sobre la sierra de Picaruela, surgían los Culfredas.

A partir de aquí, la cuerda se afila, pasando de ser un lomo a una verdadera arista. También el carácter rocoso iría incrementando con la altitud. En primer lugar, recorrí una zona rocosa, evitable por la izquierda, pero...

... en la que el ancho y regularidad del filo permiten pasar andando tranquilamente.

Como instrumentos en una fuga, nuevas cumbres se iban incorporando a la sinfonía visual que se desplegaba a mi alrededor. No tardé en tener a la vista algunos conspicuos representantes de las Sierras Exteriores: Chía, Turbón y Cotiella.

Al otro lado, descubrí el que posiblemente sea uno de los ibones menos frecuentados del Pirineo, el de Sallena. Su plácida superficie azul yacía bajo el Collado de Ordiceto, entre la Punta Suelza y el Pico Homónimo. A su través, además de los cercanos picos de la Espada e Ibonet, se distinguían ya el Soum des Salettes y el Campbieil.

En la cota 2.485, me encontré ante el principal accidente de esta cresta, la amplia brecha nombrada, creo que por error, en algunos mapas como “Paso de los Caballos”.

Aquí, la arista está definida de nuevo por un crestón relativamente afilado, evitable por la izquierda. En los primeros metros, esto resulta innecesario, pues se camina bien por el filo, hasta que...

... el terreno se desploma bruscamente unos 25 m. Entonces, sí me desvié un poco por la hierba de la vertiente de Viciele, bastante empinada pero carente de dificultad. El fondo de la brecha es un lomo rocoso prácticamente horizontal que fui recorriendo hacia...

... el resalte de salida. Éste presenta alternativamente zonas de rampa pedregosa y varios resaltes de roca. Comencé a remontarlo pero ya en el segundo me encontré ante un muro liso y vertical de unos diez metros y cuya dificultad no debe de bajar de IV. Afortunadamente, ya había observado que, esta ocasión por la vertiente de Sallena una terraza de hierba y pedrera rodeaba la base del cancho.

Así pues, volví a la brecha y me dejé caer unos metros por el flanco derecho (en subida) de la cresta para tomar dicho camino, el cual no presenta obstáculos y...

... es además, al principio, cómodo y tendido.

Fui progresando pegado a la pared de la cresta, por pendientes cada vez más empinadas.

Al desviarme del eje de la arista, mejoró momentáneamente la perspectiva sobre el tramo recorrido desde la cota 2.371.

Instintivamente, fui buscando el mejor paso y así me introduje en una canalita estrecha entre la pared y una torre desprendida. Aquí ya tuve que ayudarme de las manos un par de veces para pasar algún bloque más grande. En lo alto de ese paso angosto,...

... hube de atravesar una especie de gatera bajo un bloque y destrepar un par de metros al otro lado (I). El paso no era obvio y me costó un par de minutos mirar otro par de alternativas antes de decidirme. Y pensé que, si desde que dejé la arista hasta ese momento, incluida esta solución, no había encontrado ni una sola señal, es que realmente muy poquita gente venía por aquí. Y, en todo caso, gente poco dada a las rutas normales.

En fin, que salí a una nueva terraza cubierta de pedrera, pero ahora la pared a mi derecha era franca y fácilmente superable: a los pocos metros de la gatera, giré a la izquierda, gané por bloques un par de metros, recorrí una cornisa a la derecha y volví a trepar (I) a la izquierda una corta chimenea herbosa para encontrarme...

... de nuevo en la arista. Estaba a 2.600 m de altitud y veía muy cerca, a menos de 50 m, la punta en que culmina el resalte de superior del falso Paso de los Caballos. Al cabo de un rato, pensé que debería haberme acercado a la misma, pero entonces no se me ocurrió.

En vez de eso, continué remontando la arista, que ahora se presentaba ancha y rocosa. Este tramo es empinado pero cómodo de andar, así que...

... retomé mi recreo visual. Al este, por encima del cancho desprendido antes citado, veía el Macizo del Culfreda; más a la derecha, el de Bachimala y, al fondo, junto al Perdiguero, eran reconocibles, Spijeoles, Gourgs Blancs y Sehil dera Baquo, entre otros.

Impresionante era la perspectiva que ofrecían desde allí, sobre el Pico de Ordiceto, Aret y Arbizon. Para mí, resulta agradable reconocer las montañas en el horizonte; unas son viejas amigas y es un gusto saludarlas; otras suponen una invitación a nuevas aventuras.

Incluso bajar la vista al suelo puede deparar alguna sorpresa. En esta zona de la arista, entre los 2.600 y 2.800 m de altitud, había una llamativa abundancia de edelweiss; otro indicio de que por aquí viene poca gente.

El nuevo descubrimiento fue ya el del Lago de Ordiceto, sobre los dos hermanos menores que tiene en la vertiente de Sallena.

En fin; mirando atrás podía contemplar el segmento de arista ya recorrido, cuando,...

... cerca de los 2.800 m de altitud, me disponía a entrar en la última parte de la ascensión. La más rocosa y agreste. Hasta la cota 2.838, Una sucesión de pequeñas prominencias culminaba una cresta afilada que, al norte, se desplomaba en un extraplomo de más de 300m de colorida roca. Sin embargo, la progresión por la arista seguía presentando una sorprendente falta de dificultad.

Tras ese tramo de pequeños subibajas, encontré la subida final a la cota 2.838 más empinada pero todavía más cómoda.

Desde esa punta, vi por primera vez en el día la cima verdadera de la Punta Suelza. Pero aún me quedaba casi media hora y superar un par de prominencias para llegar. Para empezar, hube de trasponer una brecha de...

... unos 15 metros de profundidad, cuyo acceso fue quizá el paso (I) menos fácil de toda la ruta. Pero la roca presentaba abundantes apoyos, distaba de ser vertical y era razonablemente segura. La salida fue aún más sencilla: subí hacia la...

... siguiente punta caminando por un lomo rocoso.

En lo alto de la misma, me encontré el segundo y último hito de la jornada. Curioso, porque esta punta no aparece, al contrario de vecina oriental, señalada en el mapa. Ahora ya sí que veía bien, y cerca, el hito cimero y un grupito de gente junto al mismo. Por original que sea esta ruta, lleva a una cumbre bastante popular. Se acabó la soledad. Continué caminando por el lomo rocoso, bajando tres o cuatro metros escasos antes encaramarme a otra punta redondeada.

Siguió una bajada algo más empinada y considerable, ocho o diez metros de roca afilada y escalonada que, caminando por la vertiente sur (izquierda) carece de dificultad. Por último, la subida final a la Punta Suelza transcurrió por una ladera empinada de piedra suelta. Superando sus 50 m de desnivel, hube de ayudarme con las manos para superar varias placas cortas e inclinadas (I) que, además, iba buscando: prefería gatear a caminar resbalando penosamente por las zonas de grava.

Al llegar a la cima, se me descubrió el Valle de Pineta, con el fondo de la Munia, el Vignemale y...

... las Tres Sorores, todos ellos ocultos hasta entonces.

Llevando la vista a la izquierda, al sur, veía las cumbres sucesivas del Maristás, la Punta Llerga y la Montañesa sobre el tramo inferior del Valle de Bielsa. Pese a la calima, llegaba a distinguir, a lo lejos, la Sierra de Guara.

Siguiendo con el giro a  izquierdas, seguían el Cotiella, el Turbón y la Sierra de Chía.

Al este, sobre la arista que acababa de recorrer, los macizos de Posets y...

... el Perdiguero que, con el avance del día y el cambio de luz, mostraban ahora con claridad sus vertientes. Frente a toda esa roca descarnada,...

... los de Bachimala y Culfreda aparecían más verdes y amables.

Al norte, sobre los lagos de Ordiceto, más montañas; de derecha a izquierda, Arbizon, Aret, Ibonet, Espada, Mechant, Néouvielle y Campbieil.

Por fin, Salettes, la Munia y Vignemale eran el telón de fondo contra el que se proyectaba la cresta que va de la Punta Suelza a la Fulsa. Tras un buen rato en cumbre, por ella comencé el descenso, caminando por su amplio lomo rocoso.

A los pocos minutos, aumentó la pendiente y se descubrió la Punta Fulsa completa. A Continuación, comencé a atravesar una banda de piedra negra y vi a mi derecha...

... varios montañeros que subían o bajaban en diagonal por la pedregosa ladera que se extendía más abajo. No había visto la salida de la senda en la cumbre, pero estaba claro que debe de haberla. Como la bajada no parecía mala, giré a ese lado (S) y atajé directamente hasta el trazo, que tomé a la derecha (NO), incorporándome a la procesión.

Tras atravesar la ladera, evitando así un resalte, hitos y senda me condujeron de vuelta al lomo de la montaña, cerca de la Punta del Cau. Al pie de la misma, se ve a la derecha...

... el ibón homónimo ocupando el fondo de un suave y profundo circo.

Giré a la derecha (NE) para continuar la bajada, entrando en una amplia cuenca pedregosa. Los primeros metros eran muy empinados y rocosos, pero...

... la roca estaba cortada en escalones que me permitieron un descenso fácil (I) hasta...

... la pedrera, recorrida por una cómoda traza. Descendí por ella hasta un rellano, bajo...

... la impresionante cara norte de la Punta Suelza.

En de esta terraza, giré a la izquierda (N), siguiendo los hitos, que me llevaron en muy ligero descenso por una terraza pedregosa, siguiendo la curva del monte.

Pronto se descubrieron de nuevo los lagos y, tras una bajada algo más fuerte por un lomo herboso, llegué junto...

... al Lago de Ordiceto, enmarcado por el agreste cresterío de la Punta Fulsa.

La senda me llevó a cruzar un dique, al otro lado del cual encontré una pista, que tomé a la derecha (NE).

Tras unas cuantas lazadas atajables, desemboqué el Collado de Ordiceto, al pie del pico homónimo. Allí giré a la derecha (E), incorporándome al GR.11. El sendero balizado, cómodo y bien marcado, me llevó, tras pasar junto a una cabaña, a...

... descender suavemente a través de las extensas laderas herbosas de la vertiente septentrional del Barranco de Sallena, tributario del Valle de Gistaín.

A mi derecha, llevaba la Punta Suelza, que muestra desde aquí su cara más impresionante. A la izquierda de la cumbre, podía ver la arista que había recorrido durante la subida, reconociendo las sucesivas puntas.

Una corta subida me dejó en lo alto de la loma de El Cau, buen mirador hacia lo que me quedaba de barranco. Por su lomo proseguí la bajada, hasta la cota 2.199.

Allí el camino gira a la izquierda (N), entrando en la amplia cuenca del Barranco de Montarruego, toda verdor y suavidad, dominada por la Tuca Blanca o de Cauarère.

Mirando atrás, hasta el Pico de Ordiceto parece bravío. Por cierto, que no he dicho nada pero toda esta bajada desde el Collado de Ordiceto al Valle de Gistaín fue cómoda y absolutamente plácida.

La pendiente sólo se intensificó momentáneamente cerca ya del cauce del barranco que, de pronto, se mostró más abrupto, al tiempo que aparecían los primeros pinos. Al llegar junto al agua, la senda giró para seguir el torrente en su descenso y, al poco...

... lo cruzó por un puentecillo, en un lugar, por cierto, muy apropiado para un buen descanso.

Mirando arriba, descubrí la cresta de la Peña Suelza, a partir del falso Paso de los Caballos, que, con el cambio de vertiente, hacía un ratito que no veía.

Luego, ya en la vertiente izquierda del Barranco de Montarruego, entré en un pinar, del que...

... salí cerca de la Cabaña de Sallena, espartana pero en buen estado, que se ubica al borde de un panorámico prado, frente a los Picos de Eriste y el Turmo.

De este paraje arranca una pista que las marcas de pintura me llevaron a seguir para continuar el descenso al sureste.

La misma recorre la ladera, perdiendo altura en lazadas, que asimismo se pueden atajar por los correspondientes senderos. Si bien las señales conducen siempre por el atajo, la pista termina encontrándolas. Así, cada uno que decida, según como lleve las piernas, si prefiere comodidad o rapidez. Yo alterné ambas opciones. El carril recuperó luego altura para alcanzar la collada de la Punta Falagons, al otro lado de la cual...

... se abre otro claro en un rellano, balcón natural hacia el Macizo de Posets que,...

... con el cambio de luz, mostraba ya los variados colores de sus sinuosos estratos.

Tras otro breve paso bajo los pinos, alcancé otro prado, el Plan de Carlistas, donde dejé la pista para tomar una senda que sale a la derecha (SE). De nuevo fui cruzando varias veces el carril hasta...

... llegar a un cruce múltiple junto a una cabaña. Continué recto por la pista, que ya no abandonaría sin hacer tampoco caso de las señales del GR.

Nuevo breve paso por bosque, para salir a terreno descubierto en las Bordas de Lisiert, desde donde hay un buen panorama de la boca del Valle de Gistaín y las crestas del macizo de Cotiella en torno a la Peña de las Once.

También, de los prados de Viciele, por los que había comenzado la ascensión esa mañana.

Por fin, sin más que seguir el carril, llegué al fondo del Valle de Gistaín donde desemboqué en la pista que lo recorre. Giré entonces a la derecha (SO) para recorrer por ella la corta distancia que me separaba La Sargueta.

Comentarios