Cerro de Pedroso (1.914)

ASCENSIÓN DESDE LA COLLADA DE ARALLA

CARA NORTE (INVERNAL)

El Cerro de Pedroso es una cumbre importante de los Montes de Luna: la más alta de su núcleo meridional. Se trata de un gran cabezo redondeado situado en medio de un conjunto caótico de peñas y crestones más bajos y agrestes, dispuestos alrededor como si guardaran la cumbre principal. Un tipo de relieve que, por otra parte, no es raro en este sector de cordillera. Entre esa orografía particularmente abrupta y la gran altitud media de los valles circundantes, la vegetación en toda la zona se ve reducida a pasto y matorral y el clima es aún más duro de lo habitual en estos pagos. En fin; una montaña típica del occidente de la Cordillera Cantábrica.

Entre la Collada de Aralla y la cima del Pedroso, se elevan sobre el cordal la Loma Sextilla y el crestón rocoso del Albarrán. La ruta los rodea, por el este a la ida y el oeste a la vuelta, para aproximarme al Collado del Pedroso, base la breve cara norte del pico, que se supera directamente.

Vertiente norte del Cerro de Pedroso. Por la rampa de nieve entre los dos roquedos mayores pasé

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Occidental (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Montes de Luna
  • Base de partida: Geras (León)

ACCESO: La Collada de Aralla está 51 km al NO de León, por la Pola de Gordón y Geras. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.536 / 1.914
  • Mi tiempo efectivo: 2h41
  • Mi tiempo total: 4h08
  • Dificultades: F+ en las condiciones del día: nieve consistente, con poco espesor. Pala de nieve de 70 m, con pendiente media de 35º y máxima de 40º.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de la Collada de Aralla por la pista de la izquierda de las dos que suben al sur, por la Loma Sextilla. Antes de culminarla, el carril la rodea por la vertiente SE y entra en el Arroyo Valmeán, que remonta íntegramente. Pasada una horcada, dejar el camino por la derecha (O) y remontar una vaguada hasta el Collado Pedroso. Girar a la izquierda (S) y subir por el lomo del Cerro de Pedroso (F+).

Regresar al Collado Pedroso (F+) por el mismo camino y bajar por la vaguada de la izquierda (NO). Perdidos 30 m de desnivel, cuando el terreno aparece propicio, girar a la derecha (N) y trasponer un lomo para alcanzar el  Collado de la Miserina. Pasarlo, girar a la derecha (NE) y atravesar la ladera hasta un espolón cercano. Allí nace una senda, poco visible al principio pero que unos hitos ayudan a localizar. Tomarla al NE para recorrer la vertiente septentrional del Albarrán y desembocar en una pista que, tomada a la derecha (NE) lleva por la Loma Sextilla a la Collada de Aralla.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión corta y fácil a una cumbre destacada y panorámica. Sin nieve carece de dificultad. Con nieve, la fuerte pendiente de la subida final supone un pequeño obstáculo que obliga a tener cierta preparación invernal, al menos en autodetención.

RELATO GRÁFICO:

Desde la Collada de Aralla, apenas se veía la cumbre, que asomaba sólo levemente sobre una de las puntas del Albarrán, que constituye el frente septentrional del pequeño macizo del Pedroso.

De las dos pistas que salen al sur del puerto y remontan la Loma Sextilla, tomé la de la izquierda (SO) que, tras pasar una cancela, gana el lomo y sube por el flanco oriental.

Al cambiar de vertiente, apareció el valle del Río Casares, dominado por el Pico del Cueto, y los montes de la comarca de La Tercia, donde destacaba el Polvoredo. Más a la derecha y por encima de una loma cercana, el modesto Cueto de San Mateo mostraba una bonita silueta.

Mirando atrás, al oeste, iban apareciendo a un lado del valle de Aralla las crestas nevadas de las estribaciones orientales de Villabandín, del Corralines a la Peña Mala, pasando por la Cañada y el Penouta. Al otro lado, asomaban, rocosas y espectaculares, las Peñas Bermejas.

La pista estaba llena de huellas; esto debió de ser el día anterior (domingo por más señas) una romería. Fui remontando suavemente la Loma Sextilla hasta llegar al pie de la primera de sus prominencias; sale ahí un desvío a la derecha, que dejé de lado y, a continuación, el carril me llevó a atravesar la vertiente oriental y trasponer la loma del Aregones.

Desde la misma, al noreste pude ver en el horizonte la cresta nevada de la Sierra del Cuadro, con el Estorbín de Valverde ligeramente destacado en el centro.

Entraba en la cuenca del Arroyo Valmeán, dominada por el Juncanal. A continuación, perdí altura mientras rodeaba dicho pico en busca del cauce del barranco.

Al irme acercando a su eje, me encontré con esta perspectiva: de nuevo el Cueto de San Mateo, enmarcado por el vallecito, que aparecía dominado por las cárcavas de la Sierra de la Peña de la Cueva.

Tras doblar el contrafuerte del Juncanal, terminé el descenso y empezó a descubrirse la cabecera del arroyo. En lo alto, fue visible momentáneamente el Pedroso, más allá de la Sierra de la Peña de la Cueva, y, más a la derecha, la brecha por donde la cruzaría. Tras comenzar de nuevo a subir por el fondo del barranco,...

... el camino me llevó a la vertiente izquierda, por donde acabaría de remontarlo hasta su cabecera, para girar luego a la izquierda, atravesarla y alcanzar...

... la citada horcada que, más adelante, la perspectiva hizo coincidir con una nueva visión de la cumbre. Y precisamente de modo que era visible la ruta para superar el cono cimero: una tira de nieve entre canchos.

Atravesando la cabecera, otra perspectiva del Arroyo de Valmeán, donde se aprecia la diferente innivación. Aparecía ahora enmarcado un monte masivo, invisible hasta entonces: el Machacao. Un poco a la derecha se veía una doble cima; se trata de otro ilustre: el Bodón.

Justo antes del collado, se empinó la subida; sin ser gran cosa, era la mayor pendiente hasta el momento. Al otro lado,...

... me encontré antes un pequeño llano en que el camino gira a la izquierda; allí lo dejé por la derecha (O) para remontar la vaguada que caía de un collado vecino, sobre el que asomaba de nuevo la cumbre.

Desde el mismo, volviéndome, podía ver, por encima de la Sierra de la Peña de la Cueva, un horizonte quebrado en el que destacaban los ya vistos Machacao, Bodón y Polvoredo y ahora, además, una lejanísima Peña Corada. A la derecha, más cerca, San Mateo y los vecinos picos (nevados) de la Silla y la Carda.

Al otro lado de la horcada se extendía el amplio Collado de Pedroso; una planicie suavemente convexa al pie de la cumbre. Ya comenté antes el trazado de la subida final, que resulta obvio, al menos con nieve.

Al asomarme a su divisoria, descubrí el panorama occidental: Sierra de Villabandín, con la Cañada en medio, y montes de la Babia. En el extremo derecho de los primeros, destacaba por su cercanía y líneas armoniosas la Peña Mala. Entre los segundos, Muxavén, Montihuero, Peña Orniz y Morronegro. Girando a la izquierda (S),...

... me dirigí hacia el pico por su lomo norte, que empieza muy suave y se va empinando gradualmente hasta los 30º, valor del que no bajaría en 70 m. A partir de ahí, derivé a la izquierda (SE), a fin de rodear un gran cancho.

Al ganar altura, pude ver, por encima de la cresta del Albarrán, el Cirbanal, con la cumbre la Ubiña asomando, y las peñas tremendas que cierran por el norte la alta cuenca de Casares: Bermeja, Prado, Negra, Barragana, Brazosa y el grupo de los Corros y las Tres Marías.

A la altura del peñasco, volví a girar, ahora a la derecha (SO), para pasar entre el mismo y otro cancho más modesto. Aquí, y durante 20 m, la pendiente alcanzó los 40º, máxima pendiente de la ruta.

A mi derecha, el horizonte occidental era cada vez más amplio y veía ya parte del embalse de Barrios de Luna.

Lo mismo al norte, donde, sobre el Cirbanal,... 

... además de la Ubiña y los Picos del Fontán, asomaban Peña Rueda y el Siegalavá.

Al noreste, la Sierra de Casomera, con el Brañacaballo destacado a la derecha. Hacia ese lado, seguía un confuso mar de pico, donde destacaban los conocidos Polvoredo y Peña Corada. Más allá de aquél, se veía ahora una cima triangular:...

... el Espigüete, reconocible pese a estar a 100 km.

En los metros finales, al pasar la cota 1.900, la pendiente decreció bruscamente y apareció a mi izquierda una parte del macizo oculta hasta entonces: el grupo del Amargones, el cual tapaba la mayor parte del...

... horizonte meridional. Más a la derecha sí se veía un fragmento de los llanos de las Omañas, más allá de las estribaciones que caen de las sierras de Gistreo y Villabandín. En el horizonte, el larguísimo cordal que forman...

... el Teleno y los Montes Aquilianos.

Al oeste, la Sierra de Villabandín, con sus cordales convergiendo en el Alto de la Cañada. Sobre el de más a la izquierda, se divisaba la de Gistreo, con el Arcos del Agua muy destacado y Catoute y Valdeiglesias también visibles.

Un poco a la derecha, a través del valle de Luna, las montañas de la Babia.

Comencé el regreso bajando al Collado de Pedroso por el mismo sitio por el que había subido.

En la horcada, giré a la izquierda (NO) y proseguí el descenso por...

... el fondo de la vaguada, suave y despejado. Por cierto, que en la alternativa de regreso, y en contraste con la de subida, no encontré ni una huella. De dificultad y longitud son similares y merece la pena recorrer las dos opciones, pues se contemplan paisajes diferentes.

Alzando la vista, me fijé en que podía haber acortado bajando por el lado oeste del cancho, pero eso no se me ocurrió antes.

A los pocos minutos de bajada, cuando el terreno a mi derecha se despejó y suavizó, salí del tubo por ese lado (N), atravesando el lomo que limita la vaguada por ese lado. Al cambiar de vertiente,...

... me volví a echar otra mirada al Pedroso que, la verdad, desde aquí no está muy favorecido.

Al otro lado, apareció cercano el Collado de la Miserina, por donde iba a pasar a la vertiente norte de la cresta del Albarrán.

Al asomarme al otro lado, reapareció la línea de peñas de Casares.

El lugar es bastante impresionante, con varias crestas calizas alzándose sobre el mismo.

Giré a la izquierda (NE) y continué manteniendo cota, hacia un cercano espolón, que baja de la cota 1.791.

Desde el mismo, al estar destacado al norte de la ladera, hay buenas vistas. Al suroeste, enmarcada por el extremo occidental de la Sierra del Pedroso y la Miserina, la Sierra de Villabandín.

Al noroeste, las crestas de Babia, más allá del Cirbanal. Abajo, asomaba el pueblecito de Aralla.

Al norte, la línea de crestas de Peñas Bermejas a las Tres Marías, más allá del Pico del Castro, que domina por el sur la Collada de Aralla, que llega a ser visible a la derecha de la foto.

Mi ruta seguía al noreste, atravesando la ladera norte del Albarrán en ligero descenso, en busca de la Loma Sextilla, que se veía iluminada por el sol, más allá de la zona de cresta agreste. En el espolón, nacía una senda, al principio poco clara pero que unos hitos me ayudaron a localizar. La misma me llevó a bajar por una vaguada y, luego, a recorrer el resto de la ladera por una estrecha repisa en balcón.

En la Loma Sextilla, hay que volverse a contemplar el panorama que queda atrás.

Al este, al otro lado, volví a asomarme al Arroyo Valmeán, más allá del cual las cimas de Cueto, Machacao, Polvoredo, Peña Corada y San Mateo seguían destacando en el horizonte quebrado de la Montaña Leonesa.

Giré a la izquierda (NE) y descendí por la loma. Cuando tuve la pista que recorre la ladera septentrional pocos metros a mi izquierda (NO), descendí hasta la misma y la tomé a la derecha (NE).

Al ir a pasar un contrafuerte, me volví a contemplar el frente norte de la sierra, a través del cual había transcurrido la mayor parte de la vuelta. La cima del Pedroso era visible pero quedaba indiferenciada con la cresta del Albarrán.

Aunque lo mejor estaba un poco a la derecha, al oeste, sobre el valle de Aralla; ahora, la Sierra de Villabandín mostraba quizá la mejor perspectiva de la jornada, con la Filera, donde había estado hacía dos días, bien visible a la izquierda. También se distinguía el Alto de la Cañada y destacaban en el extremo derecho el Penouta y la Peña Mala.

Al otro lado del valle, aún eran visibles las Peñas Bermejas y la del Prado, que pronto quedarían definitivamente ocultas.

Al poco, apareció muy cerca la Collada de Aralla. Pocos minutos me llevó terminar de descender por la pista hasta el puerto.

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