Peña Occidental de la Majada (2.004)

ASCENSIÓN DESDE LA GARGANTA DE EL ESPINAR

CRESTA DE LA SIERRA DEL QUINTANAR

La Peña de la Majada occidental es el dosmil más occidental del Guadarrama y culmina la Sierra del Quintanar, prolongación al oeste del cordal de la Mujer Muerta. Esta montaña, poco visitada pese a su cercanía y accesibilidad, es una gran loma de cresta suave, cuyas laderas deforestadas están dedicadas a la ganadería, aunque algunas manchas de pinar dan testimonio de que no fue ésa su naturaleza original. Sus principales atractivos son las amplias vistas, que pueden llegar al Circo de Gredos; unas notables perspectivas de la mitad oeste del Guadarrama, y el bonito entorno pinariego de El Espinar a sus pies.

La subida y bajada del cordal, que se recorrerá de oeste a este, se hará a través de la ladera sur, por lo más accesible en función de los caminos existentes.

Vertiente meridional de la Sierra del Quintanar

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Malagón, Quintanar y Siete Picos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra del Quintanar
  • Base de partida: San Rafael (Segovia)

ACCESO: El Aparcamiento Valle Río Moros está 35 km al sur de Segovia, por San Rafael y la Estación de El Espinar. Tras cruzarlo, girar a la izquierda (SO) y continuar unos 500 m, hasta una cancela a la derecha (N). Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.270 / 2.004
  • Mi tiempo efectivo: 5h44
  • Mi tiempo total: 7h08
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA


LA RUTA: Desde el Área Recreativa de La Panera, tomar el camino que va por lo alto del lomo que se eleva al oeste del Arroyo de Blasco y alcanza la Collada Montesinos. Continuar, bajando al Arroyo del Barranco y remontando el Prado Largo hasta la más baja de las tres pistas que atraviesan en horizontal la Solana del Quintanar. Tomarla a la izquierda (NO) y, al alcanzar el cordal en el Collado Mayor, girar a la derecha (E) y seguirlo, pasando por el Cerro del Carmochín y picos sucesivos, hasta culminar en la Peña Occidental de la Majada.

Proseguir cresteando hasta el Puerto de Pasapán y descender por la pista de la vertiente derecha (SE). En la bifurcación del Alto del Casetón, seguir a la derecha (SO) y no abandonar ya esa pista, señalizada como GR-88, hasta la Garganta de El Espinar.


Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Fácil ruta de duración moderada, agradable y panorámica, está al alcance de cualquier andarín con un mediano entrenamiento. El único inconveniente que tiene es el paso, zigzagueante y un tanto errático, entre las fincas ganaderas para subir al extremo occidental de la Sierra desde la Garganta de El Espinar. Desconozco si hay mejor solución pero ésta es la que encontré.

RELATO GRÁFICO:

Frente al Área Recreativa de La Panera, crucé una cancela y tomé la pista que cruza el Arroyo de Montesinos y gana altura por lo alto de una loma. Mientras caminaba por la umbría escarchada, el sol doraba ya la cresta de la Sierra del Quintanar.

Pasando junto a unos corrales cerca de la cota 1.354, dejé el carril por una vereda que ascendía a la izquierda (N), cortando el matorral. Al fondo, una manta de nubes se deslizaba sobre el cordal; duraría poco.

En esta primera pendiente intensa del día, pronto quedó abajo la Garganta de El Espinar y fueron surgiendo al fondo las cimas de la Sierra de Malagón: Cabeza Líjar y Cueva Valiente.

Cerca de los 1.440 m de altitud, traspuse una cerca de alambre (debí salir de la finca) y tomé a la izquierda (O) un camino horizontal. Por él llegué, en breve a la collada que se abre entre el Cerro y el Alto de Montesinos. Allí, un cartel volvía a prohibir el paso, aunque la cancela estaba abierta.

Descendí al otro lado, primero entre pinos y luego a través de los pastos de la Majada Laguinda, desde donde contemplé de nuevo la cresta, concretamente el Cerro del Carmochín, que volvía a aparecer limpio. 

Pero antes, di un amplio rodeo, terminando de descender al fondo del Arroyo del Santo, que recoge las aguas de esta vertiente. Tras salir de la finca por la cancela de turno y, a continuación, crucé el cauce y tomé a la derecha (O) un camino menos marcado que se encaramaba a una suave loma y me aproximó de nuevo al monte. Todavía volví a saltar otras dos cancelas, entrando en la misma finca y saliendo al poco a la izquierda (O).

En Prado Largo, un buen camino me llevó hacia la Sierra del Quintanar, que se levantaba, parda y pelada, ante mí. Bajo el pico más cercano, el Cerro del Carmochín, podía distinguir los trazos paralelos de tres caminos, el más bajo de los cuales iba a recorrer, de derecha a izquierda, para alcanzar la cuerda en el Collado Mayor.

Mientras ganaba altitud, el mundo se fue ampliando a mi espalda y pronto pude contemplar la Sierra de Malagón en toda su longitud, de la Cabeza Líjar a la Renales, pasando por su culminación en Cueva Valiente.

Sobre mí, sobre el pasto seco sembrado de lanchas de roca, la cresta parecía cercana; falsa impresión, pues la tenía a 400 m de desnivel.

Cerca de los 1.550 m de altitud, la pista giró en redondo a la izquierda. Dejando a la derecha un ramal en peor condición, crucé una cancela y tomé dirección noroeste, cortando la ladera prácticamente en horizontal. Enseguida, me encontré un hito y luego algunos otros (pocos) que, la verdad, no parecen muy necesarios en este camino ancho y abalconado. Al avanzar a poniente, fui descubriendo nuevas elevaciones: los Calocos sobre las casas de Los Ángeles de San Rafael.

Aunque durante este prolongado flanqueo dejé de lado algún desvío, ninguno da pie a la duda, pues están más deteriorados y se van además ladera arriba. Con la perspectiva, podía ver al volverme la Peñota y la Cuerda del Arcipreste silueteadas al contraluz.

En otro momento, me di cuenta de que, a través del boquete entre la Sierra de Malagón y los Calocos se veían unas montañas a lo lejos: las sierras el Cabezo, el Torozo y la Paramera e, incluso, a la izquierda de esta última, llegaba a ver brillar las nieves del Circo de Gredos, donde se adivinaban el Almanzor y Cabeza Nevada.

Al cabo de un rato, apareció a la vuelta de un contrafuerte un cancho coronando un cabezo redondeado. A su derecha, se abre el Collado Mayor, donde pensaba acceder a la cresta. Pero no llegué al mismo; justo antes de entrar en su vaguada, me desvié a la derecha (NE)...

... por un carril que sube a la cuerda de la sierra y luego...

... la remonta junto a la cerca que recorre la divisoria. Tras una primera subida intensa, alcancé un hombro, cotado como 1.730, desde donde vi ya la cima del primer pico de la jornada: el Cerro del Carmochín, donde está además el vértice geodésico del Quintanar.

Mirando atrás desde el mismo, se ve el tramo de cresta ya recorrido, con las cotas 1.730 y 1.578. Más allá, sucesivamente, los Calocos, la Sierra de Ojos Albos y la Serrota. Ahora, las nubes cubrían Gredos.

Al otro lado, el cordal continuaba por el Carmochín, Cerro Carmocho y las Peñas de la Majada hacia la Mujer Muerta, que mostraba sus dos picos mayores: la Pinareja y el Oso. A la derecha, habían aparecido parte de la Cuerda Larga, muy nevada, los Siete Picos y la Maliciosa. A partir de aquí, ya no había carril pero no lo eché de menos; el terreno era cómodo y simplemente seguí la cuerda caminando por el pasto entre matojos y cantos.

Al sureste, la Peña del Águila y la Peñota se elevaban, todas verdes de pinos, sobre la cabecera de la Garganta de El Espinar.

Girando a la derecha la mirada, la Sierra de Malagón sobre el llano brumoso. Muy lejos, asomaba la Sierra del Valle.

Proseguí el cresteo al noreste, descendiendo una breve pendiente, seguida de una subida aún más corta y suave hasta el Carmochín. Al volverme en esa pequeña punta, me fijé en el contrafuerte septentrional del Cerro, inesperadamente rocoso.

Al otro lado, descubrí la vertiente norte de las Peñas de la Majada y la Mujer Muerta.

En la continuación hacia la siguiente prominencia, el Cerro Carmocho, la loma era todavía más amplia y suave.

Si bien no había senda, la vegetación de pasto ralo y matorral rastrero y poco denso no estorbaban la progresión. Llegando arriba, al volverme, vi cómo una tenue nube iba ocupando la loma entre los “Carmochines”; no llegó a alcanzarme.

La horcada siguiente, entre el Carmocho y la Peña Occidental de la Majada, es la más profunda de la cresta, pero tampoco puede calificarse de abrupta.

A mi derecha, las nubes seguían jugando en la Garganta de El Espinar.

En la última subida a la cumbre, se fue dibujando una senda en el pasto, la cual me facilitó el paso por una zona de grandes cantos que rodeé por la vertiente izquierda (norte).

Como hacía bastante viento en ese momento, pese a ser la cumbre de la Sierra del Quintanar y de la jornada, apenas me detuve en la Peña Occidental de la Majada para tomar un par de fotos, y continué hacia la oriental, siguiendo ahora un trazo bastante claro en el matorral.

En esta punta, aparte del murete de la divisoria, una caseta de repetidor me permitió cierto reparo. Y menos mal que las nubes parecían irme respetando: ahora sombreaban el Carmocho y la Peña Occidental de la Majada.

Además, desde la peña oriental la vista mejora. En primer lugar al norte, donde Castilla se perdía en el horizonte.

Y más aún al este, donde el nudo central del Guadarrama presenta una de las perspectivas que más me gustan. Sobre el Puerto del Pasapán, por donde bajaría, y de derecha a izquierda:...

... La Peñota y la Peña del Águila sobre la cabecera de la garganta;...

... la Maliciosa con nubes, los rocosos Siete Picos, unas blanquísimas Guarramillas y Cabezas de Hierro y el cónico Montón de Trigo;...

... por fin, la Mujer Muerta o, mejor dicho, sus dos picos más occidentales, Pasapán y Oso. Para bajar al puerto, no me dirigí directamente al este, sino que retrocedí hacia el oeste para buscar el cabo de una pista que...

... accede por ese lado a la cima y la rodea por el norte. Una bajada mucho más cómoda.

Luego, pasé a la vertiente sur y, tras un amplio rodeo, llegué al Puerto de Pasapán, de donde salí por la derecha (SE), siguiendo la pista en una diagonal por la ladera meridional.

La dejé por un ramal a la derecha (SO), que salía ante una barrera y sigue descendiendo en diagonal a través de la vaguada del puerto.

Durante ese trayecto, disfruté algunas perspectivas notables, como esta alineación de Cerro Ventoso, Siete Picos y la Maliciosa, que para entonces se había despejado, además.

El pinar no era denso pero se encontraban ejemplares de buen desarrollo.

Al llegar al contrafuerte occidental de la vaguada, el camino gira al sur para bajar por lo alto del mismo. Hay desde allí una bonita vista de las Peñas de la Majada; las nubes que cubrían la cresta no sé si la estropeaban o la mejoraban.

En el Alto del Casetón, se bifurcan lomo y pista; yo giré a la derecha (SO) para seguir descendiendo por la rama occidental.

Transitaba ahora por lo que parecía más un cortafuegos, que cortaba, empinado, un bosque más denso. Sin más que seguirlo, hubiera llegado a la carretera de la Garganta de El Espinar pero, si luego debía ir hacia la estación y el pueblo, tomé un atajo que explico a continuación.

Tras dejar de lado sendos desvíos a izquierda y derecha, justo después de sobrepasar el segundo, el carril gira a la derecha; allí, junto a un viejo hito de cañada, me salí de la pista por el interior de la curva (SO).

Atravesé, bajando ligeramente en diagonal una ladera de pinar despejado, de mediana inclinación, hasta...

... topar al poco con una cerca y una senda, donde volví a ver hitos antiguos, y que tomé a la izquierda (SO).

Más abajo, desapareció el trazo y pasé a guiarme por la referencia indudable de la valla.

Al poco, en un claro, me encontré el extremo de un camino más ancho, que tomé y que me llevó a completar la bajada hasta el fondo de la garganta, que alcancé frente al Área Recreativa de La Panera.

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