Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Fácil ruta de
duración moderada, agradable y panorámica, está al alcance de cualquier andarín
con un mediano entrenamiento. El único inconveniente que tiene es el paso,
zigzagueante y un tanto errático, entre las fincas ganaderas para subir al
extremo occidental de la Sierra desde la Garganta de El Espinar. Desconozco si
hay mejor solución pero ésta es la que encontré.
RELATO GRÁFICO:
Frente al
Área Recreativa de La Panera, crucé una cancela y tomé la pista que cruza el
Arroyo de Montesinos y gana altura por lo alto de una loma. Mientras caminaba
por la umbría escarchada, el sol doraba ya la cresta de la Sierra del
Quintanar.
Pasando
junto a unos corrales cerca de la cota 1.354, dejé el carril por una vereda que
ascendía a la izquierda (N), cortando el matorral. Al fondo, una manta de nubes
se deslizaba sobre el cordal; duraría poco.
En esta
primera pendiente intensa del día, pronto quedó abajo la Garganta de El Espinar
y fueron surgiendo al fondo las cimas de la Sierra de Malagón: Cabeza Líjar y
Cueva Valiente.
Cerca de
los 1.440 m de altitud, traspuse una cerca de alambre (debí salir de la finca)
y tomé a la izquierda (O) un camino horizontal. Por él llegué, en breve a la
collada que se abre entre el Cerro y el Alto de Montesinos. Allí, un cartel
volvía a prohibir el paso, aunque la cancela estaba abierta.
Descendí
al otro lado, primero entre pinos y luego a través de los pastos de la Majada
Laguinda, desde donde contemplé de nuevo la cresta, concretamente el Cerro del
Carmochín, que volvía a aparecer limpio.
Pero
antes, di un amplio rodeo, terminando de descender al fondo del Arroyo del
Santo, que recoge las aguas de esta vertiente. Tras salir de la finca por la
cancela de turno y, a continuación, crucé el cauce y tomé a la derecha (O) un
camino menos marcado que se encaramaba a una suave loma y me aproximó de nuevo
al monte. Todavía volví a saltar otras dos cancelas, entrando en la misma finca
y saliendo al poco a la izquierda (O).
En Prado
Largo, un buen camino me llevó hacia la Sierra del Quintanar, que se levantaba,
parda y pelada, ante mí. Bajo el pico más cercano, el Cerro del Carmochín,
podía distinguir los trazos paralelos de tres caminos, el más bajo de los
cuales iba a recorrer, de derecha a izquierda, para alcanzar la cuerda en el
Collado Mayor.
Mientras
ganaba altitud, el mundo se fue ampliando a mi espalda y pronto pude contemplar
la Sierra de Malagón en toda su longitud, de la Cabeza Líjar a la Renales,
pasando por su culminación en Cueva Valiente.
Sobre mí,
sobre el pasto seco sembrado de lanchas de roca, la cresta parecía cercana; falsa
impresión, pues la tenía a 400 m de desnivel.
Cerca de
los 1.550 m de altitud, la pista giró en redondo a la izquierda. Dejando a la
derecha un ramal en peor condición, crucé una cancela y tomé dirección
noroeste, cortando la ladera prácticamente en horizontal. Enseguida, me
encontré un hito y luego algunos otros (pocos) que, la verdad, no parecen muy
necesarios en este camino ancho y abalconado. Al avanzar a poniente, fui
descubriendo nuevas elevaciones: los Calocos sobre las casas de Los Ángeles
de San Rafael.
Aunque
durante este prolongado flanqueo dejé de lado algún desvío, ninguno da pie a la
duda, pues están más deteriorados y se van además ladera arriba. Con la
perspectiva, podía ver al volverme la Peñota y la Cuerda del Arcipreste
silueteadas al contraluz.
En otro
momento, me di cuenta de que, a través del boquete entre la Sierra de Malagón y
los Calocos se veían unas montañas a lo lejos: las sierras el Cabezo, el Torozo
y la Paramera e, incluso, a la izquierda de esta última, llegaba a ver brillar
las nieves del Circo de Gredos, donde se adivinaban el Almanzor y Cabeza
Nevada.
Al cabo
de un rato, apareció a la vuelta de un contrafuerte un cancho coronando un
cabezo redondeado. A su derecha, se abre el Collado Mayor, donde pensaba
acceder a la cresta. Pero no llegué al mismo; justo antes de entrar en su
vaguada, me desvié a la derecha (NE)...
... por
un carril que sube a la cuerda de la sierra y luego...
... la
remonta junto a la cerca que recorre la divisoria. Tras una primera subida
intensa, alcancé un hombro, cotado como 1.730, desde donde vi ya la cima del
primer pico de la jornada: el Cerro del Carmochín, donde está además el vértice
geodésico del Quintanar.
Mirando
atrás desde el mismo, se ve el tramo de cresta ya recorrido, con las cotas
1.730 y 1.578. Más allá, sucesivamente, los Calocos, la Sierra de Ojos Albos y
la Serrota. Ahora, las nubes cubrían Gredos.
Al otro
lado, el cordal continuaba por el Carmochín, Cerro Carmocho y las Peñas de la
Majada hacia la Mujer Muerta, que mostraba sus dos picos mayores: la Pinareja y
el Oso. A la derecha, habían aparecido parte de la Cuerda Larga, muy nevada,
los Siete Picos y la Maliciosa. A partir de aquí, ya no había carril pero no lo
eché de menos; el terreno era cómodo y simplemente seguí la cuerda caminando
por el pasto entre matojos y cantos.
Al
sureste, la Peña del Águila y la Peñota se elevaban, todas verdes de pinos,
sobre la cabecera de la Garganta de El Espinar.
Girando a
la derecha la mirada, la Sierra de Malagón sobre el llano brumoso. Muy lejos,
asomaba la Sierra del Valle.
Proseguí
el cresteo al noreste, descendiendo una breve pendiente, seguida de una subida
aún más corta y suave hasta el Carmochín. Al volverme en esa pequeña punta, me
fijé en el contrafuerte septentrional del Cerro, inesperadamente rocoso.
Al otro
lado, descubrí la vertiente norte de las Peñas de la Majada y la Mujer Muerta.
En la
continuación hacia la siguiente prominencia, el Cerro Carmocho, la loma era
todavía más amplia y suave.
Si bien
no había senda, la vegetación de pasto ralo y matorral rastrero y poco denso no
estorbaban la progresión. Llegando arriba, al volverme, vi cómo una tenue nube
iba ocupando la loma entre los “Carmochines”; no llegó a alcanzarme.
La
horcada siguiente, entre el Carmocho y la Peña Occidental de la Majada, es la
más profunda de la cresta, pero tampoco puede calificarse de abrupta.
A mi
derecha, las nubes seguían jugando en la Garganta de El Espinar.
En la
última subida a la cumbre, se fue dibujando una senda en el pasto, la cual me
facilitó el paso por una zona de grandes cantos que rodeé por la vertiente
izquierda (norte).
Como
hacía bastante viento en ese momento, pese a ser la cumbre de la Sierra del
Quintanar y de la jornada, apenas me detuve en la Peña Occidental de la Majada
para tomar un par de fotos, y continué hacia la oriental, siguiendo ahora un
trazo bastante claro en el matorral.
En esta
punta, aparte del murete de la divisoria, una caseta de repetidor me permitió
cierto reparo. Y menos mal que las nubes parecían irme respetando: ahora
sombreaban el Carmocho y la Peña Occidental de la Majada.
Además,
desde la peña oriental la vista mejora. En primer lugar al norte, donde
Castilla se perdía en el horizonte.
Y más aún
al este, donde el nudo central del Guadarrama presenta una de las perspectivas
que más me gustan. Sobre el Puerto del Pasapán, por donde bajaría, y de derecha
a izquierda:...
... La
Peñota y la Peña del Águila sobre la cabecera de la garganta;...
... la
Maliciosa con nubes, los rocosos Siete Picos, unas blanquísimas Guarramillas y
Cabezas de Hierro y el cónico Montón de Trigo;...
... por
fin, la Mujer Muerta o, mejor dicho, sus dos picos más occidentales, Pasapán y
Oso. Para bajar al puerto, no me dirigí directamente al este, sino que
retrocedí hacia el oeste para buscar el cabo de una pista que...
...
accede por ese lado a la cima y la rodea por el norte. Una bajada mucho más
cómoda.
Luego,
pasé a la vertiente sur y, tras un amplio rodeo, llegué al Puerto de Pasapán,
de donde salí por la derecha (SE), siguiendo la pista en una diagonal por la ladera
meridional.
La dejé
por un ramal a la derecha (SO), que salía ante una barrera y sigue descendiendo
en diagonal a través de la vaguada del puerto.
Durante
ese trayecto, disfruté algunas perspectivas notables, como esta alineación de
Cerro Ventoso, Siete Picos y la Maliciosa, que para entonces se había
despejado, además.
El pinar
no era denso pero se encontraban ejemplares de buen desarrollo.
Al llegar
al contrafuerte occidental de la vaguada, el camino gira al sur para bajar por
lo alto del mismo. Hay desde allí una bonita vista de las Peñas de la Majada;
las nubes que cubrían la cresta no sé si la estropeaban o la mejoraban.
En el
Alto del Casetón, se bifurcan lomo y pista; yo giré a la derecha (SO) para
seguir descendiendo por la rama occidental.
Transitaba
ahora por lo que parecía más un cortafuegos, que cortaba, empinado, un bosque
más denso. Sin más que seguirlo, hubiera llegado a la carretera de la Garganta
de El Espinar pero, si luego debía ir hacia la estación y el pueblo, tomé un
atajo que explico a continuación.
Tras
dejar de lado sendos desvíos a izquierda y derecha, justo después de sobrepasar
el segundo, el carril gira a la derecha; allí, junto a un viejo hito de cañada,
me salí de la pista por el interior de la curva (SO).
Atravesé,
bajando ligeramente en diagonal una ladera de pinar despejado, de mediana
inclinación, hasta...
... topar
al poco con una cerca y una senda, donde volví a ver hitos antiguos, y que tomé
a la izquierda (SO).
Más
abajo, desapareció el trazo y pasé a guiarme por la referencia indudable de la
valla.
Al poco,
en un claro, me encontré el extremo de un camino más ancho, que tomé y que me
llevó a completar la bajada hasta el fondo de la garganta, que alcancé frente
al Área Recreativa de La Panera.
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