Peñalara (2.428)

ASCENSIÓN DESDE NAVALHORNO

CARA NO (INVERNAL)

Peñalara es la cumbre más alta del Guadarrama y una de las Principales del Sistema Central. Aunque es montaña antigua, muy desgastada, el gneis surge en su vertiente sureste, para dar carácter a un puñado de pequeños circos de origen glaciar, rematado por una bonita cresta. Por lo demás, se dan en las laderas los prados pedregosos y frondosos pinares típicos de estas sierras. Como en todo el Guadarrama también, carreteras y otras infraestructuras llegan muy arriba y hay siempre mucha gente, que, por fortuna, se concentra en cuatro sitios. Consecuencias de tener seis millones de personas viviendo alrededor.

En esta ocasión, la ascensión va a transcurrir por la vertiente segoviana, menos alpina pero mucho más alta y solitaria. Consiste en, tras atravesar los frondosos pinares que cubren la falda de la montaña, remontar lo más directamente posible la cara noroeste, aprovechando cualquiera de los tubos que se forman en ella. Luego, el descenso se inicia por el lomo oeste hasta encontrar el bosque y la los caminos que lo atraviesan.

La cara noroeste de Peñalara vista desde Navalhorno

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Guadarrama
  • Base de partida: Pradera de Navalhorno (Segovia)

ACCESO: El Aparcamiento público CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental) está en Pradera de Navalhorno, a 13 km al SE de Segovia, yendo por La Granja de San Ildefonso. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.202 / 2.428
  • Mi tiempo efectivo: 5h13
  • Mi tiempo total: 7h05
  • Dificultades: F+, en las condiciones del día: nieve helada continua en la cara NO y aproximación sin nieve. Tubo de 400 m, con pendiente media de 35º y máxima de 40º. Corto tramo a través del bosque sin señalizar en la aproximación.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el Centro Nacional de Educación Ambiental, tomar una pista de tierra que se interna al SE en el pinar. Al llegar al Arroyo de Peñalara, tomar a la izquierda (SE) uno de los dos caminos que remontan un torrente tributario por una u otra orilla. En ambos casos, la senda se irá deteriorando hasta desaparecer; continuar entonces ladera arriba, por terreno cómodo, siguiendo el cauce. En la zona de Navalesquilar, daremos con una pista asfaltada; tomarla a la derecha (SE) para desviarse enseguida a la izquierda (E), por un ramal de grava ascendente. Tras dejar atrás un desvío a la derecha y tres torrentes, a pocos metros del último, coger un carril a la derecha (E) que, otra vez, se difumina hasta desaparecer. Con la referencia del Arroyo de Peñalara a nuestra derecha, seguir subiendo hasta salir del bosque en la Majada Aranguez, frente a la cara NO de la montaña. Girar a la derecha (SE), cruzar el torrente y dirigirse al centro de la ladera, cortado por un tubo, ramificado en tres en la base, que sube recto hacia la cumbre aparente. Remontándolo por pendiente moderada (<45º), se alcanza la cumbre de Peñalara (F+).

Descender al O, por lo alto del lomo que cae a Majada Hambrienta. Sin abandonarlo, daremos con una pista horizontal; tomarla a la izquierda (SO) y, al poco, girar a la derecha (N) en una bifurcación. En un segundo cruce, daremos con la pista de grava, ya conocida, que habíamos tomado a la subida en Navalesquilar. Tomándola a la izquierda (S), sólo queda ya regresar, por el itinerario de ida, al Centro Nacional de Educación Ambiental.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta “otra cara” de Peñalara es habitualmente un lugar solitario pues está más lejos de Madrid y, además, las ascensiones son siempre más largas. Por otra parte, en seco, remontar los 500 m de pedrera de la cara NO es durísimo y feo. Sin embargo, con buena innivación, se pueden realizar actividades invernales de una magnitud poco habitual en estas tierras.

Aunque la pendiente no pasa de 45º, lo largo y sostenido de la pendiente y la presencia casi segura de hielo, reservan esta ascensión a montañeros diestros en técnica invernal y una mediana preparación física. Para ellos, la remontada de esta ladera será una divertida experiencia, relajada y panorámica. Y solitaria incluso en fin de semana... un raro privilegio en estos montes.

Respecto a la aproximación como la hicimos, es poco práctica. Teóricamente, salimos del sitio más lógico, por cercanía. Sin embargo, el trabajo de los madereros transforma continuamente la red de caminos de la zona y lo reflejado en la cartografía no es real. Por ello, quizá sea mejor ceñirse a pistas principales, como la asfaltada de la Cueva del Monje, la cual se puede tomar en La Granja o incluso en el Puerto de Cotos.

RELATO GRÁFICO:

Ya era de día pero el sol estaba aún bajo el horizonte cuando aparcamos en el Centro Nacional de Educación Ambiental de Valsaín. Más allá del mismo, sobre el bosque, se veía Peñalara con menos nieve de lo que yo esperaba, pero la suficiente como para poder salvar con comodidad la cara NO, visible a la izquierda de la cumbre que, al otro lado, proyectaba hacia nosotros un lomo: por ahí íbamos a bajar. Pero antes habría que subir y, para ello, comenzamos por rodear el edificio del CENEAM, para tomar...

... una pista de tierra que, de la parte de atrás, sale al sureste y se interna en el bosque. El camino estaba balizado con estacas, unas marcadas de verde y otras de rojo.

Ascendimos suavemente a través de un arbolado, al principio de robles y luego de pinos, en el que abundaban ejemplares de buen porte.

Al cabo de un ratito, llegamos a un cruce múltiple, con restos de trabajo maderero. Giramos a la derecha (S), cruzamos por una pasarela el Arroyo de Peñalara y,...

... antes de que el carril se empinara, tomamos el segundo de los caminos que salen a la izquierda (SE). Ambos remontan, por su orilla correspondiente, un torrente tributario del anterior; así pues, comenzamos...

... llevando el cauce a la izquierda. Al principio, el carril estaba claro pero, pronto, se fue difuminando hasta desvanecerse. Como la pendiente era suave y el terreno, cómodo, mantuvimos la dirección y continuamos caminando, aprovechando a veces difusas trazas que tan pronto aparecían como se desaparecían.

Buscando siempre el paso cómodo, acabamos cruzamos el torrente. Luego, derivamos a la izquierda (E),...

... remontando y cruzando el lomo de ese lado, yendo a situarnos sobre otro barranquillo, cuyo curso cruzamos. A continuación, giramos a la izquierda (N) y lo seguimos un corto trecho en descenso, hasta...

... ir a salir a una pista asfaltada. Pocos metros a nuestra derecha (SE), teníamos la salida de una ramal de grava que subía al este y nos dirigimos a hacia él. La nueva pista sube con una pendiente considerable, para el tipo de vía, trazando lazadas a través del denso y bien desarrollado pinar.

Cuando los árboles dejaban un hueco, podíamos apreciar que, casi sin sentir, habíamos ganado cierta altitud; por ejemplo, ante esta vista de la Mujer Muerta sobre el pinar de Valsaín.

Al poco rato, pasamos ante un desvío a la derecha, que no tomamos: por ahí íbamos a bajar más tarde. A continuación,...

... pasamos frente a tres regatos, el último de los cuales es el Arroyo Peñalara, que baja de la cara noroeste del pico.

Justo después de dejarlo atrás, tomamos a la derecha (O) un carril empinado que sigue su curso a cierta distancia.

La pendiente remitió enseguida y dejamos de lado algún desvío de peor condición, antes de llegar a otro claro con restos de trabajos donde desaparecía el camino.

Para entonces, el sol asomaba ya sobre la cresta y, entre los árboles, distinguíamos la blanca ladera que se extiende por encima del bosque.

Como el terreno continuaba siendo cómodo y teníamos la referencia del arroyo, no nos preocupó la falta de senda y proseguimos con la remontada. Comenzamos siguiendo la orilla derecha pero, cuando nos pareció conveniente, pasamos a la opuesta.

Andábamos por los 1.850 m de altitud cuando vimos un hito a nuestra derecha (S), que parecía señalar la entrada de un pasillo abierto en una masa de matorral. Creímos que sería la senda horizontal que lleva al refugio de Majada Hambrienta desde la subida al Puerto de los Neveros y lo tomamos. En realidad, esa senda va más arriba y está mejor pero el estrecho paso abierto en el monte bajo nos bastó para cruzarlo sin pelea e...

... ir a salir del bosque a un prado con algunos pinitos todavía y arbustos dispersos, dominado por la ladera nevada que íbamos buscando. De allí bajaba un arroyuelo y, girando a la izquierda (SE), lo remontamos, dejando lejos a la derecha...

... el refugio, detrás del cual se elevaba el lomo por el que dejaríamos la cumbre.

Frente a nosotros, la cara noroeste, cortada por varios tubos. En el centro, había tres que se unían en uno, el cual subía, en una falsa deriva a la derecha, fruto de la perspectiva, hacia una poco definida cima aparente. Es el más directo y por él íbamos a subir, así que continuamos caminando en la dirección que traíamos,...

... remontando una suave rampa de pedrera, aprovechando pasillos de nieve. Ésta estaba ya dura, aunque aún no helada.

La ligera ganancia de altitud fue suficiente para contemplar a nuestra espalda cómo la llanura mesetaria se extendía más allá de la Mujer Muerta y la loma de La Camorca, a un lado, y el Moño de la Tía Andrea, al otro. Más cerca, el rellano de las majadas Hambrienta y Aranguez, que acabábamos de dejar.

Nos pusimos los crampones poco antes de alcanzar la cota 2.000, cuando el terreno se empinó bruscamente. Durante los siguientes en 400 metros de desnivel, la pendiente se mantuvo entre 30º y 40º, aproximándose a 45º en dos pequeñas panzas cerca del final. Pero no adelantemos; de momento, tomamos el central de los tres tubos de base, que nos dio mejor pinta y que se une con los otros...

... al cabo de 60 m de pendiente regular de 30º de nieve ya muy dura.

El tubo principal es algo más empinado, pasando los 35 º. En el lomo que llevábamos a la derecha, vimos algún hito, creo que innecesario, pues si bien es abierto y poco profundo, la curvatura del tubo es bastante clara. Pero las marcas nos confirmaron que habíamos elegido la subida lógica (no es que fuera muy difícil). La subida es tan regular y las condiciones de nieve eran tan buenas, que...

... nos pudimos dedicar a recrear la vista mientras subíamos a ritmo suave. A un lado, la Mujer Muerta.

Al otro, a la izquierda, se iba descubriendo el cordal de la Sierra de Guadarrama al noreste, con el Alto del Morete destacado.

Hacia media subida, nos encontramos varias placas de hielo, donde sólo penetraban las puntas de los crampones. Para entonces, la vista abajo era ya muy atractiva pues, si esta vertiente carece del carácter agreste de la madrileña, no le falta encanto montañero.

Debíamos andar por los 2.250 m cuando me di cuenta de que, a mi derecha, junto a la Mujer Muerta, asomaban la cresta del Circo de Gredos y la Sierra de la Paramera.

A partir de ahí, en los últimos 150 m de tubo, la ladera se abomba y la pendiente alcanza los 40º, al tiempo que íbamos encontrando la nieve más blanda.

A la izquierda, aparte de ver ya los picos del Nevero y Regajo Alto, la aparición del Cerro de los Claveles nos indicó la cercanía de la cresta.

Cerca de los 2.350 m, pasamos un par de pancitas, de apenas un par de metros, en que la pendiente rozó los 45º. La más baja, está a la altura de las piedras del centro de la foto, que está sacada desde la más alta. Es la máxima dificultad de la ruta.

Poco después, al superar la cota 2.400, la pendiente remitió y vimos aparecer la cumbre, y las primeras personas que veíamos en todo el día, muy cerca al otro lado de una suave rampa helada.

Antes de llegar a ella, el Cerro de los Claveles presentaba este bonito aspecto, contra el fondo del grupo del Puerto de Navafría y Ayllón. Incluso se llegaba a distinguir la borrosa cresta del Urbión por encima de aquéllos. Nótense también las dos caras del risco y el grupito de montañeros rodeándolo.

Al pisar la cumbre de Peñalara, se extendió a nuestros pies el alto valle del Lozoya, dominado por...

... la Cuerda Larga, magnífica en toda su extensión. Más allá, por encima de la zona al oeste (derecha) de las Cabezas de Hierro, otra sombra nebulosa en el horizonte: los Montes de Toledo. Por cierto, que, curiosamente para la época y lo despejado del día, no soplaba nada de viento y la tibieza del sol invitaba a relajarse y pasar un buen rato en cumbre, sobre todo tas haber subido por la umbría de la cara noroeste.

Siguiendo con el giro a la derecha, al oeste, las crestas de Gredos las Parameras llenaban el horizonte más allá de Abantos, Siete Picos, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta, entre otros montes del Guadarrama occidental.

Por cierto que, por encima del Montón de Trigo, en Gredos, se llegaban a reconocer bastantes cimas, de la Mira a la Plaza de Toros, pasando por el Almanzor, la Galana y Cabeza Nevada entre otras.

Tras un buen rato en cumbre, comenzamos la bajada, dirigiéndonos directamente al oeste, a través de un anchísimo y suave lomo. Al llegar al borde de la meseta cimera,...

... descubrimos, sobre el pinar de Valsaín, la continuación del mismo hasta un rellano libre de nieve. Situado hacia los 2.200 m de altitud, desde allí...

... se tiene cierta perspectiva de la cresta de Peñalara y su vertiente noroccidental.

Vimos los hitos de la senda que va de Peña Citores a Majada Hambrienta, pero no la tomamos. El lomo era ancho, de pendiente moderada y regular y estaba cubierto de pasto, salpicado sólo de algunos cantos y matorral perfectamente evitables. No siendo incómodo, decidimos seguir por lo alto, aunque cometimos error de quitarnos los crampones: si nos hubiéramos asomado al borde del rellano, hubiéramos visto que, más abajo, volvía a cubrirse de nieve y, aunque nos apañamos metiendo cantos, hubiera sido mejor ir con pinchos. Buscando la nieve más continua, derivamos a la derecha (NO).

Quedando la terraza de Majada Hambrienta pronto atrás, se extendía bajo nosotros la parte más alta del pinar y el Alto del Morete al fondo.

Al llegar al límite del arbolado, nos encontramos ante una mediana pedrera. A fin de pasarla por lo más corto, giramos a la izquierda (O), cortándola por su parte superior y entrando...

... a continuación en el pinar, donde nos encontramos el típico terreno despejado y de pendiente suave bajo los árboles. Poco después, nos cortó el paso una pista horizontal. La tomamos a la izquierda (SO) y,...

... poco después, nos encontramos ante una bifurcación, donde giramos ahora a la derecha (N). No tardamos en alcanzar un segundo cruce, éste conocido. Estábamos en la pista de grava por la que subimos desde Navalesquilar; en el desvío previo a los tres arroyos. Así pues, giramos a la izquierda (S) para...

... proseguir el plácido descenso a través de un bosque iba ya dorándose con la luz declinante del sol, aunque aún no eran las tres de la tarde.

Al dar con la pista asfaltada, la tomamos a la derecha (NO) pero, en vez de seguir por la ruta de subida, nos pareció mejor bajar por otro itinerario conocido, que también tiene un corto tramo sin senda pero es más cómodo. Dejamos atrás el lugar por donde salimos del pinar por la mañana y al cabo de 50 m desde el cruce, justo antes de entrar en una curva a la derecha, dejamos la carretera por la izquierda (NO), tomando una senda muy borrosa y estrecha que avanza entre pinos y retama: es el pasillo entre los pinos que se ve salir en divergencia con la pista.

El camino bajaba suavemente por un lomo entre dos barrancos y, más adelante, se aclaró bastante, pero no por mucho tiempo.

Pronto, giró a la derecha y lo dejamos por la izquierda (SO), yendo a cruzar el torrente de ese lado y remontando el corto lomo de la vertiente opuesta, al otro lado del cual...

... el terreno se suaviza. Bajando suavemente en la misma dirección (SO) que traíamos, enseguida topamos con un carril, que tomamos a la derecha (O).

En pocos minutos, desembocamos en otra pista conocida: aquélla por la que habíamos cruzado por primera vez el Arroyo Peñalara esa mañana. Tomándola a la derecha (N), salimos al cruce múltiple, donde giramos a la izquierda (NO).

Ahora ya sí que sólo quedaba deshacer camino. Cuando los robles se fueron imponiendo a los pinos, supimos que nos acercábamos al final y...

... no tardó en aparecer el CENEAM, desde donde ahora, con la luz vespertina, se veía mucho mejor Peñalara, así como el lomo por donde habíamos bajado y hasta el trazo del tubo que habíamos seguido a través de la cara noroeste.

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