La Pandera (1.870)

ASCENSIÓN DESDE EL PUERTO DE LAS COBERTERAS

CARA SUR DE LA PEÑA DEL ALTAR

La Pandera es el pico más alto de la llamada Sierra Sur de Jaén, complejo montañoso que se extiende al oeste del Río Guadalbullón, que lo separa de Mágina. Todo el macizo responde a las características habituales de la Subbética: grandes peñas calizas alomadas de laderas altivas, con los espacios entre roquedos poblados por pasto y encinar, con algo de pinos. La montaña está muy humanizada, con instalaciones de comunicaciones en la cresta, una carretera que asciende a la cumbre y numerosos caminos y cortijos en valles y vertientes. Pero el relieve de la Sierra de la Pandera es complejo y también esconde rincones apartados donde disfrutar con tranquilidad de la montaña.

Desde el Puerto de las Coberteras, se trata de ganar el lomo de la montaña de la forma más directa, para luego recorrerlo, pasando por la cumbre, hasta el collado siguiente, desde donde se regresa por la ruta normal, que da un amplio rodeo por las vertientes norte y este.

La cima de la Pandera, y la de la Peña del Altar más allá, desde el oeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Alta Coloma y Mágina (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de la Pandera
  • Base de partida: Puerto de las Coberteras (Jaén)

ACCESO: El Puerto de las Coberteras está 40 km al sur de Jaén, yendo por la carretera A-6050 (los Villares) hasta el Km 26 y tomando allí el desvío a la izquierda (NE) indicado a la S.C.A. San Isidro. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.194 / 1.870
  • Mi tiempo efectivo: 3h04
  • Mi tiempo total: 4h03       
  • Dificultades: F. Muchas placas cortas de inclinación mediana (I), a lo largo de 350 m de desnivel por una ladera sin balizar.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Desde el Puerto de las Coberteras, dirigirse al sur y remontar, superando pequeñas trepadas, la ladera de matorral y peñascos de la Peña del Altar (F). Tomar allí a la izquierda (NO) la pista que recorre la cresta hasta la cima de La Pandera.

Continuar por el carril hasta el vecino collado del Cerrillo Caldera y tomar a la derecha (NE) un trazo que desciende en diagonal por la pedregosa ladera hasta el Puerto de la Nava. Girar a la derecha (E) y seguir unos hitos por la vaguada de ese lado, de la que luego se separa por la vertiente sur (derecha). La senda se irá aclarando paulatinamente, antes de desembocar en una pista junto al Cortijo Nuevo. Tomarla a la derecha (SO) para regresar al Puerto de las Coberteras.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Subir a la Pandera en coche está bien para los turistas pero, por parte de un montañero, me parecería una falta de respeto a una de las cumbres más destacadas del sur peninsular, por prominencia y belleza. Buscando alternativas, me topé con un par de reseñas en Internet que ascendían por la cara sur a la Peña del Altar, aunque de manera no tan directa como hice yo. Esa rectificación de la ruta no fue consciente: fui buscando el itinerario a ojo, intentando ir por lo mejor, y me salió así. Y es que esa subida es igual por casi cualquier parte: si bien no hay obstáculos inevitables, tampoco vi líneas especialmente favorables.

Respecto a lo que nos vamos a encontrar, la subida a la cresta es una recia y larga remontada que alterna caminar por fuertes pendientes y trepar cortas placas y resaltes, siempre muy fáciles (I) y con muy poca exposición. El terreno no se hace incómodo de andar, pues es el piso es compacto, con poca pedrera, y tampoco hay zonas de matorral cerrado. Por otra parte, al menos en 2017, estaba sin marcar y supongo que se requiere algo de instinto para subir sin pasar más fatigas que las del desnivel. Luego, una vez en la Peña del Altar, el retorno es por buenos caminos, salvo en el Puerto de la Nava, donde hay que prestar atención para encontrar la continuidad de la senda.

RELATO GRÁFICO:

Ya desde el arranque de la excursión en el citado Puerto de las Coberteras, podía ver lo esencial de la ascensión: a la derecha de la Pandera, la Peña del Altar sobre la vertiente sur. Ésta es...

... una recia rampa mixta de hierba y piedras trufada de canchos, entre los que existen pasillos de sobra para subir sin afrontar grandes obstáculos. La iba a remontar por donde mejor me pareció y creo que la traza sería una línea a un tercio del borde izquierdo de la foto, aunque no me atrevería a pintarla. Hay que tener en cuenta que la cima no es la aparente sino que viene a estar en el límite entre sol y sombra en la cresta. Además, ya comenté que se puede subir por casi cualquier lado.

Sea como fuere, comencé por dirigirme al sur, subiendo por una mediana pendiente, entre encinas y matorral dispersos. No había senda ni marcas, pero el  terreno era razonablemente cómodo y, la orientación, obvia.

Tras cruzar una cerca, al llegar al límite del arbolado, hacia los 1.320 m de altitud, el entorno se fue tornando rocoso y, pasando entre los canchos, hube de superar algún que otro escaloncito, todos cortos y fáciles (I).

Aquí y allá, riscos airosos amenizaban la subida.

No tardé en encontrarme con una primera zona de placas; luego vendrían más, sin plantear nunca más que una dificultad mínima (I). Si el roquedo sobre mí era bonito,...

... lo bueno estaba mirando atrás: el Puerto de las Coberteras iba quedando abajo, dominado por el núcleo meridional de la sierra, coronado por el Cerro de la Horca.

La remontada sigue todo el rato una tónica parecida e insisto en que uno aquí se complicará la vida justo lo que quiera.

Según ganaba altura, la vista hacia abajo se hacía más impresionante, pero nunca hay una exposición real.

A mi izquierda, entre pináculos, veía más allá del Morrón las lomas nebulosas del extremo occidental de la Sierra de Alta Coloma.

Al otro lado, la cresta suroriental, por donde parece que habría una subida más agreste aún pero fácil. Si vuelvo, se puede probar. Y esas nubes que asoman por detrás... vaya, con lo despejado que estaba el día.

Todavía andaba entre canchos cuando noté que la pendiente disminuía paulatinamente. De repente, dejé atrás los últimos peñascos y...

... salí a una rampa herbosa, desde la que veía la gran antena de la Pandera a mi izquierda.

Estaba a 1.700 m y, mirando atrás, el Puerto de las Coberteras se veía muy abajo. Por cierto, que la cima del Cerro de la Horca era ahora visible, más allá de los agrestes corredor y espolón de Los Ventisqueros. Más a la izquierda, descubrí...

... el cordal difuminado de Sierra Nevada más allá de la Peña del Alacún. Incluso podía reconocer la Alcazaba y el Mulhacén.

Ya sólo me quedaban por superar poco más de cien metros, a través de un prado pedregoso cada vez más tendido, para...

... alcanzar la cima de la Peña del Altar, con su caseta y antena. Allí me topé con aquella nube que ya vi antes asomar, la cual me restó toda visión al este, salvo el nacimiento de la arista noroeste.

Sólo por un momento, asomaron sobre los vapores las cumbres de Grajales y, más lejos, el picudo Almadén y Mágina, el gigante provincial.

Al norte, apenas se ve nada más allá de lomas vecinas. Entre ellas, pinoso, llegaba a ver el Puerto de la Nava, por donde bajaría.

La cumbre de la Pandera, cuajada de antenas y edificios, se elevaba altiva al noroeste, más allá de un corto tramo de lomo ancho y suave recorrido por una pista. Por ella me encaminé hacia allí.

Durante el trayecto, observé a la izquierda las siluetas del Cerro de la Horca y el Morrón y, en medio, las crestas de Alta Coloma.

A la entrada de las instalaciones de la Pandera, la pista de tierra me dejó ya sobre asfalto. Hasta aquí se puede llegar en vehículo y algo de gente llegó y se marchó el tiempo que estuve. Eso sí, la perspectiva hacia la Peña del Altar tenía su aquél.

Subí a la cima por el carril asfaltado, caminando entre edificios abandonados, hasta que una cerca me cerró el paso. Entonces, la dejé por la derecha (S), para seguir una senda muy clara, con tramos incluso de peldaños y pasamanos para superar el risco hasta...

... el vértice geodésico, rodeado de antenas y alambradas. La nube estorbaba las vistas pero también daba algo de encanto (si es que, el que no se consuela...).

Al sur sólo veía algo mirando abajo, a las canales que suben por ese lado. Otras posibles rutas, por cierto.

Más despejado estaba al oeste, al menos por lo que toca a la sierra en sí. A ese lado, veía el Cerrillo Caldera, también con antenas. Y la carretera, por donde seguía llegando algún coche de vez en cuando.

En fin, que bajé por donde había subido, hasta el arranque de la carretera, que tomé al oeste, hacia el Cerrillo Caldera, aunque no llegaría a él: ya desde el principio, distinguía un trazo en el pedregal bajo el collado intermedio, que sería el inicio de mi bajada.

Desde la horcada, tuve la mejor visión del día hacia el sureste, hacia la Sierra de Alta Coloma, y pude también adivinar la mancha clara de Valdepeñas de Jaén.

Al otro lado, el terreno se deslizaba hacia el Barranco de la Hoya del Caño, entre la loma de las Cimbras y el Cagasebo.

Dejé el asfalto por la izquierda (NE), para seguir un trazo, estrecho y bastante roto, a través del pedregal. Las trialeras habían hecho de las suyas y, por momentos, era más cómodo bajar fuera de la huella. Para tomar la bajada, hay que girar en redondo y, ya que daba cara a la Pandera, aproveché para despedirme. Después de una corta bajada empinada por la vaguada,...

... el trazo me llevó hacia la derecha (NE) para atravesar en diagonal más suave la vertiente de ese lado. Más allá se elevaba el Cagasebo y, en medio, el Puerto de la Nava, mi siguiente objetivo. Por encima de ese cerro, se veía ahora muy bien la cresta de Grajales.

Tras el pedregal soleado, entré en un pinar y, enseguida, salí a un claro cubierto de hierba: el Puerto de la Nava.

Volviéndome, podía ver sobre mí los riscos que defienden la cresta de la sierra a ambos lados del Portillo del Lobo.

Derivando a la derecha (E), unos hitos muy separados y un trazo más que difuso me guiaron al arranque de la vaguada de ese lado. Tras caminar apenas 200 m por ella,...

... dejé el cauce seco por la derecha (SE), siguiendo el borroso trazo, aunque ahora tuve que agradecer a los moteros la mejora de la huella.

Enseguida, la senda se aclaró considerablemente y pasé a atravesar en ligera bajada la vertiente nororiental de la montaña,...

... a través de un hermoso pinar que, de vez en cuando, se abría para dejarme ver vertiginosas perspectivas de la cresta.

Tras vadear un arroyuelo a la altura de un pilón, gané unos metros de altura antes de salir a una terraza despejada, literalmente colgada sobre el valle del Quiebrajano, con su embalse, tras el que el terreno se escalona en el Matamulos y el Grajales. A la derecha, en el horizonte, se veían las siluetas nebulosas del Cerro de las Caballerías y el de Alta Coloma (que no se debe no confundir con la sierra homónima); ambos son las alturas principal de la Sierra de Lucena (que tampoco hay que confundir con la ciudad cordobesa de ese nombre, ni tiene nada que ver con ella).

Del lado del monte, la Peña del Altar, mostraba sobre los pinos el perfil de su arista sureste.

Al sur, bajo el Peñón de Alacún, podía ver la vaguada oriental del Puerto de las Coberteras. El camino a seguir era obvio: terminar de rodear la sierra.

Para ello, tomé un camino, éste sí, claro y afirmado con muros de contención de piedra, el cual arranca del prado donde estaba y atraviesa en suave diagonal descendente la vertiente bajo la Peña del Altar, que...

... muestra aquí lo mejor de sus riscos. Y entre todos esos perfiles de aires góticos, se adivinan subidas juguetonas: fáciles al tiempo que espectaculares. Lo que no sé es si volveré por aquí y cuándo.

Tras un tramo suave, el camino baja más bruscamente, trazando lazadas, asomado a la vertiente del Arroyo de los Miradores.

Para luego volver a la suave diagonal y al arbolado. Poco a poco, se fue descubriendo la umbría del Ventisquero, marcando el final de la excursión.

Antes aún pasaría al pie de la arista de la Peña del Altar que llevaba rato viendo de vez en cuando y pude ver de cerca su roca.

Cerca del final, desemboqué en una carretera junto al Cortijo Nuevo. Tomándola a la derecha (SO), me llevó minutos plantarme de vuelta en el Puerto de las Coberteras.

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