Al ir
ganado altura, fue surgiendo a mi espalda la masa del Monte Suerio.
La pista
estaba poblada de hierba, matojos e incluso retoños de pino, indicando poco
tránsito, pero no en tal densidad que dejara de ser cómoda.
Más
adelante, junto al Suerio, aparecerían las primeras crestas nevadas; fueron las
cimas la Escuzana, los Gabietos y el Taillón.
Al cabo
de un rato, crucé el torrente de Borrastre al pie de una pequeña cascada y...
... poco
después, la pista volvió a bifurcarse. Era el momento de dejarla y, guiado por
otro disco con flecha (en esta ocasión, negro), giré a la izquierda (S) para...
... tomar
un estrecho sendero, poco visible en su arranque pero que...
...
pronto se aclaró, continuando la remontada a través del bosque. Ahora las
pendientes eran algo mayores, pero todavía suaves. El bosque era denso pero, de
vez en cuando, el ramaje se abría, dejando...
... ver
un paisaje que iba ampliándose con la altura, como aquí, en que sobre las
crestas del Suerio y Bolave, van asomando las cimas de las Tres Marías y la
Punta Suelza.
Iba
remontando el contrafuerte del Sagrado y, pese a lo abrupto del terreno, la
senda iba adaptándose a las anfractuosidades, de tal modo...
... que
la subida fue muy cómoda, superando algunos resaltes a base de rodearlos.
Hacia los
1.450 m de altitud, salí a un claro en pleno espolón, dominado por la gran
pared. Allí el camino se desdibujó bastante pero, buscando con atención,
encontré la salida subiendo por la cuerda; en la foto, pasé entre los dos
árboles (pino y haya) más altos que se ven en la parte derecha.
Al poco,
el camino derivó a la derecha para trazar una tendida diagonal al noroeste y...
...
alcanzar el claro rodeado de bosque del collado de la Peñarroya. Allí abandoné
el camino, girando a la izquierda (SO) para...
... subir
por lo alto del ancho lomo. No hay senda clara pero unos trozos de plástico
rojo fijados a dos árboles me señalaron un trazo sutil que asciende entre los
árboles.
No hay
verdadera senda pero unos hitos ayudan a seguir un itinerario cómodo y a...
...
encontrar el sitio bueno para superar un par de afloramientos rocosos.
Hacia los
1.600 m de altitud, salí a un claro dominado por la pared cimera.
Desde
allí se divisa, por encima de los árboles y la Peñarroya, un amplio panorama
montañoso en todo el arco norte. Llevaba dos horas y pico subiendo y aproveché
para hacer un buen desayuno en este soleado balcón.
En el
extremo derecho; es decir, casi al este, los macizos de Posets, Cotiella y Turbón
se extendían en el horizonte por detrás de Punta Llerga, Santa Marina y Peña
Montañesa. Abajo, el Valle del Ara, donde se apreciaba el congosto de Jánovas.
Llevando
la mirada hacia la izquierda, las Tres Sorores y las Tres Marías sobre la cresta
del Suerio.
Al norte,
entre el Macizo de Vignemale y el extremo oeste del de Vignemale, corre el
Valle de Broto bajo los contrafuertes de Mondarruego. En medio, algunos picos
de la cabecera del Valle de Lutour, destacando el Pic de la Sède, el de Labas y
Soum d’Aspé.
Siguiendo
con el giro, se despliega toda la Sierra de Tendeñera, más allá del lomo de la
Manchoya.
Al
noroeste, por último, la Collarada y la Sierra de la Partacúa.
Continué
la subida lomo arriba a través del bosque, por un terreno de mediana pendiente,
libre tanto de obstáculos como de senda, aunque los hitos seguían ayudándome a
escoger el paso mejor.
En otro
más claro pequeño, se veía mejor la Peñarroya y más abajo, a la derecha,
Borrastre junto a la boca del barranco.
A la
izquierda, junto al Oturia y la Partacúa, había aparecido en el horizonte el
Midi d’Ossau.
Hacia los
1.750 m, aparecieron los primeros neveros en el suelo del pinar.
Pronto,
clarearon los árboles y me encontré cerca de la pared, aunque no precisamente
en su parte más potente; es más, a la derecha y...
...
bastante cerca, el sol marcaba la situación de la brecha que permite superarla
con facilidad. Tras calzarme las “cadenas”, pues la nieve estaba durita, giré
hacia allí (O) y...
... fui
recorriendo la base del resalte. A medio camino de esa corta travesía,
aparecieron unos discos de pintura amarilla en la roca y una huella vieja en la
nieve: había topado con la ruta normal.
Poco después,
se abrió a mi izquierda (S) un pasillo en el roquedo y en él me metí.
Para
ganar la cresta, ya sólo me quedaban unos 30 m de desnivel, que remonté por una
cinta de nieve que no pasaba de 30º de pendiente,...
...
cortada por algún breve y facilísimo escalón de conglomerado. Al estar fuera
del bosque, la vista atrás era amplia e...
...
impresionante hacia el Barranco Borrastre y el Valle del Ara.
Desde el
collado de Gradatiello, se abrió un panorama al sur, dominado por la Sierra de
Guara, destacando el propio Tozal, el Fragineto y la Gabardiella.
Esta
brecha es una amplia depresión entre la Punta Gradatiello al oeste y...
... la
arista cimera de la Peña Canciás al este, defendida por un importante resalte.
Para superarlo con facilidad, bajé hacia la derecha (SE) de la cuerda,...
...
siguiendo el límite de los arbustos que crecen entre los erizones y la roca.
Pronto,
se abrió un estrecho hueco a mi izquierda (E) y me metí por él, yendo a...
... topar
con el resalte en un punto en que presentaba una repisa a menos de metro y
medio del suelo. Superé el escalón, vertical pero con mucho apoyo (II) y giré a
la derecha (S) para...
...
recorrer unos 10 metros por la repisa y volver a la izquierda para trepar por
un otro escalón de un par de metros, más tendido y fácil aún que el primero
(I).
Me
encontré en una rampa cubierta de erizones. Giré a la izquierda (N) y la
remonté hasta ir a la esquina occidental de la arista cimera, desde la que...
... hay
un buen panorama de las puntas de Castilfrío y Gradatiello al oeste.
A mis
pies, se abría el Barranco de Borrastre.
Giré a la
derecha (SE) y comencé a recorrer la arista cimera, ancha y cómoda en su arranque.
Durante
este panorámico recorrido, me encontré un par de resaltes, ambos evitables por
la derecha (sur) pero que resultan tan fáciles (I) y poco expuestos, que no
merece la pena irse a pisar el matorral y los superé por derecho.
Tras el
primero, ya se ve la cumbre, sobre una loma y desplazada al sur de la arista.
También
resultaba atractivo contemplar los desplomes de la cara norte. El paseo era tan
bonito y relajado que iniciar la subida final por una rampa de hierba,
apartándose de la cuerda, causa una pequeña decepción.
Llegando
al hito, al volverme, pude contemplar el airoso aspecto de la arista, enmarcada
por las montañas del Alto Gállego y la Jacetania.
Al
alcanzar la cima de la Peña Canciás, descubrí al otro lado la Sierra del
Galardón, continuación al este del cordal. En medio, está el Puerto de
Laguarta, por donde abandonaría el cresteo para bajar hacia Borrastre.
Más a la
derecha, al sur, la Sierra de Guara limitaba el panorama.
Siguiendo
con el giro, al este comenzaba el arco de crestas del Pirineo axial con la
Collada, la Sierra de la Partacúa y el Midi d’Ossau.
Seguía
con la Sierra de Tendeñera y el Macizo de Vignemale, a la derecha del cual,...
... se
distinguían algunas cumbres del Valle de Lutour, destacando sobremanera, por su
altivez, el Pic de Labas.
Ya al
norte, bajando la vista, el Barranco de Borrastre, por donde transcurrió la
subida. Cruzando el Valle del Ara, el masivo Monte Suerio, tras el cual el
horizonte se llenaba con las crestas más altas del Sobrarbe. Entre ellas,
destacaban especialmente...
... las
Tres Sorores,...
... la
Punta Suelza, el Posets,...
... el
Cotiella y el Turbón. Bajo estos dos últimos, la Peña Montañesa y el boquete de
Jánovas.
Inicié el
regreso volviendo a la arista para recorrerla hacia el este, donde culmina en
una ligera prominencia. Según se sobrepasa la misma,...
... es
buen momento para asomarse a la vertiente norte y volverse para tener un vertiginoso
panorama de las paredes bajo la arista.
A
continuación, tras perder unos metros suavemente, la arista presenta una
importante caía, por lo que giré a la derecha (S) y...
...
descendí por una ladera de erizones moderadamente empinada. No presenta
obstáculos pero la progresión era incómoda por el matorral y el suelo pedregoso
y suelto, así que, derivé a la izquierda (E)...
... en
cuanto vi paso franco en esa dirección, para volver a tomar la arista que ahora
caía al sureste. Por cierto que, en todo este tramo, no vi ni rastro de senda
ni marcas de ningún tipo pero la dirección a seguir es obvia, al menos con
buena visibilidad.
El filo
de la cresta que encontré es amplio y suave. Al principio, estaba también
poblado de erizones pero éstos eran menos densos que en la ladera. Luego, venía
un crestón de conglomerado aún más cómodo, que...
...
presentaba un par de escalones de un par de metros, fáciles de superar (I) por
el lado derecho de la arista. El que se ve en la foto es el segundo; el otro es
similar.
A
continuación, el terreno se pacifica del todo. Un cresteo de propina, no tan
espectacular pero también majo, llevando a la izquierda...
... la caida de una
bonita ladera de hierba, matorral y resaltes y...
... a la
derecha, el Barranco de Peña Canciás, que cae al sur de la punta oriental de la
arista.
Poco a
poco, se fue descubriendo más abajo una pradera, que el arroyo de marras
atraviesa. Cuando me pareció favorable el terreno, derivé a la derecha (SO)
y...
... bajé
a la misma por una suave placa de roca. Tras cruzar el torrente, giré a la
izquierda (S) para seguir su curso por la orilla occidental.
Al poco,
fue dibujándose en la hierba una senda que llevaba mi dirección y me incorporé
a ella. Siguiéndola, tras este tramo por pradera,...
... pasé
un bosquecillo un tanto claustrofóbico y luego...
... otro
tramo entre árboles pero más grandes y abiertos.
Así
llegué a un amplio prado; una hoya donde el torrente gira al oeste (derecha).
Yo lo crucé y dejé la senda, girando a la izquierda (E) para...
...
remontar una rampa herbosa de pendiente moderada, desde cuya parte superior hay
una bonita perspectiva de la vertiente sur de la Peña Canciás... vaya
diferencia con la otra.
Me volví
a encontrar con el arbolado, y con la cresta, en el Puerto de Laguarta, donde
hay un cruce de caminos señalizado. Tomé el de la izquierda (N), marcado como
PR-HU 9 a Borraste y Fiscal, indicación que ya no abandonaría. Enseguida, la
senda giró a la derecha (E), cruzó la cuerda e inició el descenso al otro lado.
Entraba
en el hayedo que cubre buena parte del Barranco de San Juste y pronto una
espesa capa de hojarasca cubrió el trazo, al punto de hacerlo casi
irreconocible. Aquí, las marcas de pintura en los árboles, abundantes y bien
situadas, resultaron útiles.
Tras
cruzar un amplio claro cubierto de hierba,...
... la
senda desembocó en un camino más amplio, que tomé a la izquierda (NO),
continuando con un descenso más suave aún. El bosque, umbrío, me negaba el
panorama, salvo...
... al
pasar ante un hueco en el ramaje o...
... algún
breve claro.
Al perder
altura y desplazarme al norte, podía ver a veces entre el ramaje la silueta
abrupta de la Peña Canciás.
Crucé un
par de chorros de agua, bajo los cuales la roca aparecía entre la hojarasca.
A partir
del tercero, el de más porte, el camino dejó de hacer diagonales para pasar a
seguir la orilla izquierda, primero de ese modesto curso de agua, y luego del
Barranco de San Juste, que resultaban audibles pero no visibles por la densa
vegetación.
Las
sombras iban invadiendo el valle e incluso el sol se retiraba ya de la cresta
de Peña Canciás, aunque...
... aún
se le veía brillar a través de la boca del barranco, en las laderas del Suerio.
Mirando
atrás, se veían las boscosas laderas de la Sierra del Galardón dominando...
... el
Barranco de San Juste.
La
aparición a mi derecha del Congosto de Jánovas me anunció que estaba a punto de
desembocar en el valle del Ara. Ahí, el camino fue derivando a la izquierda
(NO) para...
...
llevarme plácidamente hasta Borrastre, desde donde pude contemplar tanto la
Manchoya como...
... la
Peña Canciás. Los dos picos que había subido en este fin de semana pirenaico.
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