Peñalara (2.428)

ASCENSIÓN DESDE EL PUENTE DE LA CANTINA

POR EL LOMO OESTE DE PEÑA CITORES Y EL PUERTO DE LOS NEVEROS

Peñalara es la cumbre más alta del Guadarrama y una de las Principales del Sistema Central. Aunque es montaña antigua, muy desgastada, el gneis surge en su vertiente sureste, para dar carácter a un puñado de pequeños circos de origen glaciar, rematado por una bonita cresta. Por lo demás, se dan en las laderas los prados pedregosos y frondosos pinares típicos de estas sierras. Como en todo el Guadarrama también, carreteras y otras infraestructuras llegan muy arriba y hay siempre mucha gente, que, por fortuna, se concentra en cuatro sitios. Consecuencias de tener seis millones de personas viviendo alrededor.

Éste es el clásico recorrido de la cresta de Peñalara, de Dos Hermanas a Los Claveles, pero partiendo de la vertiente norte. Para la ocasión escogí el Puente de la Cantina, ya en plena subida al Puerto de Navacerrada, como acceso más conveniente al lomo occidental de la peña de Citores, que iba a aprovechar para recorrer. El retorno, forzosamente largo al revertir el desplazamiento SO-NE previamente efectuado por la cuerda, y transcurre por los hermosos pinares del pie de monte segoviano.

Vista desde el noroeste de Peñalara

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Guadarrama
  • Base de partida: Valsaín (Segovia)

ACCESO: El Puente de la Cantina está 20 km al SE de Segovia, por La Granja y Valsaín. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.330 / 2.428
  • Mi tiempo efectivo: 7h13
  • Mi tiempo total: 8h36
  • Dificultades: Muy fácil. En la cresta de Peñalara al Cerro de los Claveles hay que apoyar las manos y dar algún paso con decisión.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el Puente de la Cantina, tomar la pista recorre al NO la ladera de La Solana y dejarla enseguida por el segundo camino que sale a la derecha (NE) y remonta el lomo boscoso. Llegando a Peña Citores, continuar al E, trasponiendo  el collado y ganando la cresta de la sierra por Dos Hermanas. Tomar allí la cuerda a la izquierda (NE) hasta la cumbre de Peñalara.

Proseguir el cresteo, pasando por el Cerro de los Claveles, hasta el Puerto de los Neveros. Bajar a la izquierda (NO) por la senda que sigue la vaguada hasta El Esquinazo. Al paso por un claro, dejarla por la izquierda (SO) y dejarse caer a través del pinar hasta dar con una pista asfaltada. Tomarla a la izquierda (SE) y seguirla hasta una encrucijada en Navalesquilar. Seguir por la izquierda (S), pasando por el Puente de Valdeclemente antes de encontrar, en La Solana, la senda por donde antes habíamos remonta ese lomo. Tomarla a la derecha (SO) para deshacer el camino de ida hasta el Puente de la Cantina.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Excursión larga y variada, que combina un cresteo panorámico con una larga caminata a través de uno de los bosques más bonitos del centro de la Península. Sólo el tramo de cuerda entre las Dos Hermanas y la altura de la Laguna de los Pájaros es tan frecuentada como es de esperar en el Guadarrama. El resto va a ser relativamente solitario y bastante original, pese a la existencia de buenos caminos, pues pocos optan hoy por una ascensión que casi dobla en esfuerzo a las rutas que parten del Puerto de Cotos, y esta alternativa resulta menos habitual aún que las que salen de La Granja. Resulta especialmente adecuada en tiempo caluroso, pues, saliendo bien temprano, la subida transcurrirá en la umbría de la vertiente noroeste y, tras el cresteo, estaremos de vuelta a la sombra de los pinos antes de que el sol apriete de verdad.

Respecto a la dificultad, todo el itinerario va por buenos caminos y no hay tramos empinados, excepto la cresta entre Peñalara y Los Claveles. Éste, con la roca seca, no presenta dificultades o riesgos reseñables, aunque el ir triscando por los bloques puede ser incómodo para quien no esté habituado. Se puede evitar pasando al pie del crestón por la vertiente segoviana. Respecto al atajo que, a la bajada, evita llegar al collado del Moño de la Tía Andrea para tomar la pista, puede seguirse por el sendero, incrementando la excursión en unos 3 km.

RELATO GRÁFICO:

Desde el aparcamiento del Puente de la Cantina, todavía en sombra, se veía sobre los pinos la cumbre del Montón de Trigo iluminada por el sol, junto a la luna aún presente en el cielo.

Comencé a caminar por una pista cerrada con cancela que sale a la izquierda de la fuente que allí hay y avanza en dirección noroeste a través del pinar. Enseguida, tomé el segundo desvío que se encuentra a la derecha (NE): un carril empinado, el cual no tardó en…

… transformarse en una senda estrecha pero clara. Señalizada con hitos, por ella remonté el lomo de La Solana, que cae de Peña Citores. Tras ganar unos 150 m de desnivel entre pinos y robles, salía a…

… un claro desde el que se dominaba, al suroeste, el gran cuenco boscoso que forman las crestas de Siete Picos y el Montón de Trigo. También la Mujer Muerta asomaba entre éste y la Camorca.

El siguiente hito de la subida, unos 50 m más arriba, es una pista asfaltada; por ella aparecería al bajar de Peñalara. Ahora, la crucé, derivando una treintena de metros a la izquierda (N) para continuar la remontada por...

… la senda, a cuya salida del carril vi unas marcas de pintura roja en los árboles. Más arriba, encontraría unas pocas señales más, escasas y borrosas. De todas formas, el trazo era tan claro que resultaba innecesario el refuerzo, salvo al paso por algún claro.

Pasados los 1.700 m de altitud, llegué a un claro, cerca de la Fuente de los Ceniceros. A partir de ahí, el bosque iría aclarando y e irían abundando los canchos.

A mi derecha, descubrí las Guarramillas sobre el Puerto de Navacerrada, iluminados por el sol, lo mismo que,…

… si miraba atrás, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta. Sólo esta ladera parecía permanecer en sombra, afortunadamente. Aunque el terreno era ahora más movido, la senda me llevó con comodidad, rodeando los peñascos por un traza libre de obstáculos.

La luz me alcanzó en un rellano, marcado con la cota 1.909, al pie del Mirador del Cancho. Superando la subida a éste,...

… me asomé a la vertiente norte y pude ver, por primera vez en el día, la amarillenta llanura, y en medio la ciudad de Segovia, más allá del verdor de las faldas serranas.

En el Mirador del Cancho, hay una minúscula caseta en la punta misma del espolón. Desde allí se dominan los pinares de Valsaín y las crestas circundantes, del Puerto de Navacerrada a la Mujer Muerta.

Aquí vino un tramo de menor pendiente y apareció Peñalara, a la izquierda de la Peña Citores, hacia donde me dirigía en primer lugar. Los árboles quedaron atrás y la retama florecida dominaba el paisaje. Menos mal que aún eran apenas las nueve de la mañana; en un par de horas, no habrá quien camine por aquí impunemente.

A mi izquierda, bajo la cumbre, veía la suave bajada de la sierra hacia el pie de monte segoviano, donde se distinguían los tejados de La Granja en el borde mismo del pinar.

Al otro lado, se iba descubriendo la Cuerda Larga y ya eran visibles las Cabezas de Hierro.

Al llegar a lo alto de Peña Citores, pude ver ya todo lo que quedaba de ascensión: la ligera bajada al collado; la rampa hasta las Dos Hermanas, marcada por una torrentera, y la cresta hasta Peñalara.

Desde la horcada entre las Dos Hermanas, donde gané la cuerda, de veía atrás la florida Peña Citores contrastando contra el fondo oscuro de la Mujer Muerta. A la izquierda, por el boquete de la Fuenfría asomaban la Peña del Águila y la Sierra de Malagón.

Tomé la ancha cuerda a la izquierda (NE), incorporándome a la vía normal, y a la habitual caravana que circula por ella cualquier día no laborable con buen tiempo. Sorteada la Hermana Mayor por el lado segoviana,...

... me asomé al collado subsiguiente para contemplar a mis pies la Laguna Grande y, en el horizonte, las siluetas de la Najarra, el Cerro de la Genciana y el Mondalindo.

La subida final hasta la cumbre es un ancho lomo, de pendiente y curvatura regulares, que está recorrido por una gran traza pedregosa que corta el pasto ralo que lo cubre. Como se puede ver, la ascensión al techo del Guadarrama, en verano, no presenta la menor dificultad y es físicamente llevadera.

Si había hecho el último tramo de ascensión en compañía, en el cancho cimero de Peñalara me esperaba un verdadero gentío.

Desde la cumbre, la meseta al noroeste era una extensión amarillenta que se difuminaba hasta perderse en la distancia brumosa.

Girándome a la izquierda, al norte del cordal se desprendía Peña Citores, por donde había llegado. Detrás, se desplegaban al fondo, entre otros, el Monte Abantos, Siete Picos, Cueva Valiente, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta.

Al otro lado de la cresta, más allá de las empinadas vertientes del Circo de Peñalara, la Cuerda Larga en toda su longitud, del puerto de la Morcuera al de Navacerrada. En medio, las Cabezas de Hierro mostraban, como un embudo, su famoso tubo norte.

Siguiendo con la vuelta, al nordeste, sobre la cuenca de las Cinco Lagunas, corría el Valle de Lozoya, donde brillaba el Embalse de Pinilla bajo el Nevero y el Reajo Alto, a un lado, y las sierras del Hontanar y la Morcuera al otro. Al fondo, las montañas de Ayllón eran sólo una sombra imprecisa.

Estuve poco rato en cumbre pues no quería que el calor me alcanzara antes de estar de vuelta bajo los árboles y, además, si iba a hacer una parada larga para almorzar, prefería buscar un lugar más tranquilo. Para regresar al Puente de la cantina por otro camino, comencé por seguir recorriendo la cresta al nordeste, hacia el Cerro de los Claveles. Tras una corta y suave bajada por lomo, durante la cual...

... pude ver de cerca, a mi derecha, los oscuros contrafuertes que forman algunos de los famosos tubos de Peñalara. Éste concretamente, que aparece junto a Cabezas de Hierro, es el Encajonado, quizá el más renombrado de esta vertiente de Claveles.

Así llegué a la famosa arista de bloques que, en realidad, estando la roca seca, carece de dificultad objetiva y...

... tampoco resulta expuesta, salvo en un punto o dos. Si bien el piso es muy irregular, los cantos son muy estables y los pasé caminando prácticamente de inicio a fin. Aun así, si alguien encontrara el paso por la cresta inconveniente, se puede pasar unos metros por debajo, por la pedrera del lado norte; pero es más incómodo pues ésa sí que se mueve.

Pasada la cima del Cerro de los Claveles, a los pocos metros, me dejé caer a la izquierda (NO), por el segundo corte que baja a ese lado, marcado con unas borrosas señales de PR. Se trata de...

... un corto diedro muy abierto e inclinado (I) de roca sólida, de unos cinco metros. Ahora, las nuevas balizas marcan la bajada un poco más adelante en la cresta; en mi opinión, esta vieja opción es más cómoda por la firmeza de la roca y, aunque hay que poner las manos, es sumamente fácil.

En fin; al pie de la cresta arranca un trazo que devolvió a la cuerda y me llevó hacia la siguiente prominencia, pasada la cual...

... bajé hacia la cota 2.266 del mapa. Al pie de la misma hay una bonita perspectiva del Cerro de los Claveles y las negras paredes del Risco de los Pájaros.

A continuación pasé por encima de la Laguna de los Pájaros y, sin llegar a ella, dejé la senda por la izquierda (N), para...

... dirigirme por la anchísima loma hacia el Puerto de los Neveros, caminando sin senda pero por terreno cómodo entre los arbustos.

Poco después, volvía topar con el camino balizado, al que me incorporé para seguir cresteando. A cierta distancia de los riscos, merece la pena volverse para disfrutar de una de las perspectivas más bonitas que presenta el Guadarrama en primavera: el contraste del crestón, oscuro y agreste, con la brillante retama florecida.

Poco después llegué al Puerto de los Neveros, donde giré a la izquierda (NO), por...

... una senda marcada con hitos y pintura (PR), que corta el monte bajo llevando a la izquierda la vaguada que se transformará en el Arroyo de la Chorranca.

No tardé en llegar al límite de los árboles. Justo a tiempo, pues eran las doce y el sol había empezado a pegar de lo lindo, sobre todo cuando, al dejar la cuerda, dejó de llegarme el viento. Tras un corto trecho a la sombra, salí a...

... un claro hacia los 1.900 m de altitud, desde donde pude ver la cresta de Peñalara a mi izquierda,...

... la Mujer Muerta delante y...

... la Granja, bajo el Moño de la Tía Andrea y el Pinar de Oquendo.

A continuación, volví bajo los pinos, que empezaban ya a tener un buen porte, al tiempo que la senda fue sustituida por un camino bastante ancho bien acondicionado.

El siguiente claro, no muy grande y donde un cartel prohíbe recoger setas por libre, es el llamado Esquinazo. A la izquierda del camino, unas piedras en medio de la hierba es lo que queda de un hito que hubo en tiempos y que marcaba el atajo para alcanzar la pista asfaltada que recorre el pinar más abajo sin necesidad de dar un rodea de 3 km hasta la base del Moño de la Tía Andrea. Hoy, el trazo no existe pero el terreno es fácil y merece la pena, así que dejé el camino por ese lado (SO) y me introduje en el pinar.

El suelo está despejado bajo los pinos y, por suave pendiente, perdí unos 50 m de desnivel hasta dar con un carril. Lo tomé a la derecha (O) y lo seguí hasta...

... una segunda bifurcación, donde continué también por la derecha (NO).

Muy pronto llegué al tercer cruce y, esta vez, giré a la izquierda (O), pero para...

... dejar el camino apenas 30 m después, cuando hace una curva a la derecha, entrando en el pinar a la izquierda (S). Atravesándolo más o menos en recto, fui perdiendo altura suavemente hasta...

... topar con una pista asfaltada, que tomé a la izquierda (SE).

Esta carretera forestal está cerrada al tráfico y recorre esta vertiente de la sierra a la sombra de los pinos que, además, presentan aquí un porte magnífico. Una gozada para caminantes, y no digo para ciclistas. Ojo, que alguno puede bajar más que alegre.

Aunque aparentemente llana, la pista sube y baja todo el rato: según el GPS, el “descenso” incluyó, a partir de la llegada al asfalto, 300 m de subida en 10 km. Por lo demás, la monotonía forestal era rota, de vez en cuando, por el cruce de un torrente o...

... la fugaz aparición entre los árboles de alguna montaña vecina, como la Mujer Muerta.

Al cabo del rato, dejé a la izquierda el desvío que sube hacia Majada Hambrienta y...

... poco después llegué a una encrucijada en Navalesquilar, donde giré a la izquierda (S).

Durante un trecho, pasé a remontar el Arroyo de Navalasviudas, cuyos saltos veía a mi derecha entre los pinos, antes de cruzarlo por el Puente de los Quebrados.

La pista seguía la misma tónica y, durante este tramo hasta el Puente de Valdeclemente, pasé de largo ante varios desvíos de tierra.

Sin más que señalar, llegué a la ladera de la Solana y al punto donde esa mañana, a poco de comenzar la ascensión, había cruzado esta pista. Allí, giré a la derecha (SO) para deshacer el camino de ida.

El sendero, en sus primeros metros desde el carril, no presenta traza pero está marcado con algunos hitos que ayudan a localizarlo, además de la referencia de apuntar justo al Montón de Trigo. Poco después llegaba al Puente de la Cantina. Al salir a su explanada asfaltada a las tres y media de la tarde, todos los grados del termómetro estaban desplomándose sobre la tierra. Pero, bajo los pinos, no había sido consciente; y es que no hay como un buen bosque para estos calores.

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