Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Larga
excursión sin dificultad en la progresión, pero con alguna en orientación, pese
a transcurrir en su práctica integridad por caminos. Los paisajes que se
traviesan son de una gran variedad: bosques, un amplio valle glaciar, un par de
lagos, panorámicas laderas herbosas y, por supuesto, la cresta.
Se puede
acortar yendo en coche hasta el Refuge de Callau; son 2 km y 50 m desnivel de
pista perfectamente practicable. Si fui andando, fue por desconocer su estado
pero, en mi opinión, este tramo es prescindible.
También era
más corta la idea original, pues no pensaba pasar por el Estany del Clot, sino
rodear el macizo más arriba para volver al Col de Jau, por una senda que, según
el mapa, uniría el Pla del Mig directamente con el Col de Planyàs, ahorrando
unos 3 km con similar desnivel. Sin
embargo, fui incapaz de encontrar su arranque tras buscarlo un rato. Al
contrario de la pista a Callau, el paso por el lago sí que añade atractivo, por
lo que doy por bueno el rodeo.
RELATO GRÁFICO:
En el Col
de Jau, tomé una pista de tierra que sale del lado occidental de la carretera y
se interna en el pinar en dirección sur. En casi inapreciable subida, el carril
me llevó contorneando el monte hasta...
... el
refugio de Callau, donde se bifurca. Continué por la derecha (S), siguiendo un
cartel que indica el inicio del itinerario “Le Madrès”, cuyas marcas amarillas
me acompañarían en la primera parte de
la ascensión. Según dejaba atrás los edificios, encontré una barrera que impide
el tráfico rodado y...
... una
segunda bifurcación, en la que de nuevo proseguí por la derecha (S). Al poco,
salí momentáneamente del bosque en la Jasse de Callau y pude ver, al este, la
Serre d’Escales junto a un casi oculto Dourmidou.
De vuelta
bajo los árboles, empecé a ganar altitud, todavía suavemente. Tras una curva de
180º, pasé el claro que se abre donde hubo una cantera. Luego, con un segundo
giro en redondo, la pista recuperó la dirección sur y, al poco, llegó el
momento de dejarla por una senda que sale a la derecha (O) y remonta La
Castellane. El lugar (en la foto), no hay nada distintivo y, pese a estar
marcada con hitos, la vereda tampoco es muy visible, al salir a contramano.
Valga como referencia la altitud de 1.650 m.
Sin
embargo, el trazo era muy claro a través del pinar y, con las señales de
pintura ya mencionadas y abundantes hitos de refuerzo, me llevó sin dudas a
través del bosque de la ribera meridional del vallecito, en un ascenso ya más
firme.
Salí del
bosque denso coincidiendo con el cruce del torrente para...
...
proseguir subiendo por la otra orilla. En este terreno más despejado, comencé a
ver los roquedos del circo cabecero.
A mi
derecha, se elevaba la cresta septentrional del valle, a la cual me dirigía.
Pero subiría más arriba, por un acceso más confortable, precisamente al otro
lado del risco tenía a la vista.
Volviéndome,
tenía una visión algo más amplia de la pareja Dourmidou – Escales y, más lejos,
la confusa sombra de los montes de la región de Corbières.
Aún
cruzaría un par de veces más el juvenil torrente antes de que...
... una
subida más brusca me llevara a una horcada en la vertiente izquierda del valle
donde...
... se
asienta el orri de La Balmette. A través de la horcada, fue asomando el risco
del...
... Salt
del Bourro, desprendido del Roc Nègre. Más lejos, asomaba el Pic de Bernard
Sauvage, mientras que el Madrès quedaba oculto por la gran aguja.
Tras
puesta la horcada, pude contemplar la cabecera completa del valle. Aquí dejaría
la ruta balizada, girando a la derecha (NO) tras bajar una corta pendiente de
hierba y matorral para...
... en un
pequeño y verde circo tributario, que remontaría hasta la cresta. Un trazo más
precario que el que había llevado hasta entonces, me facilitó el paso a través
de arbustos y algún breve pedregal.
Al poco
de haber emprendido esta primera subida realmente empinada de la jornada la
vista sobre la Castellane bajo la Rouquette.
Tras
pasar un rellano, el senderillo me llevó a dejar lo que parecía el tubo
principal para culminar la subida por otro más cómodo a la derecha (N).
Alcancé
la cresta en el collado abierto entre las cotas 2.213 y 2.196 del mapa. Había
ido girando hasta tomar dirección este y lo primero que vi sobresalir de la
loma fue el Dourmidou. Girando en redondo a la izquierda (O),...
...
comencé a seguir el verde lomo, que se presentaba amplio y suave.
Y también
panorámico. Al noroeste, apareció la Montagne de Tabe, más allá de las crestas
de Tarbésou y Bentaillole.
La subida
por la cuerda continuó gradual y relajada hasta una anónima prominencia, desde
la cual...
...
dominaba la cresta recorrida, incluyendo el collado en que la alcancé y el tubo
de acceso al mismo.
También,
pude ver por primera vez en el día la roma cima del Pic de Madrès. Proseguí el
cresteo, que...
... se
empinó, sin presentar obstáculos, para ascender al Pic de Bernard Sauvage.
Desde esa
cima, destaca la vista sobre el Salt del Bourro bajo el Roc Nègre, al otro lado
de la Castellane.
Mirando
atrás, se descubría más allá del Dourmidou una sucesión de modestas sierras que
se extiende hacia Narbona.
Al norte,
el Pirineo, tras unas pocas arrugas, desemboca rápidamente en la llanura.
Al
noroeste, sigue visible, algo más cercana, la picuda Montagne de Tabe,
enmarcada por los mismos de antes.
Al oeste,
el macizo del Carlit al completo, donde destacan el propio Carlit, los Perics y
el piramidal Roc Blanc cerca de su
extremo norte.
Giré aquí
con la cresta al sur, emprendiendo la subida final a la cumbre de la jornada
tras pasar la consiguiente depresión. Por cierto que, a la derecha de la
loma,...
...
descubrí el larguísimo cordal del Cadí, e incluso llegué a distinguir el
Pedraforca asomando junto al Comabona.
Al paso
por la horcada, se ve el perfecto tubo de La Castellane.
El lomo
norte al Pic de Madrès es extenso y suave.
Desde la
cumbre, mirando atrás, el Pic de Bernard Sauvage culmina la cresta que limita
por el norte el alto valle de La Castellane, que quedaba ahora oculto.
Al oeste,
junto a las crestas del Carlit se descubría ahora el extenso altiplano del
Capcir. Hacia la izquierda, el Cadí y...
... las
montañas del Ripollés, por encima del vecino Puig de la Pelada. En aquéllas, se
distinguían muy bien el cónico Noufonts y el masivo Bastiments, cerca del
extremo izquierdo.
Al
sureste, el Canigó, quebraba el horizonte por encima del Mont Coronat.
Comencé
el retorno siguiendo la cresta al este, recorrida por una senda marcada con
pintura roja y amarilla. Me dirigía hacia el Roc Nègre,...
...
tercer pico de la jornada. Para llegar allí, tendría que pasar una zona rocosa,
bastante movida, llamada Clos Tort.
El pasaje
resultó muy fácil siguiendo la senda, la cual me llevó primero a rodear un
risco por la vertiente derecha (sur) y, tras un corto flanqueo,...
... a
pasar el siguiente por la izquierda (norte)...
...
disponiendo siempre de un buen trazo, muy pisado y sin obstáculos.
Desde
este segundo flanqueo es muy bonita la vista hacia el Bernard Sauvage, por
encima del Salt del Bourro.
Desde el
Roc Nègre, el Pic de Madrès presenta un aspecto algo más altivo. Aunque no
mucho. Otra vez, la máxima cumbre es lo menos alpino de un macizo. Curioso.
Al este,
la cresta del macizo continuaba, más que ancha, extensa y gradual hacia la
Rouquette. Por ahí suelen ir muchos de los que hacen el recorrido de las tres
cumbres. Pero yo pensaba dar una vuelta más amplia. Como en este pico había un
enjambre de bichos bastante molesto, apenas paré y giré a la derecha (S)
para...
...
descender por una loma ancha, pero no tanto, y más empinada pero sin exagerar.
Llevaba en la vista las crestas del Ripollès y, a la derecha,...
... la
cabecera de la Coume de Ponteils, donde parece que hubo un ibón, hoy colmatado.
Al
alejarme de la cresta, el Madrès se iba mostrando más fiero, dentro de un orden
claro. Bueno, esta vista ya es más atractiva.
Bajé por
este lomo del Clot Rodon sin seguir, ni echar de menos, ningún trazo, pensando
que no habría. Pues bien, sí que debe de salir una senda del Roc Nègre, pues
convergí con ella llegando...
... al
ancho collado subsiguiente. Me incorporé a la misma hacia la derecha (S) y me
dirigí hacia el Roc des Gourgs. El nombre le viene de que se eleva entre...
... las
cuencas de los lagos Estelat, al que me dirigía y que veía a mi izquierda, y el
Nègre al otro lado.
Al tomar
distancia, volviéndome podía ver toda la loma entre el Madrès y el Roc Nègre.
No llegué
a subir al Roc des Gourgs sino que, cuando el terreno comenzó a elevarse, la
senda me llevó a derivar a la izquierda para rodearlo por el norte, perdiendo
de paso de vista las crestas del Carlit.
Habiendo
tomado dirección este, pasé por la Font de la Perdrix y, enseguida, a un
pequeño refugio abierto, desde el que sí que pude ver el Gorg Nègre, con el
Mont Coronat y el Canigó al fondo.
A partir
de aquí, reaparecieron las señales de pintura, amarillas y también otras rojas,
más escasas y borrosas, marcando la senda, que continuaba al este por lo alto
de la loma. Con la pérdida de altitud, los árboles empezaron a menudear y no
tardé en encontrarme caminando a través de bosque.
A 2.175 m
de altitud, en la zona de Pinouseil, un par de carteles marcaban una
encrucijada. A la izquierda (NE), salía...
... un
desvío indicado al Gorg Estelat y por él me fui. El trazo estaba muy poco claro
al principio, pero...
...
enseguida se aclaraba mucho, además de que persistían tanto las marcas
amarillas como algunos hitos.
Antes de
ver el lago, se fue anunciando por la cercanía de las laderas de la loma de la
Rouquette, pues...
... la
masa de agua apareció bruscamente tras atravesar una densa banda de árboles. En
la orilla, giré a la derecha (E) para bordearlo brevemente. Tras cruzar el
desagüe,...
... la
senda me llevó a seguir el vallecito en su descenso.
En el Pla
d’Amunt, primer rellano por debajo del lago, la senda se bifurcó, esta vez más
claramente, proseguí por la izquierda (SE), indicada al Estany del Clot.
Una
acusada cuesta me llevó al siguiente escalón, el Pla del Mig, al cabo del cual
la senda desemboca en una pista, por la que seguí hacia la izquierda (SE). Unos
metros antes del cruce, busqué a la izquierda (E) la salida de una senda, que
según el mapa rodea el macizo. No encontré ni rastro de ella, así que decidí al
Col de Jau dando un rodeo más amplio (qué remedio). Pero no estuvo mal.
En primer
lugar, bajé hasta el Estany del Clot, que hacía un bonito contraste entre tanto
verde, con el Mont Coronat detrás. El camino me llevó hacia él, dando amplio un
rodeo por la derecha.
A la
altura del lago, llegué a un cruce señalizado junto a unos corrales, donde giré
a la izquierda (NE).
A
continuación, bordeé el lago...
... por
su orilla oriental, al cabo de la cual crucé el torrente que lo desagua por una
pasarela.
Del otro
lado, nacen dos sendas divergentes y yo tomé la de la derecha (E), que me
introdujo en el bosque separándome del cauce.
Poco más
de 200 m después, al otro lado de una cerca, tomé un desvío muy borroso a la
izquierda (NO), el cual...
... me
sacó de los árboles a una zona de pasto con algo de matorral bajo las laderas
de Als Pelats. El trazo se aclaró y por él emprendí un largo flanqueo por la vertiente
oriental de la montaña.
A mi
derecha, con el Canigó al fondo, el Mont Coronat dominaba el valle de Nohèdes.
La
panorámica travesía me llevó hacia el espolón del Roc de Torrelles, desde
donde,...
...
mirando atrás, se ve una bonita sucesión de laderas, contrafuertes y crestas.
El trazo
desapareció momentáneamente en la collada, así que, siguiendo la lógica, giré a
la izquierda (N) y doblé el lomo manteniendo cota...
...
dentro de lo posible, a través de un matorral no muy malo, hasta...
...
reencontrar la senda apenas 50 m después. Al pasar junto a pinos, me fijé en
que algunos ostentaban unas manchas borrosas, muy viejas, de pintura verde
claro.
Pero el
trazo está tan claro que resultan innecesarias. Atravesando esta ladera del Bac
de Torrelles, pronto vi otro collado: el de Planyàs, al cual me dirigía.
A la
derecha, el Canigó recibía la sombra de la (casi) única nube que vi en el día.
En el Col
de Planyàs, desapareció la senda junto a la linde de un bosque.
Antes de
entrar en el mismo, me volví a echar una última mirada a las laderas por donde
había llegado, bajo la oscura masa del Mont Coronat.
Según
entré bajo los árboles, crucé una puerta de pastor eléctrico y...
... salí
a terreno despejado, volviendo a ver los picos Dourmidou y Escales, referencia
indudable de la cercanía del Col de Jau y del final de la ruta. Hacia mi
izquierda (NO), salía un carril, que tomé,...
...
bajando por él hasta una pista en mejor condición, que tomé a la izquierda (E).
Ésta es la misma que por la que esa mañana había salido del puerto y pasado por
Callau, luego no tenía más que seguirla. Acorté distancia cuando, tras doblar
un lomo en la ladera de la Rouquette,...
... justo
antes de doblar el segundo, tomé a la derecha (NE) una senda, marcada con dos
hitos, que se interna en el pinar. Como no hay referencias claras, dejo la
imagen; el arranque del desvío son los bastones.
Como casi
siempre, si la salida es borrosa, al poco se aclaró el trazo, que me llevó en
cómoda bajada hasta...
...
reencontrar la pista. La tomé a la derecha (S) y...
...
enseguida, a la salida de una lazada, reconocí la Jasse de Callau. Ya sólo me
quedó seguir el carril para llegar, por el refugio homónimo, al Col de Jau.
Comentarios
Publicar un comentario