Puig dels Tres Vents (2.731)

ASCENSIÓN DESDE EL COL DE JOU

CRESTA DESDE EL PIC DES SEPT HOMMES

El Puig des Tres Vents está situado en el Macizo del Canigó, el más oriental del Pirineo en que se manifiesta la alta montaña en toda su áspera belleza. Aunque es su tercera altura, estando bien separado del propio Pic du Canigó y con una prominencia que supera los 200 m, se le puede considerar “el otro pico” de este gran edificio montañoso. El Tres Vents culmina un alargado lomo pedregoso y desolado, regular y suave, pero altivo, que se destaca al este del cordal principal. Aunque su altitud sería más bien modesta en el Pirineo Central, en estas regiones destaca mucho sobre las montañas vecinas y queda efectivamente expuesto a todos los vientos, exposición reflejada en la aridez de su cresta, por encima de los prados alpinos y bosques que pueblan los niveles inferiores.

La ruta recorre la cresta occidental, accediendo a ella por sus accesos naturales; los prados de la Roquette para la subida y el curso del Cady para el regreso a Mariailles y el Col de Jou.

Visto desde el norte, el Puig dels Tres Vents se eleva entre sus crestas; la de Sept Hommes, a la derecha

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Ripollès - Conflent (Pirineos)
  • Unidad: Massif du Canigou
  • Base de partida: Col de Jou (Pyrénées-Orientales)

ACCESO: El Col de Jou está 63 km al NE de Puigcerdá, por Mont-Louis, Villafranca de Conflent y Casteil. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps. Aquí hay un aparcamiento y comienza la pista de tierra que sube al Refuge de Mariailles, que es apta para turismos, pero que se encuentra cerrada al tráfico privado desde 2020.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.132 / 2.731
  • Mi tiempo efectivo: 9h44
  • Mi tiempo total: 12h19
  • Dificultades: Muy fácil. Algún tramo empinado y abrupto por pedrera.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Géoportail. © IGN 2017

LA RUTA: Salir del Col de Jou por la pista que sube al Refuge de Mariailles. Cuando el carril gira a la derecha, tomar a la izquierda (S) un desvío que remonta el valle de la Llipodère hasta la Collade de la Roquette. Tomar allí la cuerda a la izquierda (SE) para alcanzar al Pla Guillem, donde trazos e hitos, nos harán girar a la izquierda (NE) para trasponer el  Coll des Bocacers y ascender al Pic des Sept Hommes. Seguir la cresta a la derecha (E) hasta la antecima oeste del Puig dels Tres Vents (cota 2.727) y tomar el cordal que sale a la derecha (SE) para alcanzar, por cresta carente de obstáculos, la cumbre.

Volver a la antecima y descender por la arista de la derecha (NE), por terreno abrupto pero con traza e hitos, a la Porteille de Leca. Girar a la izquierda y bajar por la vaguada, a través de empinadas pedreras primero y luego por prado entre los lagos. En el Pla de Cady, al converger con el camino (GR) que sube hacia el Canigó, tomarlo a la izquierda (SO) y seguirlo, pasando por el Refuge Arago, hasta el Refuge de Mariailles, donde se retoma la pista del inicio para volver al Col de Jou.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Excursión muy larga pero carente prácticamente de dificultad; sólo hay que pisar un poco de pedrera. Su principal atractivo es el largo cresteo panorámico, aunque también es bonita la bajada siguiendo el río de Cady. Atacar desde el Col de Jou y bajar en el día hace la ruta un poco más larga de lo que considero recomendable para disfrutar de la montaña con calma. Pero, además de subir con el coche a Mariailles si volvieran a abrir la pista, cabe dividir la jornada cómodamente haciendo noche en el refugio o en alguna de las cabañas cercanas. Para hacerse una idea, desde el Col de Jou al refugio hay 600 m de desnivel y unos 5 km, en los que empleé hora y media en subida y una en bajada.

RELATO GRÁFICO:

Desde el Col de Jou, se veía el sol iluminar el Macizo de Madrès, al otro lado de un brumoso valle de Conflent.

Pero enseguida se acabó el panorama: la pista que sale del aparcamiento hacia el Refuge de Mariailles...

... transcurre a través del bosque. Enseguida, me encontré ante una bifurcación y, siguiendo las indicaciones de un cartel, giré a la izquierda (N) para ascender por pendientes moderadas pero sostenidas. El carril va haciendo grandes lazadas, algunas de las cuales tienen atajos pero, por suavizar la subida, no los tomé.

Sólo ocasionalmente, un hueco en el ramaje me dejaba ver algo más allá. Como aquí, al noreste, unas modestas colinas sobresaliendo de la niebla.

Hacia arriba, el cielo estaba totalmente despejado. La visión de las crestas de Quazemi y Sept Hommes anunció la cercanía de Mariailles.

Poco después, dejé a la izquierda el desvío que va al refugio y la pista salió del bosque en lo alto de un lomo, más allá del cual se apreciaba el tajo de Cady por Quazemi de Salt, Puig Sec, Roc Negre y Tres Vents; es decir, que se ya veían casi todos los picos importantes del macizo, pero no el propio Canigó.

Volviéndome al noroeste, eran visibles en el horizonte las crestas de los macizos del Carlit y Madrès.

En el lomo, el carril hace una curva a la derecha, a cuya salida arranca a la izquierda (S) una pista que un cartel indica a Pla Guillem. La tomé y...

... en cuanto cogí unos metros de distancia con el cruce, al volverme pude apreciar, más allá de uno de las cabañas forestales, los espectaculares roquedos que dominan la garganta por donde discurre el Cady.

A continuación, entré en un breve tramo boscoso, del que salí a los prados de la Llipodera. Al fondo, se podía apreciar la Collade de la Roquette, donde comenzaría el largo cresteo, objeto principal de la jornada.

Cuando la pista había girado para tomar dirección sureste, al pasar a la altura de una rústica cabaña que quedaba abajo a mi izquierda, pude ver al otro lado (SO) un hito y una marca de GR en una piedra, separados del camino pero destacados, y dejé el carril para dirigirme hacia ellos. Al principio el trazo apenas se dibujaba en la hierba pero... 

... fue aclarándose a medida que subía. Más arriba, crucé la pista que, luego, me volví a encontrar en la misma Collade de la Roquette.

Cuando alcancé la horcada, surgieron al otro lado las montañas ripollesas, con el Bastiments bien destacado, sobresaliendo del lomo verde del Pomerole.

A mi espalda, sobre la vaguada que acababa de remontar, se alzaba la mole ingente de Sept Hommes, cuya cima me alcanzaría rodeando la cabecera del valle por la cuerda.

Para ello, giré a la izquierda (SE) y comencé a seguir la loma, pero no por la pista sino por una senda balizada (GR), que arrancaba en plena divisoria cruzando un portillo entre los árboles más cercanos.

Notable es la vista cuando la senda contornea por el oeste el Pic de la Roquette: las crestas del Ripollès y del Carlit, donde...

... destacaban el propio Carlit, los Perics y el Roc Blanc.

 Más a la derecha aún, Madrès y Dourmidou.

Tras el flanqueo, salí al lomo, al tiempo que quedaban atrás los últimos árboles, cerca del refugio de Pla Guillem y frente a la cresta de Sept Hommes.

Mirando atrás, hacia las crestas del Ripollès y sus satélites, me di cuenta de que asomaba ahora… 

… la atractiva silueta del Gra de Fajol, junto al Bastiments y el Pic de la Dona.

Pasé junto al refugio y, dejando de lado una pequeña prominencia herbosa, me encontré ante los extensos prados del Pla Guillem, limitados al fondo por la divisoria del macizo. Derivando a la izquierda (E), me dirigí en derechura hacia la ligera depresión del Coll dels Bocacers.

Según me iba acercando, fui descubriendo el ancho lomo por donde iba a subir a Sept Hommes, más empinado que lo superado hasta entonces, pero no en mucho.

Al llegar a la cresta, puede ver al sur, más allá de una verde cresta cercana, las siluetas a contraluz de las montañas de las montañas de la Garrotxa, con los picos de Bassegoda y Comanegra reconocibles. La tomé a la izquierda (NE), y…

… tras rodear por la derecha una pequeña prominencia, llegué al verdadero Coll del Bocacers y acometí la remontada del lomo hacia la cresta de Sept Hommes. A partir de la horcada, marcas de pintura blanca y amarilla e hitos me guiaron…

… por una estupenda traza, que hace la subida muy cómoda. Mirando atrás, junto a crestas ya vistas y sobre el Pla Guillem, podía ver ahora el Costabona, casi alineado con el más cercano Puig de la Collada Verda.

La preponderancia de la pedrera sobre la hierba me anunció la cercanía de la cresta, que...

… alcancé directamente en el Pic des Sept Hommes. Al otro lado, al norte, descubrí la cumbre del macizo; el impresionante Pic du Canigou, enmarcado por Quazemi, Barbet y Puig Sec.

Al noroeste, se extendían en el horizonte los macizos del Carlit y Madrès, más allá de la caída de la cresta.

Al suroeste, el Pla Guillem se mostraba ahora en toda su extensión, bajo el Costabona, Bastiments y el cónico Gallinas.

Al sureste, sobre el alto Vallespir, la bruma dejaba poco que ver, aparte de la masa aislada del Puig de Bassegoda.

Proseguí por la ancha y suave cresta, cubierta a media de hierba y cantos, hacia el Puig Roja, siguiente pico de la jornada. Tras una antecima,...

… traspuse el modesto Pic de Bassibès. Aunque algún cancho interrumpe la regularidad del lomo verde, una senda facilitaba el paso cómodo. A media remontada de la ladera del Puig Roja, volviéndose…

… hay una buena perspectiva de la cresta des Sept Hommes.

Al llegar al entorno de cumbre y disminuir la pendiente, descubrí al otro lado la cumbre de la jornada: el Puig des Tres Vents, culminando una larga loma pedregosa desgajada al sur del cordal principal.

A mi izquierda, una cúpula herbosa parecía la cima pero no lo es. El punto más alto está un poco más allá, en una doble punta pedregosa, que alcancé rodeando la prominencia previa.

La vista más notable desde el Puig de Roja es la del Canigó rodeado de sus satélites más cercanos, mostrando la vertiente de La Cheminée, que, así sin más, se llama el paso por donde se accede a la cumbre habitualmente por este lado. Resulta incluso sorprendente este pequeño enclave alpino tan al este.

A la izquierda, el terreno cae rápidamente hacia el Cady y me fijé en un llamativo roquedo, que es precisamente el que domina Mariailles.

Las laderas del Tres Vents eran ahora totalmente visibles, más allá del hoyo de Coumelade, donde persistía uno de los poquísimos neveros que quedaban con…

… un bonito charco de fusión.

La bajada del Puig Roja al noreste es una arista más fina, empinada y rocosa que el terreno previo…

… aunque el trazo y los hitos permiten un descenso cómodo y relajado. Tras un collado, una breve subida, que vuelve a transcurrir por suave lomo verde, me llevó a la anónima cota 2.652.

A mi derecha, se deslizaba suave y desolada la cabecera de Coumelade.

A continuación, pasé la Porteille des Tres Vents y ascendí al Puig des Gourgs, donde la cresta vira al este.

Desde allí, descubrí los Gours de Cady, que realzaban la vista del Canigó. Siguiendo la cadena de laguitos iba bajar más tarde, después de…

… descender la agreste arista que cae al norte de la antecima oeste del Tres Vents, y que podía ver también a la izquierda de la cuerda que seguía, su perfil destacado contra la ladera soleada del Puig del Roc Negre.

Para llegar a la antecima de marras, me esperaba un lomo empinado y pedregoso pero sin dificultad. Allí giré a la derecha (SE) para…

… recorrer la cresta secundaria, más tendida, en que se eleva la cumbre del Tres Vents.

Desde el Puig des Tres Vents, se ve al nordeste la Serra del Roc Negre, coronada por el pico homónimo.

Al sureste, la loma pedregosa baja gradual hacia un panorama brumoso.

Al oeste, poco se distinguía más allá del Puig Roja.

Al norte, el Canigou asomaba por el boquete de la Porteille de Leca, adonde tocaba dirigirme. Tras volver a la antecima oeste, giré a la derecha (NE) y…

… retomé el cordal principal. La bajada se presenta empinada y agreste, pero…

… los hitos me guiaron, siempre a la izquierda de la arista, por pasos sumamente fáciles.

Lo que no quitaba que en algunos sitios encontrara impresionantes perspectivas, como ésta del Puig del Roc Negre entre agujas,…

… o esta otra, mirando atrás a punto de llegar a…

… la Porteille de Leca. Allí abandoné la cresta, para bajar a la izquierda (NO), por…

… un terreno mixto de hierba y pedreras, que se desliza, con considerable pendiente, hacia los más altos de los Gourgs de Cady. Pese a la pinta,...

… tampoco la bajada fue incómoda, resuelta la búsqueda del paso bueno por los hitos, y contando con algún nevero por el que dulcificar aún más el descenso.

Al llegar al más alto de los lagos, crucé el torrente que lo alimenta y lo bordeé por su orilla nororiental (derecha). Pasada…

… la pequeña masa de agua, hay una buena perspectiva de la ladera que acababa de descender.

Con el Canigó en los ojos, fui descendiendo entre los ibones, guiado por los hitos y por terreno suave, cada vez más verde y menos pedregoso. Éste lo rodeé, por ejemplo, lo rodeé por la derecha y…

… este otro, al pie del Puig del Roc Negre, por la izquierda.

Poco a poco, se fue descubriendo el valle del Cady, con el fondo brumoso de las crestas del macizo del Puigmal.

Al pasar junto al más bajo de los lagos, dejé atrás el circo del Canigó o Conque du Pic (así sin más).

La vista era de todas formas impresionante en cualquier dirección. A mi izquierda, el Pic des Gourgs, espolón desprendido del Tres Vents, impedía distinguir esa cumbre.

Atrás, el Puig del Roc Negre aparecía rodeado de crestas de aspecto recortado (para ser el Pirineo Oriental, claro). A partir de ese último ibón,...

… seguí un corto trecho el torrente de desagüe, hasta un cambio de pendiente, a partir del cual…

… el valle se abrió y apareció, abajo y a la derecha, el brillo del tejado del Refuge Arago, hacia donde me dirigía. Así pues, me fui alejando a la derecha del cauce,…

… cruzando la ladera herbosa, hasta que...

… convergí con el camino (GR) que sube hacia el Canigou desde Mariailles. A la vista de las crestas de Puig Roja y Sept Hommes, lo tomé a la izquierda (SO) y…

… tras pasar junto al Refuge Arago, llegué enseguida al límite del arbolado.

A continuación, giré a la izquierda (SE) en un cruce, perfectamente señalizado.

Poco después, vadeé el Río Cady por cuya…

… vertiente izquierda transcurriría el resto del descenso hasta Mariailles.

El característico roquedo que lo domina me anunció su cercanía.

Pronto pasé junto al refugio forestal y llegué…

… al lomo donde esa mañana me había desviado para remontar el valle de la Llipodère. Allí me volví para despedirme de las crestas del macizo. No se llegaba a ver el Puig des Tres Vents, pero sí el de Gourgs.

A continuación, me volví para descender por la pista al Col de Jou. En la bajada, sí que usé alguno de los atajos, aunque no sé hasta qué punto se llega a horrar mucho tiempo, pues las condiciones del camino son peores.

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