Peña Izaga (1.360)

ASCENSIÓN DESDE ALZÓRRIZ

CRESTEO NORTE - SUR

La Peña Izaga es un monte solitario, que se alza aislado en medio del valle de Izagandoa, el cual, situado al sureste de Pamplona, separa Pirineo y Prepirineo en el sector comprendido por los cursos del Ara y el Irati. Este aislamiento aparece además resaltado por el collar de lomas menores que lo rodean como ondas concéntricas. Posee la mayor altitud del Prepirineo al oeste del Irati, pero ésta no deja de ser modesta, lo que hace aún más llamativa su prominencia de 800 m. Morfológicamente, se presenta como una corta cresta defendida por un rocoso acantilado que surge de la densa vegetación de sus laderas y culminada por tres cerros redondeados.

Y de eso se trata; de recorrer la arista cimera de la peña, tocando sus tres puntas principales y alcanzándola y dejándola por donde más conveniente me pareció, según las sendas que pude encontrar en la vertiente suroeste.

Las cimas de Izaga y Sambelles vistas desde la Peña Santagata

SITUACIÓN:

  • Zona: Prepirineo Navarro
  • Unidad: Montes de Pamplona
  • Base de partida: Alzórriz (Navarra)

ACCESO: Alzórriz está 25 km al SE de Pamplona, por Noáin y Salinas de Ibargoiti. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 655 / 1.360
  • Mi tiempo efectivo: 4h26
  • Mi tiempo total: 6h30
  • Dificultades: Muy fácil. Un par de pasos escabrosos, tramos con fuerte pendiente y otros sin senda aunque sin problemas de orientación.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Alzórriz por su extremo SE y tomar la senda que, desde el depósito de agua, remonta la sierra hasta alcanzar la cresta por la loma de San Gregorio. Tomar a la derecha (E) la pista que la recorre y luego se desvía para ir a morir en la Ermita de San Miguel. Desde allí, subir por la loma a la derecha (SE) a la cima de la Peña Izaga.

Continuar cresteando, por Sambelles, hasta la Peña Santagata. Dejar la cuerda bajando a la derecha (O), por una senda (poco visible al inicio), escabrosa y empinada, que luego deriva al SE para alcanzar el rellano de Las Saleras. Girar allí con el trazo a la derecha (SO) para volver a la vertiente occidental de la sierra, en la vertiente del Barranco de Erel. La senda irá mejorando mientras atraviesa la amplia cuenca. Camino del cauce principal, al cruzar el lomo anterior, desviarse a la izquierda (SO), siguiendo de nuevo un trazo precario, para salir a otro buen camino más abajo, por el cual se retoma la travesía a la derecha (O). Tras cambiar de cuenca por el lomo de La Sierra y cruzar el nuevo barranco, se pierde altura hasta que, al ir a entrar en un pinar, se deja el camino por una senda a la derecha (O). La misma traspone el contrafuerte de El Fayal, donde encuentra un carril bajo una torre eléctrica. Tomado a la derecha (NO), se llega por él al siguiente espolón donde desaparece. Abajo, ante nosotros, vemos el arroyo de Aguain, cruzado por una pista; bajar hacia allí a través del pasto (NO) y tomar el carril a la derecha (N) para regresar a Alzórriz.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta ruta transcurre por un entorno muy típico del Prepirineo y visita un mirador estupendo. Lástima que el día me saliera nublado. La Peña Izaga es visitada por mucha gente, pero la mayoría sube por el norte, lo que me movió a ver qué pasaba con el sur. Me encontré un paisaje natural bonito, aunque no creo que más que el del otro lado; respecto al acceso, parecía muy pisado.

Lo que sí parece muy poco frecuente es recorrer la cresta: si el trazo de la cuerda era borroso, los caminos que empleé para regresar, siendo abundantes, estaban sin señalizar y en ocasiones medio perdidos. Sin embargo, el cresteo me pareció una actividad muy atractiva, con un esfuerzo y dificultad mínimos y, aunque durante buena parte del recorrido la visión está limitada, cuando ésta se despeja, el entorno es muy bonito e impresionante, sobre todo los acantilados al norte. En resumen, esta ruta circular es una alternativa fácil a las más frecuentadas y aporta perspectivas diferentes y tranquilidad, con la única limitación de tener que prestar atención para no despistarse.

RELATO GRÁFICO:


Desde la curva que hace la carretera al atravesar Alzórriz, tomé una calle que sale a la derecha (SE) y se encamina al monte, dejando la iglesia a la izquierda. Al dejar atrás las casas y dividirse el carril en tres, continué por el central (SO), que accede a un depósito de agua. Antes de llegar al mismo, lo dejé por una senda que sale a la derecha (SO) y remonta la herbosa ladera.

El caminillo pronto entró en el matorral, abriendo un nítido trazo. Si bien la senda es estupenda, está cortada ocasionalmente por escalones que, sin ser un gran obstáculo, pueden incomodar un poco.

Pronto, la ganancia de altitud me dejó ver atrás la Higa de Monreal dominando el paisaje más allá de Alzórriz.

Poco después pude ver la cumbre asomar por la collada de La Brigaya. Por ella cambié de vertiente para...

... bajar al otro lado al barranco de Canta Salve, el cual traspuse para encaramarme a la loma de San Gregorio, que tenía enfrente y por la que alcanzaría la cresta.

El paisaje cambió, pasando a caminar por un el típico bosque prepirenaico, denso y húmedo, quedando mi visión limitada dentro de un cerrado pasillo verde.

Fue ya en el lomo de San Gregorio, hacia los 900 m de altitud, cuando se abrió la vegetación, dejándome ver de nuevo la cima, ahora tocada de nubes. Vaya.

Al otro lado, al oeste, veía ahora el largo cordal de Izco, con la Higa en su extremo derecho, más allá de los cerros alargados de Carramucho y el Haya, que forman parte de los rebordes que abrazan la Peña Izaga.

Tras cruzar una cerca por su portillo, enseguida di con una pista, junto a la que un viejo letrero indicaba a Izaga a la derecha (E) y así lo hice. Había alcanzado la cresta y, sobre los matorrales de la izquierda podía ver, para mi desilusión, cómo una grisácea masa de nubes cubría las crestas pirenaicas, más allá del valle de Izagandoa.

Tras pasar un cercano alto, descubrí la cumbre aparente, aún vaporosa, sobre la Ermita de San Miguel, que jalona el acceso habitual. La pista terminó allí, donde...

... me encontré con la gente que subía por la ruta habitual de Ardanaz. No volvería a estar solo hasta abandonar la cumbre. También me encontré con perspectivas tan bonitas como ésta de la Higa de Monreal y la ermita enmarcando los llanos agrícolas de Elorz y Unciti.

Al otro lado, al norte, el panorama era ahora más amplio y se veía más trecho de nubes. Al menos estaba despejada, hacia abajo, la suave cuenca pamplonesa.

Desde el final de la pista, giré a la derecha (SE) y remonté un lomo herboso, en el que al poco se dibujó un claro trazo de senda. Al llegar a una primera culminación,...

... me volví a contemplar el panorama al oeste: la Higa de Monreal y el alargado Ariquita enmarcaban la verde loma por donde había subido. Se distinguía también Alzórriz, precisamente sobre el lugar en que había alcanzado la cresta. Hice bien pues, a continuación, la loma se tiende y no tendría una perspectiva como esa...

... desde la cumbre. Por cierto que, al llegar al hito, comprobé que el horizonte oriental no tenía nada que envidiar...

... al que se veía al norte que, si bien iba ganando extensión, seguía manteniendo ocultos los macizos mayores del Pirineo occidental.

Al otro lado, el panorama no era alentador: la niebla se había adensado sobre Izco, al punto que la Higa parecía desmochada.

Lo mejor, al sureste, donde se veían cercanas las otras dos peñas que culminan este monte: Sambelles y Santagata. Hacia allí me encaminé, bajando en primer lugar una empinada...

... y despejada ladera de hierba. El resto de ascensionistas quedaron atrás y, de hecho, sólo me crucé con otra persona (en la Peña Santagata pero su ruta era de ida y vuelta) en toda la jornada.

Un trazo borroso pero reconocible, marcado con hitos escasos pero suficientes, me llevó por el ancho lomo hacia el sureste, ayudándome a encontrar el...

... paso franco en las zonas de vegetación densa, mayoritarias en esta cresta. Una pena, pues los arbustos eran tan altos que impedían la visión.

Pero también había claros. Desde uno de ellos, cerca del collado previo al Sambelles, se aprecia que la subida a éste es aún más corta y tendida de lo que parecía.

Desde este picacho, mirando atrás, la Peña Izaga mostraba un armónico perfil, sobre los escarpes de la vertiente noreste.

La continuación hacia la Santagata seguía el mismo patrón: ancho lomo de matorral con claros, en el que una senda poco pisada se abría paso. Mientras caminaba en una bajada más bien suave,...

... me fijé en que, al sur se iban desvelando unas crestas brumosas más allá de la Sierra de Izco; debían de ser sus estribaciones meridionales, Ujué y todo eso, pero significaba que la bruma se iba despejando.

Aunque hacia el Pirineo la cosa seguía oscura. Mirando atrás, se apreciaba la caída de la sierra desde la cima del Sambelles.

A punto de llegar al collado, un resalte de conglomerado cortaba la pendiente, pero el trazo, en un par de zigzags, me llevó a pasarlo caminando con cuidado y con algún apoyo de manos pero sin dificultad. Luego la subida a Peña Santagata se presentaba suave, corta y regular, siendo lo mejor...

... la vista de la bajada del Sambelles al iniciar la remontada.

Al llegar a la Peña Santagata, se abrió a mis pies una gran caída y más allá, por encima de la modesta cinta de alomada de la de Tabar, la Sierra de Leyre. Ésta era sólo una sombra oscura, pero es que, hasta entonces, ni siquiera eso se distinguía.

Al norte, más allá de la caída de la sierra, la vista hacia el Pirineo aparecía algo más luminosa. No se veían montañas, pero las nubes se iban aclarando y esto me hizo permanecer un buen rato en esta cima. Pero uno no tiene siempre tanto tiempo como le gustaría y tuve que acabar yéndome antes de que se abriera del todo.

La cima de la Peña Santagata estaba marcada con un pequeño cairn situado en medio de arbustos. Desde él, lo mejor ese día era la perspectiva de la Izaga y el Sambelles.

Al suroeste, se abría a mis pies el cuenco boscoso de Erel, que atravesaría de regreso a Alzórriz, cerrado por la loma de Carramucho. Más allá, el valle amarillento de Ibargoiti dominado por la Sierra de Izco, monótono cordal elevado en su extremo occidental en la...

... Higa de Monreal o Elomendi.

Como ya dije, tras esperar un buen rato a ver si llegaba a divisar las crestas de Ori o el Bisaurín, que por ahí han de estar, y viendo que se hacía tarde y no acababa de abrir, emprendí el regreso. El primer paso estaba claro: bajar al rellano de Las Saleras, que podía ver a mis pies al sureste, es decir, en la dirección que traía. Lo malo era el potente desplome que me separaba de él. Para evitarlo,...

...  me dirigí a la derecha (SO), según había llegado, por un pasillo entre matojos recorrido por un trazo.

Al salir a un claro más amplio, volví a girar a la derecha (NO) y recorrí otra veintena de metros siguiendo el borde del acantilado, cada vez más bajo, hasta llegar a un punto en que el matorral obliga a la senda a girar a la derecha.

Entonces, a mi izquierda (SO), vi un hito poco evidente que marcaba el arranque del trazo que permite salvar el corte vertical sin dificultad. Mejor referencia es el árbol seco de detrás. Tras bajar media docena de metros por empinadísimo y falso conglomerado, con cuidado y ayudándome de las manos, aterricé sobre una repisa y giré a la izquierda (SE) para recorrer la base de la pared.

La senda estaba ahora más clara y, dejada atrás la roca tras un par de cortas lazadas, me llevó un a descenso que...

... pronto se empinó y entró en un denso robledal, del que no salí hasta...

... estar bastante abajo, con la Peña de Santagata dominándome a mi espalda.

Una vez fuera del bosque, la pendiente fue remitiendo mientras me encaminaba al reborde de Las Saleras. Pese a que el sol me iluminaba, las nubes seguían que sí que no y hasta la vecina Leyre seguía sin mostrarse del todo.

Al llegar a lo más bajo, la perspectiva permitía ver no sólo la Santagata, sino también el Sambelles.

Cuando el terreno se eleva en un pequeño reborde, la senda, de nuevo muy borrosa, me llevó a girar a la derecha (SO) para bajar por la ligera vaguada que cae en esa dirección, como apuntando hacia las destacadas cúpulas de Carramucho y Lecáun.

Con el desplazamiento, variaba la perspectiva sobre Santagata a mi derecha.

El trazo, no seguía la vaguada en su descenso sino que enseguida fue separándose de su eje, manteniéndose alto en la vertiente derecha. A partir del paso de un primer lomo, la travesía ya fue horizontal hasta un segundo más marcado. En el cambio de vertiente...

... había una bonita vista de las peñas Santagata e Izaga. Al otro lado,...

... se descubría el valle de Elorz bajo la Higa de Monreal, pues estaba de vuelta en la vertiente suroeste.

Concretamente, entraba en la amplia cuenca de Erel, que me disponía a atravesar.

Inopinadamente, el rastro imperceptible que iba siguiendo se convirtió en un camino con pinta de cierto abandono, pero ancho y bien acondicionado. Misterios del monte.

Tras un buen trecho de flanqueo horizontal, al cruzar el lomo previo al cauce del barranco, seguí recto en una curva del camino, dejándolo por un trazo a la izquierda (NO). Como siempre en esta ruta, la salida era poco evidente pero...

... enseguida se aclaró, mientras bajaba frente a los canchos de la siguiente estribación.

En las cercanías del cauce, desemboqué en una pista horizontal con aspecto de poco tránsito, que tomé a la derecha (O).

Por ella recorrí la vertiente occidental del Barranco de Erel hasta salir al lomo de La Sierra, desde donde hay una buena perspectiva del segmento más alto de la cresta de Izaga sobre el cuenco que acababa de atravesar.

Al otro lado, reapareció la Higa de Monreal, ahora clara, con las nubes desaparecidas. Igual tenía que haber esperado más en la cresta. O igual siguen al norte. A saber. En fin, que crucé una cerca por el consiguiente portillo y proseguí la travesía de la ladera de la sierra. Traspuse luego un segundo contrafuerte; a continuación,...

... me crucé con una senda, ésta bien marcada con hitos, y,...

... llegando al eje del barranco, me encontré con una bifurcación. Giré a la izquierda (O) y volví a descender hasta...

... llegar a la linde de un pinar notable; no había visto este tipo de árboles en todo el día: grandes troncos rectos, muy altos y separados sobre el sotobosque, algunos cubiertos de hiedra. No hay confusión posible y es bueno porque...

... es una referencia; sin entrar bajo los árboles, giré a la derecha (O), dejando la pista por un trazo que avanza horizontal. De nuevo, la salida es dudosa pero...

... pronto se aclara. Pero, en este caso, para volverse a difuminar el trazo...

... tras cruzar un torrente. La otra vertiente, la recorrí un poco por donde me pareció, ganando altitud en diagonal muy gradualmente...

... con la referencia de una línea eléctrica que cruzaba este lomo de El Fayal, y de la Higa de Monreal que asomaba detrás. Arriba, bajo los cables, me encontré otra cerca que no tenía portillo pero sí un cruce con escalones de tablas.

Al otro lado, arrancaba una pista que atravesaba la ladera en muy ligera bajada, hasta el siguiente espolón, donde...

... moría tan súbitamente como había aparecido. Qué cosas. Pero no era grave. A partir de ahí, bajé a través del pasto, siguiendo la línea eléctrica, hacia el lugar en que una cercana y bien visible pista blanca se curva para cruzar el Barranco de Aguain. Allí, la tomé a la derecha (O) y emprendí el último tramo de excursión, rodeando un par de lomas antes de...

... tener a la vista Alzórriz, donde la pista me condujo, entrando precisamente por el mismo cruce por donde había salido esa mañana del pueblo.

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