Cap de Gelada (2.445)

ASCENSIÓN DESDE BARRUERA

POR EL SERRAT DE LES ROIES Y PORT DE LA GELADA

El Cap de la Gelada es el más prominente de los picos que jalonan el cordal de los Besiberris al sur de la zona de tresmiles. Se trata de una alta loma herbosa que se alza entre las Nogueras Ribagorzana y de Tor, sobre impresionantes palas de hierba, de pendiente y desnivel brutales. Junto a ese paisaje cercano, el principal atractivo de esta cumbre son unas inesperadas vistas despejadas y extensas al oeste.

La ascensión recorre un buen tramo de la cresta que domina por el oeste el Barranco de Barruera, incluyendo el secundario Tossal de les Roies, para luego descender por la ruta normal del Cap de la Gelada y el citado barranco.

Vista cercana de las cimas del Tossal de les Roies y el Cap de la Gelada, en lo alto de la ladera oriental

SITUACIÓN:

  • Zona: Alta Ribagorza (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Besiberri
  • Base de partida: Barruera (Lérida)

ACCESO: Barruera está 134 km al norte de Lérida, por Benabarre y Pont de Suert. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.101 / 2.448
  • Mi tiempo efectivo: 5h33
  • Mi tiempo total: 7h07
  • Dificultades: Muy fácil. Itinerario por sendas pero con algunos pasajes escabrosos.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Barruera por el extremo más alto del barrio viejo, por un camino empedrado señalado como ruta de trail running. Las marcas conducen, alternando tramos por pista y buen sendero, a remontar la vertiente derecha del Riuet de Barruera, hasta la ermita de Sant Salvador. Allí se dejan los buenos caminos y un trazo borroso dirige a remontar al O un abierto tubo herboso hasta salir al Serrat de les Roies por El Pedregall. Tomar la cresta a la derecha (N) y seguirla, guiados por rastros de paso y señales del trail hasta el Tossal de les Roies, a partir del cual no se ven más marcas. Para alcanzar la cumbre del Cap de la Gelada evitando la abrupta arista final, rodear el pico desde el Portell de les Roies por la cara O y culminar por la arista NO.

Seguir la cuerda al norte hasta el Port de la Gelada y girar a la derecha (SE) para bajar por el barranco homónimo. Caminando por trazos de ganado de la orilla derecha, se llega a la Font de la Llastra, de donde arranca la pista que, por Sant Salvador, desciende hasta Barruera.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión de escasa dificultad pero muy dura, más por la pendiente extrema del tubo del Pedregall que por el desnivel total, que es considerable pero no excesivo. La subida es una ruta solitaria, pese a estar tan bien balizada, y muy bella al alcance de montañeros con buena condición física y una mínima experiencia. La ruta puede acortarse remontando, mejor con todo terreno, la pista que sale de Barruera. Pero así, con la subida completa desde el pueblo, es más bonito.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar en la travesía de Barruera, junto a la gasolinera, tomé el carril de cemento que sube enfrente, al noroeste, hacia el “Barri Històric”.

Al entrar en el mismo, atravesé brevemente sus callejuelas enrevesadas, siempre subiendo, hasta salir por su extremo norte. Al final de la calle, arranca un estrecho camino empedrado; una pequeña placa indica el inicio de un itinerario de trail running, el cual me serviría de guía hasta el Tossal de les Roies.

La ruta balizada me llevaría, alternando tramos de camino umbrío, bien acondicionado pero muy empinado por momentos y...

... otros de pista, más despejados y reposados. La orientación en los diversos cruces no presenta dudas: además de estar indicada, se trata de ir siempre subiendo, pues la primera parte de la ascensión consiste en remontar el Riuet de Barruera por su vertiente derecha. El carril, que al principio era de cemento,...

... no tardó en cambiar a tierra. En los tramos por el mismo, se despejaba el panorama. Así, podía ver ante mí la ladera de El Pedregall, que remontaría para alcanzar la cresta, sobre la pequeña ermita de Sant Salvador.

Detrás, el panorama se había ido abriendo hacia la Roca de la Feixa, con Durro a sus pies y enmarcada por las crestas que rodean el Ríu de Sant Martí. Destacaban en ellas el Tuc de Comamarja, Cap de les Raspes Roies, Pica Cerví de Durro y Corronco.

Toqué la pista por última vez a la altura de Sant Salvador.

A partir de ahí, se acabaron los buenos caminos, sustituidos por una traza más o menos borrosa (me temo que mucho corredor no pasa de aquí) aunque marcada con las placas ya conocidas. Éstas me llevaron a remontar al oeste la empinada ladera herbosa del Pedregall, por el tubo abierto que se ve a la izquierda de la cumbre aparente.

Al principio, no encontré un trazo claro pero el prado, aunque empinado, era regular y despejado y pronto había ganado una considerable altura.

Luego, al definirse la canal, se fue dibujando un rastro de paso en la vertiente derecha.

La subida que desde abajo parecía terrible, tomándomela con calma resultó bastante llevadera y pronto estuve en las cercanías de la cresta. Para entonces, el panorama a mi espalda, hacia Sant Martí, se había abierto más todavía; a la izquierda eran ahora visibles la Punta Alta y la Pala Alta de Sarradé, más allá del Faro d’Erill. También se distinguía Barruera, muy abajo.

Al alcanzar la arista, descubrí al otro lado las altísimas laderas herbosas de la Pala Gespadera.

A la izquierda, más allá del valle, se veían las siluetas de la Pala del Teller, Berganuy... y, al fondo, el Montsec.

Pero mi camino estaba al otro lado, a la derecha (N), remontando la cresta hacia un el rocoso hombro del Pedregall (2.209).

En ese primer tramo de cresteo, la arista se presentó herbosa, roma, amplia y empinada.

A continuación, se afila y accidenta y, siguiendo el trazo, avancé por el flanco oriental (derecha). A través de la primera brecha junto a la que pasé, vi ya el Tossal de les Roies, al extremo de la cresta que me llevaría a él.

Al otro lado, divisaba ahora el corte del valle de Sant Nicolau, entre el grupo de la Punta Alta, de un lado, y Subenuix y Bony Blanc, de otro, más el modesto Pic del Portarró destacado al fondo.

Hacia la vertiente de Les Roies caían algunos embudos vertiginosos.

A partir de la cota 2.250, la más regular y menos empinada, giró al oeste, donde se elevaba el Tossal de les Roies.

También apareció a mi izquierda, a través del boquete del Port de la Gelada, el Macizo de la Maladeta, donde destacaba sobremanera el Feixant.

Más a la derecha, las inmensas palas herbosas bajo los picos d’Obacs y Comaminyana.

Poco después, se descubrió la cumbre del Cap de la Gelada, junto al Tossal de les Roies.

Al ganar altura y perspectiva, se veían mejor la zona abrupta que acababa de pasar.

Pasé varias mínimas prominencias en este Serrat de les Roies. A partir de la última (2.339), la senda cambió de lado de la arista para bajar a una brecha, desde la que...

... arranca la subida final, por una arista regular, pedregosa y algo más empinada.

Mientras la remontaba, a mi izquierda iba viendo la cresta meridional, sobre la que fue asomando el Turbón.

Cuando llegué a lo que parecía la cima, me encontré con que aún faltaban unos metros, más tendidos, eso sí, hasta el hito.

Desde la cima del Tossal de les Roies, lo primero que atrae la mirada, aparte de la cercana cumbre del día, es el Macizo de la Maladeta. Mejor dicho, su mitad oriental, con el Vallibierna y el tramo de cresta del Aneto al Tozal de la Fontana de Vielha, pasando por Russell, Mulleres o Feixant.

Girando a la izquierda, al oeste eran visibles en el horizonte Posets, las Tres Sorores, Cibollés, Cotiella y Turbón.

Al sur, la arista que va a la Pala Gespadera contra las siluetas brumosas de las Sierras Interiores y el Prepirineo.

Al sureste, el cóncavo que forman los valles de Sant Martí y Durro, más allá de la arista que acababa de recorrer.

Al noreste, en torno al de Sant Nicolau, los de antes (Punta Alta, Subenuix,...), más la cima del Peguera, que asomaba entre el Bony Blanc y el Nere.

Al este, el Cap de la Gelada al otro lado del Portell de les Roies. Al fondo, el Feixant a un lado y la Punta Senyalada y el Comaloforno al otro. A partir de aquí, ya no encontré más marcas del itinerario de trail, pero la continuación es obvia: para ir a la cumbre del día, descendí al collado por el amplio lomo...

... herboso, de pendiente moderada. Allí me encontré unos rastros de ganado que...

... me llevaron a evitar la accidentada arista del Cap de la Gelada por la cara oeste (izquierda), que comencé a ascender en diagonal.

A media subida, los trazos desaparecieron, pero el terreno, pese a la fuerte pendiente, no planteó problemas: siguiendo las típicas repisitas de estos prados empinados, continué ganando altura en diagonal a la izquierda hasta salir a la arista NO...

... a menos de 100 m de la cumbre que, girando a la derecha (SE), me llevó un momento alcanzar.

Las vistas son parecidas a las que había desde el Tossal de les Roies, como ésta del arco que, al este, va de la Punta Alta al Corronco.

Al sur, la vista quedaba bloqueada por el Tossal de les Roies.

Sin embargo, la vista hacia el Turbón estaba más despejada, además de descubrirse la gran caída hacia el Valle de Barrabés.

Al noroeste, del lado de donde había llegado, los dicho: Cotiella, Posets, Vallibierna... hasta el Monte Perdido, allá a lo lejos.

Vuelve a mostrarse el panorama más despejado hacia el noroeste, donde el Macizo de la Maladeta aparece coronado por un Aneto que muestra su cara más salvaje.

Emprendí el descenso siguiendo el cordal al noreste, dando cara a los picos mayores de los Besiberris. El herboso lomo es, en esta zona, anchísimo y bastante suave.

Sólo la bajada del domo cimero del Cap de la Gelada tiene cierta pendiente pero el terreno es tan regular que se puede ir por cualquier lado. De hecho, pese a estar ahora caminando por la ruta más habitual de ascensión, no se veían ni trazas de ningún tipo.

Tampoco es que hiciera falta. Sin interés en el par de pequeñas prominencias que presenta el cordal, al seguirlo dejé de lado el Casterilló y, en la depresión previa al Pic de les Pales del Port, giré a la derecha (N), abandonando la cuerda para...

... dejarme caer por una abierta ladera herbosa hacia el Port de la Gelada.

En realidad no alcancé la horcada, sino que, llevado por la comodidad pasé algo más a la derecha y...

... terminé alcanzando el fondo de la vaguada oriental unos metros más abajo. Allí giré a la derecha (SE), para descender por ella, siguiendo unas trazas de ganado en la vertiente derecha.

A mi izquierda, se levantaban impresionantes las Costes del Mig y de Barruera.

Pronto, llegué a la Font de la Llastra, de donde arranca una pista. La misma que ya había pisado esa mañana subiendo desde Barruera y que, a partir de aquí, no hay más que seguir para acabar en el pueblo.

Dejada atrás la Cabaña de la Comella,...

... comencé a ver el verde tubo por donde había subido al Pedregall.

Pasando por la ermita de Sant Salvador, merece la pena detenerse a ver la perspectiva hacia Durro.

A diferencia de lo que había hecho a la subida, esta vez no seguí el itinerario de trail sino que me mantuve en la pista; poco más largo, pero más cómodo y panorámico. Por ejemplo, aquí está la bonita estampa de la ermita con las laderas del Pic d’Obacs al fondo.

O, más abajo, el pueblecito de Durro colgado en la ladera bajo la Roca de la Feixa.

Sólo me desvié de la pista llegando ya a Barruera. Junto a una barrera que ya había visto esa mañana al salir por primera vez al carril, giré a la derecha (S) para entrar al pueblo el barrio viejo, por el mismo camino por el que había salido.

Comentarios