Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Bonito y
entretenido recorrido de cresta, con pequeñas dificultades, un desnivel muy
repartido y unos panoramas limitados pero muy hermosos. Comentario especial
merece la arista SE; una de esas maravillas en que se puede palpar el vacío con
una dificultad que, para muchos montañeros, no requiere andar asegurándose.
Verticalidad asequible, podría decirse. Y eso a pesar de la notable urbanización
del entorno, que, además de la estación de esquí que ocupa los circos meridionales,
ha llenado de sendas el entorno, que se entrecruzan hasta confundir más que ayudar,
y permite subir hasta la cresta a turistas en alpargatas, telesilla mediante.
Precisamente, al pasar por el Port de Creussans, adonde llega uno de esos
artilugios, nos veremos rodeados por el gentío. Pero no hay que alarmarse: es
bien sabido que el dominguero común europeo, especie dominante por estos
parajes, es un animal de corto radio de acción, en cuanto deja de contar con la
mecánica, y pronto volveremos a encontrar la soledad. Al menos, tanta como cabe
esperar de la arista que une dos cimas como el Tristaina y el Cabanyó.
Respecto a la
dificultad técnica, entre las trepadas, las de II grado son minoría y sólo a un
par de pasos cortos le pondría el “+”. Además, su exposición es relativa. El
acceso a la cima del Cabanyó está equipado con cuerdas fijas, pero tampoco pasa
de II; algo más largo que otros, pero no llega a 5 metros el escalón más alto.
Vamos, que cualquier montañero avezado en la pequeña escalada pasará una
jornada con más disfrute juguetón que otra cosa en esta cresta.
El recorrido
se podría prolongar hasta el Cataperdís para bajar por la Brecha de Arcalís.
Era lo que tenía previsto, pero decidí acortar al ver unas nubes con muy mala
catadura llegar por el suroeste y alzarse sobre el fondo del circo. Hice bien:
comenzó a tronar llegando al coche y a descargar granizo mientras me desataba
las botas.
RELATO GRÁFICO:
Cerca del
lugar en que los mapas aún señalan la Cabana de l'Eucasser, hoy ocupado por instalaciones
esquí, sale el “Camí dels Estanys de Tristaina”. Está indicado con un cartel y
balizado con marcas rojas y blancas y puntos amarillos. Tras rodear por detrás
una cafetería, la senda atraviesa en diagonal una ladera herbosa,...
... bajo
crestones rocosos y...
... sobre
la Coma del Forau.
El camino
es magnífico en general, pero incluye el paso por un par de canchos, dotados de
unas sirgas, en mi opinión innecesarias. Pero es que aún estamos en un terreno
más frecuentado por el paseante que por el montañero.
Casi sin
sentir, me encontré a cierta altura sobre la estación, dominada por parte de la
cresta que iba a recorrer. En la foto, además del Cataperdís, se ve el tramo
final, del Pic de Cabanyó al Port de Rat. Esa suave subida me dejó...
... en lo
alto de un lomo, al otro lado del cual asomaban ya los picos de Tristaina y de
l’Albeille. Un cartel indicaba el camino a los distintos lagos y yo, que debía
ir al de Més Amunt, giré a la izquierda (N) al tiempo que cruzaba el collado
para...
...
descender hacia la cuenca que se abría al otro lado. En la bifurcación
siguiente, también indicada, continué recto (N) hacia el estanque más cercano,
el del Mig. Por aquí es importante tener claro la dirección pues las marcas
amarillas y rojiblancas son iguales para todas las sendas y pueden llevar a
confusión. En suma ahora, tenía que descender hacia el desagüe de dicho ibón y
cruzarlo para rodearlo por la derecha.
Caminando
junto a la orilla, veía el reflejo en el agua de la Pointe de Peyreguils, en
cuya ladera se proyectaba, a su vez, la sombra de la cresta de l’Albeille. Una
bella doble simetría.
El
contorneo del Estany del Mig acabó con el cruce de una minúscula bahía, tras el
cual me encaramé a un lomo dominado por la pirámide del Tristaina, al tiempo
que iba derivando a la derecha (NE).
Mirando
atrás, podía ver el tramo de cuenca recorrido desde que atravesé el anterior
lomo, tras el que asomaba soleada la cresta de Arcalís.
Ante mí
se extendía una ladera suavemente inclinada que acababa en un alto, tras del
cual se alzaba la cresta que une los picos de Tristaina y l’Albeille. La senda
me llevó hacia allí, atravesando en diagonal la pendiente.
Al ganar
altura, fui adquiriendo buena perspectiva sobre el Estany de Més Amunt, que iba
dejando de lado, dominado por parte de la cresta a recorrer: el movido segmento
que va del Pic Petit de l’Étang Fourcat a la Pointe Peyreguils.
Más a la
derecha, me fijé entonces en la bonita imagen del Pic del Pla de l’Estany
asomando por el Port de Rat, entre el Cataperdís y el Cap de la Coste Grande.
Los
últimos metros antes del alto transcurrieron junto al arroyo que alimenta los
lagos y se empinaron un tanto. Al culminar, me encontré...
... a la
entrada de un rellano, con la cresta del Port de l’Albeille al fondo. La senda
se bifurca allí y, atendiendo al cartel, seguí recto (NE) para dirigirme al
collado en cuestión.
Atravesando
el rellano pasé junto a un par de estanques anónimos, a cada cual...
... más
decorativo, antes de emprender el ascenso al puerto, situado en el extremo
meridional (derecho) de la cresta. La subida es una pedrera de aspecto
disuasorio al principio, pero...
... que
va mejorando según te acercas. Además, por el lado derecho hay hasta...
... una
traza clara, balizada con pintura e hitos, que facilita bastante la cosa.
Sólo en
los metros finales la cosa se pone de verdad empinada y movediza, pero incluso
ahí las marcas indican los pasos más pisados. Pocos metros antes de culminar,
señales y traza me sacaron de la canal por la izquierda (NO), del...
... lado
donde está el Tristaina, por una repisa que gana la cresta más cómodamente.
Al
asomarme al otro lado, me encontré ante el bonito Pic de l’Aspre. La senda
Bajaba hacia allí e incluso había...
...
marcas en “X” para prevenir que alguno se fuera por la arista. Pero ése era mi
camino: la arista suroriental del Pic de Tristaina se alzaba a mi izquierda
(NO) y por ella iba a alcanzar la cumbre. El inicio de su recorrido es un
apacible lomo terroso de escasa pendiente, pero que pronto se acabó ante el
primero de los tres o cuatro canchos que se encuentran en el fondo del collado.
Mostrando
una curiosa simetría, las subidas consistieron en ambos casos en placas
tendidas y con bastantes irregularidades (I).
Sin
embargo, las bajadas fueron más verticales, teniendo que destrepar ya con
cierto cuidado (II-).
De todas
formas, predominaron los tramos de caminar tranquilo, buenos para recrearse los
ojos mirando a la izquierda la cresta que me esperaba sobre cuenca lacustre de
Tristaina. Por cierto, que por encima de la misma, asomaban ahora, junto al Pic
del Pla de l’Estany, el de Coma Pedrosa, todo el grupo del Medacorba y la Pica
Roja.
Así, me
fui acercando a la base de la arista. Ésta es muy empinada pero las
dificultades que presenta son muy leves, menores de lo que esperaba. Las
trepadas, fáciles (I / II-) y poco expuestas, son numerosas pero cortas y se
encuentran separadas por prolongados tramos de caminar, con hitos marcando el
mejor paso.
Lo que no
quita que, a poco que gané unos metros, la vista atrás era impresionante. En
realidad, es más fácil de lo que parece.
Algunas
dificultades algo mayores en plena arista, las evité por la derecha, siguiendo
los hitos. En esas ocasiones, se gana perspectiva sobre, la cuenca de
l’Albeille, dominada por el pico homónimo y el de la Font Blanca.
Para dar
una idea de cómo es esta remontada, quizás el paso menos fácil sea esta trepada
de unos 10 m de roca firme, extremadamente empinada pero llena de apoyos (II-),
que se encuentra en el lado izquierdo de la arista, indicada por hitos, a unos
1.760 m de altitud (es decir, a un tercio de subida).
A la
salida del paso, lo mismo que antes del mismo, me encontré con un buen tramo de
rampa de hierba y cantos de mediana pendiente. Así, alternando andar y trepar,
fui recorriendo la arista, más bien lomo, hasta...
... toparme
con el hito cimero. Eso sí, la foto es tal cual llegué: me salió a recibir la
Pica de Estats escoltada por casi toda su corte. ¡Vaya comité de recepción!
También
descubrí la cuenca del Étang Fourcat, dominada por el Pic de Malcaras, y la cresta
del Peyrot algo más lejos.
Volviéndome
a la derecha, veía el Pic de l’Albeille sobre la arista recorrida. Más allá,
asomaban ahora el trío Serrera - Estanyó - Casamanya y, en una línea aún más
lejana, el horizonte se quebraba con la barrera sur andorrana, donde se podía
reconocer la silueta trapezoidal de la Tossa Plana.
Siguiendo
con la vuelta, al este, por detrás del Pic de l’Étang Fourcat, se elevaban
rojizas las montañas del Pallars Sobirá, del Coma Pedrosa a la Pica de Estats.
En esa dirección, a la izquierda (E) según había llegado, proseguí la
excursión, recorriendo la cresta de esta Sierra de Tristaina, nunca demasiado
estrecha, en la que predominan los tramos suaves y herbosos pero jalonados por
canchos más o menos abruptos. Pero vamos por partes.
La
primera parte, la bajada de la cumbre en sí, es un suave lomo rocoso.
A partir
de la cota 2.800, el terreno se estrecha y empina, incluyendo...
...
algunos destrepes casi verticales, entre los cinco y diez metros, donde no
sobran los apoyos (II). Facilitaban la cosa las marcas amarillas y los hitos,
que seguían indicando los pasos más convenientes.
El
collado entre el Tristaina y el Pic Petit de l’Étang Fourcat al que me dirigía
(a su hermano mayor no subí) está interrumpido por un par de canchos y un
picacho (2.735) anónimo. Un poco como en l’Albeille, el tramo es un subibaja de
mucho caminar con varias trepadas cortas entre los grados I y II.
A todo
esto, llevando bellos panoramas tanto a izquierda, como...
... a
derecha.
Lo que no
resulta nunca esta parte de la arista es ni aguda ni excesivamente expuesta.
Este paso (I+), por el que me encaramé al cancho situado justo antes del punto
más bajo de la horcada (2.669) es un buen ejemplo.
Sólo en
la bajada precisamente a dicho vértice del collado (2.669) el paso es algo más
delicado (II+) por longitud, verticalidad y exposición. Lo podría haber evitado
por las repisas que se ven a la derecha pero la roca era tan limpia y sólida
que bajé por la arista, que me pareció, como sucede a menudo, la opción menos
fácil pero, sin embargo, la más segura.
Otro paso
destacable, por su longitud, es esta placa de 20 ó 25 m, a la salida del
collado, pero que resulta francamente fácil (I) con tanta irregularidad. Eso
sí, desde lo alto de la misma...
... la
vista atrás, con la arista recorrida desde el Tristaina y el Pic y Port de
l’Albeille, es para no perdérsela.
A partir
de ahí, sigue un empinado lomo herboso para alcanzar el pico secundario
intermedio (2.735), desde el cual...
... la
cresta vuelve a bajar en una amplia comba, previa a la subida final al Pic
Petit de l’Étang Fourcat. El arranque de la misma está defendido por un
resalte...
... de
roca impresionante, pero soslayable por una placa tumbada (I) a la izquierda,
superada la cual ya sólo quedó un lomo...
...
empinado pero sin dificultad para alcanzar la cima del Pic Petit de l’Étang
Fourcat. Desde allí hay una bonita perspectiva de los picos de Tristaina y
l’Albeille enmarcando el de la Font Blanca y con la cresta del Estanyó al
fondo.
Girándome
a la derecha, otra visión, más amplia, de los lagos, con la cadena meridional
andorrana y la cresta de Arcalís como marco. Qué pena de pistas de esquí.
Aunque la gente de allí dirá que hay que vivir... bueno, al menos, ya que afea,
la cosa es útil.
Al otro
lado, el Étang Fourcat parecía una huella gigantesca. Detrás, la cresta del
Peyrot y, aún más allá, asomaba ligeramente la Montagne de Tabe.
Al
noroeste, se levantaba la cima principal del Étang Fourcat junto al grupo de la
Pica de Estats.
Más a la
izquierda, aparecían ahora más despejadas las montañas del Pallars-Subirá:
entre el grupo de Coma Pedrosa y la Pica Roja, el Monteixo. Abajo, se ve un
rellano herboso con abundantes estanques. El mismo se extiende...
... al
pie de la cresta de la Serra de Tristaina, donde destacaba netamente el Pic de
Cabanyó, por la que continuaría el recorrido. Para ello, giré a la izquierda
(S) y descendí por el lomo, ancho y empinado, de tierra y grava sueltas. Desde
el final de este descenso, hay...
... una
perspectiva impresionante del Pic de Tristaina. La primera de las diversas que
se disfrutan sucesivamente desde esta cresta.
Vino a
continuación un tramo movido con mucho apoyo de manos (I / II) pero sin grandes
exposiciones ni obstáculos a destacar, al paso por la cota (2.743), desde la
cual...
... se
ven los dos picos del Étang Fourcat bajo un ángulo atractivo.
La
continuación a partir de la cota (2.691) es más tranquila: un lomo herboso que
se comba en un amplio collado antes de ascender a la Pointe de Peyreguils, en
cuya antecima norte...
...
conviene detenerse para apreciar un buen panorama de la cresta recorrida hasta
entonces, incluyendo...
... el
Pic de Tristaina desde otro ángulo, también bonito.
También
desde esta cota (2.693) se tiene el que, para mi gusto, es el mejor ángulo de
todo este cresteo hacia la Pica de Estats y compañía.
En fin,
tras rodear un apilamiento de bloques por la derecha, alcancé una segunda
antecima (2.695), desde la que...
... se
“limpia” la vista hacia la cresta del Estanyó, llegando a ver toda su vertiente
occidental a través del valle.
El paso a
la Pointe de Peyreguils sólo presentaba algún pequeño obstáculo en...
... la
bajada de esta antecima, unos 30 m rocosos y bastante empinados (I).
Desde
este tercer pico del día, hay una buena perspectiva del Estany de Més Amunt
bajo los picos de Tristaina y Albeille.
Por
delante, el tramo turístico de la ruta: el paso por el Port de Creussans. De
hecho, a partir de la Point de Peyreguils, la traza se hace amplia y
marcadísima. Ya sabemos hasta donde llegan los usuarios del remonte por este
lado.
Pasado el
telesilla, continúa el buen camino. Por cierto, que desde el bultito (2.646)
que hay entre la horcada donde llega aquél y el verdadero Port de Creussans,
hay una estupenda vista atrás, hacia la cresta hasta el Pic de l’Étang Fourcat,
sobre la que asoma el Tristaina.
Sigue la
subida al Pic de Creussans, que es un lomo ancho, herboso y de pendiente
moderada. La senda aquí se iba por la vertiente izquierda pero caminar a toda
cresta no presenta el menor problema.
Luego,
una suavísima y breve bajada precedió a la subida al Pic de Cabanyó, cima de
más entidad. La senda volvió a aparecer en la cuerda a partir del collado, conduciendo
el paso para...
...
contornear un par de pequeños cuetos rocosos en los alrededores de la cota
(2.671) y llegar a...
... los
rocosos metros finales, equipados con un par de cuerdas fijas. La primera, que
ayuda a remontar una rampa herbosa adosada a la izquierda de la arista me
pareció absolutamente innecesaria. De hecho, subí junto a la misma caminando
sin más.
La
siguiente ayuda a superar una trepada fácil: un graderío corto y que no llega a
ser ni vertical ni escaso en apoyos; trepé sin tocar la cuerda y no le doy más
de un I+. Debe de ser que hasta aquí llegan los del remonte.
En todo
caso, la vista atrás desde este Pic de Cabanyó es estupenda, con los picos del
Étang Fourcat y Tristaina bien altivos.
También
impresiona la vista de la vertiente de Soulcem del grupo de la Pica de Estats.
Medacorba,
Monteixo y Pica Roja.
Al sur,
se veía la continuación de la cresta hacia el Cataperdís... y unas nubes que
iban asomando por detrás.
Para ir
hacia allá, lo primero fue bajar una empinada arista de hierba y roca, con
constantes escalones (I / II).
En alguno
de esos pasos escabrosos sí que hubiera venido bien una sirga y no donde está.
Luego, tras pasar un collado dividido por un cancho,...
...
emprendí la remontada en diagonal de una ladera herbosa para salir a la cresta
de la antecima (2.671) del Cap de la Coste Grande...
... desde
allí hay otra bonita perspectiva de las montañas vecinas. No sé si daré en
pesado pero es que no me cansaba de mirar cómo con casi cada paso cambiaba la
perspectiva.
Esta
cresta es casi horizontal y, aunque ya no hay trazo, que la rodea más abajo,
está libre de obstáculos.
Luego,
vino una bajada empinada y rocosa sumamente fácil pero que requirió las manos
(I), hasta una horcada, tras la cual...
... vino
pasar un bulto prácticamente insignificante y la subida al final, ya por una
rampa despejada, hasta el Cap de la Coste Grande, que sería la última punta del
día, pues las nubes no hacían más que adensarse y elevarse al sur, tras el
Cataperdís y el Pic del Pla de l’Estany.
Antes de
empezar a bajar, una mirada al oeste, hacia las crestas del Pallars Sobirá,
enmarcadas por el vecino Cabanyó.
Atrás,
queda este poco conocido picacho de cresta horizontal. Desde el que se aprecia
todo el cordal recorrido, desde el Port de l’Albeille, destacando sus tres
picos principales, Cabanyó, Étang Fourcat y Tristaina. Este último, mostrando
bien...
... los
perfiles de las aristas que empleé para subir y bajar.
Por
debajo, a mis pies, veía el aparcamiento donde había arrancado a caminar. Pero
no iba a regresar directamente. Antes...
... aún
recorrería algo más de cresta. No ya hasta el Cataperdís, sobre el cual las
nubes tenían ya una pinta realmente desalentadora; me daba con un canto en los
dientes si no me mojaba yendo por lo más corto, que era bajar siguiente
collado, el Port de Rat, para dejar ahí la cuerda. Comencé por continuar por la
arista, que bajaba suavemente al sureste, al principio estrecha sin llegar a
ser aérea y libre de obstáculos. A partir de una antecima (2.665), al
empinarse, me dejé caer en diagonal a la derecha (S) para...
... bajar
a la senda que iba atravesando la ladera y, tomándola a la izquierda (SE),
llegar por ella al Port de Rat.
Desde
allí me despedí de esas cumbres pallaresas que habían sido el decorado
occidental durante el cresteo, pues las perdería de vista al...
...
trasponer la horcada hacia la izquierda (E) y descender por la vaguada de ese
lado, recorrida por un buen camino con doble marcación: GR y puntos amarillos.
Tras un
descenso rápido y confortable, poco antes de alcanzar el fondo de la Coma de
Rat, el sendero giró a la izquierda (NE) para descender por su vertiente
izquierda, ya hasta las instalaciones de la estación donde había aparcado.
Atrás iba
dejando un Circo de Arcalís que ya cubrían totalmente las nubes, con las que
casi iba echando una carrera para...
...
llegar al coche antes de que descargara la tormenta que se estaba preparando.
Lo conseguí por los pelos.
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