La Flecha (2.077)
ASCENSIÓN DESDE RASCAFRÍA
POR EL LOMO DE LAS VIHUELAS (INVERNAL)
La Flecha, pese a no ser su punto culminante, es la
cumbre más destacada del monótono cordal que se extiende, sin prácticamente
bajar de los 2.000 metros a lo largo de 20 km, entre los picos de Peñalara y el
Nevero. Esta alineación norte del Guadarrama, coincidente con la divisoria del
Sistema Central, separa las provincias de Madrid y Segovia. Se trata de una
alta loma de formas suaves, con laderas cubiertas de robledal en la parte baja,
pinos a media altura y pasto por encima de los 1.800 m. Por otro lado, es un
monte muy humanizado, lleno de caminos que suben a la cuerda misma, abiertos
por ganaderos, y leñadores. Y, sin ser lo más concurrido del Guadarrama,
también los excursionistas frecuentan sus laderas. Toda esta actividad espantó
hace ya mucho a la fauna original: aparte de las aves, los huidizos gamos son
los únicos animales mayores que quedan de ella, y en poco número.
La Flecha, en el medio de la foto, apenas comba el monótono cordal principal del Guadarrama
- Zona: Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
- Unidad: Sierra de Guadarrama
- Base de partida: Rascafría (Madrid)
ACCESO: Rascafría
está 90 km al norte de Madrid, por El Molar y Lozoyuela. La ruta parte del
final de la Avenida de José Salgado,
situado en el extremo oeste y en lo más alto del pueblo. Puedes calcular un
itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.
OTROS DATOS:
- Cota mínima / máxima: 1.186 / 2.077
- Mi tiempo efectivo: 5h48
- Mi tiempo total: 7h29
- Dificultad: Muy fácil, en las condiciones del día (capa de entre 20 y 50 cm de nieve polvo, sobre otra helada). Itinerario por caminos o terreno cómodo, con pendientes suaves. Sólo en un par de tramos cortos se alcanzan los 20º.
- Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA |
LA RUTA: Salir de Rascafría por la pista que prolonga al oeste la Avenida de José
Salgado. Cuando se bifurca en Las
Cayadas, seguir por la derecha (NE), para remontar la boscosa ladera en
largas lazadas (para ver atajos, están descritos en el texto de las fotos),
hasta el cruce del Raso de la Cierva.
Girar a la derecha (N) y tomar un camino que va siguiendo el lomo, por la Piedra de Mármol hasta alcanzar el
cordal cerca del Puerto de las
Calderuelas. Girar a la izquierda (SO) y seguir la cuerda hasta La Flecha.
Continuar cresteando recto (S) y dejarse caer
enseguida por la despejada cara meridional del pico, hacia la vertiente de El Artiñuelo. Al dar con una pista
forestal, tomarla a la derecha (O) y, al desembocar en otro carril, continuar a
la izquierda (NE). Se llega así al Raso
de la Cierva, donde hay que seguir recto (NE), para, deshaciendo la ruta de
subida, regresar a Rascafría.
Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Bonito y largo itinerario, típico de esta zona del Guadarrama. En invierno es de los mejores terrenos que hay para raquetas por toda la zona y, además, la bajada propuesta no resulta adecuada sin nieve, pues, entre la cuerda y la pista horizontal del retorno, transcurre por terreno incómodo de matorral y pedreras. Con días más largos, es preferible prolongar el cresteo hasta el Puerto del Reventón; de hecho, era mi propósito inicial, pero, saliendo hora y pico más tarde de lo previsto y con la nieve no siempre en buen estado, preferí abreviar. De haberlo decidido en cumbre, habría bajado directamente por la cara sur del pico, en vez de dar el pequeño rodeo que tuve que hacer bordeando el pinar. Me quedó la duda de si el sentido en que realicé la ascensión es el adecuado o sería mejor a la inversa.
RELATO GRÁFICO:
Dejé Rascafría por la pista de tierra que
prolonga la Avenida de José Salgado, subiendo suavemente al oeste, paralela al
Arroyo del Artiñuelo.
Saliendo del pueblo y antes de entrar en el
bosque, veía a mi izquierda, sobre los prados, las cimas de la Cuerda Larga y
Peñalara.
En Las Cayadas, donde el barranco se
estrecha, sale a contramano a la derecha (E) un carril. Dejé aquí la pista,
pero no por él, sino...
... por una senda que remonta la ladera, por
la bisectriz de la bifurcación (N). El caminillo es borroso en sus primeros
metros: si no fuera por las huellas, sería indistinguible bajo la nieve.
Pero, enseguida, al otro lado una cancela,
pasa a transcurrir por un surco de más de un metros de profundidad (¿Cuánto
tiempo habrá hecho falta para que el paso de gentes y ganado haya excavado tal
trinchera?).
Al cabo, salí a una pista forestal; se trata
de aquel carril a contramano que dejé de lado en Las Cayadas y me había
ahorrado un buen rodeo. Así que lo tomé a la izquierda (O) para seguirlo
durante la siguiente lazada.
El robledal tapaba el panorama, pero también
es bonito ver las ramas desnudas perfiladas por el sol.
Al llegar a la altura de una cancela en la
alambrada que llevaba del lado del monte, dejé la pista para cruzarla y tomar
un camino que remonta directamente (NO) la ladera.
Como antes, sólo por las huellas de los que
me habían precedido (esto, ayer, debió de parecer una romería) permitía
distinguir la senda. Pero no es muy grave eso: el terreno es tan igual, que da
lo mismo por donde se vaya, a condición de ir cara a la pendiente.
Un pino aislado en el robledal, signo de la
altitud ganada.
Al rato, llegué de nuevo a la pista. Había
huella para seguir atajando, pero, a esta altura, las lazadas son cortas y
preferí, como la mayoría, incorporarme al carril, tomándolo a la izquierda (O).
Por la Mata del Pañuelo, la pista pasa por
una zona despejada, desde la que podía ver, al este, el Embalse de Pinilla bajo
los Altos del Hontanar, con el fondo de la Sierra de la Puebla, allá por
Ayllón.
Al otro lado, la cresta de Peñalara asomaba
sobre los robles.
En la última lazada de la pista, quedaba a
mi espalda la mitad oriental de la Cuerda Larga, de la Najarra a las Cabezas de
Hierro.
Y, a mi derecha, el airoso trío formado por
los Pelados, Peñacabra y el Nevero.
Estaba llegando a la cota 1.600 y, a partir
de aquí, los pinos sustituyen a los robles como árbol dominante. Al volver al
bosque, me...
... encontré enseguida en un pequeño claro,
donde hay una encrucijada y un corral. Estaba en el Raso de la Cierva, situado
en lo alto de un lomo, siguiendo el cual iba a alcanzar el cordal. Así que giré
a la derecha (N), para...
... tomar el más estrecho de los dos caminos
que salen en esa dirección. El que, en la foto, va por la izquierda, junto a la
cerca, dejando de lado el carril que cerraba una barrera arruinada.
El nuevo camino, sin ser tan amplio como la
pista de antes, es bastante cómodo y, aunque sigue la loma, va al principio
algo por debajo de la cuerda, atravesando un pinar que estaba muy bonito, con
el entramado de sombra del ramaje pintado en la nieve.
Al salir a lo alto del lomo en un claro, me
encontré ante el panorama de la parte baja del Valle del Lozoya, encajado entre
los dos brazos del Guadarrama y con las montañas de Ayllón al fondo.
Tras otro breve paso por el pinar, me
incorporé a un cortafuegos que, alcanza la cuerda desde la vertiente oriental y
la sigue a partir de ahí.
Más arriba, crucé una pista, a través de la
cual pude ver la cumbre de la jornada a mi izquierda.
El arbolado iba ya perdiendo altura y
densidad y, al paso por la Piedra de Mármol (1.876), podía ver a mi espalda
toda la Cuerda Larga y Peñalara dominando el alto Lozoya.
Las dos cumbres mayores del Guadarrama,
enfrentadas sobre la cabecera del valle.
A la derecha, Pelado, Peñacabra y Nevero ya
eran totalmente visibles. Más allá del último, engañosamente verde, el Reajo
Alto.
A la izquierda, la alargada y achaparrada
Flecha. Continué remontando el cortafuegos, que alternaba tramos de mayor y
menor pendiente, pero manteniéndose siempre muy por debajo de 20º.
Al pasar a la altura del Puerto de las
Calderuelas, la huella que iba siguiendo, se había interrumpido tan brusca como
misteriosamente (el final estaba en medio de una rampa, en un lugar
indiferenciado). Tuve la intención de atajar hacia el collado, pero la capa de
polvo era tan espesa y poco consistente en esa ladera, que preferí...
... continuar por lo alto de la loma, donde
la nieve estaba endurecida y el panorama era más extenso.
Sin llegar a pisar el punto más alto de Las
Poyatas, donde culmina la loma, al dar con la cerca y uno de los hitos que
marcan el límite provincial, giré a la izquierda (O), para...
... bajar hacia el Puerto de las
Calderuelas. La nieve en el cordal estaba sin pisar y, pese a estar en plena
cresta, mantenía una capa superficial tan blanda que, con raquetas y todo, me
hundía hasta casi la rodilla.
Fui buscando la vertiente norte, que supuse
más batida por el viento. Ciertamente estaba mejor, pero sin llegar a ser
cómoda: aquí me hundía un palmo largo. El inicio de la subida a La Flecha fue
el primero de los tramos en que, durante 30 ó 40 m de desnivel se superaban los
20º. Como se ve, nada grave. Luego, tras el giro de la cuerda, ésta se tiende
un poco hasta la antecima norte de la Flecha (2.055).
Me detuve allí a contemplar el panorama al
este, antes de...
... recorrer la cresta casi horizontal y
relativamente accidentada (para lo que es este cordal), que me separaba de la
cima principal de...
... La Flecha, que veía enmarcada por las
Cabezas de Hierro y Peñalara.
Al norte de la cumbre, la meseta se veía
inesperadamente parda, aunque las abundantes estribaciones que el Guadarrama
proyecta en este tramo estorbaban bastante la visión. Hacia la izquierda, sobre
el lomo de El Cancho, asomaban las crestas de...
... la Mujer Muerta y unas borrosas
Parameras.
Al noreste, el cordal se prolongaba, por el
Pico del Nevero, hacia la Somosierra y Ayllón.
Al sureste, el Valle del Lozoya, blanqueado
hasta su fondo.
Por encima de la cresta, que aquí se orienta al sur, las Cabezas de
Hierro y Peñalara. En esa dirección comencé la bajada.
Al poco, la cuerda gira al norte para
descender al Collado de la Flecha y ganar de nuevo altura en El Cancho. Como la
nieve estaba incómoda y ya había acumulado bastante retraso sobre lo previsto,
fue a mitad de esta bajada cuando decidí acortar, girando a la izquierda (S),
para descender directamente por la ladera, hacia...
... una pista forestal que se veía más
abajo, al otro lado de una banda de pinos. Derivé a la izquierda (SE) para
rodearla, pues...
... los árboles eran pequeños su ramaje se
enmarañaba, desaconsejando atravesarla. Éste fue el tramo más penoso de la
jornada, pues las condiciones de la nieve junto a la linde, de auténtica sopa,
fueron las peores que encontré. De haber tenido antes la idea de bajar por
aquí, desde la antecima sur de la Flecha, me hubiera dejado caer recto, pues la
ladera se presentaba despejada y regular.
Al llegar a la esquina occidental de la
arboleda, giré a la derecha (S), para proseguir perdiendo altura, ahora por un
terreno despejado en que, a lo largo de unos cien metros de desnivel, la
pendiente volvía a alcanzar los 20º. Aunque la nieve seguía blanda, bajar no
era tan incómodo.
A mi derecha, veía ahora la vertiente del Cancho,
donde no he llegado nunca a estar. Ya que preveo difícil salir de Madrid en
breve, puede ser una buena ocasión para visitar estos rincones, apartados del
paso habitual de excursionistas.
Al llegar a la pista, la tomé a la derecha
(O), entrando enseguida...
... en el pinar, que estaba muy bonito en
este inicio de tarde clara y apacible. Vino una bajada en lazadas, en que los
tramos de bosque se alternaron con...
... otros despejados, en que volvía a ver el
fondo del Valle del Lozoya bajo las altura de la Cuerda Larga y...
... Peñalara, que la perspectiva iba
hurtando a la vista.
Las dos últimas curvas, las atajé, pues el
pinar no presentaba obstáculos y la nieve, si no era tan regular bajo los
árboles, estaba menos blanda.
Cuando la pista que seguía desembocó en
otra, seguí por la izquierda, pasando a atravesar al este la vertiente del...
... Arroyo de las Calderuelas, mientras las
sombras se iban alargando. Este nuevo carril ya es terreno transitado, como
indicaba el pedazo de huella que lo recorre. Aunque siendo lunes, seguía sin
cruzarme con nadie.
Así llegué al cruce del Raso de la Cierva,
donde, en esta ocasión, continué recto (NE), para...
... deshacer el camino de ida hasta...
... Rascafría, a donde llegué cuando las
sombras se extendían por el valle pero el sol aún doraba las crestas.
Una última mirada: sobre el mismo prado del
inicio, la Cuerda Larga y Peñalara.
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