Cancho Centeno (1.917)

ASCENSIÓN DESDE CANTO COCHINO

ARISTA NE (VÍA NORMAL)

Cancho Centeno es el risco más alto de las Cuerda de las Milaneras, es decir, el brazo occidental del cresterío de la Pedriza Posterior. Pese a su escasa prominencia, es un excelente mirador sobre el interior del circo y, su cima vertiginosa, una de las pocas de este cordal que puede culminarse sin gran dificultad. Por otro lado, la aproximación natural, siguiendo la cresta de Las Milaneras, transcurre por parajes fascinantes, exponentes típicos de la mezcla de canchos de formas peculiares con la espesa vegetación que distingue a La Pedriza.

Visto desde el sur, Cancho Centeno domina el típico paisaje pedricero

SITUACIÓN:

  • Zona: Cuerda Larga - Sierra de la Morcuera (Sistema Central)
  • Unidad: La Pedriza
  • Base de partida: Manzanares el Real (Madrid)
ACCESO: El Parking Canto Cochino está 48 km al NO de Madrid, por Colmenar Viejo y Manzanares el Real. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

Pulsa aquí para consultar la tabla MIDE

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.022 / 1.917
  • Mi tiempo efectivo: 5h06
  • Mi tiempo total: 7h05
  • Dificultad: PD-. El acceso a cumbre está sin marcar e incluye una escalada de 8 m con escasa dificultad, pero casi vertical con los apoyos justos (II). Varias trepadas cortas (I a II) durante la aproximación y el retorno.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Canto Cochino por el extremo del carril de acceso, cruzando el Manzanares y girando a la izquierda (N) en la bifurcación subsiguiente, para tomar la senda sin balizar que remonta directamente la vertiente meridional del Cancho de los Muertos y, tras rodear por el este (derecha) los riscos cimeros, desemboca en el Collado del Cabrón. Allí, hay un cruce múltiple, donde hay que girar primero a la izquierda (O) y luego a la derecha (N), para tomar la senda PR-M 1, conocida como La Integral, y seguir la Cuerda de Las Milaneras. Tras rodear por el oeste (izquierda) el Cancho Centeno, al ir a salir a la cuerda, girar en redondo a la derecha (SO), para alcanzar la cima, primero por el lomo del cordal y, luego, cuando aumentan las dificultades, por la vertiente occidental (derecha, exterior del circo). Avanzar por terreno incómodo de bloques y matorral, hasta estar bajo la cima de Cancho Centeno (PD-), que se alcanza tras una corta escalada  de escasa dificultad (II).

Regresar a la senda y seguirla hasta el Collado del Miradero. Girar a la derecha (SE), para tomar el PR-M 2, que desciende el circo hasta el Llano del Peluca, donde se encuentra con el camino conocido como Autopista de la Pedriza y marcado como GR-10. Tomarlo a la derecha (SO) para regresar a Canto Cochino.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Una ruta muy bonita y pedricera, que, aunque transcurre casi íntegramente por sendas balizadas, incluye bastante trepada cuando atraviesan canchos especialmente abruptos. El acceso a la cima está sin marcar, lo mismo que la cima en sí. Normal en un risco poco visitado, pues ni llama la atención ni recorren sus caras vías de escalada famosas. Sin embargo, las vistas desde Cancho Centeno son de las mejores que conozco del submacizo. La trepada final, sin plantear un reto técnico, requiere instinto para localizar el paso bueno y no enriscarse ni asumir demasiada exposición. Además, la cima es vertiginosa y encaramarse a cualquiera de los bloques candidatos a más alto impresiona bastante.

Sobre la toponimia, actualmente hay cierta confusión entre Cancho Centeno y la Gran Milanera, entre otras cosas porque el IGN ha cambiado los nombres en sus mapas. Mirando viejas publicaciones que tengo por casa, parece que Cancho Centeno es el más alto: según, al menos, dos referencias, en una revista Peñalara de 1919, un viejo cabrero de la zona atribuía el nombre al centeno silvestre que crecía al pie del risco y lo situaba inmediato al Collado del Miradero. Así que mantengo Cancho Centeno para la cota 1.917, que corona la Cuerda de las Milaneras, mientras que el Pico de la Milanera, o Gran Milanera, es la 1.799, situada entre el Carro del Diablo y los Tres Cestos, que, sin ser el risco más alto, sí que es el más prominente y destacado del cresterío.

RELATO GRÁFICO:

Salí de Canto Cochino por la pista asfaltada y cerrada con barrera que baja al Manzanares, con la vista puesta ya en los riscos que asomaban sobre la copa de los árboles. Los más lejanos, son Las Torres, vecinas por el este del Cancho Centeno.

Crucé el río y, al otro lado del puente, giré a la izquierda (N), dando enseguida con un segundo cruce, en que giré a la izquierda (NO), siguiendo las indicaciones del cartel que marcaba al Cancho de los Muertos y Collado Cabrón.

El camino estaba marcado como PR y llega al collado citado, pero lo dejé enseguida por una senda sin balizar y más estrecha que sale a la derecha (N) y remonta más directamente el pinar de la vertiente sur del Cancho de los Muertos. Alternaba tramos en muy buenas condiciones, como el que se ve, con...

... breves roquedos y pedreras, siempre fáciles pero a veces escabrosos.

Al salir del bosque, lo primero que se mostró fue, a mi espalda, la Sierra de Hoyo de Manzanares asomando por el Collado de Quebrantaherraduras, acceso principal a La Pedriza.

No tardé en verme dominado por los riscos cimeros del Cancho de los Muertos, mientras la senda me llevaba a rodearlos por la derecha.

Desde ese flanqueo, me asomé por primera vez al interior del circo, contemplando el brazo oriental de la Pedriza Posterior y la masa de verde y roca de la Anterior. Ahora sí veía la cumbre; Cancho Centeno es el primer risco por la izquierda de la foto, y su cima es el tercero y último de los picos; el más próximo al Collado del Miradero y Las Torres.

En el Collado del Cabrón, regresé al bosque y me encontré un cruce múltiple. Para continuar siguiendo la Cuerda de Las Milaneras, giré a la izquierda (O) en la primera bifurcación que encontré, para recuperar a continuación la dirección norte, yendo a la derecha en la siguiente (ésta).

La sendas está señalizada como PR, se presenta magnífica al inicio y me llevó en una subida, que se fue empinando progresivamente, hacia la brecha que se veía entre los dos riscos más altos: el Pajarito y la Campana.

A mi izquierda, era ahora visible la Cuerda de los Porrones, que asciende hasta la Maliciosa, cuya cumbre quedaba oculta por una de las pocas nubes que había.

En el acceso a la brecha citada, el terreno se volvió accidenta de verdad por primera vez en la jornada. Aquí ya tuve que ayudarme de las manos para superar algún bloque.

El paso el muy estrecho en su culminación, desde donde sólo se veía un estrecho segmento de llanura al sur.

Delante, un nuevo rellano boscoso me separaba del siguiente roquedo, el Carro del Diablo.

A punto de rodearlo, una mirada atrás, hacia la vertiente norte de la Campana y el grupo del Pajarito.

El entorno es cada vez más pedricero. No sólo por lo cantos peculiares, sino también porque las marcas me llevaron por algunas placas y resaltes, fáciles, pero en las que ya había que trepar (I).

Y, entonces aparecieron, junto a la Maliciosa, las Cabezas de Hierro, que, desde aquí, no tienen un aspecto muy impresionante.

Al quedar atrás el Carro del Diablo y entrar en el siguiente rellano, lo que quedaba de cuerda, hasta las Torres. No así la cumbre del día, que quedaba tapada por el Risquín y Peña Rayo, los dos canchos que se ven a la derecha de la Gran Milanera que...

... es, en mi opinión, uno de los canchos más bonitos de La Pedriza. Aunque sus formas no sean tan peculiares como en otros picos, tiene un algo montañero que me atrae.

La senda me llevó luego a perder algo de altura por el bosque de la vertiente oriental, supongo que buscando el paso más cómodo. En ese tramo, pasé por una bifurcación que podría plantear alguna duda. Precisamente, cuando más falta hacía, no se veía ni una marca. Es por la izquierda (NE).

Luego, gané de nuevo altura y, cuando los árboles empezaron a clarear, reapareció el otro brazo del Circo de la Pedriza Posterior, donde destacaba el tremendo agujó del Cocodrilo, bajo el Cerro de los Hoyos.

Al dejar atrás la vegetación, me encontré remontando una zona de bloques lisos, bajo la cara este de la Gran Milanera, que presentaba cortos resaltes entre de I y II grado.

En lo alto de ese tramo, mirando atrás, ya se disfrutaba de un amplio panorama del interior del circo.

Tras rodear la Gran Milanera, la senda me llevó a pasar bajo el gendarme de los Tres Cestos antes de cambiar de vertiente en la horcada que se abre entre mismo y el Risquín.

Pasé, pues a rodear el cancho por fuera del circo, hacia la Peña del Rayo.

Una mirada atrás, al pie de esta última: los Tres Cestos y la Maliciosa enmarcan bellamente...

... los montes de El Escorial y la cresta del Gredos Oriental, que asomaban sucesivamente sobre la Cuerda de los Porrones.

Por delante, la Cuerda Larga iba viéndose cerca. El itinerario seguía alternando los tramos de senda más o menos buena, con...

... ocasionales pasos de trepa, como esta bajada, vertical pero con buenos agarres (I+).

Al acabar de rodear la Peña del Rayo, apareció Cancho centeno en lo alto de la ladera. Estuve tentado de subir directamente por este lado, pues el lomo proyectado justo hacia donde tiré la foto, formado por bloques, no parece difícil. Pero me desanimó una zona, hacia dos tercios de altura, que se presenta vertical y parece que muy expuesta. Fue una suerte, pues, al seguir por la senda para rodear el risco por el pinar de la izquierda y...

... salir al otro lado, me di cuenta de que no había visto la cima, sino una punta secundaria al sur y, entre ambas, hay una potente brecha, cuyos flancos no parecen fáciles de superar.

Así pues, como ya dije, continué por la senda, camino del Collado del Miradero. Poco antes, cuando el Alto de Matasanos y La Torres, asomaron sobre el cercano lomo del cordal, giré en redondo a la derecha (S), para...

... dirigirme al risco. Primeramente, ya sin trazo ni marcas de ningún tipo, superé una tendida ladera de matorral rastrero.

Luego, un corto lomo suave, entre matojos y cantos.

Ante el primer resalte de cierta importancia, cambié a la vertiente oriental (izquierda), para seguir por una terraza...

... colgada, como un balcón, hacia el interior del circo y desde la cual tuve un anticipo de las vistas desde la cima.

La repisa acabó, tras pasar una horcada, ante un gran canto. Giré a la derecha (O) por la brecha que se adivina detrás de la roca en primer plano, cambiando a...

... la vertiente exterior del circo, que se presentó como un caótico amontonamiento de bloques, más incómodo que otra cosa, por donde fui siguiendo la cresta, de peripecia en peripecia (I).

Calculando que debía de estar bajo la cima, poco más o menos, vi que se abría a mi izquierda una subida más accesible que lo visto hasta entonces. Se trataba de una especie de canalón, que superé primero por unos bloques apilados y, luego, por una placa lisa pero bastante tendida (II). Al culminar la subida, me encaramé al canto de la derecha (SO), el más alto.

Entonces vi otro, un par de metros más allá, que podía ser más alto, o no.

Cambiando de punta, lo mismo. El GPS marcaba idéntica altitud y no había hito. Bueno; como he pisado ambas piedras, fijo que he estado en la cima.

Dándome la vuelta con cuidadito, pues apenas cabían las botas, lo primero fue una mirada hacia la Cuerda de las Milaneras. Una perspectiva poco frecuente y tan bonita como el panorama a la derecha, hacia...

... la mitad oeste de la Cuerda Larga, o, al otro lado, hacia...

... el interior de la Pedriza, por donde iba a transcurrir el retorno.

En primer lugar, volviendo a la senda, más o menos por el mismo sitio por donde había subido. Una vez recuperado el trazo, continué por él hacia el NE.

No sin detenerme a contemplar Cancho Centeno que, desde este lado, no parece gran cosa.

En el Collado del Miradero, cambié del PR-M 1 al 2, girando a la derecha (SE), hacia el pinar, de donde sobresalía espectacular el Risco de La Bota, que no debe su nombre a la de caminar, sino a la de beber.

Al inicio de la bajada, el trazo es un poco confuso, pero da igual: a la entrada bajo los pinos, se aclara y aparecen las marcas de pintura.

Este camino, como es común en la Pedriza, combina también tramos muy cómodos y reposados con...

... breves resaltes, como éste, que, sin ser un obstáculo importante, obliga a ayudarse de las manos (I).

Tras un rato bajando entre los pinos, salí a una terraza rocosa, casi despejada, conocida como Los Llanos.

Desde allí, volviéndome, pude contemplar Cancho Centeno, entre la Peña del Rayo y Las Torres.

También destacaba, al este, el Cocodrilo; quizá el gran risco más agudo de la Pedriza.

Luego, al volver al bosque, pasé recto por este cruce, llamado Cuatro Caminos, lugar bastante conocido, pues se encuentran las dos sendas que atraviesan de parte a parte el Circo de la Pedriza: la axial y la transversal.


Poco después, llegaba frente al puente que cruza el Arroyo de la Dehesilla para acceder al Llano del Peluca. Allí, me encontré con la conocida “Autopista de la Pedriza”, ancho y bien acondicionado camino marcado como GR. Tomado a la derecha (SO), me bastó seguirlo, descendiendo el barranco, para volver a Canto Cochino.

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