Baldairán (2.696)

ASCENSIÓN DESDE PANTICOSA

POR EL BARRANCO PINIECHO

El Baldairán es uno de los picos que coronan el brazo oriental del cresterío que abraza el valle en que se asientan Panticosa y su balneario. Se trata de una pirámide, más pedregosa que rocosa, no muy altiva, pero con buena prominencia. Hermosas vistas de las sierras y macizos más cercanos, extendiéndose al este hasta el de Néouvielle, y un entorno de valles profundos y verdes, con lagos en sus cabeceras, son sus atractivos más notables. Aprovecharé además la ascensión para visitar el Barranco de Piniecho, que, por su situación apartada y precario acceso, es uno de los más apartados del área y una sorpresa de verde suavidad, estando donde está, muy alto entre crestas descarnadas.

El Baldairán, su cumbre a la derecha, desde el Barranco Piniecho

SITUACIÓN:

  • Zona: Valle de Tena (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Panticosa
  • Base de partida: Panticosa (Huesca)

ACCESO: Panticosa está 77 km al norte de Huesca, por Sabiñánigo y Biescas. Sin entrar en el pueblo, seguir hacia el baleario y, 2 km después de la rotonda de acceso tomar un desvío a la derecha, que, al cabo de 500 m, llega a un aparcamiento a partir del cual la pista está cerrada al tráfico privado.Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.


Pulsa aquí para consultar la tabla MIDE

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.230 / 2.696
  • Mi tiempo efectivo: 6h41
  • Tiempo total: 8h18
  • Dificultad: Muy fácil. Bastantes tramos escabrosos, por fuertes pendientes y terreno pedregoso, suelto en ocasiones.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Panticosa por la pista que remonta el Río Bolática y seguirla hasta la collada (1.495). Dejarla por la izquierda (NE) y cruzar un prado, en busca de la senda que atraviesa la Pinada de Egena, ganando altura en diagonal. Al llegar al Barranco Barón, remontarlo y, pasada la Mallata Piniecho, girar a la derecha (E) para subir por la ladera, por prado y pedreras, hasta el collado (2.614), que se abre al N de la cumbre. Seguir la cuerda a la derecha (S) hasta el Baldairán.

Bajar a la derecha (SO) por el flanco oriental (izquierdo) de la arista, atravesado por un trazo discontinuo, hasta el Collado de Catieras. Tomar a la izquierda (SE) la senda que lo atraviesa y seguirla. Tras girar a la izquierda (SE) y vadear el cauce, la traza se aleja dando un rodeo; para evitarlo, seguir descendiendo junto al cauce hasta que el barranco se desploma en una fuerte caída; entonces, sí, cruzarlo, avanzar algo a la izquierda (SE) hasta estar a la vista del Ibón de Catieras y bajar por lo mejor hasta la orilla. Allí, se reencuentra la senda que, tomada a la derecha (SO), conduce por Yenefrito hasta la pista, ya conocida, de la Ripera, la cual, tomada a la derecha (NO), nos devolverá a Panticosa.


Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Propuesta de ruta circular al Baldairán desde Panticosa que, además de evitar el ida-y-vuelta, permite visitar el Barranco Barón o de Piniecho, bonito paraje oculto en lo alto de la ladera del valle principal que, a mí al menos, me sorprendió por lo inesperado de encontrar un amplio y apacible vallecito todo verde, donde esperaba hallar el típico pedregal desolado. Aparte de eso, la ruta  en conjunto es variada en paisajes y entornos, incluyendo el paso por prados, bosque, un bonito ibón, una arista panorámica sin dificultad y algún corto paso un tanto aéreo.

Aunque no hay dificultades técnicas, la senda entre la Pinada de Egena y Piniecho incluye tramos en que, sin llegar a borrarse, el trazo apenas se ve y las señales faltan. Debido a esto, la ruta queda reservada a gentes con un buen "instinto de ruta". Al contrario de lo habitual, las marcas empezaban despintadas y se tornaron flamantes cuando estaba ya muy arriba; concretamente, al pasar el Foratiecho. O las pusieron bajando y se acabó la pintura, o hay otro trazado; lo seguro es que todo el rato fui por senda, o restos de. Por lo demás, los únicos tramos sin senda, la subida collado norte y la bajada directa al ibón, carecen de dificultad y transcurren por terreno razonablemente cómodo.

RELATO GRÁFICO:

A partir de la barrera próxima a Panticosa, remonté la pista de la Ripera, que, al principio, transita entre denso arbolado.

Al salir a los prados, los primero que se presenta a la vista es el extremo occidental de la Sierra de Tendeñera, del Sabocos a la Peña Blanca.

Más completa aparecía la Partacúa.


Y, mirando hacia la parte de donde había salido, iban asomando, de momento tímidamente, las Argualas.


Delante, veía una cresta al fondo del valle, enmarcada por los picos de Catieras y Escuellas. La cumbre, aún invisible, se sitúa detrás del primero. A la izquierda, se aprecia lo abrupto de la ladera de la Pinada de Egena, a través de la cual ganaría el Barranco Barón o de Piniecho.


Por la pista, fui hasta la collada marcada en el mapa IGN con la cota 1.495. Al llegar, vi una marca de pintura azul y blanca en un piquete de la cerca de la derecha (se distingue en la foto) y sale a la izquierda (NE) el desvío de...

... acceso a este prado cerrado con cancela (había otra marca). Tras cruzarla, atravesé el prado hacia la derecha (NE) y,...

... al fondo del mismo, tras un estrechamiento, giré a la izquierda (N), para, siempre por pasillo entre muros vegetales, pasar a otra terraza inmediata superior y...

... recuperar la dirección a la derecha (NE) y meterme en el bosque por un hueco que se veía al fondo.

Una vez bajo los árboles, se dibujó una senda muy clara en la hierba. Y, cosa curiosa, las pocas señales que vi a partir de aquí, pocas y muy separadas, sin continuidad, pasaron a ser algún hito y unos puntos anaranjados hechos con spray.

De todas formas, la traza era lo suficientemente clara como para seguirla sin dificultad. Según avanzaba, el terreno se fue haciendo más abrupto y, aclarándose la vegetación, hasta...

... salir al descubierto, cerca ya de la boca del Río Ripera.

A continuación, el trazo se borró en el crucé de una torrentera seca, pero, al entrar en el pinar al otro lado,...

... la senda se volvió a hacer visible, aunque seguía sin ostentar unas marcas claras.

Al salir del bosquecillo, me encontré en el lomo herboso de Foratiecho y ante una impresionante vista del barranco que había ido remontando.

Pero es que, enfrente, el barranco de Ripera, dominado al fondo por las paredes de la Sierra de Tendeñera, tampoco tenía desperdicio.

El trazo, de nuevo borroso como pasaba cada vez que salí de los árboles, me llevó a remontar el lomo, esquivando un espolón rocoso.

Por encima del mismo, ante una sombría Partacúa, se descubrió el pueblo de Panticosa.

Luego, la senda me condujo a través de la ladera, en una travesía que, si no vertiginosa, llegó a ser aérea en algún momento.

El panorama abajo, espectacular, dejando atrás el espolón de antes.

Y, entonces... ¡sorpresa! Reaparecieron las marcas blanquiazules, flamantes como si las hubieran pintado ayer. Aquí, iba dejando ya atrás la parte más aérea de la travesía y puede verse abajo el espolón de Foratiecho.

Luego, mientras seguía subiendo en tendida diagonal,  atravesé otro barranco seco y gané el siguiente lomo, desde el cual...

... hay esta magnífica perspectiva del Pico de las Escuellas, encajado entre los barrancos de Laulot y Ripera.

Volviendo la vista atrás, otra vez la Partacúa, esta vez más allá del lomo de Foratiecho.

Y, por delante, el Barranco Barón, dominado por los picos Serrato, al fondo del todo, y Catieras. No sé por qué me había imaginado un pedregal reseco y desolado y, en vez de eso, me encontré con este amplio tubo verde y mullido, atravesado...

... por un torrente cantarín. El lugar es delicioso y, junto al agua, fui ascendiendo cómoda y gradualmente hacia el Collado Piniecho, que desatacaba al fondo. Al acercarme, fue descubriéndose la cumbre a la derecha, mientras...

... rodeaba por su base el Pico Catieras, que proyecta a este lado una potente cresta.

Tras pasar junto a la arruinada Mallata Piniecho, el trazo cruza el riachuelo y gira a la derecha para encaminarse al Collado Catieras y enlazar con la ruta normal. Mi idea no era esa, sino, seguir al Collado Piniecho y llegar al Baldairán por su arista norte. Pero, al ver la vaguada que se abre entre la cima y la cota rocosa que se alza en la mentada arista, se me ocurrió que podría acortar un poco la ruta si subía por ella; además, habían previsto tormentas a primera hora de la tarde y quitar un poco de tiempo a la jornada podía ser buena idea; así que seguí el trazo, vadeando el torrente y, al encaramarme al lomo subsiguiente, lo dejé por la izquierda (SE) y...

... me dirigí por lo alto del mismo hacia el fondo del cuenco, por terreno cada vez más pedregoso.

Al ganar altura, se fueron descubriendo a mi izquierda las cumbres más altas de Panticosa: Argualas, Garmo Negro e Infiernos.

Pese a que la hierba permitía, dando algún rodeo, evitar la mayor parte de las pedreras, ésta no tuve más remedio que cruzarla. Bueno, como se ve, el tramo obligado es breve y los cantos estaban bastante. No es de las malas. De hecho, acometiendo la pendiente final por la vertiente norte (izquierda en la foto), se sube prácticamente por la cómoda hierba.

Otra mirada atrás, ya desde media subida: sobre la cresta occidental del Catieras, asomaban parte de la Sierra de Tendeñera y toda la de la Partacúa.

Antes de alcanzar la arista, derivé a la derecha buscando su punto más bajo, marcado con la cota 2.614.

En la horcada, apareció al otro lado el Vignemale, acompañado del Perdido y sus satélites, e incluso se veía el Macizo de Néouvielle. También se veían, nubes oscuras y alguna cortina de lluvia allá al este. Dado que sentía el viento de cara, me alegré de haber abreviado, aunque no fuera mucho.

A mi derecha (S), y bajo un cielo que aún mostraba retazos de azul, se alzaba la cumbre, al extremo de un lomo, a medias herboso y pedregoso, que remonté con cierta premura.

Al llegar a la cumbre del Baldairán, me encontré ante una perspectiva más amplia de la cresta de Tendeñera, más allá de un colorido paisaje ondulado, donde destacaba el Ibón de Catieras, junto al que pasaría de bajada.

Más a la derecha, la vista se extendía, más allá de la Partacúa, por los picos de la divisoria de Izás y el sector de Bernera, estos últimos muy difuminados ya. Qué contraste del cielo abierto de esa parte, con...

... las nubes sobre la zona de Argualas, Bachimaña y Bramatuero, que...

... se iban oscureciendo cada vez más por Vignemale y Marboré.

Así que no me entretuve mucho antes de volver al lado soleado de la montaña, bajando a la derecha (SO), hacia el Collado Catieras. Restos de un trazo y la lógica del terreno me llevaron por el flanco oriental (izquierdo) de la arista, empinado y pedregoso pero sin dificultad ni prácticamente exposición.

Pese al aspecto desde abajo, poniendo un poco de atención y rodeando los obstáculos, se baja sin apoyar una mano.

Desde el Collado de Catieras, me despedía de las Argualas y los Picos del Infierno, antes de...

... girar a la izquierda (SE), para continuar el descenso por la herbosa vaguada de ese lado, en la que se dibujaba un trazo de senda, que...

... no tardó en perderse bajo un nevero. No importa. No hay bajada más cómoda. Más abajo, en...

... un rellano, reencontré el trazo y unos hitos. Tras girar con el barranco al suroeste,...

... el trazo cruza el torrente y se aleja a la izquierda (SE), dando un amplio rodeo. Sabiéndolo, continué un poco más adelante, hasta que el arroyo se despeña en una fuerte caída. Entonces sí, crucé la corriente y, al otro lado,...

... al ver el Ibón de Catieras en el fondo de una empinada rampa de hierba, regular y despejada, me dejé caer por ella hasta su orilla, donde reencontré la senda, que tomé a la derecha (SO), para...

... acabar de rodear la masa de agua.

En el desagüe, la senda, cada vez más clara, me llevó a cruzar la corriente y, para evitar la zona más abrupta del barranco,...

... dar un amplio rodeo por las laderas sobre el barranco de Laulot, buscando un descenso apacible.

Así, fui perdiendo altura cómodamente, dando amplias lazadas y en medio de un encantador paisaje de montaña amable. Sobre los nubarrones de antes al este, finalmente no llegaron; sólo hacia la Partacúa parecieron oscurecerse algo las nubes, pero sería sólo una falsa alarma.

Al llegar al fondo de este otro barranco, crucé el Arroyo de Laulot por...

... un vado que, si el torrente fuera crecido, podría ser delicado. Yo lo pillé bien.

En la otro orilla, una mirada atrás, a la bonita combinación de roca y verde de este valle. El chorro que se ve caer enfrente es el de Catieras, curso que a partir de ahora seguiría hasta el final.

Poco después, pasé sucesivamente junto a la Mallata y el Dedo de Yenefrito. Al acercarme a este último,...

... se iba viendo enfrente, o más bien intuyendo, la boca del Barranco Barón.

Una mirada atrás desde la collada del Dedo de Yenefrito, antes de cruzarla y...

... continuar el descenso por esta verde vaguada, paralela al barranco principal. Al fondo, se cerraban las nubes sobre Panticosa y la Partacúa, pero, finalmente, no llegarían a descargar durante la excursión.

Ese mogote rocoso es el que oculta el Barranco Barón desde el de Catieras y hace parecer difícil su acceso.

Finalmente, la senda desembocó en el Barranco de la Ripera, donde...

... con una pista, la misma por la que había iniciado la excursión. Tomándola a la derecha (NO), volví al Río Bolática, que crucé, para luego cerrar el itinerario en la collada (1.495). De hecho, al fondo de esta vertiente, se ve la cota (1.503) junto a la que se abre. En fin, que por la pista acabé donde había empezado, en el aparcamiento cercano a Panticosa donde está la barrera.

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