Las Argualas y el Garmo Negro
brillaban ya sobre la umbría de los Baños de Panticosa cuando...
... tomé el sendero que, junto a la
Casa de Piedra, remonta el barranco que baja de Bachimaña.
El camino, como parte que es del
GR-11, está muy marcado, balizado y, en los pocos pasajes algo expuestos,
cuenta con pasamanos.
Por tan cómoda senda, pronto quedó
muy abajo el balneario.
La senda pasa junto a varias cascadas,
unas encajonadas y medio escondidas,...
... otras más abiertas. Todas
bonitas.
También hay varios rellanos, que
dan descanso a las piernas. La subida se lleva realmente bien, incluso la de la
Cuesta del Fraile, gran resalte rocoso previo al...
Embalse de Bachimaña Inferior,
junto al que se alza el refugio. Sin llegar a él, la senda me condujo a
rodearlo por el norte (izquierda), pasando a continuación,...
... por el mismo lado, junto al
embalse alto, con su isleta en medio. Especialmente seductor se alzaba al fondo
el Péterneille.
Al pasar la cola del embalse y doblar un lomo, apareció la cumbre: a la derecha del Marmoleras, se alzan un trío de picos; el central es la Punta Zarre. Tras ese alto, una breve bajada me llevó a...
... un rellano herboso, donde tuve de vadear el riachuelo, pues la pasarela que hubo estaba inservible. Al otro lado del agua, en una bifurcación, seguí por la izquierda (NO), remontando el barranco. La otra rama, baja de los Ibones de Pecico y, por ella, regresaría de la cumbre.
Sobre el torrente iban asomando los
Picos del Infierno, cuya colorida vertiente, acabó de descubrirse al llegar
al...
... Ibón Azul Inferior.
Allí dejé el GR-11 por a la derecha
(N), para remontar, ya sin senda, la empinada ladera de hierba que se extendía
bajo la Punta Zarre. Durante la subida, vi algún hito aislado, pero sin
continuidad. Mejor guiarse por la oscura masa del pico.
Mirando atrás al poco de iniciar
esta subida, se ve asomar la cresta del Vignemale, más allá del Embalse Alto de
Bachimaña, entre los picos de Péterneille y Serrato, entre otros.
Tras una primera cuesta, vino un
rellano y una nueva pendiente, cortada por barras rocosas. Antes de seguir,
merece la pena detenerse y...
... aprovechar la buena perspectiva
para examinar la Punta Zarre y la vía para culminarla: la chimenea para ganar
la cresta, a la derecha; luego, la placa famosa pero más fácil de lo que
parece, y finalmente la empinada arista.
Tras el rellano, la cima se perdió
de vista en las zonas más empinadas, en las que nunca hube de afrontar roca,
pues siempre encontré pasillos de hierba para evitarla.
La parte superior de esta pendiente
estaba culminada por un nevero, sobre el que empezó a asomar de nuevo la Punta
Zarre.
Ahí, merece la pena tomarse un
respiro y contemplar el paisaje que tenía detrás, donde destacaba la masa del
Vignemale, más allá de los picos vecinos y Bachimaña.
Más a la derecha, los Picos del
Infierno y Marmoleras.
Me separaba de la Punta Zarre un
rellano pedregoso, que crucé derivando a la derecha, hacia la base de la
chimenea.
Ésta tiene unos 50 m de altura y es
casi vertical en prácticamente todo su recorrido, pero cuenta con numerosos y
sólidos apoyos, de tal manera que la dificultad se mantiene en el II grado,
salvo...
... para superar esta panza
amarillenta, en donde los agarres está más separados (III-). Lo superé por la
izquierda.
Al salir a la arista, descubrí al
otro lado la ladera cabecera del circo de Pecico y giré a la izquierda (NO),
para...
... seguir la empinada cuerda hacia
la cima. El primer paso es una placa de unos 20 metros, que he leído que se considera
el paso clave. En mi opinión, sabiendo aprovechar la fisura herbosa que la
corta, la dificultad es menor que en otras partes de la subida (II).
Lo que sí resulta el paso es
expuesto... y de mucho ambiente, como se aprecia en esta mirada atrás según se
supera la placa: el resto de la arista este y el Vignemale al fondo. Obsérvense
los dos escaladores (me los acababa de cruzar, venían cresteando desde el
Collado de Tebarray), que están iniciando el descenso de la chimenea.
Tras la placa, continué la trepada
por una chimenea más fácil (I) adosada al flanco norte (derecho) de la arista.
Al cabo de 50 ó 60 metros, salí de
nuevo a la arista, donde encontré la roca, sin ser magnífica, más sólida de lo
que me esperaba; bastante segura en general. Tras un primer tramo ancho y no
demasiado empinado (I), seguido de un breve rellano, la arista se empina y
afila en los últimos 70 metros. Es una continua trepada de II grado, que
incluye hacia la mitad...
... este corto paso (5 metros)
vertical y con agarres un poco justos (II+). Lo superé por esa banda de roca
más irregular, justo a la derecha de la arista, donde se ve algún canto rojizo.
Lo primero al llegar a la cima de
la Punta Zarre, una mirada atrás, a la arista que me había llevado allí. Y, si
atractiva es su vertiginosa imagen, al levantar la vista...
... el horizonte se llena de
montañas. No muy lejanas, pues la vista no se extiende más allá de Néouvielle.
Pero incluye...
... la ingente masa del Vignemale,
tras la que era ahora visible la cresta del macizo de Marboré.
Al sur, el panorama sólo llega a la
Tendeñera, pero también es hermoso con los ibones de Bachimaña y los Azules,
yaciendo allá abajo.
Más cerca, los característicos
Picos del Infierno y...
... las otras peñas que forman con
la Punta Zarre un espectacular grupo: Marmoleras, Tebarray y Llena Cantal. Al
fondo, se entrevén la Pala de Ip, Aspe, el Bisaurín y, más cerca, el Midi
d’Ossau.
Siguiendo el giro, el Balaitús y...
... su vecina la Gran Facha, sobre
los Ibones de Pecico. Por ahí transcurrirá el retorno y, para iniciar el
descenso, comencé por avanzar unos metros por la arista norte, hasta que ésta
se empina; entonces, giré a la derecha (NE) y...
... destrepé por un terreno empinado
de gradas estrechas, no difícil (II), pero bastante inseguro. No tenía una
referencia clara; sólo bajar dejando a la izquierda la arista norte, hasta
que...
... llegué a la altura de la brecha
inmediata a Punta Zarre, que ofrecía esta maravillosa perspectiva a mi
izquierda. Entonces, descubrí...
... una terraza pedregosa que
descendía paralela a la cara de la montaña. “Aterricé” en ella tras perder unos
60 m desde la cumbre, y continué el descenso, ahora en una diagonal que...
... seguía siendo muy empinada,
pero por un terreno algo más seguro y “arropado” (II). Durante la bajada llegué
a ver un par de hitos, pero que no resultaban útiles pues, además de no
mantener la continuidad, estaban donde menos dudas había; creo que esta ruta
debió de estar hitada, pero casi todas las señales han desparecido.
Una mirada atrás en plena trepada
da idea de cómo es esta parte de la bajada (II), que se prolongó durante 80
metros.
Por mucho que se ponga atención hay
que levantar la vista de vez en cuando para no perderse vistas como ésta.
O esta otra, en que se va viendo
acercarse la brecha en que, a la subida, alcancé la arista, pues, bajo ella,
acaba esta diagonal.
Justo antes de un rellano, encontré
los 15 metros más empinados de la bajada (II+). La roca era aquí más sólida: se
ve que todo lo que podía caerse, lo había hecho ya.
Tras ese resalte, me encontré ante
el inicio del nevero acumulado al pie de la pared. Pensé en primera instancia
bajar por él, pero, como estaba muy empinado y duro, preferí cruzarlo por lo
más estrecho y...
... continuar bajando en diagonal
un poco más, ahora por terreno sin dificultad, hasta la siguiente lengua de
nieve, situada ya totalmente bajo la brecha oriental. Ahí sí que giré a la
izquierda (NE) y, con...
... la Gran Facha ante los ojos,...
... descender por una pendiente
moderada (30- 35º) de nieve consistente, pero no dura, hacia el más alto de los
Ibones de Pecico, que rodeé por el sur (derecha).
Pasado ese primer lago, me volví a
mirar la Punta Zarre. Vaya pinta que tiene la vertiente por donde acababa de
bajar. Parece mentira que haya una línea de poca dificultad por ahí.
En fin que seguí descendiendo,
ahora por terreno apacible, siempre por la vertiente meridional del barranco. Al
mayor y penúltimo de los lagos se le veía una traza en la otra orilla pero,
como me cerraba el paso un espolón, continué...
... por el mismo lado, atravesando
el nevero a prudente distancia del agua.
Desde el dique de represa, otro
impresionante panorama: la Punta Zarre, las de Pecico y la Gran Facha ¡Qué
bonito es este valle!
Crucé el dique y, en su extremo
septentrional, tomé a la derecha (E) una senda balizada con hitos y marcas y
GR, que desciende el barranco.
Impresionante frente de ventisquero
en el ibón más bajo.
Pasado éste, cuando se empina el
barranco, la senda giró a la derecha (SO) y lo cruzó para atajar...
... por la ladera, perdiendo altura
en diagonal, sobre...
... la cuenca de Bachimaña, hasta alcanzar...
... el Arroyo de Caldarés entre
dicho lago y los Ibones Azules, en aquel rellano del vado y el cruce de la
subida. Cerraba así la circular y ya sólo restó tomar el GR-11 a la izquierda
(SE) y,...
... tras una mirada de despedida a
la Punta Zarre,...
... deshacer camino por...
... Bachimaña, hasta...
... los Baños de Panticosa.
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