Alto de la Batalla (2.264)

 ASCENSIÓN DESDE BOHOYO

POR LA HOYA DEL BOLLO

Situado en el sector oriental de ese Gredos intermedio llamado Sierra Llana, el Alto de la Batalla domina el curso medio de la Garganta de Bohoyo. Se trata, como a menudo sucede por aquí, de un redondeado cabezo pedregoso, colocado sobre unas altivas vertientes de gran desnivel. Al sur, el paredón que cae sobre el valle del Tiétar, cuajado de canchos y espolones. Al norte, se abren bajo el cordal abruptos circos de origen glaciar, flanqueados por crestas jalonadas de agujas. Además, concentradas las multitudes en el Almanzor y la Covacha, cuenta con el atractivo adicional de la tranquilidad, para disfrutar de un entorno variado, mezcla de verdor y roquedos, y unas buenas vistas desde la cima.

El Alto de la Batalla, a la derecha, visto desde el oeste, con la cresta del Circo de Gredos al fondo

SITUACIÓN:

  • Zona: Sector Principal de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra Llana
  • Base de partida: Bohoyo (Ávila)
ACCESO: El Aparcamiento de la Garganta de Bohoyo está 90 km al SO de Ávila, por El Barco de Ávila y el pueblo Bohoyo, donde se podría también aparcar e iniciar la excursión. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.


OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.124 / 2.264
  • Mi tiempo efectivo: 8h08
  • Mi tiempo total: 11h20
  • Dificultades: F. Larga trepada discontinua, con numerosos pasos de I grado, en el contrafuerte septentrional del Alto de la Batalla.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el aparcamiento de la Garganta de Bohoyo, tomar el camino (PR-AV 16), que remonta dicho valle. Cerca del Refugio La Lagunilla, cuando la senda se separa del cauce para acercarse al mismo, dejarla por la derecha (S), cruzar la garganta y remontar, por terreno incómodo, pedregoso pero sin obstáculos reseñables, el Arroyo del Bollo. Al abrirse el circo cabecero, dejar el torrente, para encaramarse a un ancho contrafuerte que sube por su lado izquierdo. Alternando tramos de pedrera con otros de roca sólida (I), se alcanza el Alto de la Batalla (F).

Seguir el cordal a la derecha (O) hasta el Alto de las Becedillas y girar, de nuevo a la derecha (NO), para continuar por la cuerda que va a la Cabeza del Tormal. Antes de alcanzarla, en el Collado del Sillado, bajar por la derecha (N), siguiendo el Camino de la Guía (PR-AV 57 / GR 293), que, por la Cruz de Marcelo y los Prados de los Cerezos, conduce a Bohoyo. En el pueblo, las mismas marcas del GR llevan a salir hacia el este por la carretera de Navamediana y, al cabo algo más de un kilómetro, tomar el desvío a la derecha (S) que va al aparcamiento donde se inició la ruta.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Actividad larga y variada. En tiempo, más de lo que parece por distancia y desnivel, pues los largos tramos fuera de camino acaban retrasando bastante la progresión. Caminar por encima de un muro para evitar el matorral es cómodo, pero lento. En el regreso, sería mejor acortar bajando a la garganta antes de llegar al pueblo, pero el río no suele poder vadearse por debajo de la Navezuela y, más arriba, la bajada directa por la ladera es demasiado abrupta; de ahí el rodeo final. Aparte de eso, se trata de una ruta muy bonita, tanto por la subida impresionante por la Hoya del Bollo, como por la delicia del recorrido de la garganta o el panorámico cresteo. Sin exigir una gran técnica, hay que tener mucha soltura en terreno variado y buenas piernas.

RELATO GRÁFICO:

En el pequeño aparcamiento a partir del cual se limita el paso de vehículos, comencé a caminar por la pista de la Garganta de Bohoyo, que coincide ahí con el PR-AV 16.

Sería prolijo enumerar los varios cruces que me fui encontrando y, aun tratándose de algo tan simple, en apariencia, como remontar el valle por su vertiente derecha, las señales me vinieron bien en ellos. El robledal, formado al principio por arboledas dispersas, fue...

... adensándose hasta dar lugar a un denso y bonito bosque. Y eso que el otoño apenas se sentía aún.

Al salir del arbolado, llegué a la pradera de la Fuente de la Navezuela, desde donde comencé a ver los barrancos sucesivos que cortan la vertiente meridional de la garganta. Por uno de ellos, el del Bollo, todavía invisible, iba a ganar el cordal.

Poco después, al tiempo que me alcanzaba el sol, pasé junto a la cabaña de La Seca, primera de las que jalonan el valle. Para entonces, la pista había acabado, pero una buena senda la había sustituido.

A mi izquierda, las crestas eran cada vez más rocosas, según me internaba en la montaña. Este barranco que se ve es la Gargantilla Seca, previo al Arroyo del Bollo, que se adivina entre ese risco triangular más alejado y la cresta más cercana. Ésta desciende de Los Campanarios y, desde aquí, muestra...

... los torreones rocosos que le dan nombre.

Tras haber dejado atrás una segunda cabaña, y poco antes de llegar a la tercera, se abrió a mi derecha el Arroyo del Bollo. Dejé entonces la senda por la derecha (S) y, siguiendo trazas de paso del ganado, bajé...

... a cruzar el torrente por estos bloques. Mirando arriba y abajo, no había sitio tan fácil sin mojarse, por lo que es importante localizar las mencionadas trazas, no sólo por atravesar con cierta comodidad la vegetación de ribera, sino por localizar el vado.

Una vez en la orilla meridional, me dirigía a la boca del barranco, a través de un terreno de cantos y matorral abierto, que, sin presentar obstáculos, resultaba un poco incómodo.

Sobre todo cuando, según avanzaba, fue evolucionado hacia la pura (y dura) pedrera.

Como para compensar la cosa, el entorno era fascinante, con los riscos de la esteba y la Campana, a mi derecha, y...

... el más sobrio (y sombrío) del Bollo, a mi izquierda.

El vallecito se fue estrechando, mientras me acercaba a un recodo. Al llegar al mismo,...

... sorpresa: el reseco pedregal se transformaba en un lanchar sobre el que corría el agua. Por dónde se escapaba ésta, no lo sé; tampoco me puse a buscar el sumidero. Y Gredos es todo granito, así que este fenómeno resulta bastante curioso. En fin, que, alternando una u otra orilla según me marcaba la facilidad de paso, proseguí...

... remontando el arroyo, ahora en dirección sureste.

Justo por encima de esta cascada, lo crucé una vez más, pero ahora para permanecer en la vertiente izquierda, separándome además del cauce hasta...

... encaramarme a un lomo de pedrera y piornos que baja de la cima. Ésta se ve en la foto, a la derecha, aunque muy poco marcada. Una vez en la cuerda. Me puse a remontarla, en medio de...

... un entorno magnífico, mirara a donde mirara.

Al ganar altura, el barranco fue mostrándose a mi espalda en toda su majestuosidad salvaje.

Respecto al terreno por el que progresaba, era razonablemente cómodo, pese a todo: los cantos no se movían y los piornos resultaron ser evitables. Por otro lado, la extremada pendiente de algún tramo me obligó a gatear un poco.

Cuando el lomo se levantó en un risco de roca sólida, empecé a rodearlo por la izquierda, por una amplia terraza herbosa, con la idea de dirigirme al collado cabecero del barranco. Pero, antes, vi a mi derecha,...

... una verdadera escalera, que me permitiría volver a la cuerda muy fácilmente, aunque las gradas resultaron tan altas como para tener que trepar un poco (I). Tras ganar cuarenta o cincuenta metros así,...

... salí efectivamente al lomo, que continuaba en suave ascenso, alternando rellanos de pedrera estable con resaltes, de entre diez y veinte metros cada uno, sumamente fáciles de superar (I / I+). Y todo ello, insisto una vez más...

... con un ambiente montañero que no esperaba encontrar en la Sierra Llana.

Al ganar altura, fueron asomando, a través del collado cabecero del barranco, las más altas crestas de Gredos: Galana y Almanzor.

Se anunció la proximidad de la cuerda al tenderse el lomo. También perdió el carácter rocoso, pasando a estar poblado por un matorral denso que, afortunadamente, pude contornear.

Echando la vista atrás, más allá del Arroyo del Bollo, con sus crestas, y el tajo de la Garganta de Bohoyo, la vista se extendía hacia la meseta.

Antes de llegar a la cima, topé con una senda que recorre el cordal, y por la que alcancé el vértice. Desde el mismo, había...

... una perspectiva bastante buena hacia la Galana, el Almanzor y el mundo de espolones que se extiende por debajo.

Más completo resultaba el panorama hacia el Campo Arañuelo, el extenso llano donde confluyen Tajo y Tiétar, aunque la calima apenas dejaba ver nada con precisión. Incluso costaba trabajo distinguir, al fondo, la silueta de los Montes de Toledo.

Al oeste, el cordal, visible hasta el Casquero de Peones, cumbre máxima de esta Sierra llana, medio tapaba los macizos vecinos de la Covacha y Candelario. Hacia ese lado inicié la bajada, siguiendo la senda. Ésta va mayormente por el cordal, salvo...

... para evitar pedreras o canchos. Entonces, pierde algo de altura por una u otra vertiente, según convenga.

Al paso por una mínima prominencia llamada Cabeza Berrenda, me volví a contemplar el Alto de la Batalla, con el fondo de la cresta del sector de los grandes circos. Resulta curioso el contraste entre la relativa suavidad de la cima y la aspereza de las crestas que convergen en ella.

El siguiente pico es el de Los Campanarios, que muestra por este lado una cara mucho menos agreste que lo visto desde la garganta. La senda no lo asciende, sino que rodea por la vertiente meridional, pero un trazo que se desprende oportunamente a la derecha (NO), me permitió pisar la cima sin vérmelas con el matorral.

Desde esta modesta cima, la perspectiva hacia la cumbre del día era similar a lo ya visto.

Pero había una interesante vista del tramo final de la Garganta de Bohoyo.

Bueno, realmente, el sitio bueno para ver esto es la antecima oriental. Para llegar al punto más alto, visible por un hito de buen tamaño, hube de abrirme paso, sin otro remedio esta vez, a través de dos o trescientos metros de matorral cerrado. Al otro lado de la punta,...

... hay una mejor vista del macizo occidental y la Sierra de Candelario, más allá de una zona en que el cordal se ameseta. Por delante tenía unas suaves bajada y subida hasta el  Alto de las Becedillas, donde iba a dejar  el cordal principal, por el que, a la derecha (NO), se proyecta hacia la Cabeza del Tormal. Para facilitar la cosa, reencontré...

... una buena traza de senda (no es la misma que antes) junto un un muro divisorio, que mantuve a la derecha hasta el entronque de lomos. Desde allí, la vista hacia atrás, con el Almanzor asomando tras Los Campanarios, no estaba más, pese a la zona quemada. Peor estaba...

... el panorama a la derecha: un mar de piornos cerrado y alto de más de un metro se extendía lo que la vista. Lo solucioné con algo que no hago todos los días, pero no es la primera vez: caminar sobre el muro. Como este método es cómodo pero lento, lo alterné...

... con trechos por el suelo, siempre que el matorral remitía algo. Al progresar, se fue descubriendo la Cabeza del Tormal, que no llegué a alcanzar, pues en el collado previo dejaría la cuerda.

Más adelante, fui viendo a mi izquierda (aquí con el fondo del pico de La Covacha) unos grandes hitos que sobresalían del matorral. Era el Camino de la Guía, vieja ruta de trajinantes y contrabandistas, con la que convergí...

... en el Mojón Altillo. A partir de ahí, seguí el amplio trazo de esta vereda, señalizada por...

... estas verdaderas torres de tres metros, que ni las tapará la nieve ni las tirará ningún temporal.

Así fui bajando hacia el Collado del Sillado, donde, además de haber cabaña y fuente, el camino se junta con una ramal que sube del pueblo de Navalonguilla y pasa a estar balizado, además de por los hitos, por los dos juegos de estacas del PR-AV 57 y el GR 293. ¡Como para perderse! También deja la cuerda, para bajar por la vertiente oriental (derecha), al principio

... trazando una diagonal por la ladera, momento en que...
... se descubrió la cabecera de la Garganta de Bohoyo, dominada por las crestas centrales de Gredos y, a la derecha, el Alto de la Batalla, cuya...

... cima apenas se veía entre las crestas circundantes.

A continuación, la senda me llevó a lo alto de un lomo, descubriendo al otro lado la Hoya de los Gamellones y...

... pasando a bajar más directamente, por lo alto del mismo, hacia el hombro llamado Cruz de Marcelo. Allí, giré a la izquierda (N), por...

... una vaguada que desemboca en los Prados de los Cerezos, donde confluyen varios torrentes y no vi ni un solo árbol de esa especie.

Lo que sí había era una cancela, a partir de la cual la senda era continuada por un camino mejor y más amplio, que avanzaba entre muretes de piedra. Mirando atrás, podía ver la vertiente que acababa de descender.

Por aquí conviene ir atento. A pesar de la sobre-señalización, estuve a punto de dejarme atrás esta bifurcación. Que sí: que a la derecha, junto a la estaca sale una senda que...

... baja más directamente, tajando al noreste el matorral, como si fuera directa a la Garganta de Bohoyo.

No es así, sino que, antes, pasa a girar a la izquierda (N), para cortar la ladera en horizontal. Aquí, al atravesar terreno rocoso, la traza estaba poco clara y alguien había reforzado los dos juegos de estacas con hitos.

Por cierto, que, por esta parte, se ve la mejor perspectiva de la cima del Alto de la Batalla. 

La senda acabó ante una cancela en lo alto de un lomo, al otro lado de la cual, se prolongaba el camino por una pista que me llevó, en pocos minutos, al...

... pueblo de Bohoyo. Allí desaparecieron las marcas de PR, pero, las de GR me siguieron guiándome en un breve callejeo, al cabo del cual...

... salí por la carretera que, al este, conduce a Navamediana. Tocó caminar junto al asfalto durante algo más de un kilómetro, tras lo cual tomé a la derecha (S), el desvío de tierra señalizado a la Garganta de Bohoyo, que...

... me dejó de vuelta, en pocos minutos, en el aparcamiento de donde había salido.

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