COMENTARIOS: Estupenda
ruta de ascensión al Canchal de la Ceja. Según voy conociendo mejor y acumulando
visitas, más me gusta esta vertiente meridional de la Sierra de Candelario,
mucho más agreste y, salvo en las inmediaciones de la laguna del Duque, más
solitaria que la opuesta. La subida por el Arroyo Malillo, sin llegar a tener
interés deportivo, incluye pequeñas dificultades, que aportan diversión a una
ruta que transcurre por parajes bellos y espectaculares, más variados de lo que
cabría esperar sobre el mapa. Y, con nieve, la canal cabecera debe de resultar
entretenida.
La parte
negativa es la bajada. No es que la Cuerda de la Ceja no sea bonita, es que, recorriéndola
por cuarta vez, acabé, como en todas las anteriores, debatiéndome en un mar de
piornos más altos que yo y de una densidad y “enmarañamiento” extraordinarios.
Y no había perdido senda: cada peñasco que rasaba el matorral, lucía un hito.
Es una pena, porque las vistas desde este lomo son estupendas. ¿Qué hacer? Mientras
no encuentre una bajada por cualquiera de las dos vertientes cuando se adense
el matorral, volver por el Trampal.
Salí de
la Central del Chorro por el sendero PR-AV 41 que, perfectamente señalizado,
arranca dirigiéndose al suroeste, rodeando por la izquierda las instalaciones,
para remontar el barranco del Arroyo Malillo. Delante, desde el primer momento,
podía ver un resalte rocoso, sobre el que destacaba una tubería. Junto a la
misma iba a subir.
Llegando
a la altura de un cubo de cemento en el tubo, el PR gira a la izquierda; dejé
entonces ese sendero, para ir por la derecha (NO), siguiendo otro, marcado con
hitos, que se dirige a las placas. Llegué a las misma junto al cubo citado,
crucé por debajo la tubería y subí un tramo de escalones, inicio del itinerario
equipado que remonta del roquedo.
Vino a
continuación un pasamanos y, más arriba, me fui encontrando escalones y apoyos
artificiales para facilitar el paso por cualquier mínimo obstáculo. Realmente,
esta ruta, si la roca no está mojada ni helada es casi tan segura como el
sendero, pero...
... mucho
más bonita, con la compañía del agua resbalando sobre la roca. Por no hablar
del panorama hacia el valle.
Cuando
las placas pierden pendiente, los hitos se dividen en dos líneas. Yo seguí la
que cruza el torrente para seguir por la orilla hidrográfica izquierda, donde
se ubica...
... el
Refugio de la Laguna del Duque, cuya...
...
superficie apareció ante mis ojos poco después, dominada al fondo por la
puntiaguda silueta del Canchal del Turmal. Los hitos me dejaron en el arranque
de una senda empedrada que rodea la laguna y, siguiendo la orilla
septentrional, me fui hacia...
... el
fondo de la misma. Allí, la senda se divide y yo continué por...
... el
ramal derecho (O), que se inicia empinado y deja atrás la cuenca lacustre para
remontar el Arroyo Malillo, de momento por su vertiente norte.
Pronto el
empedrado se perdió y el trazo se difuminó bastante. Incluso desaparecía de vez
en cuando; pero, además de que la ruta es indudable, numerosos hitos ayudaban a
ir por el paso cómodo. Tras un buen trecho por la vertiente izquierda, al
tornarse rocoso el terreno, crucé el cauce.
Poco después,
los hitos se bifurcaron y seguí por la izquierda (SO), encaramándome a la
ladera sur del barranco. Con la ganancia de altitud, mirando atrás se volvía a
ver la Laguna del Duque.
Dejé de
subir para recorrer una ancha terraza adosada a un espolón (1.896) que cae del
Canchal del Turmal, mucho más cómoda para progresar que el fondo pedregoso del
barranco. Al fondo se veía ya cercana la boca de La Angostura. Al atravesarla,
me encontré...
... en un
pasillo de pocos metros de ancho entre paredes de granito. Poco después, un
amontonamiento de bloques me cerró el paso. Lo evité, siguiendo los hitos,
subiendo a la derecha (NO), por...
... una
especie de cóncavo en que las paredes ceden relativamente. Tras superar unas
gradas (I), llegué a un diedro tumbado de...
... unos
veinte metros de altura, vertical pero lleno de agarres, en lo alto del cual
estaba el paso más difícil (II-).
Siguió
luego, a la izquierda (SO) una trepada por terreno aún menos empinado y con más
agarres (I), durante...
... unos
treinta metros más, hasta salir a...
... una
terraza que ascendía suavemente, adosada a la pared del barranco. Por ahí se
podía ya caminar sin manos, pero la caída hacia el fondo del barranco imponía
un poco.
Echar la
vista atrás era contemplar una imagen cabal del carácter de la vertiente
abulense de esta sierra.
A mi
derecha, me dominaban los riscos severos que caen de la Cuerda de la Ceja,
mientras que, si miraba al otro lado del Arroyo Malillo, tenía...
... esta
bonita y poco corriente perspectiva del Canchal del Turmal.
Esa
terraza inclinada final, me llevó a regresar al eje del barranco en el tramo
final de La Angostura, todavía estrecho pero ya más transitable.
Por
encima de La Angostura, el Arroyo Malillo se abre en un largo rellano herboso,
al final del cual se veía ya la cabecera. Y, en la misma, una nítida línea
verde cortando el pedregal. Se trata de una empinada canal, por donde iba a
superar el resalte.
Antes,
remonté la suave pendiente de hierba del fondo del barranco, admirando las
paredes que se elevaban sobre mí.
Ya más
cerca, pude ir apreciando el carácter de la canal: cien metros, pendiente
mediana bastante regular y el típico empinamiento final.
A poco de
iniciar la remontada, una mirada atrás, hacia el rellano previo, y...
... otra
a la izquierda, hacia el Canchal del Turmal, antes de...
...
entrar en el encajonado pasillo final, en lo alto del cual la pendiente
superaba bastante los 45º y me obligó a gatear un poco (I).
Al salir,
me encontré en un cóncavo abierto, con el cordal ya muy cerca. Para ir al
Canchal de la Ceja, podía haber girado a la derecha y, remontando una ladera de
hierba y roca de pendiente moderada, haber salido, si no a cumbre, a medio lomo
de subida. En vez de eso, como la canal previa me había hecho resoplar,
continué recto para tomar un relativo descanso. Mejor dicho, subí haciendo una
“S” invertida, para ceñirme a la mínima pendiente.
Un
vistazo atrás a punto de ganar la cresta de la sierra, antes de...
... ser
recibido, en la portilla (2.375), por esta perspectiva de Los Hermanitos. Antes
de ir al Canchal de la Ceja, giré a la izquierda (SO) y remonté un breve lomo,
amplio y redondeado, recorrido por una buena senda.
El
propósito de esto era visitar la Cumbre del Talamanca y echar un vistazo al
cercano Torreón. Otro día, podría haberme acercado a visitarlo y apuntar una
vista más, pero, bastante calor hacía ya. Y lo que me quedaba.
La
perspectiva al oeste quedaba bastante tapada por el propio terreno e, incluso
al sur, no es mucho mejor, aunque se llega a ver asomar ligeramente la cima del
Turmal y, al fondo, medio Gredos, Almanzor y Covacha incluidos.
También
es una oportunidad, el paso por la Cumbre de Talamanca, de ver, por fin, el
objetivo principal del día: el Canchal de la Ceja, cuya redondeada cima se
elevaba al otro lado de un ancho lomo suavemente combado en el collado
intermedio. Por cierto, que, en una jornada por lo demás absolutamente
solitaria, no dejé de cruzarme gente entre estos dos picos. Es lo que tienen
las rutas normales.
Durante
este breve cresteo, las vistas muestran el contraste entre la suave vertiente
norte y...
... la
meridional, tan agreste. Cerca de la horcada, hay esta hermosa perspectiva de
la Cuerda de los Asperones, con sus dos núcleos superiores, del Turmal y
Talamanca.
La cumbre
del Canchal de la Ceja es extensa como pocas y, si no fuera por los hitos,
costaría determinar su punto más alto.
De hecho,
salvo la caída al norte, hacia la Garganta del Trampal, las perspectivas son
mediocres, tanto...
... hacia
el oeste, donde la Sierra de la Peña de Francia apenas se distinguía en la
turbia atmósfera de ese día, como...
... al
sur, con la Cumbre de Talamanca y Los Hermanitos casi tapados por el propio
llano cimero.
Asimismo
al este, de Gredos, sólo las crestas eran visibles. En esa dirección inicié el
descenso, siguiendo la Cuerda de la Ceja, guiado por unos hitos que deberían
llevarme por los pasos más cómodos.
Fui
alternando tramos por la derecha de la arista, con la Cuerda de los Asperones a
la vista, evitando por amplios planos inclinados los tramos más movidos, con...
... otros
a plena cresta, por los bloques que la coronan. Siempre, con hitos a la vista y
sin necesidad de apoyar las manos.
En esta
parte inicial de la bajada, en los pocos tramos en que aparece vegetación,
predominan los espinos blancos y la senda abría a su través un nítido trazo.
Al
asomarme a la divisoria, un vistazo a la cumbre, que va quedando atrás.
Y, abajo,
las lagunas del Trampal. Y es que, esta cuerda, es uno de los cresteos más
bonitos del Sistema Central.
Al otro
lado, el Canchal del Turmal.
Y, al
frente, el panorama se fue ampliando al ir apareciendo el valle del Tormes bajo
el largo cordal de Gredos, que casi se llegaba a ver en su totalidad.
Al llegar
a un punto destacado, hombro rocos hacia los 2.150 m de altitud, me asomé, una
vez más, a la Garganta del Trampal, pues...
... a
partir de aquí, el terreno cambiaba, ensanchándose la cuerda y perdiendo
carácter rocoso. Más abajo, comencé a ver unos prados amarillos. El más abajo,
debía de ser el Hecho del Medio, que estaba en mi ruta prevista.
Sin dejar
de seguir hitos, pero con el trazo cada vez más perdido, fui derivando a la
derecha de la cuerda, a la vertiente de la Laguna del Duque, y encontrando matorral
cada vez más alto y denso. Por aquí, todavía era llevadero. Al alcanzar el
primer prado amarillo, que es...
... una terraza algo por encima de la cota
2.000, la recorrí hacia la izquierda (NE) y,...
... cerca
de volver a la cuerda, giré a la derecha (SE), para encarar un descenso más
directo por la vertiente meridional. De nuevo había entrado en el matorral,
que...
... ahora
sí que fue un problema. Aunque no se aprecia en la foto, aquí me llegaba a los
hombros y éste no era el peor sitio. Y la cosa es que era donde marcaban los
hitos. Tampoco vi otra alternativa.
Al pasar
un cambio de pendiente, apareció de nuevo el Hecho del Medio. Ya era hora,
aunque, en la bajada final, se juntaron el matorral y una pendiente tal que, en
ocasiones, sobre los arbustos, sin tocar el suelo. Aterricé en el prado junto a
una cabaña y empecé a atravesarla hacia el este, siguiendo un sutil trazo en el
pasto. Hacia la mitad, giré a la derecha (SE), al ver...
... unos
hitos que invitaban a pasar por una portilla.
Al otro
lado, una ladera herbosa descendía en fuerte pendiente hacia el fondo del
barranco del Arroyo Malillo, en el que se distinguía ya la tubería de la
Central del Chorro.
Los hitos
me fueron llevando a bajar trazando diagonales por un terreno incómodo de
pasto, matorral y...
...
arbolado de ribera, al final. Así, con el resalte bajo la laguna a la vista,
llegué a la espalda de las instalaciones de la Central del Chorro.
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