Peña Corva (1.333)

ASCENSIÓN DESDE QUECEDO

CRESTA POR EL PORTILLO DE MEDINA

La Sierra de la Tesla es una de las principales que flanquean el Ebro a su paso por el norte de Burgos. Se trata de una larga cresta caliza, altiva, afilada y con poca variación altitudinal, coronada por la Peña Corva. Ese relieve lineal, simple en apariencia, guarda una insospechada complejidad en sus vertientes, cortadas por estratos longitudinales que forman potentes crestones interrumpidos por barrancos estrechos y profundos. Esto, que no deja de ser una característica común en las montañas de este tramo de la Cordillera Cantábrica, se presenta aquí con especial fuerza. A esa espectacular geología, hay que añadir una naturaleza exuberante, con grandes manchas de un arbolado denso y variado entre los prados, y el amplio panorama que cabe esperar de sus casi 700 m de prominencia

En esta ocasión, combinaré la visita a La Canaleja, uno de los parajes más espectaculares de la vertiente sur, con un panorámico recorrido por la mitad occidental de la cresta, desde el Portillo de Medina al este, pasando por la cumbre, hasta la caída al Ebro.

La Peña Corva desde el Alto de San Mamés, al inicio del cresteo

SITUACIÓN:

  • Zona: Montes del Alto Ebro (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra de la Tesla
  • Base de partida: Quecedo de Valdivielso (Burgos)
ACCESO: Quecedo de Valdivielso está 68 km al norte de Burgos, por Sotopalacios y Quintana de Valdivielso. Al entrar en el pueblo, ir atravesándolo hasta el ayuntamiento, junto al que hay una plazoleta donde aparcar. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 627 / 1.333
  • Mi tiempo efectivo: 6h19
  • Mi tiempo total: 7h42
  • Dificultades: Ninguna. Algún paso escabroso sin exposición en la cresta.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Atravesar Quecedo hacia el norte por la calle central y, en una bifurcación a la salida, girar a la derecha (NE). Por este camino, se cruza un crestón al pie de la sierra por El Portillo, donde se divide. Girando a la derecha (NE), se gana enseguida un collado (729) y una nueva bifurcación. Seguir por la izquierda (E), para bajar a La Canaleja y remontarla hasta la Fuente San Pedro. Al dar con una pista, atajar las primeras lazadas y tomarla luego a la derecha (E) para atravesar la ladera hasta la collada de la Majada del Nogal. Girar allí a la izquierda (N) para alcanzar por senda la cuerda de la sierra en el Portillo de Medina y seguirla a la izquierda (NO) hasta la cima de la Peña Corva.
Continuar recorriendo la cresta, primero por senda y luego por carril, hasta la zona de Valdeperhondo, donde éste gira en redondo a la izquierda para pasar a la vertiente meridional. Si se desea contemplar el Ebro en el fondo de la Garganta de Hocinos, seguir recto en la curva (O) a través del matorral, perdiendo unos 50 m hasta ganar la perspectiva adecuada (incluido en track y datos). Tras regresar al carril, continuar por el mismo, recorriendo al este la gran terraza que corta la cara sur de la sierra. A poco de pasar la Ermita de Ntra. Sra. de las Pilas, dejar la pista por un sendero que sale a la derecha (S) y hace una bajada más directa, ahorrando las lazadas. Al cabo se vuelve al carril que, tomado a la izquierda (E), nos conduce al fondo del Arroyo de Quecedo y, siguiendo su curso, al pueblo.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: La Sierra de la Tesla es una de las montañas más amenas de recorrer que me he encontrado últimamente y, por la espectacularidad de sus roquedos y variada vegetación, me ha recordado a lo mejor del Prepirineo. Por otro lado, la dificultad en la cresta es prácticamente nula y, los accesos a la misma, por buen terreno y en ausencia de pendientes excesivas, es muy llevadero llevadero.

Este circuito es una excursión clásica, aunque lo normal es, pasada la Peña Corva, dejarse caer cuanto antes por los prados de mediana pendiente de la vertiente sur, atajando directamente hacia la Ermita de Ntra. Sra. de las Pilas. Por mi parte, prolongué el cresteo por disfrutar un rato más del panorama y, de paso, echar un vistazo aéreo a la Garganta de los Hocinos. Esto último resultó un poco decepcionante, pues me había imaginado una vista más aérea; para llegar a un buen punto de vista, habría tenido que bajar mucho, por muy mal terreno, y luego volver a subir. En todo caso, llegué a ver el agua del Ebro 400 m más abajo, que era lo que quería.

RELATO GRÁFICO:

A veces, la Montaña te hace un regalo. Eso me pasó bajando con el coche del Puerto de la Mazorra hacia Valdivielso: cuando el sol surgió del horizonte, una oportuna nube baja provocó un espectacular juego de luz. Viendo un lugar donde parar al margen de la carretera, me detuve unos minutos a disfrutar del espectáculo. Además, se distinguía la Peña Corva sobresaliendo de la gran barrera de estratos cortada por los dos tajos de los arroyos San Pedro y Quecedo; incluso se adivinaba el pueblo del que saldría. Un bonito prólogo a la jornada.

Una vez en Quecedo, dominado por el potente corte del arroyo homónimo, tras aparcar comencé a caminar por su calle central hacia la sierra.

Al salir del caserío, en una bifurcación, giré a la derecha (NE), por el camino balizado...

... GR-85, que va faldeando la sierra entre campos, hacia Arroyo de Valdivielso y Trespaderne.

Al poco atravesé otro carril y empezó a descubrirse a mi izquierda un tajo en el potente crestón calizo que defiende la sierra. El propio camino me condujo a...

... ese angosto paso, llamado El Portillo. A la salida del mismo, hay una bifurcación y continué por la derecha (NE).

A este lado, hay que volverse para contemplar la potencia y belleza de este roquedo.

Enseguida, alcancé un collado (729), donde el carril vuelve a dividirse. Giré a la derecha (E) para, por...

... una senda más estrecha bajar al fondo del Arroyo de San Pedro, remontando el cual atravesaría la segunda barrera rocosa, a través del tajo de La Gargantilla, que se iba descubriendo paulatinamente ante mis ojos.

En el fondo del barranco, desemboqué en un camino marcado como PR, que tomé a la izquierda (NE) para atravesar en el estrecho.

El entorno se hizo espectacular, dominado por grandes agujas y espolones, ...

... la senda y el torrente transcurrían por un espacio mínimo entre paredes de roca. De hecho, en bastantes sitios se confundían; afortunadamente el escaso caudal y la abundancia de piedras me permitieron pasar sin mojarme los pies ni hacer peripecias.

Los roquedos espectaculares se sucedieron hasta...

... llegar a otro congosto de salida, un paso de apenas metro y media, que estaba más bonito volviéndose a mirarlo al salir.

Entraba ahora en La Canaleja; vallecito más amplio y suave, poblado de un bosque variado, al fondo del cual se veía ya la cresta de la sierra.

Siempre por buena senda, lo fui remontando junto al cauce y, mirando atrás, se adivinaba el tajo de La Gargantilla, medio tapado por el arbolado.

Al rato, entré en un pinar que me limitó aún más el panorama y, enseguida, topé con la pista que lleva a la Fuente de San Pedro, que se veía cerca. Tomándola a la izquierda, hubiera llegado igualmente al siguiente hito de la ruta pero es más práctico atajar las lazadas del principio, siguiendo las marcas de PR. En este primero, seguí recto (NE) por la senda al otro lado.

Al salir por segunda vez a la pista, la tomé a la derecha (E), pero para dejarla tras la primera curva por la senda, que subía a la izquierda (E).

Aún volvería a cruzar la pista algo más arriba antes de encontrar el carril por cuarta vez. Ahí lo tomé a la derecha (SE) para seguirlo, ahora un buen trecho, ...

... atravesando en imperceptible subida la ladera, entre pinos sobre los que se veía la cresta de la sierra.

Atrás, pude ver bien, por primera vez en el día, la Peña Corva. Parecía dejarla atrás, pero es que iba en busca del camino cómodo al cordal.

Es más, al dejar atrás los pinos, tuve a mi izquierda el Portillo de Medina, donde comenzaría el cresteo. Puede alcanzarse subiendo directamente por ahí por la ladera despejada, pero...

... resulta más cómodo y, sobre todo, reposado, continuar un poco más por la pista, hasta la collada de la Majada del Nogal. Ahí, a la vista de la oscura silueta de Peña Serrada, la cima oriental y más alta de la intermedia, giré a la izquierda (N), para dejar el carril por...

... una senda que remontaba en diagonal la ladera.

Al ganar altura, descubrí otro tajo de la barrera intermedia: el del Arroyo de Tartalés. Más allá, la Sierra de Oña.

Delante, iba desvelándose el gran cuenco verde donde se forma el Arroyo de Quecedo, rodeado por los roquedos de Los Cárcavos, en la barrera intermedia, y la Peña Corva, en el cordal principal de la Tesla.

En medio de ambas perspectivas, se abría La Gargantilla, que veía de atravesar. Detrás, al otro lado del valle del Ebro, el Páramo de Masa mostraba su monotonía.

Cerca del final de la subida, la senda se bifurca. Continué por la izquierda (N) y enseguida llegué al Portillo de Medina, donde me encontré ante la gran extensión llana de la Merindad de Cuesta-Uría y el Valle de Tobalina, rodeada de montañas entre las que destacaban, por su perfil quebrado, ...

... los Montes de la Peña.

Tomé a la izquierda (NO) la senda que recorre el cordal, del cual sólo se veía al principio la subida al vecino Alto de San Mamés (1.273).

Al llegar al mismo, me volví para mirar al este: al otro lado del collado, la cresta se alzaba en el Alto de San Lázaro. A la izquierda, la ladera se veía interrumpida por fajas y crestones de roca, el más cercano de los cuales lucía los restos, de buena apariencia, de una fortificación. Al fondo, las nubes y la atmósfera oscura apenas dejaban adivinar la Sierra de Aracena y el Umión.

El cresteo hacia Peña Corva se presentaba largo, apacible y panorámico. Una delicia para dejar a los ojos navegar a su aire por el paisaje y, la mente, libre.

A la derecha, se extendían las otras Merindades, limitadas por los montes de Valnera, Ordunte, la Peña, sierras Sálvada y Aracena y el Umión, ya en Tobalina.

Al otro lado, se abría la hoya delimitada por la cresta de la Sierra de la Tesla y su barrera intermedia, más allá de la cual se elevaba el monótono relieve de la Sierra de Oña y el altiplano del Páramo de Masa.

Al pasar ante La Gargantilla, hay una bonita perspectiva de las cuchillas de roca que la dominan. A través del boquete, se ve también uno de los crestones de la barrera externa y las casas de Población y Arroyo de Valdivielso.

Durante el cresteo, hay un par de sitios donde la roca interrumpe el paso, pero sin llegar a suponer un obstáculo; y, en todo caso, el trazo de... 

... la senda siempre permite soslayar estos obstáculos, aunque a costa de perder alguna altura, que luego hay que recuperar. Así, fui avanzando hacia la Peña Corva, que se muestra más altiva vista desde la cresta que en la distancia.

La cercanía de la cumbre coincidió con la aparición a la derecha de una gran hoya limitada por cantiles verticales de roca.

Poco antes de llegar a la cima, la senda me metió por un pasillo para cruzar un cancho. El paso es angosto y empinado, pero carece de dificultad.

Tras él, ya se ve la Peña Corva más allá de un corto tramo de arista regular y ancha.

Llegando al hito cimero, se llegaban a apreciar al fondo las crestas del Alto Carrión, a la izquierda, y el Alto Campoo, a la derecha.

Desde la peña Corva, la vista al norte seguía amplia, aunque ahora se veían mejor las cumbres de Valnera, de las que además se habían retirado las nubes.
    
Incluso se llegaba a distinguir el gran bloque cimero de Castro Valnera, en la parte izquierda del grupo.

La gran hoya interior de la Tesla se veía impresionante, mientras que al fondo se había descubierto la mole del Umión, entre las sierras de Aracena y Oña.

Más cerca, si antes se veía bien el tajo de la Gargantilla, ahora era el de Los Cárcavos, con Quecedo asomando a su través, el que mostraba sus impresionantes roquedos.

Más a la derecha, al suroeste, se veía un lomo en forma malecón, que prolongaba una gran terraza adosada a la cara sur de la sierra. Encima, un edificio: la Ermita de las Pilas, punto de referencia de la bajada. Para ir allí, comencé por...

... prolongar el cresteo hacia el oeste, donde destacaba una punta cercana de similar altitud (le dan exactamente la misma en el IGN).

Desde esa antecima occidental, sin embargo, se constata incluso a ojo que la punta de vértice es algo más alta.

El recorrido del cordal sigue por terreno cada vez más amplio y cómodo, aunque con una buena caída a los lados.
Caída que fue remitiendo del lado sur. A partir de cierto momento, podía haber bajado directamente, a través de prados empinados, hacia la ermita, como se hace habitualmente.

Pero, como hacía buen tiempo, decidí seguir por el cordal para echar un vistazo, de paso, a la Garganta de los Hocinos, cuyo corte se iba ya adivinando. Además, el lomo era muy cómodo; incluso, llegando al canto Modorrillo, se volvió cóncavo y aparecieron primero unas rodadas y, luego, un verdadero carril.

Al rato, éste giró a la izquierda para ir a la vertiente sur. En ese punto, continué recto por lo alto del amplio lomo, primero por prado y, luego...

... a través de un matorral no muy denso que permitía el paso cómodo.

Perdidos unos 50 metros de desnivel, hacia la cota 975, la cosa cambió: aumentó la pendiente y se cerró el matorral. La perspectiva sobre Los Hocinos no es tan buena como esperaba; para ello hubiera tenido que descender algo más pero no quería gastar más tiempo. De todas formas, se veían los resaltes y empinadas laderas de matorral que, bajo la cima de La Torada, forman la pared occidental del cañón. Incluso, un trocito de Río Ebro. Suficiente.

De vuelta en el carril, continué por él mi camino, entrando en la vertiente sur de la sierra, pasando a caminar por...

... una ancha terraza frente bajo la cresta defendida por resaltes.

Durante ese tramo, pasé junto a una curiosa cavidad.

También algunos desvíos, ante los que pasé manteniéndome siempre recto al sureste, hasta pasar frente a la Ermita de Ntra. Sra. De las Pilas.

Poco más adelante, prácticamente en la vertical de la cima de Peña Corva, ...

... encontré sendas balizas de madera, medio caídas, una de GR y la otra de PR. Entre ambas, giré a la derecha (S) para...

... tomar una senda estrecha y borrosa, con la salida marcada por un hito de piedras. Poco después, pasado el borde de la terraza, cuando...

... el terreno se empina, el caminillo se aclaró, mientras bajaba en diagonal hacia el valle del Ebro. En realidad, este trazado es un atajo que hace la misma bajada de la pista más directamente.

Pronto me encontré con ella, a la entrada de una curva, de donde salí por el mismo lado (derecha) a los pocos metros.

Más adelante, la crucé antes de desembocar definitivamente en el carril, que tomé a la derecha (E) para continuar bajando, viendo ya la cresta de la barrera intermedia y, poco después, ...

... el corte de los Cárcavos, por donde corre el Arroyo de Quecedo, en cuyo fondo acabaría. También por aquí dejé de lado varios desvíos, ninguno de los cuales plantea duda sobre el camino a seguir.

Descendía ahora entre las dos barreras inferiores de esta cara de la sierra y se sucedían las vistas de roquedos curiosos.

Al llegar al fondo del barranco, el camino giró a la derecha para continuar siguiendo el curso del Arroyo de Quecedo y pasar un crestón rocoso por un estrecho.

Pasado el mismo, volviéndome, pude ver una estupenda perspectiva de los Cárcavos.

Continuando el camino, tras dejar de lado los canchos de la barrera más exterior, desemboqué en otra pista que, tomada...

... a la izquierda (SE), me condujo en pocos minutos a Quecedo, donde entré por la misma calle por la que esa mañana había comenzado la excursión. Ya en plazuela junto al ayuntamiento donde había aparcado, me fijé en que era desde allí visible la cresta de la sierra, a través del boquete de los Cárcavos.

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