Peñalara (2.428)

CRESTEO DESDE NAVALHORNO

DEL PUERTO DE LOS NEVEROS A LA HERMANA MAYOR

Peñalara es la cumbre más alta del Guadarrama y una de las Principales del Sistema Central. Aunque es montaña antigua, muy desgastada, el gneis surge en su vertiente sureste, para dar carácter a un puñado de pequeños circos de origen glaciar, rematado por una bonita cresta. Por lo demás, se dan los prados pedregosos y frondosos pinares en las laderas, típicos de estas sierras. Como en todo el Guadarrama también, carreteras y otras infraestructuras llegan muy arriba y hay siempre mucha gente, que, por fortuna, se concentra en cuatro sitios. Consecuencias de tener seis millones de personas viviendo alrededor.
En esta ocasión, la ascensión va a transcurrir por la vertiente segoviana, menos alpina pero mucho más alta y solitaria. Consiste en recorrer casi toda la cresta de la montaña, la parte más esencial, saliendo de las cercanías de Valsaín y aprovechando, por tanto, para visitar a la ida y la vuelta los frondosos pinares que cubren la falda de Peñalara.

Vista desde el noroeste, Peñalara domina Pradera de Navalhorno

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Guadarrama
  • Base de partida: Pradera de Navalhorno (Segovia)
ACCESO: El Aparcamiento público CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental) está en Pradera de Navalhorno, a 13 km al SE de Segovia, yendo por La Granja de San Ildefonso. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.203 / 2.428
  • Mi tiempo efectivo: 6h46
  • Mi tiempo total: 7h59
  • Dificultades: Muy fácil. Algo de pedrera, unos cuantos pasos aéreos, la mayoría de los cuales se pasa sin manos, y dos breves trepadas (I) en la cresta. El resto es por camino.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del CENEAM por un ancho camino que sube al SE. Al llegar a una bifurcación, seguir por la izquierda (E), remontando el Arroyo de la Cueva del Monje hasta desembocar en una pista asfaltada que, tomada a la derecha (S), conduce en pocos minutos a la Cueva del Monje. Pocos metros más allá, en un cambio de rasante, tomar a la izquierda (E) un camino de tierra, pasando ahora a ascender junto al torrente de La Chorranca. Tras cruzar una pista asfaltada, al dar con otro camino horizontal, tomarlo a la izquierda (NO), para ir al Raso del Pino. Girar allí a la derecha (E), para salir por la senda que sube al Puerto de los Neveros y, desde allí, seguir la cuerda a la derecha (S), hasta la cumbre de Peñalara.

Proseguir el cresteo al SO hasta la Hermana Mayor y, en el siguiente collado (2.255), bajar a la derecha (NO), siguiendo una trinchera hasta dar, en el Arroyo de los Quebrados, con una senda con hitos que atraviesa la ladera.  Siguiéndola a la derecha (N), por tramos con traza muy clara y otros en que se esfuma y hay que seguir manteniendo dirección, se llega al Chozo de Aránguez. Dejarlo por un trazo borroso, también hitado, que baja directamente al NO a través del pinar, hasta desembocar en un buen camino horizontal y tomarlo a la izquierda (SO). En tres cruces sucesivos, ya por pista, girar respectivamente a la derecha (N), izquierda (S) y derecha (NO). Tras este último, ya en la zona de Navalesquilar, dejar el asfalto a los pocos metros, al ir a girar en la primera curva a la derecha, por un trazo borroso al otro lado (NO), que desciende junto a un torrente. Al llegar a una confluencia, girar a la izquierda (S), cruzar el cauce y mantener la dirección hasta dar con un carril. Tomarla a la derecha (O), hasta llegar a un doble cruce junto a la Peña del Tizo. Tras girar sucesivamente a la derecha (N) e izquierda (NO), ya sólo quedará seguir esta pista en descenso para estar de vuelta en el CENEAM.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Si algo caracteriza esta ascensión a Peñalara, cumbre máxima del Guadarrama y una de las principales de le Península, es su variedad. La excursión combina las bellezas del bosque, el agua y la alta montaña, así como apacibles tramos por pista con otros por sendas agrestes e incluso algunos pasos aéreos. Habiendo subido a Peñalara por 16 rutas distintas, puedo decir que ésta es la más bonita que recuerdo, por parajes y paisajes, que he encontrado. Incluyendo las inesperadas cascadas. Además, tiene la ventaja de evitar las limitaciones, en cuanto a vías autorizadas y número de visitantes, de la vertiente madrileña. Sin presentar dificultades significativas en ausencia de nieve, debido a los pasos aéreos en la cresta de Claveles y, sobre todo, la complejidad de la combinación de sendas y caminos al paso por el pinar, ésta requiere una mediana preparación para acometerla con garantías de éxito.

RELATO GRÁFICO:

Sobre el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), sobresalía ligeramente la cresta de Peñalara. Para emprender la ascensión, lo primero fue rodear el edificio y, una vez situado a su espalda, tomar...

... un amplio camino que se interna en el robledal, señalado con estacas marcadas en verde.

También hay otras rojas, numeradas y con un código QR con información sobre el entorno. Junto a la número cinco, dejé las balizas verdes para continuar recto por el camino, hacia donde un cartel medio borrado indicaba que está la Cueva del Monje.

Poco después, dejé la pista por un desvío a la izquierda (E).

Enseguida, en una segunda bifurcación, de nuevo a la izquierda (NE).

Al desembocar en una pista asfaltada, la tomé a la derecha (S), llegando enseguida a la Cueva del Monje, que no es tal, sino un apilamiento de rocas que deja un hueco debajo. Situado en una amplia explanada a la derecha de la carretera, nunca le he encontrado el interés.

Pasada la Cueva del Monje, en un suave cambio de rasante, dejé el asfalto por un camino a la izquierda (E), que se interna en el pinar.

Por aquí, el paisaje se hizo más típicamente guadarrameño, sustituyendo los pinos de gran porte a los robles.

No tardé en estar caminando junto al cauce de La Chorranca, arroyuelo saltarín que, al paso por...

... una zona de grandes canchos, se despeña en algunos de los saltos más altos y bonitos de estas sierras.

El más alto, sobre todo, me pareció delicioso.

Por aquí, al estrecharse el barranco, la senda presenta algunos pasos escabrosos, como éste, pero, como se puede ver, no suponen un problema.

Al dejar atrás la zona de cascadas, pasé por un claro, donde, volviéndome, pude contemplar el Montón de Trigo sobre el bosque.

Finalmente, la senda desembocó en una pista asfaltada, que tomé a la izquierda (NE), pero para...

... dejarla a los pocos metros por la derecha (E), por un carril de tierra que seguía remontando el arroyo.

Más arriba, al cruzarme con una senda horizontal, la tomé a la izquierda (N).

Tras un trecho de llaneo, salí al Raso del Pino, conocido claro donde hay un repetidor y se cruzan varios caminos. Girando a la derecha (E), retomé el ascenso...

... por el camino que va al Puerto de los Neveros. No hay pérdida; es el único claramente ascendente que sale.

Al dejar atrás el arbolado, me encontré cerca ya del cordal, ante el alargado crestón del Alto de los Neveros. A la derecha, veía...

... la cresta de Peñalara, desde el Risco de los Pájaros hasta la cumbre. Girándome aún más,...

... la Peña del Águila, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta, entre otros, enfrentados al...

... gran llano que se veía, pardo, más allá del bosque que cubre los dos tercios inferiores de la ladera.

Al tenderse la pendiente llegando al Puerto de los Neveros, se descubrieron al otro lado las crestas de Ayllón, Mondalindo y la Morcuera. Girando a la derecha (S), pasé a...

... seguir la traza de paso que recorre el anchísimo y suave lomo del cordal, en lo alto del cual se veía uno de los roquedos más conocidos (y fotografiados) de estas sierras:...

... la arista norte del Cerro de los Claveles.

Camino del mismo, al ganar altura, fue descubriéndose el cordal al noroeste hasta La Muela, ya en el tramo llamado La Somosierra, alzándose sobre el valle del Lozoya.

Cuando apareció la Laguna de los Pájaros, sin llegar a la misma, dejé la senda por la derecha (SO), para continuar por la cuerda, hacia el risco homónimo, que iba a rodear por la izquierda, camino del puntiagudo Cerro de Claveles.

Pasando sobre la laguna, se aprecian los rizos que provocaba el vendaval. No recuerdo haberla visto antes así. Más allá, al otro lado del tajo del Lozoya, la segunda cima del Guadarrama: las Cabezas de Hierro.

Desde más arriba, la Laguna de los Pájaros completa.

Pasado el Risco de los Pájaros, la subida hacia los Claveles, sin presentar obstáculos, es el tramo más agreste hasta entonces.

Está formado mayormente por un caos de bloques de buen tamaño y muy estables. La ruta no sólo está indicada con hitos; hay una traza de rocas pisadas claramente marcada.

Al pasar por un hombro, se ve un buen trozo del valle del Lozoya bajo el rellano de las Lagunas.

Al otro lado, se proyecta de la sierra la Mujer Muerta, como una queriendo ganar terreno a la meseta.

El acceso a la cima del Cerro de los Claveles se presenta como un resalte de unos diez metros, donde hay que trepar un poquito (I), pero sin exposición ni continuidad.

Una vez arriba, aún queda por superar una facilísima arista de bloques.

Desde el Cerro de los Claveles, se descubre la vertiente de las Cinco Lagunas.

También se ve ya cercana la cumbre. Para llegar a ella, hube de pasar primeramente una arista de bloques, más horizontal, pero también más aérea que la previa.

Su paso más difícil es esta horcada (I), de unos tres metros de profundidad, en la que hay que trepar, pero por terreno inclinado, lejos de la vertical. De todas formas, no es obligada; en la misma foto, a la derecha, se aprecia una traza al pie del crestón de roca. Se la puede tomar antes de la trepada de acceso a la cima del Cerro de los Claveles, pero también hay después un par de destrepes sencillos. Está bien como solución de emergencia (hielo imprevisto, vértigo, etc.), pero es más divertido ir por arriba y, como se ve, apenas plantea problemas.

En fin, una vez pasada la arista, merece la pena detenerse a contemplar el airoso Cerro de los Claveles, antes de...

... cubrir los últimos metros, ya por terreno amplio y suave, hasta la cumbre de Peñalara.

Destacaba al norte el amplio panorama hacia la meseta; lástima que la atmósfera estuviera turbia. Por abajo, claro, porque arriba seguía soplando de firme, tanto como para obligarme a buscar apoyo para sacar las fotos.

Al noreste, el Lozoya corre, entre los dos brazos del Guadarrama, hacia las montañas de Ayllón, que ese día apenas se distinguían.

Al suroeste, la perspectiva que más me gusta desde Peñalara: más allá del lomo de la montaña, las siluetas de Cabezas de Hierro, Guarramillas, Siete Picos, la cresta del Valle de la Fuenfría y la Mujer Muerta. Incluso se distinguen, como una sombra, las crestas del Abantos y la Sierra de Malagón.

Como el viento ya se me había llevado el gorro y amenazaba con llevarme a mí también, estuve poco en la cima. Enseguida inicié la bajada, prosiguiendo el cresteo hacia las Dos Hermanas, por la anchísima traza, del cordal que miles (¿millones?) de ascensiones han ido dibujando a lo largo del último siglo. Dejé el camino por la izquierda (SE) al pasar a la altura de la Hermana Mayor, para encaramarme a la misma y...

... volverme a echar una mirada de despedida a Peñalara.

Y tampoco está mal la vista hacia las Cabezas de Hierro, donde se distingue todo el cóncavo norte, con los dos Pulmones.

Luego, bajé a la derecha (SO), para alcanzar directamente el collado (2.255) intermedio entre ambas Hermanas. Allí atravesé la traza y bajé por la vertiente norte, derivando a la derecha (NO), en busca de...

... una senda que viene señalada en el mapa. No existe. Lo que hay en su lugar es una vieja trinchera. Pero, como el terreno, una tendida rampa herbosa, es cómodo y el surco lleva la dirección que me interesaba, caminé junto al mismo, usándolo de guía.

Al poco, al pasar una torrentera, me encontré con una hilera de hitos que salía hacia mi derecha (N), atravesando prácticamente horizontal la ladera. Dejando la trinchera, comencé a seguirlos.

En un lomo poco marcado, donde se hizo visible la cresta rocosa de los Claveles, se dibujó... 

... un trazo más claro en el piso pedregoso.

Poco después, el terreno se despeñó hacia Majada Hambrienta, el gran rellano bajo...

... la cara noroeste de Peñalara.

Al llegar al pie de la pendiente y entrar entre los pinos, la senda desapareció en una banda de pedrera, por la que continué en bajada directa, hasta...

... llegar a un claro. Allí reencontré los hitos, que atravesaban horizontalmente la ladera. Siguiéndolos a la derecha (NE), me encontré...

... ante el Chozo de Aránguez. Sin llegar al mismo, junto al corral que se ve en primer término, giré a la izquierda (NO), para...

... tomar un estrecho trazo que tajaba el enebral. Un hito marcaba su arranque.

Más adelante, al desaparecer el matorral, la senda se difuminó y, en ausencia también de señales, me dediqué a descender directamente a través del abierto pinar.

Al desembocar en un camino bien marcado, lo tomé a la izquierda (SO).

No tardó el mismo en transformarse, inopinadamente, en un amplio carril, que, tras cruzar un par de torrentes, acabó...

... en otra pista de mejor condición, por la que seguí a la derecha (N).

Enseguida llegué a otro camino, éste de grava. Ya dije en la introducción que este monte ha sido tan explotado que, su tercio inferior, es un dédalo de veredas y carriles. Bueno, pues giré aquí a la izquierda (S).

Al bajar, el bosque se fue coloreando al aparecer los helechos, ya otoñados.

Y si había pasado del piso natural a la tierra y, de ahí, a la grava, en el siguiente cruce di con el asfalto y giré a la derecha. Estaba en Navalesquilar y, siguiendo esta pista, llegaría a la Cueva del Monje, cerrando el itinerario. Pero hay otra opción más corta y más agradable, que conozco de otras veces. Al llegar a la primera curva a la derecha (la que se ve),...

... sin llegar a entrar en el giro, dejé la carretera por la izquierda (NO), entrando en el pinar por ese hueco que se ve en el arbolado. Al principio, no se aprecia rastro de senda, pero...

... apenas recorridos veinte metros, apareció el resto de un camino, abandonado, pero reconocible y cómodo. Avanzaba por una especie de terraza, llevando a la izquierda...

... el torrente de la Cabaña del Tío Levita. Este atajo, contrariamente al tópico, es cómodo y, además, una sucesión de parajes deliciosos...

... de variado carácter.

Al llegar a la confluencia de “mi” arroyo con el de Peñalara, giré a la izquierda (SO), para vadear el primero, superar la pendiente de la orilla opuesta, y avanzar medio centenar de metros manteniendo dirección, hasta alcanzar...

... un carril que baja paralelo. Lo tomé a la derecha (O) y,...

... poco después, llegué a los primeros robles y, enseguida, desemboqué en otra pista. Tenía a la derecha (N)...

... el claro de la peña del Tizo. Fui hacia allí y, tras cruzar un torrente, a la izquierda (NO), en un segundo cruce.

Sin más que seguir ese carril, al cabo de un kilómetro cerré el itinerario y, tras caminar otro tanto más, llegué al CENEAM, desde donde...

... se vuelve a ver la cumbre de Peñalara.

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