COMENTARIOS: Esta
ascensión recorre la práctica totalidad de la cresta de la Sierra de la Garra,
en un itinerario divertido y panorámico; es más, si estuve casi dos horas
parado fue sobre todo mirando el paisaje, que lo merece. Hay que tener esto en
cuenta. El cresteo sólo se deja un pico, el modesto Cerro de los Enebrales que,
además de ser mucho más bajo que el resto, quedaba bastante a trasmano por la
curvatura del cordal. Se podría visitar si se partiera de la vertiente sur,
ascensión más larga que, además de la cresta, recorrería la Rambla de las
Buitreras.
Durante la
subida a la cresta y todo su recorrido, me encontré con frecuencia con hitos y
trazas borrosas, pero seguir su continuidad fue a menudo difícil y, de hecho,
perdí las señales varias veces. Creo que, como el terreno no es tan malo, en
caso de duda, resulta más práctico dejarse guiar por el instinto que empeñarse
en localizar la continuación que, en la mayoría de las ocasiones, tampoco nos
va llevar por un buen camino. En resumen, se trata de una ruta con una
exigencia mediana en el aspecto físico, pero que requiere habilidad para
moverse en terreno variado y, en ocasiones, expuesto.
RELATO
GRÁFICO:
Ya desde
los alrededores del Cortijo de la Tercia Vieja se veía parte de la cresta a
recorrer. Concretamente, sus tres picos orientales; de izquierda a derecha,
Pajarón, los Pájaros y las Grajas.
Comencé
la excursión por un camino que, desde la carretera que llega de Moratalla, sale
al sureste junto al estribo oriental del puente sobre el Arroyo Andregulla.
Enseguida
llegué a una zona de terrazas aradas que interrumpen el carril. Guiándome por
unas rodadas, las rodeé por la izquierda, encontrando finalmente la
continuación, que entra en el pinar.
El camino
no tardó en cortarse de nuevo, por la misma circunstancia, al paso por el
collado de la cota (1.232). Tras cruzar el barbecho, giré en la horcada a la
derecha (SE), para...
... seguir la linde y volver a entrar en el
bosque, por una senda borrosa y empinada. A los pocos metros, dejé de lado un
camino mejor que salía a la izquierda, pues iba horizontal y, según el mapa, se
trataba de remontar la ladera.
El caminillo alternaba tramos bastante claros
con...
... pasajes en que se tornaba prácticamente
irreconocible, en los que procuraba mantener la línea directa de subida.
Al paso por algún claro, podía ver a mi
espalada las cárcavas del Majal de la Cruz.
Así, hacia los 1.340 m de altitud, llegué a un
rellano. Dejando el borroso trazo, giré a la izquierda (E) para atajar a través
del pinar, poblado de matorral, pero no tan denso que molestara el paso.
Al cabo de ciento y pico de metros, desemboqué
en una pista forestal que remontaba la ladera y la tomé a la derecha (SE).
Enseguida, giró para atravesar la vertiente en
horizontal, pasando bajo los resaltes de la Molachica y...
... abriéndose al otro lado, cuando los
árboles lo permitían, un panorama dominado por el Puntal de Carreño.
Tras un rato de travesía y una breve subida
final, el carril alcanzó el cordal en el Collado de la Barraca. Allí, lo dejé
por la izquierda (SE), para...
... seguir unos hitos (ahí se ve uno), que me
llevaron a remontar el pedregoso lomo del Cerro de las Muelas.
Cerca de culminar, salí de entre los pinos y
se presentó ante mi vista las montañas vecinas al este, desde la Sierra del
Frontón al Calar de Ortega. Junto a este último, destacaba picudo el Buitre y,
más cercano, a la izquierda, ...
... la Gorra Nogueras, que mostraba su arista
oeste, por donde había subido el domingo anterior.
Por aquí, dejé de ver hitos y, para abreviar,
giré a la derecha (S) y volvía entrar entre vegetación para remontar
directamente los pocos metros que me separaban de la punta noreste del Cerro de
las Muelas (1.484). Allí, el panorama se abrió a mis pies, hacia la Rambla de
las Buitreras, dominada por vistosas cárcavas. Detrás, se divisaba la
contundente silueta del Mojantes y, ya en el horizonte, las crestas del Gigante
y María.
Para llegar a la cima principal, recorrí a mi
izquierda (SE), un breve lomo, ancho y suave, entre encinas y matorral.
La cumbre estaba señalada por un hito de
piedras, pero hay que acercarse al borde de los cantiles al suroeste para
disfrutar de las vistas vertiginosas hacia la Rambla de las Buitreras, más
amplias que antes.
Y también del Pajarón, que me esperaba al
oeste, enmarcado por el lejano Pico de los Obispos y su vecina la Molachica.
Hacia el este, la vista quedaba interrumpida
en buena parte por el matorral. Aunque me fijé en que, entre la Gorra Nogueras
y el Buitre, se veía el complejo amasijo de sierras del noreste murciano,
destacando en el horizonte la doble punta de la Pila.
Reencontrando los hitos, bajé en esa dirección
(NE) y salí enseguida al claro de antes.
Mientras deshacía camino por el lomo, tuve
ocasión de ver la ladera de la Molachica, que iba a remontar a continuación.
De vuelta en el Collado de la Barraca, retomé
la pista, que, tras un breve tramo prácticamente horizontal por la vertiente
sur, acabó.
Proseguí casi en la misma dirección, virando
poco a poco a la derecha (NO), para remontar la ladera a través del pinar,
provechando pasillos entre el matorral, que no sabría decir si son senda. En
todo caso, para lo pedregosa que es la ladera, la remontada resultó bastante
cómoda.
Cuando cedió la pendiente, la vegetación se
aclaró, dejándome ver a mi espalda el Buitre bellamente flanqueado por la Gorra
Nogueras y el Cerro de las Muelas.
La cima de la Molachica, sin señalizar, está
en el borde del cantil que cae al norte.
Así, el panorama en esa dirección es muy
amplio, con el llano limitado por el Puntal de Carreño, el Majal de la Cruz y
la Sierra del frontón. Bajo el primero, fijándose, se distingue el Cortijo de
la Tercia Vieja, de donde había partido.
Al sur, seguía destacando el Mojantes, con el
fondo de las sierras del Gigante y María.
A partir de aquí, volví a encontrar hitos, que
me llevaron a bajar primero al sur, para evitar un resalte, y luego al oeste,
siguiendo la cuerda hacia el Pajarón.
Tras el descenso al paso por el Collado del
Gamonal, apenas había empezado a remontar la siguiente pendiente cuando...
... las señales se desviaron a la vertiente
norte, rodeando un picacho secundario, el Cerro de las Monteses, a través del
pinar. Éste es el tramo de cresta en que estaba más claro el trazo y lo fui
siguiendo hasta que...
... al ir
a trasponer un lomo, se abrió a mi izquierda (S) un pasillo en el arbolado.
Calculando que estaba bajo la cima, dejé la senda y lo fui remontando, primero
por fuerte rampa y luego, en...
... los
metros finales, superando unos pocos escalones de roca. Así salí a la cima,
formada por un bloque prismático de unos cuatro metros de altura.
Si bien
presenta una fisura en su flanco oriental que, pese a estar algo extraplomado,
permitiría escalarlo, no sin cierta dificultad (a ojo, debe ser un IV). Pero la
bajada no la vi clara: el destrepe es difícil y, el salto, desaconsejable por
lo irregular y expuesto del suelo alrededor. Me conformé, pues, con rodearlo y
disfrutar de las vistas.
Ya desde
aquí, la perspectiva de la Rambla de las Buitreras era espectacular, dominada
por la cresta recorrida y las cárcavas, sobre las cuales se alzaba la Sierra
del Gavilán.
Bajando
por el mismo camino, volví a la senda de la vertiente norte que, una vez
retomada, me...
...
devolvió enseguida a la cuerda, muy cerca del collado previo al Pajarón. Ahí,
los hitos cruzaron a la vertiente sur, desde la que...
... hay
una bonita perspectiva de la agreste cima de las Monteses.
En este
tramo, despareció el trazo y las señales (se ve una bajo los pinos de la
derecha) me llevaron por un terreno muy incómodo, entre peñascos y matorral y
con fuerte pendiente lateral. Poco después, perdí los hitos y...
...
decidí seguir por donde iba, siguiendo la base del roquedo culminante. Tras
rodear un característico espolón, que destacaba a la derecha de la cumbre,
remonté un corto tubo hasta ganar la cuerda en una horcada, donde...
... me
reencontré con los hitos, que iban por la vertiente norte; se ve que cuando los
perdí era porque cambiaban de lado. Tras seguirlos unos metros en horizontal,
me llevaron a girar hacia la cresta, remontando una fuerte pendiente escarchada
y, ...
...
luego, unas placas y escalones bajos de roca (I) hasta...
... encontrarme
ante el hito cimero del Pajarón.
El
panorama desde la cumbre de la Sierra de la Gorra es ya conocido, aunque
destaca al este la perspectiva de la Rambla de las Buitreras bajo las crestas
más orientales de la Sierra de Moratalla y el cordal que llevaba recorrido.
Al otro
lado, contrastaban los pinares más cercanos con la aridez del
Majal de la Cruz y la Sierra de la Muela.
Continué
bajando al oeste por un amplio lomo terroso, hacia la siguiente cima, el Pico de
los Pájaros, tras el que iban asomando el Tejo y las crestas de Villafuerte.
Cerca de
llegar al collado, encontré lo que parece un viejo cortafuegos, que permitía un
paso más franco y lo seguí un trecho, hasta que vi que se desviaba más de la cuenta
hacia el sur. Entonces, ya casi a la altura del collado (1.506), lo dejé por la
derecha (NO) y, de nuevo sin traza ni hitos, crucé la vaguada bajo la horcada y
remonté la ladera del Pico de los Pájaros.
Caminando
por terreno incómodo de pedregal y monte bajo, salí a la cuerda a media altura
del lomo. Girando a la izquierda (O), fui siguiéndolo hasta...
... la
cima del Pico de los Pájaros, que es una calva pedregosa y sin marcar, rodeada
de pinos que hurtan el panorama en prácticamente todas direcciones.
Aunque,
asomándose al oeste, se veía, delante de los cerros Pelao y del Tejo, una
atrevida aguja: el Pico de las Grajas, siguiente objetivo y último del día.
Pero la cuerda hacia ese lado aparecía cortada por un gran desplome.
Buscando
el mejor paso, opté por bajar por un tubo rocoso fácil (I) que cae al norte
desde pocos metros al oeste de la cima.
Una vez
al pie de la roca, proseguí el avance al oeste, caminando por una terraza
inclinada que rodea la punta secundaria de cota 1.542. No encontré hitos ni una
senda que merezca tal nombre, pero sí algunos rastros discontinuos,
posiblemente de animales, que atravesaban la ladera.
Sin
presentar dificultad técnica, el entrono era expuesto y espectacular.
Sobrepasada
la antecima oeste, volví a la cuerda, a la vista del Pico de las Grajas que, si
no es la cima de más entidad de la jornada, es sin duda la más vistosa. En fin,
a poco de iniciado el descenso por el lomo, me encontré ante...
... otro
resalte y cambié de vertiente al sur para rodearlo, como siempre por terreno
algo incómodo, suelto y sembrado de cantos, pinos y matorrales, como se aprecia en esta mirada atrás llegando al collado.
A partir
de ahí, remonté el lomo del pico por el flanco sur.
El risco cimero
es más accesible de lo que parece. En primer lugar, pasé entre esos dos pinos, que se encuentran al llegar, y, ganados unos metros, giré a la derecha para...
...
superar una corta placa (I+), tendida pero lisa y expuesta, hacia una brecha en
la cresta. Sin alcanzarla, me volví a la izquierda para...
...
superar un resalte de un par de metros, vertical pero con mucho agarre (II-) de
donde salí a una repisa. La recorrí al oeste, pasando bajo la vertical de cima,
hasta que...
... el acceso
a la arista se presentó como un fácil graderío de bloques (I).
Dos
peñascos rivalizaban por ser el más alto y en ningún sitio había un triste
montoncito de piedras, así que los pisé los dos y ya está. Al noroeste, bajo la
cresta de la Sierra de las Lavaderas, podía ver el camino que remonta el Arroyo
del Bebedor. Por allí regresaría, una vez finalizado el cresteo, a...
... la
Tercia Vieja, que se veía al nordeste, con el fondo de las sierras del Frontón
y los Álamos.
Mirando atrás,
se veía el Pico de los Pájaros, más altivo desde esta parte, con esa punta
secundaria que había rodeado por el norte delante.
Al sur,
más allá de las zonas llanas del interior del conjunto montañoso de Moratalla,
se elevaban el Mojantes y la pareja Odres - Obispos, máximas cumbres del área.
En el horizonte, a la izquierda de la alineación Gigante – María, se llegaba a
divisar ahora la Sierra de Pedro Ponce.
Al oeste,
la Sierra del Tejo destacaba altiva sobre el Arroyo del Bebedor. Aún prolongaría
un poco el cresteo antes de bajar a ese valle y, para ello, ...
Bajé del
risco, más o menos por el mismo sitio que había subido y, una vez pisando
tierra, giré a la derecha (O) para descender...
... siguiendo la cuerda por su flanco sur,
caminando junto a la cresta de roca. Por cierto, que bien bonito se ve el risco
desde el oeste, mirando atrás.
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