Infiernillo Mayor (2.244)

ASCENSIÓN DESDE LA GARGANTA DE SAN MARTÍN

POR EL LOMO NORTE (INVERNAL)


Los dosmiles más occidentales de Gredos forman la Cuerda de los Infiernillos, de los que el más alto es llamado Mayor. El conjunto es una afilada cresta formada por un puñado de riscos, situada en lo alto de la Sierra de Tormantos, larga estribación proyectada al suroeste de la divisoria del Sistema Central desde el macizo de La Covacha. Se conservan en estos picos las características morfológicas y naturalísticas de lo más salvaje de Gredos, con culminaciones rocosas y afiladas, sostenidas por altas laderas de canto y matorral, quedando el arbolado recluido en el fondo de las gargantas. Debido a la estructura del relieve, en invierno la nieve es aquí más abundante que en otras áreas de similar altitud de la cordillera. Por último, si bien en España no cabe hablar de áreas remotas, a estos Infiernillos les encaja bien el calificativo de apartados y, pese a la densa red de sendas y cabañas pastoriles que se extiende a su alrededor, las aproximaciones desde pueblos y carreteras son largas.

El Infiernillo Mayor muestra su lomo norte al otro lado de la Garganta de la Sierra.

SITUACIÓN:

  • Zona: Sector Principal de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Tormantos
  • Base de partida: Tornavacas (Cáceres)
ACCESO: Tornavacas está 120 km al NE de Cáceres, por Plasencia y Jerte. Google no dirige al coche hasta el punto de inicio de la ruta sino hasta la pista que remonta la Garganta de San Martín, cerca de su inicio. Hasta ese lugar, puedes calcular un itinerario desde tu origen en el siguiente link a GoogleMaps. A partir de ahí, hay que seguir al SE (derecha llegando de Cáceres; recto desde Castilla) la pista de cemento que remonta la Garganta de San Martín. Al cabo de unos 3 km, el último de tierra, a la altura de las Casas de Mindaño, la pista está cerrada por una cancela; poco antes, hay huecos a los lados del carril que permiten dejar el coche sin estorbar.

Pulsa aquí para consultar la tabla MIDE

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.233 / 2.244
  • Mi tiempo efectivo: 6h27
  • Mi tiempo total: 8h09
  • Dificultad: PD-, en las condiciones del día: nieve dura continua a partir de los 1.800 m de altitud; hielo en la cresta. Un par de pendientes de 45º y varias más de más de 30º, más una arista moderadamente estrecha, todo por nieve helada.
  • Track para descargar en Wikiloc


Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Continuar remontando la Garganta de San Martín por la misma pista de la aproximación, hasta El Chalé. Continuar por la senda que la prolonga, desviándose enseguida a la derecha (S) para cruzar el cauce por un puente y remontar la vertiente sur hasta el Collado de la Llana. Pasar a la Garganta de la Sierra y, cuando la senda se bifurca tras una valla, tomar el ramal que lleva, a la derecha (SE), a la  Casa de la Angostura. Ya sin camino ni indicaciones, vadear el torrente, preferiblemente aguas arriba de la confluencia que hay a la altura de la cabaña. Una vez en el lomo nororiental del Infiernillo Mayor, remontarlo, buscando los pasos más cómodos y fáciles, primero entre matorral y cantos, y luego por neveros entre riscos. Quizá los pasos clave sean dos resaltes verticales sucesivos entre los 1.900 y 2.000 m de altitud, que se pueden rodear por la derecha y la izquierda respectivamente, por sendas palas de nieve de 50 m de desnivel y 45º de pendiente. Tras las mismas, se vuelve al lomo, anchísimo, en que la pendiente se mantiene constante en unos 30º hasta salir a la arista cimera, más tendida, por la que se alcanza la cima del Infiernillo Mayor (PD)-.

Bajar a la izquierda (E), siguiendo la cuerda, estrecha y expuesta pero libre de obstáculos, de la Sierra de Tormantos, hasta la Portilla Jaranda (F). Girar a la izquierda (NE) y bajar por la amplísima vaguada, de moderada pendiente, hacia el fondo del valle, cruzar el torrente y subir por la vertiente opuesta hasta una casa en la Garganta de la Sierra. Tomando a la izquierda (NO) la senda que pasa por ella, se recorre la ladera septentrional hasta dar con el itinerario de ida en la bifurcación de la valla bajo el Collado de la Llana. Y ya sólo quedará deshacer camino hasta la Garganta de San Martín.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Este monte ha sido todo un descubrimiento y viene a demostrar, una vez más, que Gredos es algo más que el Circo y los Galayos. En medio de un entorno que, sin llegar al vértigo de los lugares citados, es alpino y muy bello, se desarrolla esta larga y variada ascensión, que plantea unas mínimas dificultades con nieve. Aunque la exigencia no llega a ser mucha en ningún aspecto, creo que queda reservada a montañeros que dominen las técnicas invernales básicas. Además, la ascensión en sí, es decir el tramo entre la Casa de la Angostura y la cima, transcurre por terreno impreciso, con el pico no siempre visible y está sin marcar, por lo que conviene tener lo que se llama instinto de vía.

La característica fundamental de esta ascensión, sobre todo en invierno, es la soledad. Aunque los Infiernillos no están mal comunicados, con buenos caminos a lo largo de las gargantas que convergen en ellos y comunicación entre las contiguas, el coche va a quedar muy lejos. Y las aproximaciones largas mantienen alejadas a las multitudes, por cómodas que sean. En esta misma ruta, partí de la Garganta de San Miguel, en vez de remontar íntegramente la de la Sierra, que hubiera sido lo natural, para recortar distancia; cualquier otra alternativa para llegar a los Infiernillos, supone superar ampliamente los 20 km o acercarse a los 2.000 m de desnivel. Palabras mayores.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar en uno de los huecos cercanos a la cancela a partir de la cual está limitada la circulación, continué remontando a pie la Garganta de San Martín por la pista. Al fondo se veía ya un pico nevado; pero no era mi objetivo, sino el Castilfrío, situado en la divisoria principal de la cordillera y punto donde entronca la Sierra de Tormantos.

Durante el trayecto por este carril, pasé varios desvíos, todos en peor estado. El único que creo que podría plantear alguna duda es éste, el primero; la pista a seguir es la de la izquierda.

El valle se fue encajonando al pasar a la altura de la Peña Negra, que se alza en el extremo occidental de la Cuerda Llana, que habría de cruzar como parte de la aproximación.

Pero antes tenía que llegar al fondo de esta garganta. Según me acercaba, el Castilfrío se mostraba más impresionante.

Cerca del final, la pista tiene un tramo empedrado, con firma del autor en forma de placa y todo. Para entonces, la Sierra de Candelario se veía por la boca de la garganta.

La pista acaba en una pradera, al pie de la cabecera del valle, donde se alzan varias casas, la mayor de las cuales es conocida por la zona como El Chalé. Crucé la explanada y continué por un camino más estrecho, que parece prolongar el carril, pero enseguida lo dejé por...

... un desvío que baja a la derecha (S), a cruzar el arroyo por un puente.

Al otro lado, la senda me llevó a remontar el barranco que baja del Collado de la Llana, primero por su orilla derecha y, luego, tras cruzar el cauce, por...

... el corte que abre a través de la densa retama del lomo occidental. Durante la subida, crucé recto (S) otra senda horizontal. Desde esa altura, se veía ya en toda su extensión la Sierra de Candelario.

Poco después, fue mostrándose, blanca por encima del matorral, la culminación de la Cuerda Llana y la senda me hizo girar para...

... volver hacia el eje del barranco, coronado por el Collado de la Llana. La alta montaña, parece salir a recibirte; además del Castilfrío, que domina la horcada, asomaron por ella el Cerro del Estecillo y el Infiernillo Mayor.

Al cambiar de vertiente, pasando a la Garganta de la Sierra, pude contemplar completa la cima del día. Incluso, el ancho lomo por el que iba a subir, que cae a la izquierda desde la cumbre, y, detrás y del mismo lado, la cresta oriental, por donde bajaría. La senda prosiguió, bajando en diagonal a la izquierda.

A media ladera, el trazo, cada vez más borroso, cruza una valla por un hueco. Al otro lado, debía de haber visto una bifurcación y, de hecho, aquí cerré el itinerario circular. Pero no lo vi, pues el otro camino está aún menos marcado. En todo caso, seguí por la derecha (SE),...

... perdiendo altura a través de esta despejada ladera. Enfrente, la perspectiva del Infiernillo Mayor iba variando. Aquí, el lomo de la subida se ve casi de frente.

El trazo acabó borrándose del todo al pasar por una zona de hierba encharcada. Pero, para entonces, la Casa de la Angostura era visible, así como la confluencia de barrancos detrás. Por ahí debía de cruzar la garganta y, ya sin marcas ni traza de ninguna clase, busqué, aguas arriba como mandan los cánones,...

... un buen sitio para vadear la corriente. Al final, me tocó dar un saltito en el torrente principal (éste). Luego, el cruce del tributario fue mucho más fácil.

Una vez cruzados los dos barrancos y situado al pie del lomo septentrional del Infiernillo, comenzaba la verdadera ascensión. He copiado a mano, sobre esta fotografía (del mismo día), el track GPS. Como se ve, además de procurar pisar siempre nieve, intenté ir por la cuerda del lomo, única referencia disponible cuando no se ve la cima, que es casi siempre.

Pero vamos por partes, tras cruzar el segundo torrente, comencé por remontar una ladera sembrada de cantos y retama y pintada de manchas de nieve.

Cuando predominó el manto blanco, me calcé los crampones y fui serpenteando entre los cantos, procurando mantenerme en lo alto del lomo y seguir su dirección.

Hacia los 1.900 m de altitud, me encontré con un resalte de roca vertical y lo eludí por la derecha, por una palas de nieve, que...

... se fueron empinando hasta alcanzar los 45º en los 20 ó 30 metros previos a un rellano, donde giré a la izquierda (SE), para volver por terreno más tendido al lomo, que acabé atravesando, pues presentaba un nuevo escalón.

En la vertiente oriental, giré a la derecha (SO) y retomé la subida directa por el más tendido de dos tubos, el de la izquierda en la foto. Como antes, volvía encontrarme con los 45º durante otros 30 ó 40 metros.

A continuación, me encontré en lo alto del lomo, ya más tendido, y a la vista de lo que parecía la cumbre y que, en realidad, no es más que un hombro.

Este tramo fue muy relajado, con un terreno amplio y despejado, de pendiente moderada. A mi izquierda, iba ampliándose la vista hacia el fondo de la Garganta de la Sierra, mientras que, al otro lado,...

... la Sierra de Candelario continuaba dominando el paisaje. Tras ciento y pico de metros manteniéndose constantes los 30º,...

... por un momento, hube de afrontar de nuevo los 45º, para encaramarme a una arista de nieve, que...

... me llevaría hasta el hombro citado, sin otra dificultad que esquivar algunas rocas. Al alcanzarlo, me encontré con que...

... el cordal continuaba elevándose, hasta lo que, ahora sí, debía de ser la cima, que mostraba una bonita vertiente nororiental.

A mi derecha, se descubrieron las siluetas oscuras de los Montes Tras la Sierra, más allá de unas laderas suaves, que contrastaban con...

... el magnífico espectáculo alpino al otro lado.

Al culminar este otro tramo de lomo, antes de encaramarme al cancho que lo corona, una mirada atrás. Se ve el lomo por donde había subido sobre el barranco de la vertiente sureste. Más allá, sobre el redondeado Canchal de Ballesteros, se llegaba a distinguir la puntita de La Covacha.

Pero tampoco estaba en la cima; ésta se encuentra unos metros más allá, sobre otras rocas ligeramente más altas. Cubrí ese corto espacio, llevando a la izquierda...

... el tajo tremendo de la Garganta Jaranda, por la que unas nubecillas entraban y salían, mientras que, al fondo, la bruma no dejaba ver el Valle del Tajo.

Desde el Infiernillo Mayor, se ve así el resto de la cuerda. A la derecha,...

... al oeste, vista completa de la Sierra de Candelario y Montes Tras la Sierra.

Al norte y este, aparte de que iban metiéndose nubes, el panorama quedaba muy limitado por la antecima. Inicié el regreso volviendo a la misma, para bajar hacia la derecha (SE), primero por unos bloques y luego...

... por una rampa de matorral, hasta alcanzar finalmente una arista de nieve, que...

... presentó en su inicio algún tramo ligeramente empinado y, digamos, poco ancho, antes de...

... acabar siendo casi horizontal. Recorrerla fue un verdadero paseo celestial, con unas vistas preciosas alrededor y un terreno cómodo y fácil bajo los pies. Por cierto, pese a que éste es el itinerario de subida habitual, estaba sin hitar, circunstancia que indica lo poco frecuentado que es este pico.

A mi izquierda, podía ver el perfil del lomo por el que había subido. Aunque en algún momento alcanzara los 45º, como se ve la pendiente es generalmente suave.

Al otro lado, por un momento, sólo uno, se mostró el fondo de la Garganta Jaranda, casi 1.000 metros más abajo.

El tramo horizontal de arista acabó en una ligera culminación, coronada por un gran hito de más de dos metros de alto, desde el cual...

... hay que volverse a mirar. Sí señor, una montaña bien bonita, ésta.

A continuación bajé por un lomo ancho y regular, pero más empinado, hacia la Portilla Jaranda, pero...

... no la alcancé, sino que, viendo terreno favorable a la izquierda (NE), me dejé caer a ése lado, hacia el eje de...

... la amplia y regular vaguada que desciende del collado a la Garganta de la Sierra. Aquí sí que se veía algún hito sobresalir de la nieve: marcan la senda que atraviesa la Portilla viniendo del Valle del Tajo.

El descenso acabó junto al cauce, precisamente en lo que parece la toma de aguas de una acequia. La crucé y continué ladera arriba, hacia la casa que se ve en la parte derecha de la foto, bajo los riscos.

Desde allí, hay una bonita vista de la Portilla Jaranda y el Infiernillo Mayor, así como de...

... la cabecera de la Garganta de la Sierra, bajo el Cerro del Estecillo.

Giré a la izquierda (NO) junto a la construcción, para buscar la salida de una senda que corta la ladera septentrional. El arranque, como toda ella, es bastante borros; menos mal que los hitos me ayudaron. Aunque no sé si gané, pues el caminillo estaba lleno de cantos, cuando no encharcado, y resultaba tan incómodo como el resto.

En algunos tramos desparecía el trazo bajo una capa de nieve, y era peor, pues ocultaba hoyos en que, por la orientación y la hora, metías la pierna hasta la corva.

Pero, pese a todo, con vistas como ésta del Infiernillo, ¿quién no va a ir contento?


Si echaba la vista atrás, la cabecera de la garganta iba desapareciendo con la perspectiva. Por cierto, que aquí se aprecia el cantizal que es esta senda y mis dudas sobre si merece mucho la pena empeñarse en seguirla.

El paso sobre la Casa de la Angostura me anunció que estaba próximo a cerrar itinerario.

Y, efectivamente, poco después, llegué al hueco en la valla. Entre lo precaria que la traza y que sale detrás de un matorral y una gran roca, no me extraña que, a la ida, no viera la salida.

En fin que, deshaciendo ya el camino de ida, terminé de subir entre la retama al Collado de la Llana.

Desde el mismo, con el cambio de luz, se veía ahora mucho mejor el Castilfrío.

Luego, bajé al fondo de la Garganta de San Martín, que crucé por el puente del Chalé, para descender por la pista hasta...

... donde había aparcado. Así de colorida y alegre se veía la garganta, bajo el Castilfrío y la peña Negra, cuando llegué.

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