COMENTARIOS: Entre pasar
por el Minguete o por los Ojos del Río Moros, varía en que la primera opción
tiene algo más de desnivel y, la segunda, de distancia. En cualquier caso, son
rutas variadas, que combinan panoramas muy bonitos al paso por los distintos entornos
de bosque, matorral y roquedo. Sin llegar a las densidades de Peñalara o Siete
Picos, el Valle de la Fuenfría concentra muchos excursionistas, llenándose los
aparcamientos los fines de semana, por lo que conviene madrugar. Por otro lado,
pese a que no se deja de pisar senda en todo el rato, en cuanto nos alejemos un
poco del fondo del valle, encontraremos una relativa tranquilidad
RELATO
GRÁFICO:
Junto a
la barrera que corta el paso de vehículos hacia la pradera de Los Coralillos,
donde está el albergue del Club Peñalara, sale una senda al noroeste, que
remonta la ladera del Valle de la Fuenfría. Por ella inicié el recorrido,
subiendo suavemente a través del bosque.
Tras
pasar una cancela, desemboqué en un carril horizontal, que tomé a la derecha
(N).
Este
ancho camino está marcado con los discos de la red de senderos de la Fuenfría,
rojos en este caso, y el doble trazo de PR. Cuando ambas señales se dividieron,
continué por la izquierda (O), siguiendo los círculos y retomando la subida.
Al ganar
altitud y clarear algo los pinos, empecé a ver algún retazo de paisaje. En esta
foto, el Segundo de los Siete Picos, al otro lado del valle.
El camino
se estrechó considerablemente en sus metros finales. Acabada de superar la
ladera, llegué al...
...
Collado de Marichiva, donde salí del pinar y me recibieron la Vereda del
Infante y la loma de Cerro Minguete detrás. Para dirigirme a ésta, tomé la
citada pista a la derecha (NO).
Entre las
laderas cercanas, se distinguía al oeste un retazo de la parda llanura abulense.
Al otro
lado, Cerro Ventoso y Siete Picos coronaban el valle.
A través
del boquete del Puerto de la Fuenfría, me fijé en esta curiosa imagen: Peñalara
abrazada por una nube.
En el
inicio de la primera curva, dejé la pista por la izquierda (N), para tomar una
senda estrecha y borrosa, cuyo arranque estaba señalado por un par de hitos.
El
caminillo se aclaró enseguida, mientras remontaba la ladera en diagonal.
Al salir
de los pinos al matorral, pude ver a mi espalda y abajo el Collado de
Marichiva, dominado por la Peña del Águila. Detrás de ésta, asomaba la cima de
la Peñota y, más lejos, el Monte Abantos a un lado, la Sierra de Malagón al
otro.
También
se llegaba a ver Gredos, hasta la cresta del Circo, muy borrosa ya en la foto,
y las dos Parameras más cercanas.
Al poco,
alcancé la cresta, a media distancia de Peña Bercial y Cerro Minguete, hacia el
que me dirigí, siguiendo a la derecha (NE) el amplio lomo.
Precisamente
a ese lado, veía esta bonita perspectiva de la Cuerda Larga y Siete Picos.
Más a la
derecha, la llanura madrileña, limitada por la Sierra del Hoyo de Manzanares.
Al otro
lado, la cresta de la Mujer Muerta y el Montón de Trigo. La Pinareja está
centrada en la imagen y se puede ver casi todo lo que quedaba: el flanqueo del
Montón de Trigo y, tras el collado, la remontada del lomo suroriental de La
Pinareja.
Tras
recorrer esta breve y suave cresta,...
... dejé
la senda para rodear la cima de Cerro Minguete por donde mejor me pareció y,
ahorrando unos metros de desnivel, atajar hasta el lomo septentrional, por el
que bajé a la izquierda (N), al Collado Minguete.
Desde el
mismo, hay un bonito panorama al este, hacia el gran cuenco pinariego de Valsaín,
dominado por Peñalara, las Guarramillas y Siete Picos, entre otros. Lástima de
irisaciones, pero no hubo forma.
En el
Collado Minguete, al pie del Montón de Trigo, se encuentran varias sendas. Yo
tomé la que, saliendo un poco a la izquierda (NO), atraviesa horizontal la
ladera de Montón de Trigo.
La senda
me llevó sobre la Garganta de El Espinar, otro de los grandes pinares de estas
sierras, y bajo...
... el
Montón de Trigo. Una vez dejado atrás el pico, volví al...
...
cordal un poco por encima del Collado de Tirobarra. Al otro lado del mismo, se
veía incluso el trazo claro de la senda que asciende a La Pinareja. La ruta a
seguir era obvia.
Mientras
bajaba hacia el collado, me fijé en que, a la derecha, veía ya algo de la
llanura al norte.
La subida
a La Pinareja por el lomo sureste mantiene de principio a fin una pendiente
mediana.
Lo que
quedaba para culminar, podía estimarlo por el Oso, que se elevaba a mi
izquierda, y cuya altitud es similar a la de la Pinareja.
El tramo
final transcurre a través de una pedrera de aspecto infame, pero en la cual hay
un rastro tan pisado que ha establecido una auténtica acera.
El
panorama más notable desde la Pinareja es al suroeste: la Garganta de El
Espinar se abre entre las peñas Bercial, del Águila y Peñota, a un lado, y la
mole del Oso al otro, mientras que el panorama queda cerrado al frente por la
Sierra de Malagón. Más lejos, en el horizonte, el Abantos a un lado y Gredos al
otro.
Girándome
a la derecha, castilla se extendía hasta donde se pierde la vista.
Al este,
sobre el pinar de Valsaín, dividido por la cresta pinosa de la Camorca, se
desplegaban las grandes cumbres del Guadarrama. Curiosamente, las mayores,
tanto Peñalara como las Cabezas de Hierro, estaban tapadas por las nubes. Más
despejado estaba a la derecha, donde formaban una curiosa perspectiva...
... más
allá del Montón de Trigo, las crestas de la Maliciosa y Siete Picos.
Para
regresar, comencé por regresar a Tirobarra. Según llegaba a la horcada, vi a la
derecha (S), un trazo que bajaba por la vaguada, cortando el terraplén...
... a la
izquierda del eje de la vaguada. Tras un corto tramo de matorral, la senda...
... me
llevó al pinar, a través del cual fue perdiendo altura en suave diagonal,
mientras atravesaba la falda del Montón de Trigo.
Un punto
característico de este tramo es el paso por los Ojos del Río Moros, nacedero
notable por la importancia del curso que nace allí, pero por nada más. De
hecho, el camino pasa junto a otros dos, que no resultan en absoluto
inferiores, como paraje, a éste.
A
continuación, continué atravesando similarmente una ladera, sólo que ahora es
la del Cerro Minguete. Al paso por una breve pedrera, el hueco en los pinos me
dejó ver la cresta de la Mujer Muerta.
Al cabo,
llegué al Collado de Marichiva por su vaguada occidental. Tras pasar el muro de
la divisoria por una cancela, atravesé la Vereda del Infante y tomé la senda que
baja enfrente (SE), cuya entrada parece marcada por el Segundo Pico. Como se
trataba de aquélla por la que ya había subido esa mañana,...
... no
tuve más que deshacer camino, para estar de vuelta en Majavilán.
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