Este día pretendíamos despedirnos del piolet
y los crampones en el Guadarrama por esta temporada. Pero el aspecto que
mostraba la cara norte de las Cabezas de Hierro cuando aparcamos en Cotos no
era muy alentadora. Pero ya veremos. En Peñalara, la nieve tiene a veces
comportamientos peculiares.
Así que comenzamos a caminar, como tantas
veces, por la pista que parte del puerto y se introduce en el pinar, después de
pasar junto a la casa del parque nacional. Por cierto, que desde que se decretó
la primera figura de protección para Peñalara y sus lagunas, hace ya más de 30
años, esto está cada día más urbanizado. Cuando menos lo esperemos, nos colocan
un ascensor.
Una vez dentro del bosque, al llegar junto a
una caseta, nos desviamos a la derecha (NE), por esa escalera que se ve, la
cual da acceso a...
... una senda que va atravesando la ladera,
primero bajo los pinos y,...
... luego, a través del matorral. Al otro
lado del valle, además de las Cabezas de Hierro, se veía ya el Cerro de
Valdemartín, cuya vertiente oriental estaba más innivada. Igual sí que nos
encontramos los tubos bien formados.
Al desplazarnos por la ladera, se fue
descubriendo la parte baja del valle del Lozoya y las montañas de Ayllón al
fondo, todo muy difuminado.
La senda acabó metiéndonos en el circo que
aloja la Lagua Grande. Apenas llegamos junto al arroyo que baja de la misma,
dejamos la vereda por la derecha (N), para cruzar un puente sobre el torrente y
acometer la subida del lomo que se ve enfrente.
A cierta altura, la senda gira a la derecha
y deja el lomo para atravesar la ladera hacia el Rellano de las Lagunas.
Nosotros seguimos recto por la cuerda, subiendo a través de matorral y cantos,
que no llegan a ser incómodos, hacia la cima aparente que nos dominaba.
Al ganar altitud, una bonita vista: con los
picos occidentales de la Cuerda Larga como fondo, la pradera que se extiende
bajo...
... la Laguna Grande, dominada a su vez por
los roquedos de la Hoya del Toril y la Hermana Mayor. A la derecha de ésta, en
el collado, se apreciaba...
... un hermoso ejemplar de cornisa. Lo bueno,
que, según dónde, aún queda nieve; lo malo, que a ver qué nos encontramos a la
salida de “nuestro” tubo.
A nuestra derecha, íbamos viendo un pequeño
espolón cubierto de matorral; aparece en el mapa con la cota 2.149. Al vernos a
su altura, giramos a la derecha (N) y nos dirigimos directos a su collado. Al
atravesarlo, nos encontramos ante...
... el rellano que hay al pie de los
Bordillos de Peñalara, potente resalte rocoso que se extiende a todo lo largo
de esta vertiente. Hay varios tubos que, con nieve, permiten superarlo con
comodidad, pero no estaban formados, excepto el llamado central, que aparece en
la foto subiendo desde las últimas charcas. Para alcanzarlo, sin bajar,
atravesamos el nevero y ganamos su boca por una repisa nevada. Nos encontramos
que, ya desde abajo, se veía interrumpido en un par de sitios, así que, viendo
que...
... el roquedo a la izquierda del corredor
presentaba una zona muy fracturada, con pinta de abordable, decidimos
escalarlo, para no tener que andar poniéndonos y quitándonos los crampones más
de la cuenta. El resalte nunca llega a ser vertical y, en sus primeros metros,
presenta excelentes y abundantes apoyos (I+).
Más arriba una zona de arbustos nos obligó a
desplazarnos a la izquierda y progresar en adherencia por un terreno más liso
(II) y ya con bastante exposición.
Luego, topamos con una zona vertical y
derivamos a la derecha para volver hacia el tubo, atravesando en diagonal unas
placas lisas y bastante empinadas (II+). Fueron 6 u 8 metros, pero muy tensos,
pues la exposición era brutal. Eso sí, en medio de un gran ambiente montañero.
Alcanzamos el tubo en sus metros finales,
cuando ya pierde pendiente al llegar a...
... un rellano, al pie de otro resalte, más
bajo. Tras la experiencia anterior, esta vez decidimos meternos ya en la nieve,
confiando en encontrar continuidad hasta la cresta. Así que nos calzamos los
crampones, entramos en la blanca alfombra y recorrimos la terraza a la derecha
(N) hasta...
... la entrada a un corredor, sobre el que
ya se veía la cumbre de Peñalara a la derecha del tubo que íbamos buscando, que
parecía bastante tendido desde aquí; pero ya se sabe que la nieve, vista de
frente, engaña. Esta primera rampa de nieve es regular, no muy larga (30 m)
y...
... alcanza su pendiente máxima, algo menos
de 45º, hacia la mitad.
A su salida, nos encontramos ante el circo
meridional de Peñalara, dominado por los Tubos Sin Nombre. En la foto, se ven
el central y el derecho, que es el que íbamos buscando. Como las pedreras
afloraban ante su base, dimos un amplio rodeo por la izquierda (O), para evitarlas.
Así que llegamos a la base del corredor
flanqueando por debajo del roquedo, pero sin dejar de pisar nieve.
El corredor salva unos 80 m de desnivel
hasta la cresta y, visto desde abajo impresiona. La foto está hecha de pie y es
que...
... la pendiente alcanza los 45º desde el
inicio y ya no baja de ahí.
Pero es en los 20 metros finales donde se empina
de verdad, acercándose a los 60º, aunque sin llegar a alcanzarlos. Además,
encontramos una roca que afloraba en pleno centro del tubo y la soslayamos por
la derecha, el lado de cumbre.
La pendiente se rompió al alcanzar el lomo
de Peñalara, que encontramos libre de cornisa, con la nieve estupenda, un
día precioso y...
... a menos de cincuenta metros del hito,
cuya punta vimos asomar sobre unas rocas a la derecha. Y, además, sin nadie.
Sólo por diez minutos; a partir de ahí, llegó una pareja, al momento otro
montañero, y, ya, como si hubieran dado una señal, no paró de llegar gente ni
volvimos a estar solos en lo que quedaba de jornada. Pero diez minutos de
soledad en Peñalara, una mañana clara y despejada, los ha disfrutado poca
gente. A mí, me ha costado más de 30 ascensiones.
Las vistas, bien conocidas. Al noroeste, la
ilimitada llanura.
Al noreste, el cordal principal del
Guadarrama sigue, por el Risco de los Claveles, hacia el nevero y la
Somosierra.
Al sureste, el Valle del Lozoya, dominado
por la Cuerda Larga. En las Cabezas de Hierro, con...
... el tubo norte que da pena, aún quedaban
un par de torrenteras a la derecha de la Cabeza Menor con nieve de abajo
arriba, pero han dado lluvia como pronóstico para los próximos días, así que no
hay espacio para otra despedida. En esa misma dirección, pero bajando la
mirada,...
... se puede ver el Tubo Son Nombre derecho,
por donde subimos, y, casi, nuestra huella. La foto está además tomada desde la
salida de la variante más directa que, efectivamente, no estaba en condiciones
para los pinchos.
Finalmente, al suroeste, se alineaban en el
horizonte, más allá del Puerto de Navacerrada, los Siete Picos, el Montón de
Trigo y la Mujer Muerta. En esa dirección emprendimos el regreso, por la que es
la ruta de ascensión más utilizada, así que,...
... por mucho que fuera miércoles, no
paramos de cruzarnos gente en toda la bajada. Ésta transcurre íntegramente por
camino, muy marcado y de excelente condición, salvo algunas piedras sueltas
pasadas la Hermana Menor. Antes, al ir a bordear la Mayor, pudimos ver en el
Collado de la Laguna...
... aquélla cornisa que nos impresionara desde
abajo. Pues, desde arriba, no tiene desperdicio tampoco.
Total, que pasada la hermana Menor, nos
despedimos del lomo de Peñalara y...
... pasamos a bajar por una ladera poblada,
primero, de matorral y, luego, de pinos y desde la que íbamos viendo las
crestas de Siete Picos y la Mujer Muerta a un lado y...
... las Cabezas, Valdemartín y Guarramillas,
al otro. Bajo estas últimas, no taró en aparecer el Puerto de Cotos.
Aún pudimos echar una última mirada a los
roquedos de Peñalara, antes de entrar en el pinar, del...
... que saldríamos ya al llegar a Cotos.
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