A mi
izquierda, podía ver el caserío de Riofrío de Riaza al otro lado del valle,
sombrío bajo un palio de nubes, en el que se iban abriendo boquetes que
descubrían retazos de la cresta de la Buitrera.
Al otro
lado, un toque de sol en la manta de nubes que cubría el pico de las Tres
Provincias, reproduciendo curiosamente sus formas.
Al llegar
al bosque, el camino se bifurca. Pareciéndome que por la derecha (S) seguía la
cuerda, continué por ese lado.
Dentro
del robledal, la senda se estrechó considerablemente, abriéndose paso entre el
bajo follaje y los helechos otoñados.
De vez en
cuando, un claro me permitía ver más lejos: por ejemplo, atrás, hacia la
llanura segoviana.
La senda
desembocó en un camino más amplio, por el que continué ascendiendo.
Cuando
salí a un terreno más despejado, hacia los 1.500 m de altitud, las nubes casi
se habían retirado del Tres Provincias.
Poco
después, llegué a la Dehesa del Alcalde, el más bajo de los prados del lomo de
los cuales, creo, podría venir su nombre. Al fondo, se veían el Collado de San Benito
y el Cerro del Aventadero, lugares ambos por donde pasaría camino de la cumbre.
Las nubes seguían cubriendo la cumbre y, yo, rogando para que despejaran. Tras
una modesta culminación (1.537),...
... el
lomo desciende unos metros en collado del Pinarejo, antes de meterse en otro
robledal.
En los
troncos de un par de árboles, vi unas manchas de pintura rojas. Parece que la
ruta está balizada, o lo estuvo, pues no hay continuidad.
Al salir
del arbolado, mi camino convergió con otro, que subía desde el costado
occidental. En el cruce, había un hito, que será útil a la bajada, pues desde
arriba no está muy claro qué camino es el de la cuerda. Detrás, se veía la cota
1.537 iluminada por el sol, mientras lejos sobre la llanura persistía una capa
de nubes.
Delante,
el Cerro del Aventadero mostraba una arista curiosamente marcada por la linde
de un pinar. A la izquierda, parecía que por fin las nubes dejaban ver un
retazo de...
...
cresta; concretamente, el Cervunal y los Picachos, más allá del Circo de La
Pinilla.
Mirando
atrás, la vista alcanzaba una amplia extensión de meseta y, sin nubes,
llegarían a verse ya las crestas de la Ibérica.
Una
segunda prominencia (1.635) coincide con el prado más alto, alzándose frente a
la cabecera del Arroyo de San Benito, encajada entre el pico y el collado
homónimos y el Cerro del Aventadero. Empezaba el tramo final de subida al
cordal, pues, tras la cota, bajaría al Collado de la Hayuela y abandonaría la
loma por la derecha, para atravesar la ladera (se ve el trazo de una senda),
atajando hacia el Collado de San Benito. Al paso por la horcada, vi dos piedras
juntas, manchadas, una de rojo y otra de azul.
En el
arranque de la subida subsiguiente, la senda se bifurcó. Si hubiera seguido las
marcas azules, por la izquierda, hubiera alcanzado la cuerda en la cumbre del
Calamorro; pero, como estaba vaguete, me fui con las marcas rojas, por la
derecha (SE), pasando a...
...
atravesar la ladera en suavísima diagonal, hacia el collado.
Al otro
lado del barranco, la arista norte del Aventadero. No parece que tenga mala
subida; puede ser otra ruta alternativa, si es que su base es...
...
accesible a través de la densa vegetación que llena el fondo de la garganta.
Mientras
me acercaba al Collado de San Benito, iba diciéndome que, respecto a las rutas
que conozco por esta vertiente, ésta es, además de bonita, más distinta de lo
que esperaba.
Al llegar
a la cuerda, el panorama al otro lado se mostraba aún más revuelto y nuboso.
Girando a la derecha (SO), me incorporé al...
... ancho
camino, casi una pista, que va siguiendo el cordal.
Por aquí
están los tramos más empinados de la excursión y el Collado de San Benito quedó
pronto abajo.
A la
izquierda, iba apareciendo una masa blanca; tan blanca, que parecía nevada,
cuando en realidad se trataba de escarcha, pero...
...
extraordinariamente densa y espesa, como ya podía ver en los árboles de mi
izquierda. Por ese lado, además, se iba descubriendo un panorama soleado al
sur, más allá de la silueta característica del Ocejón.
En lo
alto del Aventadero, que no es en realidad más que un hombro, además de
alcanzar la cota dos mil, se descubrió la cresta de las Peñuelas, que el camino
rodea por el norte (se ve el trazo), para salvarla luego por una collada. Ya,
por fin, toda la cresta de Ayllón, hasta el Tres Provincias, aparecía
despejada.
Abajo a
mi derecha, se veían las instalaciones de La Pinilla, en el límite del gran
bosque que se extiende al pie de la sierra.
Desde
donde el camino deja de remontar el lomo de las Peñuelas, una mirada atrás. Las
nubes aún cubren las montañas al este del Puerto de la Quesera.
A partir
de ahí, el camino entra en la vertiente septentrional para flanquear la cresta
un trecho, ahorrando desnivel. Sin precipitaciones recientes, la helada y la
ventisca debieron ser de órdago por aquí para dejarlo así.
A media
travesía, gran panorama de la meseta. Mejor que desde la cumbre que, al estar
desplazada al sur, pierde perspectiva.
Desde la
collada en que la vereda vuelve a la cuerda, se ve por primera vez la cumbre,
entre las cuerdas de las Mesas y la Pinilla. En medio, queda cruzar un amplio
llano ligeramente inclinado, desde el cual...
... se ve
a la izquierda el valle del Berbellido, dominado por la cresta de Rocín, con el
Ocejón y la Sierra de la Puebla al fondo.
No fui
directamente a la cumbre, sino que, al pie de la subida final definitiva, me
desvié a la derecha (O), para acercarme al borde del Circo de la Pinilla, pues
no me iba a perder esta imagen de su rocoso remate blanqueado.
Luego,
remonté la rampa de la cara norte del Pico del Lobo, en que la escarcha había
tapado las trazas, hasta el hito y la triste ruina que se alzan en la cumbre de
Ayllón.
Desde la
cumbre, confines del Sistema Central al oeste: sierras del Alto Rey y el
Robledal.
Al sur,
entre la Sierra de la Puebla y el Guadarrama, donde, entre otros, se distinguía
perfectamente Peñalara, se alzaba el Cerrón.
Al este,
se prolongaba la cuerda principal de la Sierra de Ayllón hasta el tres
Provincias.
Apartándome
del edificio, panorama de la meseta, más allá de la suave rampa que se extiende
al noroeste de la cima hasta la arista del Circo de Pinilla.
Llegaba
el momento de iniciar el regreso, lo que haría deshaciendo el camino de ida. En
primer lugar, bajé por lo más corto a retomar el camino de la cuerda, ahora al
noreste.
Al paso
por la travesía de las Peñuelas, ahora era visible la cresta de la Buitrera.
Por el
Aventadero, también se habían acabado de retirar las nubes de la Cuerda del Mal
Calzado, más allá de la cual sobresalían el Alto Rey y el Ocejón.
La
escarcha desaparecía a ojos vista, bajando hacia el Collado de San Benito.
Es un
detalle secundario, pero, en la horcada, un hito marcaba el arranque, invisible
desde el camino, de la senda que baja por la vaguada de la derecha (NO).
Ya en la
senda, el Lomo de las Eras. Las nubes habían levantado bastante sobre la meseta
y la luz del sol mostraba mejor la variedad de tonos vegetales.
Pasando
por el segundo prado, una mirada a la cresta, por donde volvían a pasar algunas
nubes.
Al otro
lado, bajo la Buitrera, ya se iba viendo Riofrío.
Al
desplazarme al norte del cordal principal de la sierra, la perspectiva me
permitía apreciar los sucesivos contrafuertes cayendo sobre la llanura.
Hay que
ir atentos a las confluencias de caminos. En la subida, no dan lugar a dudas,
pero, ahora, no siempre es fácil determinar a ojo cuál es el ramal que
permanecerá en la cuerda. En algunos desvíos hay un hito, como en éste, situado
sobre la Dehesa del Alcalde.
Quizá el
más delicado sea éste, en el robledal de Las Rozas, y que viene marcado en el
mapa a 1.475 m de altitud. Hay que ir por la izquierda (S), por la senda más
estrecha.
Al salir
de esa arboleda, me encontré ya en el prado frente a Riofrío de donde había
salido, y desde el que ahora había una estupenda perspectiva de la cabecera del
Río Riaza y las crestas que la rodean.
También
de la cresta de la sierra, entre las Peñuelas y el Tres Provincias,
incluyendo...
... el
coronamiento del Circo de La Pinilla.
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