COMENTARIOS: Esta ruta es
un encadenamiento de cimas en torno a cuenca de Saliencia, cuyo sector oriental
se rodea por entero, muy bonito visualmente, con cierta emoción aérea y no muy
largo. Si bien estos parajes suelen estar muy concurridos, en las cimas la
afluencia disminuye mucho. Supongo que las fuertes pendientes que las defienden
desaniman a mucho senderista; así, la tranquilidad está asegurada en cuanto nos
salgamos de la senda balizada que recorre de los lagos. Por último, debo
advertir que, debido a que buena parte de los pasajes expuestos son sobre
hierba, no es aconsejable acometer esta ruta con el terreno mojado, o incluso
amenazando lluvia.
RELATO
GRÁFICO:
En el
Alto de la Farrapona, tomé la pista de acceso a los Lagos de Saliencia, que
sale al oeste y, por la vertiente izquierda del valle homónimo, va...
...
perdiendo suavemente altura mientras rodea la cresta del Colladín, camino de la
boca de la cuenca lacustre.
A mi
derecha iba descubriendo el Valle de Saliencia, bajo la colorida roca del pico
de Las Porzanas, primer objetivo de la jornada.
La pista
rodea el más bajo de los lagos, el de la Cueva, por su orilla norte. Desde
allí, se ve la lámina de agua en el fondo de este embudo verde.
A
continuación, pasé a ganar altura en lazadas, bajo el lomo sur de Las Porzanas,
por el cual accedería luego a la cima.
Otra
perspectiva del Lago de la Cueva, esta vez desde el oeste.
A la
vista del cambio de vertiente de la pista, asomó un el lomo el mayor de los
Picos Albos. Unos metros antes de llegar a la curva, tomé a la derecha (N)...
... un
desvío que muere enseguida, al borde de un gran pozo minero. Allí, giré a la
izquierda (O) para remontar la herbosa pendiente hasta ganar la cuerda.
Desde
allí, ya pude contemplar a placer los Picos Albos dominando el Lago Cerveiriz.
Continué
la subida a la derecha (N), por lo alto del verde lomo que, si al principio en
ancho y suave, al aparecer la roca...
... se
torna más empinado y abrupto, aunque sin llegar a obstaculizar la marcha.
Además, en los pasajes más escabroso, se marcaba un trazo bastante decente.
Gané la
cresta en su extremo oriental (1.876). Desde allí, hay una vertiginosa
perspectiva del Lago de la Cueva rodeado de crestas y, más allá, las siluetas
quebradas de los Picos del Fontán y la Peña Ubiña.
Para
llegar a la cima, tomé la arista a la izquierda (NO). Como antes, al principio,
me encontré con un cómodo tubo herboso, muy cómodo y tranquilos, desde el
que...
... disfrutar
de la hermosa caída que llevaba a la derecha.
Pero
pronto me encontré con una brecha, luego con otra, y así hasta tres. Ninguna
opone obstáculos serios (I), pero...
...
obligan a dar rodeaos y apoyar las manos.
Al llegar
a la cima, aparecieron al norte las tierras asturianas. Justo delante, el
Tarambicu, enmarcado por la Peña Chana, con su descarnada vertiente nordeste, y
el verde Cordal de la mesa, donde contrasta la pirámide oscura de la Peña
Negra.
Volviéndome
a la derecha, la cresta de los Bígaros se eleva al otro lado del Valle de
Saliencia.
Al
sureste, la arista por donde había llegado y, detrás, la Farrapona y las
Ubiñas, incluida la Pequeña. Más a la derecha, se llegan a ver el Morro Negro y
la Peña Calabazosa.
Y, en
fin, al sur, los dos Picos Albos me esperaban al otro lado de una amplia vega.
Delante y a la derecha, no se distingue muy bien la Llávana; un pico secundario
que me proponía ascender de camino.
Para ir
hacia allí, bajé a la izquierda (SO), por un tubo herboso que se desploma un
poco al norte de la cima.
De ahí
salí a una ladera abierta y empinada. Sin encontrar obstáculos, bajé con
cuidado, pues el terreno es irregular y empinado.
Llevado
por la búsqueda del paso bueno, acabé yendo demasiado a la derecha. Cuando me
di cuenta de que me había desviado del collado (1.749) que separa las vegas de
Feisnén y Cerveiriz, giré a la izquierda (SE) y me dirigí hacia allí a través
del pasto.
Una vez
en la horcada, encontré unos hitos que me llevaron a girar a la derecha (NO) y
superar la ladera en diagonal por un pasillo de hierba entre canchales.
Al ganar
altura, tomé perspectiva sobre la cuenca de lacustre a mi izquierda.
Tras
superar una primera barrera rocosa y llegando a los canchos superiores, dejé
los hitos, que rodean el pico, para continuar ascendiendo en diagonal a la
derecha (NO), siempre aprovechando la hierba. Incluso en el par de resaltes que
defendían la cima,...
...
encontré sendas chimeneas cortas y muy fáciles (I) para superarlas. No hay
hitos ni traza, pero el terreno casi te lleva de la mano, hasta...
...
culminar La Llávana. Desde esta modesta cima, volvió a aparecer Peña Chana,
ahora acompañada de la pirámide de Picos Blancos. Entre ambos, el Muxaven.
Al
noroeste se desplegaba la peculiar cresta de este pico.
Al este,
estaba el motivo de haber visitado este pico: una de las mejores perspectivas
de todo el macizo hacia los lagos rodeados de crestas. También se ve, a la
derecha, el trayecto hasta los dos Picos Albos; obviamente, por el cordal.
Hasta el
más cercano, el occidental, el trayecto comienza suave y cómodo; un lomo de
hierba suave, ancho y regular.
Mientras
lo recorría, fue descubriéndose a mi derecha el valle de Lago.
Tras ese
primer tramo tan apacible,...
... topé
con la roca. Como en los anteriores tramos movidos, no hay obstáculos
de consideración ni grandes dificultades para progresar, pero hay que apoyar las
manos (I) y...
... la
exposición es fuerte por momentos. Había hitos marcando la subida, luego
supongo que no hay otra más tranquila. Por este tipo de pasajes decía que esta
ruta, en mojado, debe de evitarse.
Tras un tramo de empinadísimas pendientes herbosas y cortas trepadas
fáciles a lo largo de unos 50 m de desnivel, gané la cresta rocosa del
Pico Albo Occidental, muy cerca de la cima.
Ahora,
era visible al oeste el Valle de Lago, con el accidente que le da nombre, en
toda su longitud. Dirigiendo los ojos a la izquierda,...
... la
Peña Orniz, cumbre del macizo, más allá de la roca morena del Pico Rubio. Me
estuve pensando si incluirlo en el recorrido; está muy cerca. Pero hacía un
calor tremendo y me acababa de dar cuenta de que me iba a quedar corto de agua.
Mejor para otra vez.
Así que
me dirigí directamente hacia el Pico Albo oriental, el más alto de la pareja.
Entre ambos, el terreno no sólo es cómodo; es que hay una senda bien marcada.
Al pasar
a la altura del Pico Rubio, se ven unas tremendas torcas.
El trazo
se difuminó bastante al cruzar el collado y llegar a la hierba de la vertiente
noroccidental de la cumbre. Pero a quién le importa; si basta con apuntar a la
cima y remontar.
A media
subida, hay una hermosa perspectiva de la Peña Chana entre los picos Rubio y
Albo Occidental.
Llegando
a la cima, a la izquierda se veían los dos “aperitivos”, la Llávana y las
Porzanas, más los Bígaros y, sobre el Lago de la Calabazosa, las Ubiñas,
donde...
... el
cambio de luz permitía distinguir el carácter rocoso del conjunto y, el ángulo,
tener esta hermosa perspectiva del trío formado por los Fontanes y las peñas
Grande y Pequeña.
Al sur,
en la cresta divisoria, se yerguen la Calabazosa, casi alineada con el Morro
Negro, y Peña Orniz. Más a la derecha, la alargada cresta de la Peña los Años.
Par regresar, comenzaría recorriendo el lomo que, hacia el sur, une este pico
con el crestón (2.126) que se ve a la izquierda de Peña Orniz. Pero, en medio,
hay un desplome casi vertical; para llegar, busqué a la izquierda (SO)...
... una
canal empinada y pedregosa, marcada con hitos, que desciende a la derecha de un
canto en forma de seta.
A la
salida del tubo, las señales y una traza de paso en la hierba, me llevaron a la
izquierda (SE), al citado lomo, donde la huella borrosa se transformó en senda.
El
terreno es aquí cómodo y regular. El lomo culmina en el Pico del Valle de la
Calabazosa, modestísima prominencia que, si no le colocan un hito encima, la
gente pasaría de largo. Pero no acabé ahí el cresteo.
En vez de
eso, continué hasta la siguiente cota (2.001), desde donde está tomada esta
foto, mirando atrás: de izquierda a derecha, los picos Rubio, Albo Occidental,
del Valle de la Calabazosa y Albo Oriental.
Desde
esta última cota, que posee una impresionante perspectiva de Peña Orniz, no me
molesté en seguir hasta el collado. Viendo a mi izquierda (SE), la senda que lo
atraviesa, y que debía tomar (en la foto no se distingue tan bien como en
directo), atajé por la ladera herbosa y la tomé a la izquierda (NE), pasando
a...
...
caminar, guiado por el trazo, a través de un caótico mar de dolinas.
El
terreno se abrió cuando comencé a bajar hacia el arroyo pomposamente llamado
Valle de la Calabazosa, que está dominado por la cresta homónima. El mismo, se
presenta abierto en unos tramos y...
...
angosto en otros. Sin más que seguirlo, acabé...
... plantándome
ante el Lago de la Calabazosa, encajado aquí entre los Picos Albos y Las
Porzanas. La senda pasó, ciñendo la ladera, a rodearlo a bastante altura por la
vertiente oriental.
Cuando el
trazo se dividió, me mantuve en el más alto, pues sabía que luego tocaba subir.
Me dio igual: ante una torrentera que baja de la Apertura Arenera, el que
llevaba se interrumpió y tuve igualmente que perder altura para incorporarme al
principal, más abajo. Así que acabé subiendo para ganar el lomo que separa los
lagos de la Calabazosa y de la Cueva.
Durante
esa, cuesta, veía a mi izquierda esta bonita perspectiva de los Picos Albos.
Pasado el
lomo citado, apareció ante mí la característica cresta del Colladín. Al otro
lado está el Alto de la Farrapona y se puede ir por el collado a la derecha de
las agujas. Pero preferí el camino largo pero más cómodo y, al llegar al
siguiente barranco, cuando la senda se bifurca, seguí por la izquierda (NO),
para descender...
... hacia
el Lago de la Cueva. La senda me llevó a rodearlo por su orilla oriental antes
de...
...
desembocar en la pista de acceso a los lagos, junto a una cabaña. Ya sólo me
quedó deshacer brevemente el camino de ida: tomando el carril a la derecha
(E),...
... en pocos
minutos me encontré de vuelta en la Farrapona, donde me recibió esta bonita
vista de las Ubiñas.
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