OTROS
DATOS:
- Cota mínima / máxima: 1.655 / 2.062
- Mi tiempo efectivo: 5h01
- Mi tiempo total: 6h12
- Dificultades: Ninguna. Algún tramo
un poco incómodo por el matorral.
- Track
para descargar en Wikiloc
Mapa
tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA
LA RUTA: En el Puerto
de Chía, tomar la pista que sale de la carretera al oeste y asciende por La Majariega. En una bifurcación, girar
a la derecha (N) para alcanzar la loma de la cota (1.812) y tomarla a la
izquierda (O). Siguiendo primero un cortafuegos y luego un trazo difuso,
siempre a toda cresta, se llega al cordal principal de la sierra en el Cerro de los Canalizos. Ya sólo queda
girar a la derecha (NO) y recorrerlo hasta la cumbre del Cerro del Coto Blanco. Regresar por la misma ruta al Puerto de Chía.
Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Esta caminata,
tan apacible como panorámica, está al alcance de cualquiera que tenga una
mínima preparación. Desde el punto de vista de la orientación, se trata de
seguir la cresta de la sierra, excepto el inicio hasta el Cerro de los
Canalizos, algo más complejo buscando la comodidad pero que, transcurriendo por
pista y cortafuegos o con la referencia indudable de la cerca que recorre la
cuerda, tampoco tiene pérdida. Sobre la comodidad del paso, incluso en los
tramos sin camino, es tal la abundancia y claridad de trazas de animales que no
se echa de menos una senda.
RELATO GRÁFICO:
Ya en el
Puerto de Chía, las vistas prometían lo que iba a ser la jornada, especialmente
al sur: allí veíamos el Pueblo de San Martín de la Vega del Alberche al pie de
la Loma de Piedra Aguda, sobre la cual asomaban ligeramente algunas crestas del
macizo central de Gredos.
Cruzando
la carretera, echamos a andar por una pista que sale al oeste y asciende
suavemente por la ladera de La Majariega, en la vertiente meridional del
cordal.
No tardó
en descubrirse, detrás nuestro, la amplia Vega del Alberche con las sierras
orientales de Gredos al fondo.
Poco a
poco, fue surgiendo sobre nosotros un cortafuegos. Para alcanzarlo, doblamos a
la derecha (N) cuando el carril se bifurca y luego a la izquierda (O), …
… al
llegar a lo alto de un lomo, que pasamos a seguir por el cortafuegos. Cuando
éste gira a la izquierda, continuamos recto…
… al
oeste por el cordal, siguiendo trazas abiertas en el matorral junto a la cerca
de la divisoria. A nuestra espalda, podíamos ya contemplar la mole de la
Serrota y un trocito de la más recortada Sierra de la Paramera asomando a la
derecha.
Culminamos
esta subida en un amplio cabezo llamado Cerro de los Canalizos, desde el cual
descubrimos la extensa Dehesa de Cervunaloco, sorprendente llano a unos 1.850 m
de altitud media, muy próximo a la cresta de esta ¿sierra?. Más allá, las
crestas de Gredos ponían un toque agreste, sobre todo…
… las que
envuelven los dos circos de Gredos y Cinco Lagunas, con el Almanzor y la Galana
en todo lo alto.
El Mojón
de Guillén, antecima oriental de nuestro objetivo, se elevaba verde y
redondeado al otro lado del gran prado. Pero no lo atravesamos, como parece lo
más lógico. En primer lugar porque es propiedad privada y está expresamente
prohibido; en segundo, porque preferimos recorrer el cordal, que…
… abraza
el gran llano por el norte y este. Así, tomamos la cuerda a la derecha (N) para
iniciar el panorámico recorrido dirigiéndonos al Cerro de la Mesa. Caminábamos
junto a la cerca que recorre la cresta, sin senda pero cómodamente, encontrando
siempre buen paso cuando topábamos con el matorral.
Desde la
primera punta (1.923) de Las Mesas, descubrimos al norte, más allá de la Sierra
de Villanueva, un denso mar de niebla extendido sobre la llanura castellana.
Al otro
lado, la ligerísima concavidad de Cervunaloco aparecía curiosamente alineada
con el Puerto de Candeleda, que se veía al fondo entre La Mira y el Circo de
Gredos.
Poco
después de esa cota, giramos con la cerca al oeste para dirigirnos a la cima
(1.925) de Las Mesas, por terreno cada vez más amplio y con menos pinta de
cresta. Pero lo es. Más allá, a la izquierda de la cumbre de la sierra, se
había descubierto el macizo occidental de Gredos, el de La Covacha.
Mirando
atrás desde Las Mesas atrás, podíamos ver el tramo de cuerda recorrido desde la
punta oriental y más allá, la más alta de las Parameras: la Serrota... vaya
nombre bien puesto.
Para
entonces, el panorama al norte se había ido ampliando y se podía apreciar cómo
una barrera invisible retenía las nubes bajas al este, dejando despejadas las
tierras salmantinas.
Y al otro
lado, tramos cada vez mayores de Gredos también. Ahora se podía ver todo el
segmento central, del monte de La Fría a la Sierra Llana.
En la
suave bajada posterior, apareció el matorral pero éste era generalmente poco
denso y, cuando no, encontramos siempre algún paso, estrecho pero suficiente
para caminar sin pelea.
Así
fuimos pasando sobre la Hoya de Camacho.
Desde el
punto más bajo del collado, se veía muy bien la Cerro de Cabeza Mesada, cumbre
de la Sierra de Villanueva.
A partir
de ahí, al iniciar la subida al mojón de Guillén, volvimos a contar con un
verdadero camino: un carril que, llegando desde la vertiente norte, sigue más o
menos el cordal y que nos condujo hasta la cumbre misma.
El monte
del Mojón de Guillén está culminado por tres cabezos y no tengo claro a cuál
corresponde el nombre. En el primero (2.023), hay un hito de gran tamaño, pese
a ser el más bajo.
Merece la
pena volverse para ver parte de la cresta recorrida y, más allá, la Serrota, un
trocito de cresta de la Sierra de la Paramera y el Gredos oriental.
En fin,
continuamos el cresteo, pasando sucesivas cotas, siempre suaves.
En una de
ellas, el Canalejón (2.031), la perspectiva permite distinguir la Sierra de
Ávila al norte de La Serrota.
También,
a partir de ahí, un poco más de subibaja hasta que vimos un cerro con bulto en
la cima: el hito geodésico, que permite distinguir a distancia el Cerro del Coto Blanco del resto. Por detrás asomaban, aparte de los macizos central y
occidental de Gredos, las sierras de Candelario y de la Peña de Francia.
Desde la
cumbre del Cerro del Coto Blanco, la vista se extiende al norte sobre la meseta
hasta un horizonte plano, excepto a la izquierda, donde se rompe con la Peña de
Francia. A los pies de la Sierra, llegaban a verse ahora Piedrahita y la
modesta Sierra de la Horcajada.
Al oeste,
el macizo occidental de Gredos y la Sierra de Candelario flanqueaban el Puerto
de Tornavacas, mientras que más cerca el cordal sobre el que estábamos se
ensancha y aplana aún más hacia el sector de la Peña Negra.
Al sur,
todo el resto de Gredos. En la parte derecha, el tramo que va de la Sierra
Llana al núcleo del Risco de las Morillas y La Fría, con...
... el sector de los circos destacando en
medio. Además, desde aquí se veían enfiladas las dos grandes gargantas: la de
Gredos y la del Pinar.
Más a la
izquierda, el resto de Gredos; es decir, las sierras orientales, del Torozo a
la del Valle, pasando por el Cabezo de Mijares. En pocos sitios (bueno, no
recuerdo otro) se ve un segmento tan amplio del cordal de Gredos: desde la
Escusa al Castilfrío, es decir, casi todo, incluyendo toda la divisoria
castellana por encima de los dos mil metros.
Al este,
por último, se veía ahora la Serrota flanqueada por las sierras de Ávila y de
la Paramera. Hacia allí retomamos camino, pues volveríamos al Puerto de Chía
por el mismo itinerario de ida.
La única
diferencia es que, con al haber variado la posición del sol, veíamos ahora las
montañas al este...
... con
más definición. Hasta se podían contar las gargantas den la vertiente de la
Sierra del Cabezo. Al llegar al final del cresteo en el Cerro de los Canalizos,
...
... nos
despedimos de Gredos y de la pradera de Cervunaloco, que perderíamos de
vista...
... al
bajar hacia la Vega del Alberche.
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