Pico de Pármede (1.917)

ASCENSIÓN DESDE POLVOREDO

INTEGRAL DE LA CORDILLERA DE PÁRMEDE, CON EL PICO POZÚA (1.911)

La Cordillera de Pármede es un cordal desprendido al sur de la divisoria cantábrica a medio camino de los puertos de Tarna y el Pontón, concretamente en el Pico Pozúa. Además de la cumbre homónima donde culmina, jalonan sus casi cinco kilómetros de desarrollo un par de picos secundarios y varios crestones y canchos de menor entidad, dando lugar a una arista aérea y accidentada, desde la cual, por situación, se gozan panoramas de los más hermosos de toda la cadena. Esta atractiva cresta se alza sobre Valdeburón; una comarca de prados y bosques salpicada de asombrosas peñas, en que perviven aldeas apartadas y el ser humano aún sabe sacar partido de la naturaleza sin destrozarla.

La ruta no puede ser más simple: desde el pueblo situado en la boca del valle del río Becenes, o de la Puerta, remontamos su curso hasta el collado cabecero, donde tomamos la cuerda de la sierra para regresar por ella recorriendo su filo.

Una mirada atrás desde el final de la cresteo, con el telón de fondo de los Picos de Europa

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Oriental (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Divisoria de Tarna al Pontón
  • Base de partida: Polvoredo (León)

ACCESO: Polvoredo está 115 km al NE de León, por Cistierna, Riaño y Lario. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.189 / 1.917
  • Mi tiempo efectivo: 5h25
  • Mi tiempo total: 7h15
  • Dificultades: F. Varias trepadas cortas (I), de las que unas pocas son expuestas. Media ruta transcurre fuera de camino, con breves tramos de pedrera y matorral.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Polvoredo por el Camino de Pío, que remonta al NE el Río Becenes. Al alcanzar la divisoria cantábrica en la Collada Becenes, tomarla a la derecha (E) hasta el Pico Pozúa. Girar de nuevo a la derecha (SO) para recorrer la Cordillera de Pármede, que culmina en el Pico de Pármede (F).

Continuar el cresteo, hasta el Pedroño (F) y bajar por su lomo SO. A 1.730 m de altitud, al pasar por el segundo grupo de rocas que se encuentra, dejarse caer a la izquierda (S) por una empinada canal entre riscos, al cóncavo de Las Vallejas. Girar a la derecha (SO) y descender por su eje, a través de prados y boque despejado, hasta dar con un camino que sale al Prado de las Cortinas. Tomar la pista en que desemboca a la derecha (SO), para volver a Polvoredo.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Estéticamente, esta cresta es de las más bonitas y entretenidas que he hecho en la Cordillera Cantábrica y tanto la aproximación como el descenso transcurren igualmente por entornos agradables y amenos. Aunque por su modesta altitud este cordal de Pármede ha sido eclipsado por otras cimas cercanas, se trata de un monte precioso y un fantástico mirador sobre las regiones orientales de la Montaña Leonesa y los Picos de Europa. Si bien la actividad consiste sobre todo en caminar por senda o al menos traza, ésta no siempre está clara, desapareciendo a veces cuando más necesaria es, entre el matorral denso. También incluye unos pocos pasajes expuestos y trepadas, siempre fáciles y cortos pero suficientes para que la actividad exija una mínima preparación montañera. Una última cosa; si vais a hacer esta ruta, contad tiempo de más, pues las paradas para contemplar el paisaje serán muchas y largas.

RELATO GRÁFICO:

Tomando como referencia la iglesia de Polvoredo, dirigirse al nordeste por la Calle de Maximino Martínez de la Riva, que remonta la aldea camino de la montaña. De hecho, lo primero que vi a su través era el contrafuerte meridional de la cordillera de Pármede, que iba a recorrer.

Pero iba a hacerlo de norte a sur, así que lo primero era, dejando la cresta a la derecha, remontar el Río Becenes que corre a sus pies. La prolongación de la calle antes citada era precisamente una pista de tierra que me llevó a hacerlo por la ribera derecha. Tras atravesar una zona de amplios prados a la salida del caserío, pasé por un estrecho, al otro lado del cual...

... confluye el río Muñenes. Como la pista principal pasa a remontar este último, después de cruzarlo por un puente, tomé un desvío a la derecha (NE) que seguía por el Valle de Becenes.

Al poco, crucé también el Becenes, pasando a caminar por la vertiente izquierda, bajo la cresta de Pármede.

Alternando tramos entre prados con otros bajo los árboles, fui remontando el valle umbrío, helado y silencioso, mientras el sol doraba ya las crestas. Iba acercándome a la cabecera...

... cuando, al suroeste, empezaron a asomar sobre ellas los picos del Mampodre.

Pasando a la altura de una cabaña con bastante buena pinta, que quedó a mi izquierda, en las laderas del Valdegarcía, descubrí al fondo el Pozúa y su espolón de La Cerra, por donde iniciaría el cresteo. Tras devolverme a la vertiente derecha del valle, el carril ganó altura por la ladera de ese lado hasta... 

... acabar en un prado abierto entre las escobas, desde el cual se veía aún mejor ese primer pico de la cresta. Allí busqué entre el matorral de la derecha (NE) y...

... encontré un trazo mínimo pero reconocible que me llevó hacia la Collada Becenes. La ladera era muy tendida pero el cordal se anunció al asomar, ni más ni menos, la Peñasanta de Castilla, a la que se unieron... 

... al llegar a la horcada las crestas de los macizos del Cornión y los Urrieles al completo. Girando a la derecha (E),...

... tomé el lomo del cordal hacia la Cerra y el Pico Pozúa. Al inicio, el cordal es ancho y suave y está cubierto de hierba y matorral disperso; si bien no había un trazo claro, había paso suficiente para que caminar resultara cómodo.

Con la altura, ganaba perspectiva atrás y a la derecha, hacia el valle por donde había llegado, más allá del cual veía ahora, además de los picos del Mampodre, la solitaria Peña Ten.

Al otro lado, al norte del cordal, se iba descubriendo el Desfiladero de los Beyos, enmarcado por el Pozalón y la Conia.

A partir de media subida, la cuerda se definió y pasó a estar recorrida por un pastor eléctrico y poblada de un matorral rastrero en el que, intermitentemente, se dibujaba un innecesario trazo.

Entre la maraña de Picos de Europa, se fueron destacando muy especialmente tres cumbres: la Peñasanta de Castilla, la Torre Bermeja y la Torre del Hoyo de Liordes.

Al otro lado, se destacaba ahora el Pico de Becenes, segundo objetivo del día y el más septentrional de los que, en puridad, se alinean en la Cordillera de Pármede.

A mi espalda, más allá del cordal recorrido, asomaban sobre el verde cabezo del Valdegarcía las crestas del Cordal de Ponga, destacando, además de la Peña Ten, la Pileñes y el Tiatordos. La pendiente, que se había ido incrementando con la altitud, ...

... cedió en lo alto de La Cerra, tras la cual...

... el terreno se desploma abruptamente. Evité el obstáculo por una empinada pendiente herbosa, bordeando por la derecha (sur) el roquedo.

Al otro lado de la collada, el terreno se eleva en una mediana pendiente de matorral rastrero, en el que se veían varios trazos que ascendían en diagonal a la derecha (S). Tomé el que me pareció mejor y, tras un par de zigzags, ...

... me di cuenta de que me hacía cruzar un lomo y dirigirme hacia el Portillo de Becenes, saltándome el Pico Pozúa. Como esa no era mi intención, giré a la izquierda (SE), dejando el trazo para...

... encarar la subida directa por la ladera. Como ésta era empinada, viendo una cercana línea de rocas, la aproveché buscando mayor estabilidad en la pisada.

Cuando desaparecieron los cantos, la pendiente se fue tendiendo muy gradualmente hasta...

... ceder del todo cuando me encontraba a pocos metros de la cruz cimera. Resulta curioso que este pico tenga monumento y buzón, cosas de las que carece su vecino Pármede. Éste es más alto y prominente pero le falta el renombre que, por lo que sea, tiene este Pozúa.

Lo cierto es que las vistas son estupendas en todas direcciones. Al sur, los montes de Riaño no se distinguían bien al contraluz.

Pero no pasaba lo mismo al este, donde la cresta del Alto Carrión, de la Peña Prieta al Espigüete, aparecía enmarcada por el Gildar y el Pandián.

Al nordeste, los Picos de Europa seguían llenando el horizonte, más allá del Jario.

Al noroeste, el alto valle del Sella se veía ahora más enfilado, alcanzando la vista hasta la costera Sierra del Sueve y el mar. Me llamó la atención un pico triangular que había aparecido sobre el Pozalón: se llama Pierzo.

En fin; al suroeste, corría la Cordillera de Pármede, culminada por los picos Pedroño, Pármede y Becenes Para dirigirme allí, a partir de la dirección de llegada, descendí a la derecha (SO), encontrando...

... enseguida un trazo que hizo la progresión aún más confortable. En un momento dado, cuando éste me encaró al oeste, me fijé en que, entre los Mampodres y la Peña Ten, en la lejanía...

...se llegaban a distinguir parte de las Ubiñas, entre el Estorbín de Valverde y el Pico Torres; curiosa perspectiva.

Tras descender el lomo, empinado pero cómodo y donde volví a encontrar el cableado de antes, ...

... traspuse el Portillo de Becenes e inicié la subida hacia el pico homónimo por terreno similar. En el hombro previo al cancho (1.842), el trazo intermitente que seguía me desvió a la derecha (O) para...

... evitar por la vertiente el tramo abrupto de cresta. De vuelta en la cuerda, ...

... retomé la llevadera subida.

Desde la cima del Pico Becenes, hay buena perspectiva del Pico Pozúa, que tapaba los Urrieles. Me fijé también en que, a la derecha del Gildar, era visible ahora el Coriscao.

El Alto Carrión seguía llenado el horizonte oriental, destacando sobre todo...

... el Espigüete, pese a estar medio tapado.

Al otro lado, la Peña Ten dominaba el panorama, entre las crestas de la Montaña Central y del Cordal de Ponga.

En medio de todo eso y con la cresta del Mampodre ante los ojos, se iba a desarrollar el largo cresteo hasta el Pármede. Sin embargo, siendo abrupta la arista, sólo una pequeña parte transcurriría por ella. Así, para abandonar la cima del Becenes, hube de bajar por la derecha (O), ...

... donde el destrepe me pareció más favorable, ya que en la roca el trazo había desaparecido. Al cabo de tres resaltes fáciles (I), entre los cinco y los seis metros cada uno, con sus terracitas en medio, ...

... aterricé en los matojos, donde me reencontré con el trazo. Éste es el último escalón y los otros dos eran por el estilo.

Enseguida, el rastro me hizo cambiar de vertiente, atravesando una horcada a través de la cual se veía bellamente enmarcado el Pico de Pármede. A continuación, descendí una empinada canal de tierra suelta y...

... atravesé un breve trecho de ladera bajo el roquedo antes de salir de nuevo a la arista en otra horcada. Un nuevo cambio de vertiente me...

... llevó a otro flanqueo bajo las cotas (1.835) y (1.838). Finalmente, salí de nuevo a la cuerda...

... en el collado (1.807), para no abandonarla ya hasta la cumbre. La subida se presentó como un cómodo lomo de matorral rastrero, de pendiente regular y moderada, con un pequeño descanso hacia la mitad (1.864). Dicha placidez sólo se interrumpió...

... en los metros finales, cuando surge el crestón sobre el que se asienta el hito cimero; el geodésico, que es lo único que adorna esta cumbre. Alcanzarlo, requirió usar la manos, si bien los pasos eran cortos, sin dificultades serias (I) y poco expuestos.

La vista al norte desde la culminación de la Cordillera de Pármede es espectacular: más allá de la cresta recorrida desde el Pozúa se extendía un horizonte de montañas, unas más modestas que otras pero todas bellísimas.

Al este, más allá de los montes que rodean la cabecera del Orza, se extendían la Sierra Mediana y el Alto Carrión.

Al oeste, entre los Mampodres y Peña Ten, se distinguían los grupos de Peña Agujas y el Pico Torres entre otros muchos.

Pero el cresteo no había acabado; aún quedaba un breve tramo hasta el Pedroño. Tras bajar del crestón de pedrera, donde hube de volver a ayudarme de las manos (I) un par de veces, retomé el lomo del cordal. Evitando algún que otro obstáculo, alcancé una primera punta.

Se trata de la marcada en el mapa como Pico de Pármede (1.889). Como puede apreciarse en esta vista hacia la cumbre, ni pico ni “ná”: no hay prominencia. Aunque la vista hacia Pármede y Pozúa es bonita; por eso incluyo la foto.

Sí resulta más consistente orográficamente la doble cima del Pedroño, que alcancé tras recorrer una amplia y poco marcada depresión en la cresta.

Desde la punta norte y más alta (1.896), la vista más destacada es, de nuevo, la de la Cordillera de Pármede enmarcando ahora los macizos occidental y central de los Picos de Europa. A la izquierda, entre el Pierzo y la Conia, la cresta...

... que incluye los picos de Pozalón y Niajo mostraba su mejor perfil.

Pese a que es algo más baja, es la punta meridional (1.894) la que luce un modesto hito de piedras. Claro que, por su posición destacada, es más panorámica al sur, donde se alzan las crestas que rodean Riaño y su embalse, así como...

... el Macizo de Mampodre sobre Valdeburón. A continuación de ahí, la cuerda cae en fuerte pendiente aunque continúa siendo amplia y regular. Al principio, el trazo se destacaba claro en el matorral pero...

... no tardó en desaparecer, dejándome desasistido frente a la densidad del monte bajo. Bueno, éste resultó no ser tan fiero como parecía a primera vista y, además, presentaba abundantes pequeños claros y cantos sobresalientes que permitían un paso más despejado. Tras dejar atrás un primer grupo de rocas por debajo de la cima del Pedroño, ...

... al llegar al segundo, a 1.730 m de altitud, sobrepasé una primera alineación de rocas que caía hacia la ladera izquierda para...

... tomar a ese lado (S) la canal subsiguiente. Ésta aparecía como un empinado tubo de matorral pero, fijándome, vi que éste era mucho menos denso en el eje, lo que me decidió a descender por él.

Tras perder unos cincuenta metros entre brezos y retamas que me llegaban a la altura del pecho, un pequeño escalón me sacó de entre las rocas y el monte se aclaró bastante. Aparecieron además trazas de animales que...

... me facilitaron alcanzar un grupo de árboles que se veían más abajo y, a partir de ellos, avanzar con más facilidad hasta un rellano que se adivinaba bajo el vecino Pico del Fraile.

Allí, el monte se abre en un pequeño prado, sobre el que podía ver los doscientos metros de ladera que acababa de descender.

Estaba en la vaguada de Las Vallejas y, girando a la derecha (SO), me dispuse a seguirla por la tira herbosa que cubre el fondo entre laderas boscosas. Además, tenía como referencia la cresta del Mampodre, bajo la cual asomaba de vez en cuando Polvoredo.

Al llegar a un prado mayor que los demás y donde el barranco forma un rellano, lo atravesé hacia la parte derecha de los árboles del fondo, donde encontré...

... un viejo camino muy deteriorado, que llegaba a ser borroso en las curvas, pero que me condujo con mayor seguridad y comodidad en la bajada a través del bosque.

Salí del arbolado al Prado de la Cortina, a cuya derecha, veía de nuevo Polvoredo. Allí mi camino desembocó en una pista señalizada como PR-LE 31. La tomé a la derecha (SO), atravesando...

... esta deliciosa extensión de hierba que se extiende bajo las alturas del Pedroño y el Fraile; es decir, bajo el testero meridional de la Cordillera de Pármede. Por debajo, podía ver la ladera y la vaguada que acababa de bajar.

Ya no tuve más que seguir el carril para volver a Polvoredo, que alcancé en la entrada de la carretera. Antes, pasé ante la boca del valle del Becenes, pudiendo así contemplar juntos el inicio de la aproximación y el regreso desde el final del cresteo.

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