La Sagra (1.355)

ASCENSIÓN DESDE LA ERMITA DE LAS SANTAS

CRESTEO INTEGRAL

La Sagra es el pico más alto de la cordillera Subbética y, fuera de Sierra Nevada, de toda la mitad sur de la península. Se alza en el extremo suroriental del complejo núcleo orográfico de las sierras de Cazorla y Segura, con una estructura bien simple: se trata de un descomunal cerro aislado en forma de barca invertida, cuya quilla rocosa, orientada SO-NE, surge de los densos pinares de las faldas. La empinada zona media de las laderas está barreada por resaltes, atravesados por tubos propicios para interesantes ascensiones invernales. La comarca circundante, allí donde Andalucía se encuentra con Murcia y Castilla-La Mancha, fue hasta no hace mucho una zona olvidada, con pueblos habitados pero en decadencia unidos por carreteritas infames; hoy, el auge del turismo rural la ha revitalizado, por una vez sin destruir su encanto.

La ruta consiste en recorrer toda la cresta de la montaña, desde su extremo nordeste al collado que, al suroeste de la cumbre, la separa de la Sagra Chica, su único satélite de entidad. El retorno se hará recorriendo toda la falda septentrional de la montaña; se hace un poco largo, pero es lo más cómodo.

Vertiente norte de La Sagra; a la izquierda de la cima, cae la cuerda por donde transcurre la subida

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Cazorla, Segura y Alcaraz (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de la Sagra
  • Base de partida: Puebla de Don Fadrique (Granada)

ACCESO: La Ermita de las Santas Mártires del Monte está 178 km al NE de Granada, por Guadix, Baza, Cúllar y Puebla de Don Fadrique. No hay otro servicio que un amplio aparcamiento. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.226 / 2.381
  • Mi tiempo efectivo: 6h36
  • Mi tiempo total: 8h40
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos, aunque en parte sin señalizar y con pendientes muy fuertes.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de la Ermita de las Santas Mártires del Monte hacia el norte, por el sendero balizado PR-A 321. Al encaramarse al lomo oriental de La Sagra junto al Cortijo de la Torre, girar a la izquierda (SO) y remontarlo, siempre por buena senda. Cuando, hacia la cota 1.450, se bifurca, continuar por la izquierda (O) para seguir la cuerda hasta la cumbre de La Sagra.

Proseguir el cresteo al SO hasta el collado de la Sagra Chica y girar a la derecha (NO) para bajar por el Bosque Vertical hasta el Collado Blanco. Tomar la pista que lo atraviesa a la derecha (N) y, cuando ésta desemboca en el Camino de los Cortijos Nuevos, girar a la misma mano (NE) para llegar al Collado de Abajo. Atravesarlo y tomar a la derecha (E) el Camino de los Cuartos, para descender el Río Huéscar por su vertiente derecha hasta el Cortijo de la Torre. Allí se cierra el itinerario y ya restará tan sólo deshacer un breve tramo del camino de ida para retornar a la Ermita de las Santas.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Desde que se balizó y acondicionó el sendero que remonta el lomo nororiental de La Sagra desde Las Santas hasta la misma cumbre, esta ruta se ha convertido en habitual, en detrimento de la del Collado de las Víboras desde el de Abajo, igualmente fácil y más breve, pero menos clara en su inicio. La mayoría realiza el recorrido de ida y vuelta o con la pequeña variante de bajada que hace el PR. Buscando como siempre subir y bajar por sitios distintos para conocer más aspectos de la montaña (¡dos rutas en una!), decidí continuar por la cuerda hasta una buena bajada, para volver rodeando la base del monte. Mi primera idea fue hacerlo por el sur, más lógico por la curvatura de la cresta. Pero el nombre del Bosque Vertical me atrajo  y quise ir a conocerlo (luego, no fue para tanto). Eso me obligaba a hacer la vuelta por el norte.

La ruta es una prolongada caminata, que no se hace larga por la amenidad del paisaje. No presenta la menor dificultad, salvo tener claro hacia dónde ir en los cruces durante el faldeo, que está sin balizar pero cuenta con referencias claras. La mejor de ellas es la inmensa mole de La Sagra, que debe de dominarnos a la derecha todo el tiempo.

RELATO GRÁFICO:

Del propio aparcamiento de la Ermita de las Santas Mártires del Monte, arranca el sendero balizado PR-A 231, que llega a la misma cumbre de La Sagra, cuya antecima oriental se veía ya desde el inicio. Siguiendo las señales blanquiamarillas, pasé ante la puerta del templo y remonté una breve ladera por donde el agua corre por unas piletas escalonadas, hasta…

… salir a una pista forestal. Tomándola a la derecha (NE) alcancé pronto el lomo de la montaña junto al Cortijo de la Torre. Al noreste, llamaba la atención la abrupta geología de los Castellones alzándose sobre un paisaje alomado. Más a la derecha, se iba mostrando también una cresta importante: la de las Cabras, en la Sierra de Taibilla.

Mirando atrás, al sur, se veía la boca del valle de las Santas, por donde corre el Río Huéscar entre unas lomas boscosas, que maravillan en medio de esta árida comarca.

Sobrepasada la casa, en la siguiente curva, dejé la pista por un sendero que sale a la izquierda (SO) y asciende siguiendo la cuerda de la sierra.

Aunque con algún corto tramo empinado, la subida está muy suavizada a base de lazadas. Además de claramente señalada. Al salir a otra pista, la tomé a la izquierda (O) y…

… al bifurcarse al poco, continué por la derecha (N).

Hacia los 1.440 m de altitud, la pista hace una curva a la derecha y deja de subir y el PR se bifurca. Como se ve, hay quien llega hasta aquí en coche, reduciendo el desnivel en casi 200 metros pero, si se quiere hacer la ruta circular por el Bosque Vertical, no interesa. Un cartel indicaba curiosamente que por las dos ramas de la bifurcación se va a La Sagra; bien, la de la derecha, por la pista, es una variante del PR que atraviesa por la vertiente norte y vuelve al lomo más arriba, en el Collado de las Víboras. Yo preferí la opción más directa, por la cuerda, y fui por la izquierda; es decir, subiendo recto (NO) por la senda que allí se desgaja.

Esta vereda es más estrecha pero está muy clara y bien trazada y la remontada es cómoda. Y posiblemente más bonita, no sólo por la mayor integración en el bosque; al ganar altitud, fueron asomando riscos sobre las copas de los pinos, conformando el típico paisaje subbético. Siempre he dicho que, por estas sierras, la naturaleza se hace jardinera. Aunque la densa vegetación impedía ver el panorama hacia el valle, ocasionalmente…

… un hueco en el ramaje permitía echar un vistazo. Un ejemplo: dos de los peñones de los Miravetes, bellamente enmarcados por follajes de pino y encina.

Entre los 1.550 y 1.600 m de altitud, llegué a un claro en el que, a la derecha de la senda, una roca se destacaba sobre la pendiente. Encaramándome a la misma, tuve una buena visión del horizonte nororiental, quebrado por las crestas de Las Cabras, Los Obispos y Mojantes, especialmente airoso este último, sobre algunos cerros menores.

Al noroeste, junto a las torres de Miravete, la árida Cuerda de la Guillimona.

De vuelta a la senda, ésta se encuentra con otra que corta transversal la ladera al pie de los riscos del Peñón Grande de la Peguera, sobre los que asomaba de nuevo la antecima de La Sagra. Siguiendo siempre las marcas del PR, giré a la izquierda (SE) para…

… proseguir la subida a través del bosque. En esta zona, incluso alguien se entretuvo en colocar piedras limitando la senda. Un auténtico paseo.

A mi espalda, más allá del característico Morrón de los Lobos, que se alza sobre el valle de Las Santas, iba asomando la Sierra de María.

La vegetación se aclaró al llegar al Collado de las Víboras, ya a 1.850 m de altitud. Allí aparece la subida final y más recia hasta la cresta: los 450 m de desnivel hasta la antecima oriental. A la izquierda, …

… el panorama meridional aparecía más abierto, mostrando ya los cordales sucesivos de María y Orce, entre el más cercano de las sierras de Montilla y Jurena y el lejanísimo de los Filabres, donde destacaba picuda, a pesar de estar a 80 km, la Tetica de Bacares.

A partir de este collado, se acabó la soledad, pues en el mismo se encuentra esta ruta con la más frecuentada del Collado de Abajo. Tras cruzar la amplia horcada, reemprendí la subida por el lomo. A mi espalda, el panorama oriental era cada vez más impresionante, sumándose a las crestas ya mencionadas las sierras de Pedro Ponce y Espuña, a la izquierda, y del Gigante, a la derecha, que flanqueaban el Morrón de los Lobos.

Si la subida era ahora empinada y pedregosa, seguía siendo cómoda, merced a la buena senda. Hay algunos pequeños escalones de roca pero ninguno requirió más que levantar bien la pierna.

Al oeste, se iban descubriendo las sierras del Segura, destacando la Cuerda de la Linde y las Banderillas. Más cerca, me llamaron la atención unos curiosos estratos ojivales en la ladera de enfrente.

Algo más a la derecha, al noroeste, destacaban en el horizonte las siluetas de las Palomas y el Almorchón, este último un pico de altitud modesta pero airoso como pocos por aquí.

El principal accidente de la ruta es un resalte, hacia los 2.250 m de altitud, que la senda cruza por un pasillo, empinado pero libre de obstáculos. A la salida del mismo, me fijé en que, al este, más allá de las sierras de Moratalla y Mojantes, a través del hueco…

… entre las reconocibles siluetas del Cerro de los Odres y la Peña del Reloj, se llegaban a distinguir las siluetas nebulosas de las montañas del norte de Murcia; posiblemente, crestas de las zonas de Ricote y La Pila.

A continuación, la senda me llevó, camino de la cumbre aún invisible, a la vertiente norte para rodear la antecima (2.304) y el hombro orientales. En medio, pasé sobre…

… el Embudo, gran cóncavo hoy reseco pero que, con nieve, se convierte en la ruta invernal fácil y espectacular que había utilizado en anteriores visitas.

Al paso por el citado hombro oriental, descubrí por fin el hito cimero. Pero, antes de dirigirme al mismo, me desvié a la izquierda (SE) de la senda y remonté la breve rampa pedregosa que me separaba de la cuerda.

Este mínimo rodeo se justifica por el impresionante panorama que se divisa desde esta punta y que, desde la cumbre, queda limitado por  la propia arista. El arco de montañas que, de la Guillimona al Gigante, limita el extenso altiplano en que convergen las provincias de Granada, Almería y Murcia.

Al otro lado, Ya sólo me quedaba recorrer un corto tramo de cuerda ancha y pedregosa hasta el hito cimero. A la izquierda se descubría Sierra Nevada, donde…

… destacaban el Mulhacén y el Veleta, mostrando este último el Corral, su única vertiente bravía.

Desde la cumbre, el horizonte al sur mostraba, más allá de los modestos cordales que rodean Huéscar, la larga línea que forman las sierras del Gigante, María y Orce, junto al más lejano de las de los Filabres y Baza. Por desgracia, el humo de una quema o un incendio (no llegué a saberlo) enturbiaba este amplio panorama.

Al otro lado, al norte, el color apagado y el aspecto plano ocultaban la verdadera naturaleza, tan verde y compleja, de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Junto a crestas ya vistas, llegaba a distinguirse ahora, malamente, es cierto, cerca del extremo izquierdo de la foto, …

… las siluetas imprecisas del grupo del Pico Cabañas y de la Empanada, flanqueando el más cercano Tornajuelos.

Reemprendí la marcha continuando por la cresta al suroeste, muy concurrida en ese momento. Pronto volvería la soledad, al dejar las rutas más usuales. De momento, seguía contando con senda, pero sin marcar como PR. En el horizonte occidental, más allá de Sierra Nevada, había aparecido el bulto de la Sierra Arana. Más cerca, a la izquierda, me llamó también la atención las formas atractivas de una serrezuela acastillada. Marmolance se llama. Tomo nota. Y, entre ésta y Sierra Nevada, la sombra aislada del Jabalcón me traía buenos recuerdos. En fin, lo dejo, que aún tengo que bajar.

Tras un primer tramo de suave pendiente, pasé…

… un hombro tras el que la cuerda se ensancha y empina, asomando la quebrada cresta de la Sagra Chica que, si no hubiera una senda tan clara y pisada, puede servir de referencia. Por cierto, mirando el mapa, me enteré que el cerro que se ve entre la misma y el embalse de detrás, chaparro y arrugado, se llama Moncayo. Para pregunta de Trivial montañero.

El descenso fue rápido por esta fuerte pendiente pedregosa, dulcificada por una senda clara y bien trazada. Y pronto, empecé a ver, a la derecha, los pinos de la vertiente del Bosque Vertical.

Antes, llegué obviamente al collado que se abre entre las dos Sagras. Desde ahí se veía muy bien la cresta de la Sagra Chica, que dicen que es asunto de escaladores pero, vista de cerca, creo que es accesible si uno no se empeña en tragarse todos los pasos por derecho. Creo que otro día habrá que tantearla pues subir por ahí puede ser interesante para completar toda la cresta de la sierra. En fin, un poquito antes de llegar a la horcada, bajé por la  vaguada derecha (N), siguiendo…

… la senda a través del pinar. Éste es muy empinado y hermoso pero igual lo de Bosque Vertical es un poco exagerado, a no ser que…

… el nombre se refiera a los árboles que crecen en las grietas de los riscos de la Sagra Chica. Este fenómeno, por otra parte, no es raro en la montaña subbética y no es el más espectacular que he visto. En todo caso, si el paraje no es impresionante, es bonito.

El descenso seguía rápido y cómodo y no tardé en dejar atrás la cresta, que veía sobresalir de las copas si miraba atrás al paso por algún claro.

Al remitir la pendiente, aparecieron hitos, algunos de gran mérito, marcando el camino. Al desembocar en un carril más ancho, los mismos me llevaron a la izquierda (NO) y enseguida a la derecha (N), volviendo a caminar por vereda estrecha pero clara.

Tras un tramo entre denso arbolado, desemboqué en una pista ancha y deteriorada, sobre la que se veían los roquedos de La Sagra.

Girando a la izquierda (O), continué bajando y, al doblar un casi imperceptible morro, apareció…

… el Collado Blanco, con su cortijo, allí acabaría la bajada como tal, para pasar al faldeo de la vertiente norte. Sin llegar a la horcada, el carril que seguía…

… desembocó en otro, que tomé a la derecha (N), hacia donde se veía el Cerro del Almirez y su collado, siempre guiado por los hitos.

Caminaba ahora por un breve tramo despejado, entre prados y matorrales, con La Sagra dominándome a la derecha y…

… las laderas meridionales de la Sierra del Segura al otro lado, más allá del vallecito del Río Raigadas, que, al remontarlo, me llevaría hasta el Collado de Abajo.

En el collado (1.547) junto al Almirez, volví al bosque y se acabaron las panorámicas, salvo al pasar por algún eventual hueco en el arbolado. También desaparecieron a partir de ahí los hitos y comencé a prestar más atención a la orientación en los cruces.

Al cruzarme con otra pista, hice un doble giro izquierda (O) - derecha (NE), para continuar el faldeo. Aquí, un claro más amplio, me permitió ver La Sagra, ahora con más amplitud.

También, a veces el tajo de la pista en el bosque dejaba ver los roquedos superiores. En este tramo, dejé de lado algún desvío; fui siempre siguiendo la pista con mejor pinta y manteniendo más o menos cota, pues estaba a menos de 1.450 m, algo por debajo de la altitud del collado que había de cruzar.

Esto fue así hasta que el carril hizo una curva a la izquierda cerca del Cortijo del castillo, que no se llega a ver. En el vértice de la misma, tomé a la derecha (N)…

… una estrecha senda, que el mapa llama Camino de los Cortijos Nuevos.

La vereda se ensanchó por un momento, al llegar una pista, que crucé recto (NE), siguiendo por trazo estrecho. Los pinos se mezclaban aquí con encinas y sabinas de menor porte, lo que me permitía ver algo de panorama, como esta bonita vista de los Miravetes y la afilada Loma de Montilla.

Poco después, desemboqué en una pista frente a los Cortijos Nuevos de la Sierra que, ahora sí, tomé a la derecha (SE), para continuar el faldeo de La Sagra.

A la vista del cerrillo acotado en el mapa como (1.495), desemboqué en el carril de acceso, de cemento, a otro cortijo, que dejé a la derecha. Tomándolo a la izquierda (NE), crucé un arroyo y atravesé el collado de la cota citada, yendo a salir a un terreno despejado junto a otra casa. Acababa ya la remontada del Raigadas y…

… apareció ante mí el Collado de Abajo. Al llegar a la carretera, la seguí unos metros a la derecha (NE), justo hasta pasar el cambio de rasante. A la derecha, …

… La Sagra lo dominaba todo, mostrando su característico Embudo.

Como decía, pasé el cambio de rasante, de donde sale una pista cerrada y prohibida al paso. En vez de esa vía, tomé a la derecha (E) otro camino menos visible pero cuyo arranque se percibía amarillento más allá del prado que bordea la carretera.

Se trata del llamado Camino de los Cuartos, que desciende suavemente por la vertiente derecha del naciente Río Huéscar, que constituye la vaguada occidental del collado y que me llevaría a completar el faldeo hasta Las Santas. El denso pinar volvió a limitarme la vista hacia el monte, excepto…

… al paso por unos pocos huecos. De uno a otro, La Sagra se mostraba cambiante pero siempre bella.

Al llegar a una zona de campos cultivados, la pista me llevó por la linde del bosque, hasta que la tira de terreno roturado…

… acabó contra unos matorrales. Y el carril también. Fijándome, vi un hueco en el frente vegetal (tercio derecho de la foto) y, asomándome al mismo, un trazo estrecho pero claro que cruzaba un arroyuelo.

Lo seguí y desemboqué en un carril que, tomado a la izquierda (NE), me condujo a los pocos metros a una pista mejor, que tomé a la derecha (SE).

Por ella proseguí el faldeo, viendo ahora a la izquierda, que tenía despejada, el contraste entre la reseca cresta de la Guillimona y la vegetación cercana.

Cuando el carril se bifurca, seguí por la izquierda (NE).

Desde el claro que abre la bifurcación, se divisé de nuevo La Sagra que mostraba ahora su lomo nororiental, por donde había subido, anunciando la cercanía del final.

Más señales de que estaba cerrando el circuito: delante, se descubrió el Morrón de los Lobos, el pico aquél que dominaba la boca del valle de Las Santas.

El vallecito en sí, apareció al llegar junto al Cortijo de la Torre, donde me reencontré con las estacas del PR-A  321. Pisaba terreno conocido de esa mañana y ya sólo me quedó deshacer el poco camino que me quedaba hasta…

… la Ermita de las Santas Mártires del Monte. Desde los últimos metros, podía ver detrás, mejor ahora con la luz vespertina, este hermosísimo valle de Las Santas que abre el Río Huéscar.

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