Meapoco (2.413)

ASCENSIÓN DESDE ZAPARDIEL

POR LA GARGANTA DEL HORNILLO

El Meapoco es uno de los modestos picachos que jalonan el brazo occidental de la cresta cabecera de la Garganta del Pinar o de las Cinco Lagunas, límite oeste del Gredos de los circos. Se trata de un monte fronterizo, que, si al este se desploma hacia el fondo de la Hoya de las Berzas en rocosa verticalidad, al oeste, del lado de la Sierra Llana, el terreno se desliza es suaves rampas regulares cubiertas de guijarros, hierba y matorral. El Meapoco está asentado, junto a un puñado de cimas de similares características y altitud, en un altiplano, por debajo del cual se extiende un relieve complejo, con hasta seis gargantas convergiendo en el mismo, todas ellas largas y salvando un desnivel considerable. De todas formas, aparte de las posibilidades para la escalada que pueden ofrecer los espolones de la vertiente oriental, el principal atractivo de todos estos picos son visuales: bellas perspectivas del núcleo central de Gredos y amplios panoramas hacia el macizo occidental y las Parameras.

La ruta sigue la Garganta del Hornillo, muy arriba por la ladera oriental a la ida y por el fondo a la vuelta, la cual no llega al Meapoco, sino hasta el Calvitero, nudo de crestas situado al norte. Para acceder al pico desde esa cabecera, da un rodeo por el pequeño circo de Las Lagunillas, situado al este, abrupto y escondido paraje que es realmente el punto clave de la asensión.

La cima del Meapoco, flanqueada por el vértice y el Risco del Fraile, desde el sureste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sector Principal de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Circos de Gredos
  • Base de partida: Zapardiel de la Ribera (Ávila)

ACCESO: Zapardiel de la Ribera está 80 km al SO de Ávila, por Solosancho, Cepeda la Mora y Barajas. Sin tomar el desvío de entrada al pueblo, seguir 500 m más por la AV-941 y bajar por el primer desvío a la derecha, otro medio kilómetro, hasta el “Área recreativa Zapardiel”. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.190 / 2.413
  • Mi tiempo efectivo: 8h16
  • Mi tiempo total: 9h51
  • Dificultades: Muy Fácil. Tramos imprecisos de matorral denso en la bajada. Breve arista de bloques con cierta exposición.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Área recreativa Zapardiel hacia el sur, por la pista que cruza el Tormes. Cuando se bifurca, seguir por la izquierda (SO) para remontar la ladera de El Rostro y llegar hasta la cabaña de La Pasadilla. Continuar al sur, ahora por senda, cruzando la cuerda por el Barquillo Cimero para continuar la subida (SO) por la vertiente oriental. Siguiendo los hitos, entrar en el circo de Las Lagunillas y remontarlo hasta el collado del Calvitero. Tomar allí la cresta a la izquierda (SE) y, contorneando otras cotas secundarias, que visitaremos luego, dirigirse directamente a la cima del Meapoco.

Iniciar el regreso pasando por el Vértice Meapoco, la Cima del Risco del Fraile y la Plaza de Toros, yendo directamente de una a otra por este amplio lomo pedregoso. Bajar de la última cota al norte, hacia el Calvitero, para tomar la cresta que se desprende al NE. Siguiendo la arista por matorral cerrado y algún paso aéreo por bloques, llegar al collado (1.901) del Barquillo Cimero. Bajar por la vaguada izquierda (NO), de nuevo por camino, hacia la Garganta del Hornillo. Al llegar al fondo, girar a la derecha (N) para seguir su curso, alternando senda y terreno incómodo de matorral y pedreras. Cerca del final, buscar un camino en la orilla derecha que remonta en diagonal la ladera, separándose del cauce, hasta dar con la pista del inicio en El Rostro, la cual, a la izquierda (N), conduce al área recreativa Zapardiel.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Importante caminata por terreno cómodo, hasta el final de la bajada, en que se transforma en variado. Ése es un eufemismo éste que a veces se emplea para no decir penoso o directamente desesperante. De hecho, acabé el descenso de la Garganta del Hornillo con una buena ración de arañazos, recibidos a través de la tela del pantalón, y es posible que, si perdí senda más de una vez, fue precisamente porque en los tramos abiertos aceleraba instintivamente el paso, quizás demasiado. Lo cierto es que esa bajada no aporta gran cosa a la excursión; la Garganta del Hornillo, sin ser fea, es de las menos espectaculares de Gredos y, además, casi nunca la perspectiva desde el fondo es abierta. Por otro lado, obliga a ir con mucho cuidado para no acabar haciendo peripecias entre las zarzas o por las pedreras del estrechamiento del torrente. Creo que, si volviera, repetiría la subida al pie de la Cuerda de los Barquillos y bajaría por la de la Peña, al otro lado del valle, que tiene pinta de panorámica y está recorrida en buena parte por un camino. O bien escogería otra garganta. En todo caso, nunca volveré a recorrer el fondo de la Garganta del Hornillo.

RELATO GRÁFICO:

Comencé a caminar en el Área Recreativa Zapardiel, cruzando el puente sobre el Tormes. Enfrente, los primeros rayos del sol iluminaban la Cuerda de la Majada de la Peña sobre una Garganta del Hornillo aún sombría.

Al otro lado del río, la pista, ya con piso de tierra, fue remontando en lazadas la ladera de El Rostro. Pronto puede ver a mi espalda el caserío de Zapardiel.

Durante esta subida, pasé por una bifurcación, donde continué lógicamente subiendo; es decir, por la izquierda (S), atendiendo a la indicación del “Camino del Rostro”.

Poco después de dejar atrás los últimos árboles, la pista acabó alcanzando la cuerda en Las Lanchas, grupo de canchos desde los cuales...

... hay una buena perspectiva del valle del Tormes, encajado entre las estribaciones de Gredos y la Sierra de Piedrahita, con el pueblo de La Angostura resaltando en medio. A lo lejos, se distinguía ya Sierra de Candelario.

Continuó la subida, ahora por lo alto del lomo, hacia la Peña del Rayo, tras la que empezaba a asomar la cresta de la sierra. Al otro lado de ese altozano,...

... me encontré en un cruce, donde continué recto (SE). Y ya era visible todo el cordal que va de la Cabeza Nevada al Risco del Fraile; es decir, el coronamiento de Cinco Lagunas, en medio del cual la cumbre de la Galana aparecía aguda pero muy poco destacada. Aun así, ¡qué bonita es!

Tras un rato de subida constante, la cuesta acabó en La Pasadilla, amplio rellano empradizado que se extiende al pie de la Cuerda de los Barquillos. Bajo la mole del Risco Redondo, el carril giró a la derecha...

... para faldear la ladera. Durante este tramo, pude ver, a la derecha de la cresta de Cinco Lagunas,...

... la cima del Meapoco, entre las del Picurucho y el Risco del Monje.

La pista acabó junto a una cabaña, a partir de la cual una senda termina de recorrer la pradera, pasa una cancela y...

... continua en ascendiendo en diagonal a través de la ladera, hacia un amplio collado.

Con la perspectiva y la altitud, se iban descubriendo las parameras abulenses, más allá de la pradera de la Pasadilla y el Risco Redondo,...

En el collado (1.856), descubrí el circo de Cinco Lagunas bajo la cresta que llevaba viendo hacía rato.

A la derecha, a través del boquete de la Garganta del Pinar, se distinguía la silueta de la Serrota.

Una breve bajada me llevó al Barquillo Cimero, junto al que está el refugio abierto de ese nombre. Allí, la senda se cruza con la que recorre la vertiente oriental de la cuerda, que tomé a la derecha (SO) para proseguir la subida recorriendo estas fajas. Tras pasar un estrecho,...

... desemboqué en otro prado más alto, dominado por el Calvitero. Lo rodeé por su borde occidental (derecha) y, siguiendo senda e hitos, subí por ese lado al siguiente collado (1.901), donde hay otro cruce. Giré a la izquierda (SO) para atravesar la ladera y, doblando el lomo bajo la cota (2.045),...

... entrar en la cuenca de las Lagunillas, donde me recibió la espectacular visión del Risco de las Hoces.

Merece la pena asomarse a la izquierda para ver la parte superior de la Garganta del Pinar, incluida la modesta Laguna de Majalaescoba, bajo las cumbres de Cabeza Nevada y la Galana.

Dejando de lado la más baja de las Lagunillas bajo los riscos de antes, la senda me llevó a...

... remontar este circo secundario por su vertiente izquierda. Tras pasar un primer rellano herboso y un estrechamiento, llegué a...

... una segunda pradera, más extensa. Aquí debería de estar la Lagunilla más alta pero, a finales de septiembre, poco parece quedar de ella. Bordeé el llano por el norte (derecha), hacia el Calvitero. A su derecho, se elevaba un risco abrazado por dos pasillos herbosos. Llevado por los hitos, escogí subir por el de más a la derecha.

Tras ganar algo de altura, al dominar la cuenca que acababa de dejar, pude ver que aún quedaba algún charco de la “lagunilla”. También,...

... giré a la izquierda para encarar la segunda parte de la subida. Ya no había senda y los hitos escaseaban pero el matorral se abría en un buen pasillo de hierba y cantos, por el que el paso era cómodo. La cuesta desembocó en...

... un cordal amplísimo y suave, mitad rocoso, mitad herboso. A mi izquierda (SE), sobresalían apenas las cimas del Risco del Fraile y la Plaza de Toros. Hacia allí dirigí mis pasos, a través de un terreno despejado o contando...

...  con un buen trazo cuando aparecieron brevemente los piornos. Al ganar altura, iba descubriéndose atrás, sobre el Calvitero, la monótona Sierra de Villafranca.

Poco a poco, comenzó a asomar el Meapoco por el hueco entre el Risco del Fraile y la Plaza de Toros y, a través de un terreno cada vez más mineral pero siempre cómodo, me encaminé hacia allí. El collado (2.283) correspondiente...

... es extenso y, al entrar en el mismo, descubrí el alargado lomo en que está el vértice geodésico del Meapoco, 17 metros más bajo que la cumbre. Atravesándolo hacia otro collado visible a la izquierda (SE),...

... pude ver al otro lado la reseca cabecera del Gargantón, más allá del cual la vista se extendía hasta la Sierra de Candelario.

Desde la horcada (2.321) entre la Cima del Risco del Fraile y el Meapoco, giré a la derecha (S) para remontar un lomo...

... pedregoso, desde el que había una atractiva perspectiva de la Plaza de Toros y la cima del Risco del Fraile enmarcando la Sierra de Villafranca.

A continuación llegué a un segundo collado (2.372), entre la cumbre y el vértice del Meapoco, donde giré a la izquierda (E) para subir a la primera.

Desde allí, mirando al oeste, descubrí la Sierra Llana y el Macizo occidental de Gredos. Más cerca, se adivinaba la gran caída, casi 2.000 metros, desde el curioso risco de Los Castillejos hasta el Valle del Tiétar.

Al este, lo más granado del macizo principal de Gredos: Cabeza Nevada, Galana y Almanzor elevaban sus cimas, entre picos secundarios, sobre las Cinco Lagunas, de las que se distinguían las tres mayores. Incluso asomaba La Mira, como si no quisiera dejar de salir en la foto, entre la Cabeza Nevada y el risco de la Portilla del Rey.

Al norte, la vista se extendía a lo largo de la Garganta del Pinar y la Cuerda de los Barquillos, hacia las siluetas de las tres Parameras. Más cerca y abajo, aunque con falta de contraste, se podían ver los riscos del Fraile y de las Hoces.

Más a la izquierda, la suave culminación de este sector de sierra se ondulaba en las tres suaves prominencias que iba a visitar a continuación: el vértice Meapoco, la Plaza de Toros y la cima del Risco del Fraile. Para comenzar, me bajé hacia el primero, deshaciendo el camino de ida hasta…

… el collado (2.372), donde continué recto, subiendo por la ladera amplia y despejada de la loma sobre la que está el hito geodésico. Desde el mismo, ésta es la perspectiva de la cumbre del Meapoco, enmarcada por la Cabeza Nevada y el Canchal de la Galana. Más a la derecha,…

… se extendía la cuenca cabecera de la Garganta de Bohoyo, dominada por el Belesar, Picurucho, junto al que se entrevé el Gutre, y los Castillejos. En el último horizonte, destacaban juntos los picos de la Galana y el Almanzor.

Pero, siendo éste el punto más occidental de la ruta, la vista que lo caracteriza es hacia el oeste: más allá de la Cuerda de la Hoya con su Berrueco, se mostraban en líneas sucesivas, la Sierra Llana, culminada en El Cancho; el macizo occidental o de la Covacha, y la Sierra de Candelario, detrás de otro cerro destacado, el Pastor o Cabeza del Tormal.

Para dirigirme a la cima del Risco del Fraile, misma maniobra: caminar directo hacia el pico, a través de terreno suave y despejado, formado de tierra compacta y algunos cantos.

El panorama hacia Cinco Lagunas, cuya cresta se veía ahora por encima del Risco del Fraile propiamente dicho y flanqueado por el Meapoco, a la derecha. Pese al nuevo ángulo, seguía siendo magnífico, extendiéndose la vista, a la izquierda de la Cabeza Nevada, hasta el Peñón del Mediodía y la Sierra del Cabezo.

Al norte, la vista era muy parecida a la del Meapoco, pero se dominaba mejor el espectacular Risco de las Hoces y la Cuerda de los Barquillos.

Continué la excursión dirigiéndome al noroeste, hacia la roma Plaza de Toros.

Desde el hito cimero, se veía al sureste las tres elevaciones por las que venía de pasar, con el Meapoco casi oculto y las grandes cumbres de Gredos sobresaliendo ligeramente.

Al oeste, la perspectiva tampoco era muy buena, pero tenía curiosidad por saber qué se veía desde este picacho, que sólo había visitado antes con niebla.

Aquí, comencé el retorno descendiendo directamente al norte, por una ladera algo más incómoda que hasta entonces, cubierta de pedrera, hacia el piornal que se veía más abajo.

Al llegar abajo, una bonita vista de Cabeza Nevada a mi derecha.

Delante, tenía un murete de piedras, que tomé de guía a la izquierda (NO), para aprovechar y atravesar el matorral por el estrecho hueco abierto junto al mismo.

Al llegar al Calvitero, donde se cruzaban varias de estas cercas, caminé unos metros más, hasta…

… ver a la derecha (NE) un estrecho corte en el matorral que cubre el lomo. Giré a ese lado y fui recorriendo…

… esta cuerda, que se fue estrechando paulatinamente.

A la derecha, llevaba una vista impresionante de Las Lagunillas, mientras que…

… al otro lado, se abría la Garganta del Hornillo, que quería recorrer de vuelta al Tormes. Fui pendiente de localizar un buen paso para atravesar el matorral hacia ese lado, pues quería bajar directamente por uno de los dos cuencos que forman la cabecera o por el lomo intermedio. Pero no vi nada. Pasa este último,…

… el lomo se empinó y, a la vista de la ladera de la izquierda, decidí seguir ya por el mismo hasta el collado (1.901) del Barquillo Cimero, que atraviesa un camino. Ya había pasado por aquí en otra ocasión, pero entonces la nieve cubría totalmente el matorral, que esta vez hacía la progresión mucho más incómoda. Y luego dicen de las rutas invernales… Incluso un crestón de bloques tras…

… la parte intensa de la bajada, se mostraba más alto y expuesto, dentro de su gran facilidad, de lo que recordaba.

En todo caso, fue un alivio este corto tramo de triscar por los peñascos, en que sólo tuve que apoyar las manos un par de veces.

A la derecha, llevaba ahora la parte baja de las Lagunillas, la del Risco de las Hoces.

De vuelta al maldito matorral, vino un tramo de escasa pendiente hasta la cota (2.045).

A continuación, otra bajada más intensa, en la que derivé a la derecha (E) buscando el matorral más accesible, dentro de lo desesperante. Tras un corto descenso por la ladera de ese lado, acabé en una buena senda, ya conocida de la subida, que tomé a la izquierda (N), dirigiéndome al collado (1.901) situado sobre el Barquillo Cimero. Allí, giré a la izquierda (O) en un cruce para…

… continuar bajando, ahora por la vertiente occidental de la cuerda, hacia la cabecera de la Garganta del Hornillo. 

Una vez en el fondo de la garganta, dejé el camino por la derecha (N), para descender el valle por su eje, a través de un despejado rellano herboso.

Al borde del mismo, examiné la cabecera, pero no vi posibilidades de bajada mejores que la que había hecho.

Allí, el terreno se empina y encontré una senda, clara y marcada con hitos, que desciende entre matorrales y peñascos por la vertiente izquierda del barranco.

Tras un tramo de bajad intensa, llegué a unos prados donde el trazo se difuminó hasta desaparecer. Había algunos hitos pero sin continuidad (sabido es que sólo abundan cuando no hacen falta…). Pero, como el terreno era relativamente favorable, llegué sin grandes incomodidades a…

… una coqueta cabaña situada al final de este rellano, conocido por Las Alamedas. Aquí volví a encontrar dos sendas. Una sale de detrás de la casa y remonta en tendida diagonal la ladera.

La otra seguía la garganta, por el borde derecho de su amplio fondo. Decidido a recorrer su curso, elegí esta segunda opción. Delante veía un estrechamiento con árboles; llegando al mismo,…

… una mirada atrás; desde luego, no es ésta la garganta más espectacular de Gredos. No es que sea fea pero, con lo que vino a continuación, creo que no merece la pena recorrerla por el fondo.

El límite del arbolado, hacia los 1.450 m de altitud, coincidió como dije con un estrecho en que…

... el matorral se adensó denso. Llevado por la búsqueda del paso más despejado, cambié a la orilla derecha y, durante medio kilómetro, fui alternando la travesía de zarzales punto menos que impenetrables con...

... empinadas pedreras junto al cauce que, si no arañaban, exigieron alguna que otra peripecia. Al cabo, distinguí en la orilla opuesta...

... un trazo a cierta altura sobre el agua y, regresando a ribera occidental, lo tomé para continuar el descenso más cómodamente. Pero, enseguida, la senda se bifurcó. Estaba a hacia los 1.400 m de altitud y, consultando el mapa, parecía que la rama derecha (NE) era más conveniente. Por ella, bajé a cruzar una vez más el torrente.

Tras el vado, el trazo se volvió a difuminar primero y confundir después en una zona de campos de pasto cercados y pequeñas arboledas. Procuré ir siguiendo su teórico trazado, al norte y noroeste, encontrando segmentos separados a veces por prado y, a veces por muretes “reforzados” con zarzas. Delicioso.

Ya me iba cansando de esa yincana que, por otro lado, transcurría a través de un terreno anodino, cuando me encontré con un camino bastante claro, fruto de una convergencia de sendas y muros, en la zona de La Trafalguera. Esta nueva vereda me llevó a ganar altura por la vertiente derecha, separándome del cauce hasta...

... ganar el lomo que limita la ladera de El Rostro. Allí, al salir del robledal, sobre cuyas copas destacaba el Risco Redondo, me encontré con un hito puesto sobre un gran canto, que recordaba de haber visto a la subida.

Efectivamente, me encontraba ante la pista del inicio que, tomada a la izquierda (N), me devolvió en pocos minutos al Tormes, frente al área recreativa donde esa mañana había dejado el coche.

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