Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Incluir en la
misma ascensión la Peña los Años y la Salgueiro es bastante habitual, por su
cercanía. Lo es menos dar toda la vuelta a la cabecera de Vallinaluenga, lo que
obliga a afrontar unas dificultades mínimas, pero no nulas. Aun así, las
pequeñas trepadas que hube de pasar para completar el cresteo están al alcance
de la mayoría de los senderistas, con la lógica condición de carecer de vértigo
y tener un poco de agilidad. Por otro lado, el itinerario es precioso y las
vistas del Montihuero en el tramo de Peña Redonda y Las Coloradas son únicas;
para no perdérselas. Y es que mil veces iré a estas montañas de la Babia y
otras tantas me dejarán con la boca abierta.
RELATO GRÁFICO:
Salí de
La Cueta por la pista que remonta el curso del Río Sil y que, al poco, cruza a
la vertiente izquierda.
Recién
pasado un pequeño alto, dejé el carril por otro, más modesto, que sale a la derecha
(S) y...
... remonta
la empinada ladera de El Muro hasta una collada (1.596), desde la cual...
... se
divisaba la mole de Peña Salgueiro, a la izquierda de la terraza empradizada
por donde sigue el camino. Yo lo dejé por ese mismo lado (SE), para dirigirme
hacia la primera cima del día, a través de una ladera de matorral y pasto
que...
...
resultó menos incómoda de lo que parecía, pues, además de encontrar bastantes
trazas de ganado, el matorral no era ni tan alto ni tan denso como parecía al
principio. Mientras ganaba altura en diagonal, fueron descubriéndose otras
montañas a mi espalda y...
... a mi
derecha, donde se aprecia el tajo del Río de Vallinaluenga.
Éste, en
realidad, no es más que una torrentera seca que, a juzgar por la hierba que
crece en el cauce, debe de correr muy poco. A pesar de ello, ha abierto un
potente surco. Tras cruzarlo, giré a la izquierda para remontar más
directamente la pendiente, en busca de una fractura en el cantil de roca que
defiende la cuerda y que, en forma de repisa, se apreciaba ya desde aquí.
Llegando
a la misma, una mirada atrás. Más allá de la ladera que acababa de superar, se
distinguían ya en el horizonte el majestuoso Cornón de Peñarubia y la tremenda
masa gris de la Penouta, entre otras crestas.
Efectivamente,
tal como se veía desde abajo, una breve terracita me permitió ganar la cuerda sin
dificultad.
Estaba hacia
los 1.750 m de altitud, y me quedaban 400 de desnivel hasta la cima, cuando
inicié la remontada de lo que, en principio, se presentó como un amplio lomo
pedregoso de mediana pendiente.
A mi
izquierda, se iba descubriendo la Peña Los Años, cumbre mayor de la jornada.
La subida
continué sin cambios; en todo caso, el lomo se hizo aún más regular. Tomándolo
con calma, se supera muy cómodamente. Al cabo, empecé a ver la cima de Peña
Salgueiro y el tajo de Vallinaluenga, que la separa de Los Años.
Según subía,
el horizonte se iba ampliando a mi espalda.
Cuando
apareció la cima, distinguible por el muñeco plantado en la misma, se descubrió
también el horizonte oriental, donde destacaban dos maravillas de roca:...
... la
cresta que une los Picos del Fontán con Peña Ubiña y...
... el
Montihuero, que aparecía enfrentado a la Ubiña Pequeña.
Ya en la
cima, girándome a la izquierda, veía la cresta de Los Años, sobre la cual
sobresalía la de Chagüezos, al otro lado de la Vallinaluenga.
Al
noroeste, sobre el lomo que me había llevado allí, destacaba ahora también la masa
del Muxivén, a la izquierda del...
...
Cornón y la Penouta.
Al
suroeste, las sierras de Villabandín y Gistreo llenaban el horizonte a ambos
lados del llamativo Pico la Crespa.
Comencé la
bajada prosiguiendo por la cuerda al sureste, hacia la chaparra silueta de la
punta oriental (2.112), desde la cual hay...
... esta
perspectiva de una Peña Salgueiro alomada y pedregosa. Lo normal ahora sería
volver a la horcada anterior (2.092) para bajar a la Vallinaluenga y cruzarla
para ascender a Los Años. Pero no era esa mi idea, sino...
...
continuar recorriendo las crestas que rodean la cabecera de la cuenca. Lo
primero, manteniendo la misma dirección sureste, bajar por un empinado lomo
pedregoso al collado inmediato (1.994) y luego emprender la subida, por un
tendido lomo herboso, a la Peña Valgueiro, cuya cima quedaba, como se ve, un
poco a la derecha del entronque.
El
descenso resultó más movido de lo que esperaba, sobre todo en su parte
inferior, donde, además del terreno empinado y movedizo de piedras sueltas, me
encontré unos pocos escalones breves y no del todo verticales, pero en los que
tuve que ayudarme de las manos (I). Luego, subiendo por el lomo subsiguiente, vi
que había línea de bajada todo sin pedrera, pero eso, cuando desciendes, no se
ve y tampoco había marcas que seguir. En todo caso, la cosa, tomándosela con
calma y cuidado, resulta fácil.
Y, al
llegar a la cima de Peña Valgueiro, aparecieron de sopetón los desplomes de la
cara sur de la Peña Redonda. Más allá, el Montihuero. Y, a los lejos, un fondo de
crestas sobre la Babia.
Al otro
lado, otra perspectiva de la Crespa y el Muxivén.
Si me
volvía, las peñas Salgueiro y Los Años, a ambos lados de Vallinaluenga. Pero
esta punta no es sino una esquina en el recorrido envolvente de la cuenca. Me
esperaban cimas mayores, así que giré a la izquierda (NE) y recorrí el lomo que
me separaba de Peña Redonda, pacífico al principio, hasta topar con la cresta
rocosa de ésta.
Pero no
es tan fiera; a la izquierda de la roca gris, un muro tendido y escalonado (I) de
caliza rubia permite ganar la cuerda fácilmente, aunque son casi 20 metros de
altura y algún paso puede impresionar.
Luego, el
lomo es amplio y pedregoso, al menos al principio.
Según
subía fueron presentándoseme perspectivas fascinantes, tanto hacia los roquedos
de la propia montaña, como...
... hacia
Vallinaluenga.
El acceso
a cumbre, aunque afilado, carece de dificultad.
Desde
esta Peña Redonda, el Montihuero comienza realmente a mostrar sus bellezas,
realzadas si cabe por la compañía de las Ubiñas y el Morronegro.
Al sur,
corre el verde vallecito del Arroyo de la Fuenfría hacia la Babia.
Desde
aquí, la Peña Salgueiro tiene una pinta más bravía.
Junto a
la de Los Años, se veían las montañas de la cabecera del Sil, entre las que
destacaban la masiva Peña Chana y, altiva, la Orniz. Debajo de ésta, cerca y a
la derecha de la foto, está la cresta de Las Coloradas, siguiente hito del
cresteo. Me dirigía ella por las rampas herbosas que flanquean el collado (2.042)
intermedio.
Al bajar,
se iban descubriendo los roquedos de la cara noroeste del Montihuero.
Desde Las
Coloradas, la Peña Redonda exhibe este aspecto engañosamente apacible.
A la
izquierda, la vista del Montihuero era tremenda.
Al
noreste, la Peña Orniz reinaba sobre un complejo relieve calizo.
Girando a
la izquierda (NO), continué por la cuerda camino de Los Años. De camino,
pasaría por Las Malvosinas, poco más que un hombro pero con buenas perspectivas.
Al bajar
de las Coloradas, una mirada atrás para contemplar su cara norte. Tras un tramo
rocoso y afilado, aunque sin dificultad,...
... la
cuerda se ensanchó y empinó al llegar la hierba. Aprovechando esos pasillos
herbosos, acabé de bajar al collado intermedio y acometí la breve subida a la
punta de Las Malvosinas.
Desde
allí, una mirada atrás, a la cresta desde Las Coloradas, antes de...
...
emprender la penúltima subida de la jornada, que me llevaría a la cumbre mayor
de las visitadas.
Desde la
Peña Los Años, al noreste el panorama estaba dominado por la Peña Orniz y las
Ubiñas.
Al sureste, delante del Montihuero, la cresta recorrida desde Peña Redonda.
La
perspectiva hacia la peña Salgueiro quedaba algo estropeada. Más a la
derecha,...
... sí
llegaba a verse el fondo de Vallinaluenga, incluyendo el rellano por el que
saldría de la misma. Al fondo, seguían destacando las líneas armoniosas del
Cornón, entre la contundencia del Muxivén y la grisura descarnada de la Penouta.
Pero aún
quedaba el postre. Seguí por la cuerda al noroeste, hacia el cercano pico del
Corisco.
Desde esa
última punta del día, hay una buena perspectiva atrás, a la última parte del
cresteo, y a la Peña Chana enmarcada por la Orniz, las Ubiñas y el Montihuero,
entre muchos otros.
Y, ahora,
sí, a regresar a La Cueta. En primer lugar, prosiguiendo por la cuerda.
También
este Corisco muestra carácter.
Al
avanzar, los Picos Blancos mostraban su mejor ángulo.
Al llegar
a una collada, más allá de la cual, aún se levanta mínimamente la cuerda, giré
a la izquierda (SO), para...
... bajar
hacia Vallinaluenga por la ladera herbosa. Me dirigí hacia lo que se ve como el
fondo de un embudo poco acusado. Al pasar ese punto, el terreno se desploma y
yo giré a la derecha (NO), para...
...
atravesar la ladera por repisitas de hierba. Tras cruzar un lomo, me...
... me
encontré ante una ancha pendiente pedregosa. Por ella acabaría la bajada.
Incluso, por debajo de los dos montañeros, se veía la traza de una senda, que
me apresuré a tomar para...
...
volver a atravesar la ladera hacia el oeste, donde se abría una collada
(1.868), a través de la cual asomaba una peña (1.906) característica, que me
serviría de referencia.
Desde
aquí, se veía la peña Salgueiro mejor que antes.
Tras
cruzar esa primera collada, sin hacer caso del trazo, crucé un rellano herboso
hacia otra (1.861), que se abre a la izquierda de la peña característica. Desde
ella,...
... reaparecieron
los Picos Blancos, al otro lado del valle del Sil y...
... se
despeña la Vachina del Miru, empinadísimo
tubo herboso, al fondo del cual se veía una cabaña. Había un buen trazo, pero
estaba embarrado y resbaladizo y se bajaba mejor por la hierba.
Éste descenso,
más empinado (y rápido) de lo que parece visto desde abajo, desembocó en...
... la
pista que recorre el curso del Sil. Es la del principio, así que ya sólo me
quedó seguirla a la izquierda (SO) para regresar a La Cueta.
Comentarios
Publicar un comentario