Peña Valdorria (1.926)

ASCENSIÓN DESDE VALDORRIA

CARA SE (INVERNAL)

La Peña Valdorria culmina una cresta situada, en el límite meridional de la Montaña Central leonesa, entre los macizos del Polvoredo y el Bodón. Se trata de una montaña típica de las que se asoman al Valle del Curueño; una altiva masa caliza, levantada sobre prados y bosques donde predomina el roble. Junto con su importante prominencia, su posición, centrada en este segmento de cordillera y a la vez desplazada hasta enfrentar la Meseta, hace que desde su cumbre se domine un amplio panorama de montañas que va de la Sierra de Gistreo al Alto Carrión en lo cantábrico, mientras que, al otro lado, la vista se extiende por encima del páramo leonés hasta el largo cordal del Teleno. A su alrededor, lo valles profundos alojan pueblecitos tranquilos pero no abandonados y hay una sensación de apartamiento que añade un encanto adicional a las excursiones.

Cara cara suroriental de la Peña Valdorria es empinada, pero una amplia canal que asciende desde la base del monte y una terraza diagonal de mediana pendiente permiten superarla con relativa facilidad. En este caso, bajé por el mismo itinerario, aunque, disponiendo de tiempo, hay otros retornos atractivos siguiendo la cuerda la noroeste para volver luego descendiendo el Arroyo de Valdecesar.

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Central (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Valle del Curueño
  • Base de partida: Valdorria (León)

ACCESO: Valdorria está 45 km al norte de León, por Robles de la Valcueva, La Vecilla de Curueño y Valdepiélago. Lo natural sería salir del collado (1.362) de acceso al pueblo pero no hay buen sitio para aparcar; es mejor entrar en el caserío. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.332 / 1.926
  • Mi tiempo efectivo: 2h35
  • Mi tiempo total: 3h40
  • Dificultades: F en las condiciones del día (nieve dura continua a partir de la cota 1.600). Pala de nieve de 250 m, con pendiente media de 30º bastante regular y máximos de 35º, que hay que subir y bajar. Si la cota de nieve estuviera más baja, esto podría prolongarse hasta los 450 m de desnivel.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: 
Desde Valdorria, regresar por la carretera al collado (1.362) y tomar un camino de tierra a la izquierda (NE). Al pasar a la vertiente oriental, continuar, sin senda, ascendiendo en diagonal por la ladera, siguiendo la base de un estrato de roca. Al abrirse el terreno al pie del cóncavo que forma la cara sureste, remontarla a la izquierda (N), primero por pedregal y luego por nieve, hasta topar con un gran resalte calizo hacia la cota 1.700. Dejando de lado una característica aguja, girar a la izquierda (O) para seguir ganando altura por una ancha terraza diagonal. Al llegar a un hombro sobre la cota 1.850, girar a la derecha (NO) y ganar por el lomo la cumbre de la Peña Valdorria (F). Bajar por la misma ruta para volver a Valdorria (F).

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ésta es una ascensión corta pero intensa, muy empinada de principio a fin, a un pico de fuerte carácter alpino y extenso panorama. Además, el día escogido el paisaje presentaba una particularidad no muy frecuente en estas latitudes: una cantidad considerable de nieve en las montañas brillaba inmaculada sobre unos bosques vestidos de otoño; todo un lujo. Con su orientación obvia y estando libre de obstáculos más allá de la fuerte pendiente, la ruta, en seco, podría ser afrontada por cualquier senderista, a condición de tener buenas piernas y pulmones. Pero con nieve, como es el caso, hay que contar con una mínima preparación en técnicas invernales, ya que la salida de la terraza puede resultar expuesta si se encuentra helada.

RELATO GRÁFICO:

Una vez aparcado el coche en Valdorria, comencé a caminar deshaciendo camino (E) por la carretera bajo la masa caliza de la peña. A punto de llegar al collado (1.362) por donde había accedido desde el valle del Curueño, dejé el asfalto por una pista a la izquierda (N) para…

… abandonarla a su vez, a los pocos metros, por la derecha (NE), pasando a seguir la cerca que rodea un prado. Así, culminé enseguida el lomo, desde el que mirando atrás se veía, sobre los tejados de Valdorria, el telón de peñas (Galicia, Amargón, Pinguera), que domina bellamente el pueblecito.

Al otro lado, cambiaba de vertiente y me recibió la cresta de Prado Llano, que se levanta al otro lado del Curueño. Giré entonces a la izquierda (NE) para,…

… ya sin camino, pasar a recorrer la ladera de la montaña hacia el centro de la cara sureste, que forma un cóncavo que se adivina entre el cancho más cercano y la cresta del fondo. Atravesé la zona de placas, siguiendo una tendida diagonal de repisas herbosas.

Éstas no son continuas ni demasiado cómodas pero tampoco hay obstáculos y pronto fue quedando atrás el collado.

Cuando se abrió a mi izquierda (N) un gran tubo pedregoso, giré hacia ese lado y comencé a remontarlo. Enseguida aparecieron unos hitos que marcaban, no una senda que merezca tal nombre pero sí una traza de rocalla más pisada, y decidí aprovecharla.

Al ganar altura, a mi espalda fue descubriéndose, por encima de las abruptas peñas de San Froilán y Morquera, la Meseta infinita, más allá del Valle del Curueño.

Superados unos 200 metros, comencé a pisar nieve al acercarme a un estrechamiento del tubo, donde dos riscos parecen formar un pórtico. En medio, se veía otro picacho rocoso (su culminación es la aguja característica que veía desde el valle del Curueño), que rodeé por el lado oeste (izquierdo).

Enseguida, a poco de pasar la cota 1.600, la nieve se hizo continua aunque se mantenía con poco espesor y bastante consistente, obligando ya desde el principio a patear para sentar el paso. El ambiente se iba haciendo también más alpino y…

… la pendiente alcanzó y superó enseguida los 30º. No es que sea mucho, pero tampoco es trivial.

Hacia los 1.700 m de altitud, llegué al pie de unos canchos más empinados y, dejando de lado a la derecha la aguja característica,…

… giré a la izquierda (O) para seguir subiendo por una ancha terraza. La pendiente seguía, bastante regular, entre los 30º y 40º. Al este, por encima del pico de Prado Llano, habían aparecido en el horizonte el Espigüete y la Peña Corada, entre otros.

La terraza, que supera unos 150 m de desnivel, se fue tendiendo, presentando incluso algún rellano, en su mitad superior. Resultaba atractivo ver cómo culminaba este pasillo glacial contra un impoluto cielo azul. Además, ésta era para mí la primera nieve de la temporada y eso siempre me ha provocado un estado de ánimo algo exaltado.

A mi derecha, se fue descubriendo la punta secundaria (1.912), anunciando la proximidad de la cumbre.

A mi espalda, el panorama era impresionante, habiéndose acabado de descubrir el Alto Carrión, delante del cual, se apreciaba el tremendo trapezoide de las Peñas Pintas. Mientras tanto, la nieve se había ido haciendo cada vez más dura; pese a golpear de firme, sólo conseguía meter la puntera de la bota y comencé a echar de menos los crampones.

Llegando cerca del hombro culminante, descubrí la cumbre. Este final de la terraza, se encuentra…

… en la arista sur de la Peña de Valdorria y, desde el mismo, descubrí la mole del Polvoredo, asomando aún tímidamente. Detrás, se distingue a su izquierda la Sierra de Gistreo y, mucho más lejos, el gran cordal que forman la del Teleno y los Montes Aquilianos.

Volviendo la mirada a la izquierda, veía muy abajo el pueblo de Valdorria y, al otro lado de unas lomas, el Valle del Curueño, corriendo hacia la brillante superficie gris de la meseta. Pero mi objetivo estaba al otro lado.

Girando a la derecha (N), remonté los 50 metros de desnivel que me restaban para la cima, por un lomo helado. Este tramo final parecía incómodo por la irregularidad de los cantos cubiertos por una fina capa de nieve endurecida, pero…

… tomándomelo con un poco de cuidado, pude encontrar un itinerario que, zigzagueando entre las zonas más “bacheadas”, me llevó por pendientes cómodas que no pasaban de 30º.

Lo primero que te recibe en la cumbre de la Peña Valdorria corta el aliento: de izquierda a derecha, el Polvoredo medio tapando las sierras de Gistreo y Villabandín; luego, los montes de Luna y las Ubiñas por encima del Machacao; siguen el Bucioso y el Brañacaballo con sus satélites, y, pasando al otro lado de la cresta que proyecta al noroeste el Valdorria, se alinean las cumbres de Faro.

Entre todo esto, si algo destaca son las Ubiñas, reconocibles pese a la lejanía.

Al norte, se muestra el Bodón con el fondo de las cumbres de Faro, donde destaca la Morala, y la Sierra de Sentiles. Más cerca, otros dos peñascazos: la Sopeñallana y la Verde.

Al este, se llegaba a ver el Cornión por encima de la mole caliza del Susarón y la cresta del Cueto Ancino. Más a la derecha, siguen los Mampodres, la Sierra Mediana y el Alto Carrión, delante este último de los montes de Riaño. Por fin, por encima del vecino pico de Prado Llano, la Sierra del Brezo y la Peña Corada.

Un zoom a la parte del Cornión y Mampodres: se distinguen el Pico del Lago, la Peña Ten y la Peña Santa; por encima de los Mampodres, asoman ligeramente las crestas grises de los Urrieles.

El Alto Carrión: se alinean en el horizonte Peña Prieta, Murcia, Curavacas y Espigüete (¡montañón! estaba a 60 km). Ahora sí que se ve bien Peñas Pintas ¿eh? ¿Y ese peñasco de en medio? Pues la modesta Peña de San Pedro, que no llega a 1.600 m… una más de la zona.

Y, en fin ¿qué decir de Peña Corada? Con su altitud modesta, altiva y solitaria, orgullosa se diría, se eleva separada del resto de la cordillera. ¿Una montaña rebelde?

Al sur, se extendía la meseta hasta perderse la vista, abombado sólo ligeramente el horizonte, hacia la derecha, por los Montes de León.

Antes de volver por donde había venido, me fijé en esta composición del Polvoredo y todo aquel horizonte occidental que me recibió al llegar, visto a través del estrecho corredor que baja hacia la Portilla del Agua.

Al iniciar el descenso, descubrí que, si las vistas iban a ser las mismas, el cambio de luz permitía ahora apreciar mejor el vivo colorido de los valles.

De hecho, a mitad de la terraza fueron llegando unas nubes, altas y pacíficas, cuya sombra...

... colaboró a mejorar aún más la visión del paisaje. Y así, alternando la mirada entre los valles,...

... los montes vecinos y el horizonte, fui descendiendo con calma hasta dejar primero la terraza,...

Para entrar en el tubo inferior, desde donde fui viendo el collado (1.362) próximo a Valdorria. Tras dejar atrás la nieve, caminando...

... por el pedregal, llegué al lugar donde había comenzado la remontada esa mañana pero, viendo hitos más abajo, continué perdiendo altura.  Unos 50 m más abajo, la canal se cerró y empinó y dejé de ver señales. Entonces giré a la derecha (SO) y...

... atravesé la ladera siguiendo el borde inferior de los canchos que, de subida, había atravesado. Lo cierto es que esta opción es más incómoda, a través de pedrera suelta y teniendo que ir rodeando arbustos. Mejor por la roca. Volví a pisar hierba cerca del lomo que baja de la Peña Valdorria, que alcancé, como a la ida, algo por encima del collado. Desde allí,...

... me volví a despedirme de la vertiente del Curueño. Ahora se distinguía muy bien el contraste entre los bosques otoñados y los adustos gris y blanco de la crestería de Prado Llano, a cuyos pies el sol iluminaba las casitas de Nocedo.

Ya sólo me quedaba bajar un poco por el otro lado para llegar a la carretera y tomarla a la derecha (O) para entrar en Valdorria.

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