Pico Murcia (2.351)

ASCENSIÓN DESDE CARDAÑO DE ARRIBA

CRESTEO NORTE - SUR

El Pico Murcia está en el Macizo de Peña Prieta, corazón de la Montaña Palentina. Sin figurar en la trilogía de grandes cumbres del Alto Carrión, se trata de una montaña destacada, de considerable prominencia y altivez y una forma piramidal casi perfecta. Con sus laderas medianamente empinadas, limitadas por aristas alomadas y cubiertas de hierba, matorral y canTos, resulta quizá la cima más accesible de la zona y el mejor lugar para contemplar a su vecino el Espigüete, junto con otras montañas de este nudo central de la Cordillera Cantábrica.

La ruta combina los dos itinerarios de ascensión más accesibles desde Cardaño. El más habitual del Alto de la Ceresuele para bajar y su alternativo, similar en dificultad y longitud, del collado y arista norte, para subir. El resultado es un recorrido circular, muy fácil, completo y natural por la vertiente oriental de la montaña.

El Pico Murcia desde el sur, con los Picos de Europa al fondo

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Carrión (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Macizo de Peña Prieta
  • Base de partida: Cardaño de Arriba (Palencia)

ACCESO: Cardaño de Arriba está 125 km al norte de Palencia, por Guardo, Velilla del Río Carrión y Cardaño de Abajo. A la entrada del pueblo, hay un aparcamiento y de ahí sale el camino por el que empieza la excursión. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.415 / 2.351
  • Mi tiempo efectivo: 4h20
  • Mi tiempo total: 6h04
  • Dificultades: F+, en las condiciones del día (mediano espesor de nieve blanda, continua a partir de 1.700 m). Pendientes de nieve de hasta 40º. Un corto tramo por prado pedregoso y matorral, sin senda pero cómodo.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Cardaño de Arriba remontando el Arroyo de las Lomas y, al llegar a la confluencia del Arroyo de Valcabe, tomar a la izquierda (N) la senda que sube por él. Al dar con el Arroyo de la Cuenca, dejarla por la derecha (NO) para seguir su curso y ganar la cuerda en el Collado de Peñas Zahurdas. Tomar el lomo a la izquierda (S) para culminar el Pico Murcia.

Proseguir el cresteo al sur, hasta el Alto de La Ceresuela y bajar por la loma de la izquierda (SE) hasta el collado (2.151). Dejarse caer por la vaguada izquierda (NE), a través de la gran cuenca que da origen al Arroyo de Valcabe para, siguiendo su curso, reencontrar el itinerario de subida en la confluencia con el de la Cuenca y, deshaciéndolo, regresar a Cardaño de Arriba.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta combinación invernal de las rutas normales y más frecuentadas del Pico Murcia es una actividad divertida que transcurre en un entorno espectacular en los valles y panorámico en cresta, con permiso de las nubes, claro. La única dificultad que plantea se debe al tramo de pendiente mediana (40º) que encontré a la bajada que, sin suponer un gran obstáculo, obliga a poner algo de cuidado y a coger el piolet. El resto, aun nevado, no pasa de ser una caminata por terreno agradable que, si no calificaré de relajada, tampoco diría que es exigente.

RELATO GRÁFICO:

En Cardaño de Arriba, tomé la Senda del Pozo de las Lomas, que sale al norte del fondo del aparcamiento. Ya desde el primer momento se distinguía la nieve, muy arriba sobre la verdes laderas. El camino es una cómoda pista, marcada como PR, que asciende suavemente,…

… remontando el Arroyo de las Lomas, curso principal del valle, que baja del corazón del macizo.

Pronto, fue quedando atrás Cardaño y, volviendo la vista, podía verse el bonito cuadro que formaban la espadaña de la iglesia y las dos cimas del Fraile, en la Sierra del Brezo, asomando por la boca del valle.

Al poco, pasé junto a una fuente y casi inmediatamente la pista giró a la izquierda (SO). Siguiendo las marcas blanqui-amarillas, la dejé de lado y continué recto por una senda estrecha. Poco a poco, me acercaba a la confluencia del Arroyo de Valcabe, que la vereda cruza por un puente. Una vez al otro lado, me desvié del camino principal, y del PR, a la izquierda (N), por...

... una senda que remonta, por su vertiente izquierda, este nuevo barranco, al fondo del cual se iban ya viendo las nieves de Peñas Malas.

Poco después, desemboqué en una pista, la misma del inicio, que había cruzado el arroyo por un vado aguas arriba del puente. Por ella, continué remontando el Valcabe, que gira al oeste, momento en que apareció la figura triangular del Pico Murcia, brillando blanca al sol.

Insensiblemente, iba ganando altura y pronto pude ver también, a mi espalda, el trío formado por los picos de Hoya Contina, el Vallejo y las Canchas de Ojeda, en el brazo oriental del valle principal. Por cierto, que todo este tramo, en domingo soleado y con la montaña así de nieve, lo realicé rodeado de numerosos grupos.

Según me acercaba, el aspecto del Pico Murcia se iba haciendo más impresionante, hasta llegar a un amplio rellano donde el valle se abre y confluyen varios torrentes.

Estaba a 1.650 m de altitud y la nieve en vertientes expuestas al norte era ya continua y con pinta de tener buen espesor. El cauce principal toma allí dirección sureste, lo mismo que la senda y las rutas más usadas. Por ello, a partir de ese punto, quedé solo, al dejar el camino y girar al otro lado,...

... a la derecha (NO) para seguir ahora el Arroyo de la Cuenca, que baja del Collado de Peñas Zahurdas, donde pensaba ganar la cresta y que empezaba a descubrirse tímidamente al fondo. Esta ruta, si bien no es muy habitual, tampoco es una rareza y esperaba una senda. Si la hay, fui incapaz de encontrarla. Como el terreno no era malo, tiré por derecho, remontando una ladera de mediana pendiente, sin nieve y poblada de matorral abierto, llevando el saltarín torrente a la izquierda.

Al cabo de unos 50 metros de desnivel, me encontré en una terraza, desde la que la vista hacia la cabecera de Valcabe, por donde luego bajaría, era estupenda. Incluso se distinguía, a la izquierda, la bajada desde la cuenca superior de Las Ceresuelas, que resultaría ser el tramo más empinado de toda la ruta.

Como esta amplia repisa, pese a su leve inclinación lateral, permitía atravesar la ladera con comodidad, la seguí a la izquierda (O), hacia la horcada, que ya se veía bien clara bajo la cumbre del Murcia. Al trasponer un cercano contrafuerte,...

... entré en la cuenca del Arroyo de las Zahurdas, que baja de Peñas Malas y que rodeé, cruzando el torrente entre dos cascadas. Estaba a 1.800 m de altitud y la nieve fue continua a partir de aquí. Sin dejar de seguir el rellano, volví al Arroyo de la Cuenca,...

... cruzando otro curso de agua, anónimo, antes de girar a la derecha (NO), para seguir otra terraza, más empinada pero sin acercarse siquiera a los 30º, adosada a la ladera septentrional del barranco. La subida de aquí al collado, es muy bonita, bajo la cara norte del Pico Murcia. Claro que, si miraba atrás,...

... la cresta de Hoya Contina a Canchas de Ojeda sobre el valle, aparecía cada vez más hermosa también.

La perspectiva del Pico Murcia variaba al avanzar, pudiendo apreciarse cada vez mejor el perfil de la arista a superar una vez alcanzada la cuerda.

La nieve estaba cada vez más blanda y me hundía hasta la rodilla, así que, cuando vi que la repisa moría contra un cancho que se prologaba continuo hasta la cuerda,...

... no me lo pensé y me encaramé al mismo. Fue un alivio caminar por terreno consistente. Al volverme cerca de culminar, vi que la doble cumbre del Curavacas empezaba a asomar sobre el Pico de Hoya Contina.

El Pico Murcia mostraba su faz más fiera; un pequeño cóncavo formado entre la cara norte y el lomo por el que iba a subir.

Al llegar al Collado de Peñas Zahurdas, descubrí al otro lado crestas cubiertas de nubes que, además, venían hacia mí y a buena velocidad... ¡Vaya! Tenía que haber madrugado algo más. De momento, al oeste, más allá del cercano Pico de la Rasa a la izquierda, poco se distinguía de las montañas de Riaño. Más a la derecha, sí se apreciaba la complejidad de...

... los cordales que rodean cabecera del río Orza y...

... la altivez del Corcadas.

Girando a la izquierda (SO), acometí la parte final de la subida por la cuerda, ancha, suave y pedregosa. Tenía poca nieve pero, por una vez, me alegré, recordando cómo estaba en el barranco que acababa de superar.

En cuanto gané un poco de altura, descubrí a mi espalda la Peña Prieta, más allá de Peñas Malas. Al fondo a la izquierda, se aprecian algunos riscos de Picos de Europa asomando sobre las nubes; por desgracia, fue todo que vi de los tres macizos.

A la izquierda, el Curavacas aparecía despejado y aparentemente visible: en realidad, del pico en sí sólo asomaban las puntas.

La pendiente, que había comenzado escasa, se fue incrementando, hasta ser mediana hacia la mitad de la subida, precisamente en un tramo en que la nieve dejó totalmente paso al cantizal.

Para entonces, las nubes habían comenzado a invadir el macizo, ocultando ya Peña Prieta y Curavacas.

Tras el tramo seco, llegué a un entronque de aristas defendido por un ventisquero donde la pendiente alcanzó los 40º por primera vez. Pero el paso era corto y encontré la nieve bastante consistente, casi por única vez en la jornada.

Al superar el escalón, descubrí al otro lado el cordal que une el Espigüete, casi invisible a la izquierda, con el Pico de la Rasa. Más lejos, la mole rechoncha de Arbillos a la izquierda y la oscura Peña Corada centrada en la foto, mientras que los montes de Riaño, a la derecha, seguían casi invisibles. Aquí giré a la izquierda (SE), para...

... continuar la subida por la cuerda, que se presentaba ahora como una verdadera pasarela, blanca y regular, con una pendiente superior a 30º y apuntando a un cielo todavía azul. Y encima, sin crampones, se hundían justo las suelas. Una gloria. Qué pena que fuera tan corto.

Efectivamente, la cresta se tendió enseguida y, ya hasta la cumbre, volvieron a asomar las piedras. Aunque esta arista es más estrecha, como se ve, no llega a ser expuesta. Y las nubes, que no cesaban de llegar. De hecho, a la izquierda debería de verse la cara norte del Espigüete y, en su lugar había un muro de niebla.

A la izquierda, hacia el Curavacas, era la única dirección en que la vista estaba más despejada. Y tampoco duró mucho...

Cinco minutos después de la anterior foto, éste era el panorama desde la cumbre del Pico Murcia, mirando atrás, a la arista por la que había llegado.

Sólo se veía algo hacia la Rasa y,...

... ocasionalmente, hacia el Curavacas. Al menos, la bajada por Las Ceresuelas, que se veía abajo en esa dirección, permanecía despejada.

Una de las cosas que más me atraía de visitar el Pico Murcia era contemplar de cerca y a su nivel la cara norte del Espigüete. Pues bien, esto me encontré. Qué pena no haber salido una hora antes. Estuve a pesar de ello un buen rato en cumbre viendo si se abría pero nada; cuando me cansé de aguantar la humedad y el vientecillo helado que se sentían dentro de la nube, comencé a descender por un ancho lomo que cae al sur (derecha al llegar).

Con su orientación, estaba limpio de nieve y, siendo la normal más normal, desde arriba vi mi paso a través del pedregal facilitado por un buen trazo marcado con hitos, que además no venían mal con esta niebla.

Al menos, la bajada fue buena, por terreno despejado y regular y con la incomodidad de los cantos atenuada por la traza. Al llegar al collado inmediato (2.198), la visibilidad no iba a mejor. Había previsto un recorrido más largo por la cresta pero, tal como estaba de tapado, decidí que no merecía la pena y...

... me dispuse a bajar por el cuenco de Las Ceresuelas, que se abría a mi izquierda. Pero tampoco inmediatamente.

Buscando el mejor acceso, proseguí todavía un poco por la cuerda, sobrepasando el Alto de la Ceresuela (2.206) y tomando el lomo de la izquierda (E) cuando se divide. Así salí al collado (2.151), desde donde la bajada es, en teoría, menos empinada. Rodeando el peñasco que se alzaba en el entronque por la derecha; es decir,...

... por la vertiente que da al Espigüete, me encontré con que éste seguía sin verse y, sin embargo, el sol iluminaba el fondo del Arroyo Mazobre. ¡Qué cosas!

Llegado al collado, me dejé caer a la izquierda (NE), por la regular ladera, ligeramente abombada, de Las Ceresuelas que,...

... a lo largo de 200 metros de desnivel, fue suavizándose paulatinamente desde los 30 a los 20º. Por aquí me encontré unas huellas de esquíes, que me vinieron bien para mantener la dirección buena.

Hacia los 1.950 m de altitud, salí de las nubes, casi al tiempo que llegaba a un rellano, tras el que el terreno parece volver a empinarse. Viendo la boca de un tubo a mi izquierda, decidí bajar por él.

Pero no había perdido 50 metros por él cuando me encontré con una brusca caída del terreno. No es que la pendiente fuera extrema (calculo entre 50 y 60º y había una huella de snowboard) pero como a la derecha era menos pino, me desplacé a ese lado en horizontal hasta que, al cabo de 100 metros, me pareció la cosa más abordable. Inspirado por la traza de unas tablas, me dejé caer a la izquierda, descendiendo directamente unos 100 metros con una pendiente de unos 40º.

A partir de ahí, la pendiente se atenuó ya definitivamente. Estaba en lo más alto del Arroyo Valcabe, que corre aquí por un amplio y suave barranco, hacia el pico de Coto Redondo. Siguiendo su curso, llegué enseguida a la confluencia donde a la subida me había separado de la senda.

Ahora, la cabecera de Valcabe se mostraba más adusta que esa brillante mañana.

Y no digamos el Pico Murcia, que ahora aparecía tocado por una nube.

Total, que ya sólo me quedó, en la calma de primera hora de la tarde, deshacer el camino de ida desde la confluencia de los arroyos de Valcabe y La Cuenca hasta Cardaño de Arriba.

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