Pico del Pinar o del Lago (2.009)

ASCENSIÓN DESDE EL VALLE DEL PORMA

INVERNAL POR LA LOMA DE LOS PINARES DE LILLO

El Pico del Lago, también llamado del Pinar, es una cumbre situada en el extremo noroccidental del Macizo del Mampodre, donde no destaca por su altitud, pero sí por su presencia altiva e individualizada. Esta montaña se yergue separada del cuerpo principal del macizo y su estrecha cresta, que se curva formando un circo abierto al oeste, está sostenida por empinadas laderas y un solo pico la culmina. Geología y vegetación son los típicos de la Montaña Leonesa, con formas abruptas pero sin grandes roquedos, que surgen de densos bosques de arbolado diverso. En torno al Pico del Lago hay varios parajes naturales singulares, muy bien conservados pese a la intensa actividad ganadera (o quizá precisamente por ella), siendo el más notable el Pinar de Lillo, alojado dentro del arco que forma la montaña

La ruta de ascensión es simple: consiste en remontar el brazo meridional del curvo cordal que conforma la montaña. Excepcionalmente, regresé por el mismo itinerario de subida, aunque mi idea original era otra. Había previsto continuar por la cuerda al noroeste de la cima y, luego, regresar por un camino que atraviesa el interior del cuenco, visitando de paso el bosque que da nombre a la loma de subida. Las condiciones de la nieve, muy blanda fuera de las crestas, y el fuerte viento reinante me hicieron abreviar la ruta.

El Pico del Lago, con su cima rasada por las nubes, al extremo de la Loma de los Pinares de Lillo

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Oriental (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Macizo de Mampodre
  • Base de partida: Cofiñal (León)

ACCESO: Cofiñal está 70 km al NE de León, por Barrio de Nuestra Señora, Boñar y Puebla de Lillo. Atravesar el pueblo y continuar 2,5 km más por la misma LE-333, hasta que, pasado el PK.4, sale a la derecha (SE) la pista forestal que remonta el valle de Tronisco. No hay mucho sitio para aparcar, pero se puede. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.226 / 2.009
  • Mi tiempo efectivo: 4h53
  • Mi tiempo total: 6h54
  • Dificultades: F, en las condiciones del día (nieve continua desde el inicio; entre 10 y 40 cm de nieve fresca sobre otra capa más dura). Aunque la ruta transcurre por caminos, incluye pendientes de nieve de hasta 30º y un corto tramo expuesto por arista.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Desde la carretera del valle del Porma, a la altura de la ladera de Las Lamas, tomar la pista forestal que sale al SE para remontar el valle de Tronisco. Tras dejar de lado un desvío a la derecha (E) al pasar por El Robledo, girar a la izquierda (NO) en el segundo cruce que se encuentra, situado junto a una cabaña. El camino remonta ahora la Solana de Tronisco para alcanzar la Loma de los Pinares de Lillo. Una vez en la cuerda, seguirla a la derecha (NE) hasta culminar el Pico del Lago (F). Deshacer el mismo itinerario para volver a Las Lamas.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Como actividad invernal, esta ascensión al Pico del Lago es tan fácil como bella, a pesar de ser una ruta poco habitual. Un largo paseo por bosques, prados y un lomo del que da pena bajar. Aun con sus pendientes moderadas y su pequeño tramo expuesto, esta ascensión está al alcance de cualquier montañero con unos conocimientos mínimos de técnicas invernales; incluso creo que puede ser una buena ruta de iniciación a la nieve. Aunque el día que la hice fue duro, ya que encontré la nieve reciente aún y más abundante y blanda de lo que esperaba. Además, apenas había helado por la noche y la temperatura se mantuvo varios grados por encima de cero, casi diez más de lo que decían los pronósticos la tarde anterior, durante toda la jornada. Y a pesar de eso, disfruté.

La idea original era remontar la arista completa desde el Puente de los Hitos (500 metros más allá de Las Lamas por la carretera) y volver a través del Pinar de Lillo. Pero, preparando la ruta el día anterior (sábado) por la mañana, ya sin posibilidad de reacción, me enteré de que ese bosque es de acceso restringido, teniendo que solicitar permiso a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. Aunque un domingo con la montaña a tope de nieve es poco probable que me encontrara con nadie, por evitar líos decidí cambiar el itinerario por el que aquí presento.

RELATO GRÁFICO:

El sol brillaba en un cielo raso cuando salí del paraje de Las Lamas por la pista forestal que remonta el vallecito de Tronisco. Ésta empieza ascendiendo suavemente, bordeando unos campos...

... al fondo de los cuales lucía el Susarón. Azul y blanco deslumbrantes sobre los tonos mates de los árboles desnudos. Y todo, pese a estar en el valle, en medio de uno de esos silencios que sólo el acolchado de la nieve hace posibles. Un día perfecto, salvo por un pequeño detalle: no hacía frío. Me encontré la abundante nieve, ya de por sí reciente, más que blanda, fluida. Ya veremos hasta dónde llego, pensé.

De momento, unas rodadas eliminaban ese problema. Entré al poco en un breve trecho boscoso y, volviéndome, podía ver la Peña de San Justo, al pie de la cual había salido, entre las ramas de los árboles.

De nuevo en terreno despejado, dejé de lado un desvío a la derecha (E), que parece dirigirse a la Peña Fontesquera, una cima “marginal” del Mampodre. Las rodadas se iban por allí y...

... en la pista principal ya sólo se marcaban las huellas de un animal; puede que un corzo que entreví más arriba entre los robles y que fue el único ser vivo terrestre que me encontré en toda la jornada. Me puse las raquetas y proseguí la remontada. Cerca, entre los primeros árboles, se levanta a la izquierda de la pista una torre de observación; no subí por no descalzarme, pero tomé nota para la bajada.

El robledo de Tronisco, cargado de nieve y con el sol filtrándose entre las ramas, estaba bellísimo. No se hizo largo, aunque todo era igual y tardé media hora en atravesarlo.

Salí del bosque a la Solana de Tronisco, gran prado con un pequeño refugio abierto, el cual no proporciona otra cosa que un techo y un suelo de escasa limpieza. Allí, con la cresta que iba buscando a la vista, la pista se bifurca y yo continué por la izquierda (NO), para remontar la ladera.

Enseguida, reapareció en el horizonte la poderosa presencia del Susarón, que llevaba un buen rato oculto, más allá de la vecina Peña Fontesquera.

Fui remontando la ladera en diagonal, entre matojos dispersos. Rodeando la curva del monte, ...

... la aparición al oeste de la Peña de San Justo, enmarcando junto con el Runción la Sierra de Sentiles y el Toneo, me anunció...

... la cercanía de la cresta de la Loma de los Pinares de Lillo. En ella, un cartel prohíbe el paso, incluso caminando a la otra vertiente.

Supongo que por mantenerse en la cuerda no estoy incumpliendo nada, así que giré a la derecha (NE) y continué por el ancho carril o cortafuegos que la recorre.

Apenas había ganado altura cuando pude ver, a mi espalda, el aislamiento de la Peña de San Justo, abrazada por los valles de Isoba y Pinzón que la separan de otras montañas.

Vi por primera vez la cumbre, al extremo de un cordal de aspecto sereno, al pasar junto a la primera de las cotas (1.747) que lo jalonan. Como el resto de accidentes, rodeé el promontorio por la vertiente del Pinar, donde me encontré una nieve inmaculada... en la que me hundía hasta la rodilla con raquetas. Cuestión de tomárselo con calma porque, con el pico ahí delante... ¿quién se da la vuelta?

En la siguiente horcada (1.736), aparecieron a la derecha las cimas mayores del Mampodre junto a la Fontesquera.

Vino luego un tramo a plena cuerda en que, detrás, la Peña de San Justo imponía su contundente presencia. Con la altura, se habían hecho visibles a la derecha el Torres y la Rapaína.

Al otro lado del lomo, al sur, otro peñasco: el Susarón, a cuyos lados se aprecian el Embalse del Porma y el Bodón.

La andadura era apacible, sobre todo cuando empecé a encontrar zonas algo más consistentes (tampoco mucho, pero me hundía “sólo” hasta media pantorrilla). Las dos siguientes prominencias (1.798) y (1.861) las flanqueé, como ya dije, por la izquierda.

La pendiente lateral era mayor que hasta entonces pero, con la nieve blanda, no obligaba a tomar especiales precauciones.

Al volver a la divisoria, apareció el típico mar de picos de la Cantábrica central, junto al cuerpo principal del Macizo del Mampodre.

Un momento después, culminaba la cota (1.889), la más alta y destacada de estas puntas secundarias. Desde ella, además de la aparición de la Peña Ten con los Picos de Europa al fondo, pude contemplar la parte final y un poco más movida, con roca incluso, de esta arista.

Abajo a mi derecha, el Lago de Tronisco sólo se distinguía por una manchita gris en el uniforme manto de nieve. Por cierto, que la caída era considerable a ese lado, pero...

... dejando margen para no pisar sobre cornisa, el riesgo de caída es pequeño. Tras un corto trecho casi horizontal, ancho y...

... regular, la cresta hace una pequeña horcada y se yergue en un espolón. Aquí decidí dejar las raqueteas y encaramarme a la roca, prefiriendo afrontar la trepada, que parecía fácil y lo fue, a seguir hundiéndome en la nieve.

Lo cierto es que el terreno, aun siendo empinado sólo me obligó a usar las manos en contadas ocasiones. Además, había unos pocos hitos sin continuidad pero que me dio la impresión de que señalan el paso en los lugares dudosos (o que alguien juzgó así). El cresteo, ni que decir tiene, proseguía espectacular, con el Susarón a mi espalda, ...

... el núcleo principal del Mampodre a la derecha y...

... las montañas que rodean San Isidro al otro lado.

Desde el final de la zona rocosa, la vista atrás es impresionante, con el Susarón dominando el horizonte meridional a la izquierda de las crestas, que desde aquí parecían suaves, que rodean el valle del Curueño. Finalmente, la arista fue muy fácil y creo que más agradable que haber rodeado, al menos para subir. Aunque entre los cantos me encontré también nieve blanda, fueron pasajes muy cortos.

Finalmente, acabó la roca y el lomo volvió a ser amplio en los últimos 30 ó 40 metros de desnivel. Y aquí el viento había hecho su trabajo y el espesor de nieve blanda no era mucho. Al culminar esta subida, me encontré ...

... con una brutal ventisca, sobre la que se veía una bonita vista del Tiatordos flanqueado por la Magrera y el Alto de Ponga. Aunque había un hito, a simple vista se apreciaba que unas rocas a la izquierda (N) eran más altas y hacia ellas me dirigí.

Ya en la cumbre del Pico del Lago, la vista hacia las montañas de San Isidro, con la masiva Peña de San Justo solitaria en medio, era aún más tremenda que hasta entonces. Además, detrás y a la derecha, se había descubierto del todo...

... el Pico Torres.

Con el desplazamiento al norte, bajo el trío de antes, se veía ahora el vecino Remelende, que antes difuminaban las ráfagas de nieve.

Más a la derecha, al noreste, la Peña Ten aparecía enmarcada por los dos macizos más occidentales de Picos de Europa, destacando en el Cornión la Peña Santa.

Y siguiendo con el giro, un mar de cordales hacia la zona del Alto Esla, destacando a la derecha dos cimas destacadas: el Yordas y...

... cómo no, el Espigüete.

Al sureste, lo más alto del Macizo del Mampodre, con la Cruz centrada en el conjunto y la Polinosa muy destacada.

Al suroeste, el Susarón se alzaba solitario frente al resto de la Montaña Leonesa. Delante, se veía el perfil de la Loma de los Pinares de Lillo, por donde había subido y me disponía a bajar. De momento, me dirigí hacia la referencia del gran peñasco para refugiarme cuanto antes del vendaval y descender en diagonal hacia la cresta, con la idea de alcanzarla...

... por encima del tramo rocoso. Una vez allí, siendo de bajada, que importa menos hundirse, opté por rodear por el oeste (derecha) la arista. En esa ladera están las pendientes más intensas de la ruta, que apenas llegaron a 30º en momentos puntuales. Bajo el cancho, recuperé las raquetas y, de nuevo, ...

... en vez de seguir mis huellas, rodeé por la vertiente del Pinar las siguientes cotas. El descenso era relajado y me fui recreando con las vistas hacia San Isidro. Aunque iban entrando nubes al pasar el mediodía, ...

... no eran amenazantes e incluso quedaban áreas soleadas, como aquí por la Sierra de Sentiles y el Pico Toneo.

Ya en zona más suave de la loma, volví a la cuerda, y a la vista del Mampodre, en el collado (1.789), retomé la cuerda y mis huellas. Con la acumulación de nubes, ya que volvía por el mismo camino, las montañas presentaban otro aspecto.

Si por la mañana el Susarón brillaba, ahora presidía un paisaje sombrío.

Al norte, sin embargo, junto al Pico del Lago, aún se veía una tira de cielo azul.

Y así fui descubriendo el valle, llegando al lugar en que la pista de Tronisco alcanzaba la loma. Por aquí sí que no varié nada respecto a la subida.

También el bosque, donde las ramas se habían descargado de la nieve, tenía un aire más adusto.

Ahora sí que, al pasar junto a la torre de observación, me quité las raquetas y subí a la misma. Tiene buen panorama sobre los árboles hacia la Peña Fontesquera y...

... hacia el Runción y la Peña de San Justo, la cual se muestra con...

... toda su potencia cuando se llega al valle del Porma y al final de la excursión.

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