Puigmal (2.910)

ASCENSIÓN DESDE FONTALBA

POR EL ROC DE LA FITA

El Puigmal es la gran cumbre más oriental del Pirineo y cúspide del Ripollés. Pese a elevarse a una altitud digna de los grandes macizos, en este casi-tresmil la cordillera carece de la bravura alpina habitual en sus tramos centrales. En el Puigmal, aristas alomadas y laderas suaves convergen en un amplio domo cimero. Hasta allí llega el pasto que crece más arriba de los pinares que, alojados al abrigo de valles cortos y profundos, anuncian el cercano Mediterráneo. Pero si el paisaje no es bravío, este macizo de Nuria posee una belleza plácida y unos panoramas abiertos, que transforman cada ascensión en una agradable caminata durante la que podemos dejar que la vista se ocupe sólo en disfrutar de lo que nos rodea.

Si bien esta excursión parte del lugar más habitual para subir al Puigmal, el alto rellano de Fontalba, accesible en coche, no utiliza la ruta más frecuentada de la Serra de Borrut. Dejándola para bajar, va a cruzar el cuenco suroriental de la montaña hasta otro lomo, el del Roc de la Fita, que luego remonta para ganar el cordal oriental o Serra de l’Embut, por el que remata la subida. Sin meterse en complicaciones, una forma de evitar subir y bajar por el mismo sitio y, de paso, gozar de tranquilidad durante el ascenso.

El Puigmal, visto desde el este, muestra sus formas alomadas

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Ripollès - Conflent (Pirineos)
  • Unidad: Macizo del Puigmal
  • Base de partida: Queralbs (Gerona)

ACCESO: El aparcamiento de Fontalba, está 135 km al NO de Gerona, por Vich, Ripoll, Ribes de Freser y Queralbs. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 2.055 / 2.910
  • Mi tiempo efectivo: 4h21
  • Mi tiempo total: 6h22
  • Dificultades: F, en las condiciones del día (nieve helada casi desde el inicio, que se hizo continua a partir de 2.600 m). El descenso por la Serra de Borrut incluye 100 m con pendientes entre 30 y 40º y considerable exposición.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En la Collada de Fontalba, tomar la senda que sale al horizontal al este para atravesar la cuenca del torrente del mismo nombre. Cruzado el cauce, dejar el camino por la izquierda (NE) y remontar los prados hasta el Roc de la Fita. Tomar allí el lomo a la izquierda (NO) y, al llegar al entronque con la Serra de l’Embut en el Cim de l'Ortigar, seguir subiendo, de nuevo a la izquierda (O), hasta la cumbre del Puigmal.

Descender por el lomo SE o Serra de Borrut, siguiendo la senda de la ruta normal. Al llegar nudo de lomas del Cim de la Dou (F), continuar recto (SE), yendo a dar con la Collada de Fontalba.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Hermosísima y tranquila caminata, de mediana entidad pero que se lleva muy bien ya que el terreno es muy cómodo y las pendientes nunca pasan de moderadas. Incluso el tramo empinado en la Serra del Borrut no supondría el menor obstáculo sin nieve; con ella, especialmente si está helada, hay que tomar ciertas precauciones: pinchos en los pies y piolet en la mano, pues el paso resulta expuesto. Pero técnicamente es muy fácil por la regularidad y amplitud de la rampa. En suma, en estas condiciones semi-invernales, se trata de una ascensión al alcance de la mayoría de montañeros con una mínima cualificación en nieve. Y los que tengan buena preparación y sólida experiencia, gozarán de una jornada relajada en que poder despreocuparse de la progresión y disfrutar de las vistas.

RELATO GRÁFICO:

La vista desde el aparcamiento de la Collada de Fontalba al sureste era ya espléndida, con un mar de niebla extendiéndose más allá del Valle del Freser, dominado por el monte Taga. Al fondo, sobresalían de las nubes el Montseny y Montserrat; incluso se distinguía en medio el puntito de Sant Llorenç del Munt.

Delante tenía la cúpula blanca del Puigmal, enmarcada por las lomas que emplearía para subir y bajar: a la derecha la que culmina en el Roc de la Fita y, a la izquierda, la Serra del Borrut. Para dirigirme a la primera, tenía que travesar el Torrente de Fontalba y, para ello,…

… tomé una senda que sale horizontal al oeste, por el costado derecho de la loma, y va…

… atravesando la amplia cuenca. Pronto quedó atrás la Collada de Fontalba, mientras al este se iba ampliando la perspectiva hacia la garganta del alto Freser, encajada entre el Cim de la Coma del Clot y el Balandrau.

Aproximándome al cauce de la Fontalba, fui viendo, por encima del trazo de la senda, las palas mayormente herbosas por las que debería ganar el Roc de la Fita, que es un hombro modesto pero muy claro en la loma. Incluso me iba trazando el recorrido para afrontar la menor pendiente: al llegar sobre los dos neveros grandes, primero diagonal a la izquierda, hasta un trazo más fino por encima de la senda, y luego a la derecha hasta un embudo blanco y la collada.

Al vadear el torrente, se abrió a mi izquierda la parte alta y más estrecha de la Cometa de la Fontalba; con más nieve, sin duda otra subida interesante. Una vez en la ribera izquierda, aún avancé un poco más hasta que…

… vi que sobre mí el terreno se tendía notablemente. Aunque mi destino estaba al nordeste, dejé la senda por la izquierda (NO) y fui remontando…

… la suave ladera herbosa, tan despejada y regular que caminar por ella no resultaba más incómodo que por un camino.

Así, hasta que topé con un senderillo, muy estrecho pero claro, que atravesaba la vertiente en una tendida diagonal. Lo tomé a la derecha (NE) y continué ganando altura, aún más confortablemente.

A mi espalda, tenía una buena visión de la Cometa de Fontalba bajo el Cim del Dou.

Al doblar un lomo, me encontré ante una pequeña cuenca y dejé la senda, que de todas formas se había hecho casi imperceptible, derivando a la izquierda para ganar la collada del Roc de la Fita por el nevero extendido bajo la misma.

El fuerte viento que venía aguantando desde el inicio, al salir de barranco para ganar lomo, se tornó en auténtico vendaval. En compensación, las vistas eran muy claras. Al sureste, podía ver la marca blanca de la senda por donde acababa de atravesar la cuenca de Fontalba y, más allá, el impresionante mar de nubes de antes.

Pero delante, al otro lado del lomo, las nubes cubrían ahora las crestas al nordeste, tanto las que rodean Nuria como el Balandrau.

Al menos, la subida a la izquierda (NO) seguía despejada, aunque con un fondo gris pero muy alto. Hacia allí me dirigí, remontando una loma amplia, tendida y en que la nieve, con la altitud, iba ganando terreno paulatinamente a la hierba. El único inconveniente fue que, como el manto estaba duro pero no era continuo, tuve que ir rodeando neveros, por andar poniendo y quitando crampones.

Con tanto viento, que además era muy racheado, las nubes entraban y salían y, al cabo de cierto trecho, se despejó el Balandrau.

Hacia los 2.450 m, la loma gira a la izquierda y descubrí, al otro lado de la Coma de Gombrén, la Serra del Embut. También veía el entronque en ella, por el Cim del Ortigar, del lomo por el que ascendía. Éste seguía cómodo, pese a carecer de senda o hitos, innecesarios en un terreno tan regular, jalonado sólo por un par de mínimos bultos. A partir de la segunda,…

… pasados los 2.600 m de altitud, la nieve se hizo continua y me pude colocar los pinchos, lo que fue un alivio. Mientras el ambiente continuaba variado, mezclándose áreas de sol con otras más o menos nubosas.

Lo que estaba tapado totalmente era la hoya de Nuria, que iba descubriéndose paulatinamente a mi derecha.

Cuando me acercaba al Cim de l’Ortigar, los vapores fueron cayendo o yo me metía en ellos, o ambas cosas, que no estoy muy seguro. Bueno, la cosa es que, tras un corto tramo en que la pendiente aumentó dentro de la suavidad, sin llegar siquiera a 20º, gané dicho pico secundario y, con él la Serra de Borrut, que tomé a la izquierda (O).

Esta arista estaba más batida aún por el viento y, aparte de que volaban enjambres de cristalitos de hielo bastante molestos, presentaba zonas con cantos al descubierto, lo que me obligó de nuevo a los rodeos, ahora para ir pisando nieve. Comenzó esta nueva etapa de la ascensión con una zona suavemente ondulada, en la que el terreno se mantiene algo por encima de los 2.700 m sin ganar altitud.

A mi derecha veía ahora (es un decir…) la Coma del Embut, bien innivada.

A partir de una collada, el lomo se empinó, aunque…

… sin alcanzar siquiera los 30º. Al cabo de 150 m de subida regular,…

… el lomo se fue tendiendo hasta la cumbre del Puigmal, que alcancé en medio de un ventiscón tremendo y con la visibilidad reducida a pocas decenas de metros. En estas condiciones, los dos que encontré en la cumbre me dijeron que llevaban allí un momento y que se iban ya para Nuria.

Yo hice lo propio: en dos minutos, estaba bajando, aunque hacia el otro lado. Con esta visibilidad, la orientación no era fácil pero, afortunadamente, respecto a la dirección de llegada, vi hacia la izquierda (SE) unas sutiles marcas de pinchos en la nieve. Como la orientación era la adecuada, confié en que serían buenas.

Este inicio del descenso fue casi a ciegas; la única referencia, la cumbre, desapareció cuando apenas había dado diez pasos. Y la nieve estaba tan helada que los crampones de los que habían pasado antes apenas se habían hundido unos milímetros. Y, si ya esos pinchazos eran poco visibles, la cellisca que barría el suelo no ayudaba precisamente. Como el terreno era amplio y se supone que esto es un lomo, fui guiándome por la máxima pendiente, que tampoco es fácil de determinar cuando ésta no llega ni a 10º.

Y, de pronto, llevaría perdidos 100 m cuando se abrió el panorama a mi izquierda y vi abajo la Cometa de Fontalba.

Momento muy oportuno pues, a partir de ahí, la Serra del Borrut por la que caminaba se define y empina. De hecho, veía la bajada hasta el Cim de la Dou, con un hombro intermedio donde gira la cuerda y, más cerca, a mis pies, el tramo clave de la ruta y única ocasión en que cogí el piolet, sobre todo por la caída a la izquierda. Se trata de una pala de 100 m de desnivel, libre de obstáculos y cubierta de nieve helada,…

… con una pendiente que se mantuvo, con pocas variaciones, entre 30 y 40º.

A continuación, tras un corto tramo ondulado, en que apenas se pierde altitud, en la cota marcada como 2.665, el lomo gira a la izquierda y baja más decididamente hacia el Cim de la Dou. Como a medio trayecto hacia allí, ...

... al entrar en la collada (2.448) previa, me encontré de pronto al sol. Así, sin transición. Hasta el viento se calmó hasta ser brisa suave. Aproveché el ambiente agradable y me quité los crampones, ya innecesarios y algo de ropa, además de comer un bocado y recorrer con la vista el horizonte. Delante, el Balandrau dominaba la boca de la garganta del Freser, que...

... mostraba un roquedo complejo y espectacular.

Girándome a la derecha, al sureste, se volvía a ver el valle del Freser y el lejano mar de niebla, que llevaba todo el día aposentado sobre la Plana de Vich. Al fondo, destacaban...

... el Montseny, que aparece aquí emparejado con el Taga. Más a la derecha...

... el perfil irreal de Montserrat.

Siguiendo el giro, al suroeste, por encima del cordal del Montgrony se divisaban los Rasos de Peguera y la Serra Ensija. Incluso, a la derecha, la doble cima del Pedraforca llegaba a asomar un pelín sobre el lomo del Puig Llançada.

Y, bueno, volviéndome, el Puigmal se había despejado considerablemente. No, si, al final, iba a hacer buen día. Además, la perspectiva es buena para ilustrar la excursión, pues los lomos de subida y bajada, al menos su mitad superior, aparecen enmarcando la Cometa de Fontalba. Incluyendo, a la izquierda, esos cien metros más empinados de la Serra del Borrut.

Al culminar el Cim de la Dou, apareció ya la Collada de Fontalba, hacia la que caía ahora una amplia ladera de mediana inclinación. Por ella me dejé caer...

... siguiendo una senda que ahora, libre el terreno de nieve, se mostraba ancha y clarísima. Tras la zona más empinada de esta bajada final, ...

... cuando el lomo se estrecha y tiende, dejé la senda por la izquierda (E) para rodear por arriba unos pequeños canchos y tomar otra vereda que se dirige, a través del costado del lomo, más directamente al aparcamiento.

Y allí acabé la jornada. Después de la ventisca, en la tarde soleada y apacible, el Puigmal desvelaba su cumbre.

Comentarios