… vi que
sobre mí el terreno se tendía notablemente. Aunque mi destino estaba al
nordeste, dejé la senda por la izquierda (NO) y fui remontando…
… la
suave ladera herbosa, tan despejada y regular que caminar por ella no resultaba
más incómodo que por un camino.
Así,
hasta que topé con un senderillo, muy estrecho pero claro, que atravesaba la
vertiente en una tendida diagonal. Lo tomé a la derecha (NE) y continué ganando
altura, aún más confortablemente.
A mi
espalda, tenía una buena visión de la Cometa de Fontalba bajo el Cim del Dou.
Al doblar
un lomo, me encontré ante una pequeña cuenca y dejé la senda, que de todas formas
se había hecho casi imperceptible, derivando a la izquierda para ganar la
collada del Roc de la Fita por el nevero extendido bajo la misma.
El fuerte
viento que venía aguantando desde el inicio, al salir de barranco para ganar
lomo, se tornó en auténtico vendaval. En compensación, las vistas eran muy
claras. Al sureste, podía ver la marca blanca de la senda por donde acababa de
atravesar la cuenca de Fontalba y, más allá, el impresionante mar de nubes de
antes.
Pero
delante, al otro lado del lomo, las nubes cubrían ahora las crestas al
nordeste, tanto las que rodean Nuria como el Balandrau.
Al menos,
la subida a la izquierda (NO) seguía despejada, aunque con un fondo gris pero
muy alto. Hacia allí me dirigí, remontando una loma amplia, tendida y en que la
nieve, con la altitud, iba ganando terreno paulatinamente a la hierba. El único
inconveniente fue que, como el manto estaba duro pero no era continuo, tuve que
ir rodeando neveros, por andar poniendo y quitando crampones.
Con tanto
viento, que además era muy racheado, las nubes entraban y salían y, al cabo de
cierto trecho, se despejó el Balandrau.
Hacia los
2.450 m, la loma gira a la izquierda y descubrí, al otro lado de la Coma de
Gombrén, la Serra del Embut. También veía el entronque en ella, por el Cim del
Ortigar, del lomo por el que ascendía. Éste seguía cómodo, pese a carecer de
senda o hitos, innecesarios en un terreno tan regular, jalonado sólo por un par
de mínimos bultos. A partir de la segunda,…
… pasados
los 2.600 m de altitud, la nieve se hizo continua y me pude colocar los
pinchos, lo que fue un alivio. Mientras el ambiente continuaba variado,
mezclándose áreas de sol con otras más o menos nubosas.
Lo que
estaba tapado totalmente era la hoya de Nuria, que iba descubriéndose
paulatinamente a mi derecha.
Cuando me
acercaba al Cim de l’Ortigar, los vapores fueron cayendo o yo me metía en
ellos, o ambas cosas, que no estoy muy seguro. Bueno, la cosa es que, tras un
corto tramo en que la pendiente aumentó dentro de la suavidad, sin llegar
siquiera a 20º, gané dicho pico secundario y, con él la Serra de Borrut, que
tomé a la izquierda (O).
Esta
arista estaba más batida aún por el viento y, aparte de que volaban enjambres de
cristalitos de hielo bastante molestos, presentaba zonas con cantos al
descubierto, lo que me obligó de nuevo a los rodeos, ahora para ir pisando
nieve. Comenzó esta nueva etapa de la ascensión con una zona suavemente
ondulada, en la que el terreno se mantiene algo por encima de los 2.700 m sin
ganar altitud.
A mi
derecha veía ahora (es un decir…) la Coma del Embut, bien innivada.
A partir
de una collada, el lomo se empinó, aunque…
… sin
alcanzar siquiera los 30º. Al cabo de 150 m de subida regular,…
… el lomo
se fue tendiendo hasta la cumbre del Puigmal, que alcancé en medio de un
ventiscón tremendo y con la visibilidad reducida a pocas decenas de metros. En
estas condiciones, los dos que encontré en la cumbre me dijeron que llevaban
allí un momento y que se iban ya para Nuria.
Yo hice
lo propio: en dos minutos, estaba bajando, aunque hacia el otro lado. Con esta
visibilidad, la orientación no era fácil pero, afortunadamente, respecto a la
dirección de llegada, vi hacia la izquierda (SE) unas sutiles marcas de pinchos
en la nieve. Como la orientación era la adecuada, confié en que serían buenas.
Este
inicio del descenso fue casi a ciegas; la única referencia, la cumbre,
desapareció cuando apenas había dado diez pasos. Y la nieve estaba tan helada
que los crampones de los que habían pasado antes apenas se habían hundido unos
milímetros. Y, si ya esos pinchazos eran poco visibles, la cellisca que barría
el suelo no ayudaba precisamente. Como el terreno era amplio y se supone que
esto es un lomo, fui guiándome por la máxima pendiente, que tampoco es fácil de
determinar cuando ésta no llega ni a 10º.
Y, de
pronto, llevaría perdidos 100 m cuando se abrió el panorama a mi izquierda y vi
abajo la Cometa de Fontalba.
Momento
muy oportuno pues, a partir de ahí, la Serra del Borrut por la que caminaba se
define y empina. De hecho, veía la bajada hasta el Cim de la Dou, con un hombro
intermedio donde gira la cuerda y, más cerca, a mis pies, el tramo clave de la
ruta y única ocasión en que cogí el piolet, sobre todo por la caída a la
izquierda. Se trata de una pala de 100 m de desnivel, libre de obstáculos y
cubierta de nieve helada,…
… con una
pendiente que se mantuvo, con pocas variaciones, entre 30 y 40º.
A
continuación, tras un corto tramo ondulado, en que apenas se pierde altitud, en
la cota marcada como 2.665, el lomo gira a la izquierda y baja más
decididamente hacia el Cim de la Dou. Como a medio trayecto hacia allí, ...
... al
entrar en la collada (2.448) previa, me encontré de pronto al sol. Así, sin
transición. Hasta el viento se calmó hasta ser brisa suave. Aproveché el
ambiente agradable y me quité los crampones, ya innecesarios y algo de ropa,
además de comer un bocado y recorrer con la vista el horizonte. Delante, el
Balandrau dominaba la boca de la garganta del Freser, que...
...
mostraba un roquedo complejo y espectacular.
Girándome
a la derecha, al sureste, se volvía a ver el valle del Freser y el lejano mar
de niebla, que llevaba todo el día aposentado sobre la Plana de Vich. Al fondo,
destacaban...
... el
Montseny, que aparece aquí emparejado con el Taga. Más a la derecha...
... el
perfil irreal de Montserrat.
Siguiendo
el giro, al suroeste, por encima del cordal del Montgrony se divisaban los
Rasos de Peguera y la Serra Ensija. Incluso, a la derecha, la doble cima del
Pedraforca llegaba a asomar un pelín sobre el lomo del Puig Llançada.
Y, bueno,
volviéndome, el Puigmal se había despejado considerablemente. No, si, al final,
iba a hacer buen día. Además, la perspectiva es buena para ilustrar la
excursión, pues los lomos de subida y bajada, al menos su mitad superior,
aparecen enmarcando la Cometa de Fontalba. Incluyendo, a la izquierda, esos
cien metros más empinados de la Serra del Borrut.
Al
culminar el Cim de la Dou, apareció ya la Collada de Fontalba, hacia la que
caía ahora una amplia ladera de mediana inclinación. Por ella me dejé caer...
...
siguiendo una senda que ahora, libre el terreno de nieve, se mostraba ancha y
clarísima. Tras la zona más empinada de esta bajada final, ...
...
cuando el lomo se estrecha y tiende, dejé la senda por la izquierda (E) para
rodear por arriba unos pequeños canchos y tomar otra vereda que se dirige, a
través del costado del lomo, más directamente al aparcamiento.
Y allí
acabé la jornada. Después de la ventisca, en la tarde soleada y apacible, el
Puigmal desvelaba su cumbre.
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